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—Hola pequeña —saludo ganándome su atención. Una sonrisa se extiende por su rostro y beso su frente —¿Dime, qué haces?— le sonrió a mi sobrina.

—Estoy dibujando —hace una mueca— usted y yo... mire — Dice tímidamente.

Agarró el dibujo y mis ojos se aguan, no puedo llorar, no puedo hacerlo. Me juré nunca más derramar una sola lágrima y eso haré. El dibujo es hermoso.

Una casa entre montañas, rodeada de flores, de distintos colores, un gran lago que refleja el sol, pero sólo algo más llamó mi atención, un árbol. Un árbol donde cuelgan dos columpios, uno grande y el otro es más pequeño, en el más pequeño está ella y en el más grande estoy yo.

Las nubes, el sol y los árboles se reflejan en el lago mientras la casa detrás de nosotras da un poco de sombra a las flores.

Aún me sorprende lo perfectamente dibujado que está, es increíble, pareciera que no lo hubiese hecho ella. La miro y ella me mira esperando una respuesta.

—Es hermoso — la abrazó y la aprieto contra mi, por un segundo me hizo pensar en él, es tan idéntica a él— Es divino.

Me separó de ella y vuelvo a mirar el dibujo. Y pienso en lo egoísta qué fui al marcharme, sin pensar en más nadien, pude haber disfrutado con mi familia, ver a mí sobrina crecer, ayudarla a aprender cosas nuevas, convivir más con ella, con Sandra, con todos.

Aprender a olvidar y curar el dolor con el amor de mi familia, con su apoyo, pero solo me fui queriendo olvidar algo que no pude.

Pero espero poder recuperar aunque sea un poco de ese amor que perdí.

—¿E-enserio te-te-te gusta?— pregunta y asiento.

—Me encanta—susurro pero se que ella me escuchó perfectamente, la miro y está jugando con sus dedos entrelazados — Gracias, tienes un gran talento Cloe— sonríe

–Lo mismo dice mamá, papá, los tíos y ahora usted—suspira como si fuese un pesar — Pero le digo un secreto — asiento y ella se acerca a mi oído— tu eres mi taiii favorita.... pero shh, no se lo digas al tío Sebastián— susurra y eso me hace reír.

—¿De que rien?— pregunta Sandra entrando a la sala seguida de Clar que me guiña un ojo y sube y baja sus cejas.

—¡A mi taiii le ha gustado mi dibujo!— dice casi gritando.

—Pequeña es tía no tai y no grites— reímos. Sandra me mira— ¿Cómo estas liza? pensé qué te habías vuelto a ir— rueda los ojos y me da un beso en la mejilla.

—¿Mami él toii va a venir?— pregunta mi sobrina.

M****a no, aún no, aún no estoy lista para enfrentarlo. Sandra parece adivinar mis pensamiento y habla:

—No pequeña está un poco ocupada pero pronto vendrá a jugar contigo, ¿vale?— Cloe asiente y se va corriendo la miro y antes de abrir la boca ella habla— No, no es él, es él hermano de de mi bombón— ruedo los ojos —. Recuerdas qué una vez te conté que es un dios griego y odia a las mujeres —asiento— bueno es el pero no odia a las mujeres; desconfía si, pero es un amor de persona y es muy cariñoso con Cloe.

—¿Ok?—digo sin entender nada, porque todo lo dijo muy rápido—te ayudó en algo— asiente me agarra la mano y me arrastra a la cocina.

....

La cena fue estupenda, platica, risas, recuerdos. Solo los buenos. Fue fantástica la comida y sobre todo la compañía. Hubiese querido que durará eternamente ése momento pero por mala suerte los mejores momentos duran muy poco, y ya me tengo qué ir. Clar se ofreció a llevarme a casa y acepté.

En el caminó sólo hablamos de trabajó, del socio que llegará mañana, su oficina, su estadía, el carácter de m****a que tiene, según Clar, y muchas cosas más entre otras hasta qué llegamos a mí departamento.

