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—Mierda— digo cuando veo la mancha de café en mí camisa.

Son las cinco y cuarenta y cinco de la mañana, hace media hora qué me levanté y recibí un mensaje de Mí empoderado jefe. ¡En veinte minutos pasó por ti! Así no más, ni buenos días ni nada.

Pero hay algo que me inquieta más, su presencia. Luego de tres dias sin verlo y después de aquel encuentro joder... es algo de locos que me pone tan nerviosa. Además como verlo a la cara luego de masturbarme en su nombre tantas veces.

Perdóname dios, soy un alma en pena que cae en la tentación de la carne.

Moriré en el pecado.

¡Ayuida!

No voy a decir que me da pena por el momento caliente del viernes, lo que me avergüenza es que estoy pensando en comprar un vibrador y volverme a masturbar en su nombre. Es algo que me asusta, pero no podré verlo a la cara si lo hago.

Se preguntaran ¿Donde quedo la eliza segura? Pues no lo sé, tal vez en dónde pensé en masturbarme con un vubrsdor d 19 centímetro en su nombré y no lo quiero hacer, pero dios que
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