Abro la puerta del coche, salgo para despedirme de Clar y me encamino hacia la puerta pero me detengo cuándo oigo que me llama.

—Liza hay algo más— lo escuchó decir mientras llega a mi lado— tendrás que ser su asistente también hasta qué consiga una persona capacitada para ocupar él lugar.

¡¿Qué...?!

—¿Qué m****a? ¿Acaso escuché mal?—

—me indignó — Clar Beatriz me mata de trabajó y además tengo que ser asistente de una persona que tiene él carácter y él humor de los mil demonios —digo un poco molesta.

—Liza se muy bien que tú puedes, tú eres ágil y sabes llevar a las personas con carácter fuerte, por favor es por unas semana nada más ¿sí? Por favor.

—¿Enserio confías tanto en mi?—pregunto— sabes qué si me hace salir de mis casillas le puede dar una patada en su anatomía y joderte todo él trabajó a ti.

—No el jamás arruinaría su trabajó... así qué prepárate mañana llegará después del mediodía a ver su oficina, si no la has terminado— ruedo los ojos.

—Ok— es lo único que digo.

—Descansa— me da un besó en la mejilla.

—Igual—digo y me encaminó hacía él departamento.

Cuando abro la puerta me voy directo al refrigerador a buscar una barra de chocolate.

—Odio sentirme así —digo mientras mastico un pedazo de chocolate — odio ser tan débil y decir que si —muerdo otro pedazo —odio amar tanto el chocolate— digo mientra mientras trago y muerdo otro pedazo.

Así como hay personas que él chocolate las pone hiperactivas a mí es al revés, me ayuda con los nervios y me tranquiliza.

Cualquier persona normal tendría el refrigerador lleno de comida pero en mí caso es sólo chocolate, helado, coca-cola, leche condensada, dulces y más chocolate... aún me acuerdo cuando me llevaban a dirección porqué le pegaba a niños qué querían comer mí chocolate y mí palabra de defensa era:

—Él quería mí chocolate, y mí chocolate es sólo mío.

Una vez a mis catorce años le dije a un niño qué me quitó un cuadrito: "oye lo vuelves hacer y te cortaré tu anatomía". y adivinen a ¿quien le quitaron el chocolate por una semana? ¡A mii! Pero no se crean que no comí; mí abuela me daba dinero a escondidas y me lo compraba en chocolate.

La amo tanto.

Y así es mi vida un mundo de chocolate.

Y ahora sólo dormiré.

.....

—Mierda, permiso, permiso—digo mientras empujó a personas. Esto hoy está un poco alborotado.

La noticia de qué hoy viene uno de los socios mayoritarios le ha alborotado las hormonas a las chicas, lo único de lo qué hablan es de lo bueno que está y de cómo quisieran chuparselo.

¡¿Dios qué clase de personas comparten información de lo que hacen y le gustaría hacer en su intimidad?!

En fin, yo voy con diez minutos de retraso.

Cuando logró pasar a todas esas personas, me subo al ascensor y está vacío gracias a dios. Marco mi piso y subo.

Doy gracias a Dios porqué no ha llegado ni Clar, ni Beatriz ahora se porque hay tantas personas desorganizadas allá abajo; bueno aún me quedan algunas cosas por hacer así que comenzaré... pero primero pondré música.

....

9:27

—¡Llévame despacio, quiero estar contigo sin equivocarnos!— suelto todo el aire en la última estrofa— Cuida los segundos al besar mis labios. Nos espera un mundo para enamorarnos...

Un carraspeo me saca de mi hermosa melodía... ¿pero qué m****a?

Volteó a ver la causante y no puedo creer lo que veo.

—Es una letra muy bonita Señorita, su voz es bonita pero trate de que los gallos no se le salgan tanto—dice con tono burlón y yo solo parpadeó perpleja— Estoy buscando a la Señorita Ruiz.

—Ah, esa — masculló entre dientes, terminando de meter los papeles en los archivos del nuevo jefe. El recuerdo de ayer me eriza la piel.

Además de que la indignación no me deja actuar bien, el que él me trate como si no hubiera pasado nada.

No paso nada de lo que tenga que sentirse obligado a recordarte.

Pero aun así me hace sentir un poco mal.

—¿Disculpe?—mierda.

—Buenos días Señor, lamento informarle que la Señorita Ruiz no ha podido venir esta mañana pero si quiere dejarle algún recado con gusto— voy a la computadora la apago y me encamino hacia la salida.

—Bonito diseño —dice mientras me sigue.

—Gracias— le sonrío y asiento— Y dígame señor qué recado le dejara.

—Dígale que vino Matthew y la llamaré —dice sin mirarme— Es todo... adiós —dice mientras empieza a caminar, pero se detiene a medio camino— Por favor siga trabajando, su carrera como cantante sería un fracaso, esos gallos, uffs peor que los de un granja— abro mi boca indignada y muerdo mi mejilla para no soltar una de mis palabrotas. Dicho esto se pierde de mi vista. Dejándome totalmente avergonzada.

Me siento de golpe en la silla mientras una pequeña rabia me invade ¿Como es posible que no se acuerde de mi?

Oh vamos Eliza el solo te ayudó para que no murieras además él no te interesa, ya no lo verás más, sólo fue hoy, y además es amigo de Beatriz, que por cierto dejó el trabajó votado para irse a una peluquería porque quería verse hermosa para él nuevo jefe.

Aunque de verdad me muero por conocer a ese mojabragas como les llaman las chicas de esta empresa así que aquí estaré esperándolo a ver sí moja las mías.

...

—Paz, tranquilidad... es lo que necesito quiero irme y nadie me detendrá... lo siento.

Aún recuerdo perfectamente ese día, es muy doloroso, fue uno de los peores día de mi vida, estar hay y no verlo era una tortura, pensar en que ayer estaba hay y ahora solo no está se fue.

Dejándome como un cuerpo sin alma.

Algunas personas piensan qué es fácil revivir aquellos momentos, que podemos borrar rápido los momentos que nos marcan, pero se equivocan... es todo lo contrario.

Recordar duele, pensar en aquello que nos hizo feliz duele, duele como un demonio inexistente.

Recordar es como volver al pasado y vivir el momento una y otra vez.

Eso es lo que me pasa a mi, quiero olvidar pero me es imposible, quería volar, cumplir mis sueños, ser feliz, formar una familia. Pero son sueños que murieron con él y jamás volverán.

Me encuentro en la cafetería mientras como algo. Es mi hora de almuerzo, bueno era, no tengo hambre a pesar de que mí apetito es grande. Solo recuerdo que dentro de pocos meses volverá hacer ese siete de octubre que tanto duele.

Ya tengo qué subir a la oficina antes de qué llegué Beatriz y el socio de la empresa. Veo por última vez su foto antes de levantarme, dejar el dinero de lo que comí y empezar a caminar a la oficina.

Beatriz me ha dicho que llegaría a las tres impunto sólo faltan cinco minutos y tengo que estar ahí para recibirlos y enseñarle la oficina al nuevo jefe.

Me fijo en la fecha y por el jodido cielo. En dos semanas es el cumpleaños de mamá, quiero visitarla, pero tengo miedo, no se si estaré lista para verla, ella aun no sabe que estoy en españa y quiero darle la sorpresa. Aunque duela sabía que tenía que regresar algun dia a casa, y ese dia esta por llegar. Iré.

Me siento en mi escritorio y empiezo a revisar un contrató de una construcción de un hotel en Madrid. Estoy tan concentrada leyéndolo qué no me di cuenta cuando llegó Beatriz y... No, esto es imposible.

—Señorita Andrade —dice mi apellido con superioridad— El es señor Matthew Allamand, el socio de la empresa, ocupará la oficina qué usted diseñó y también le servirás a él— gilipollas —bien... Matthew querido— sus manos tocan inquietamente su brazos y este lo aparta disimuladamente — la señorita Andrede te enseñará tú oficina o si quieres puedo hacerlo yo—dice en tono juguetón a lo qué yo retengo una carcajada.

—No te preocupes Beatriz la señorita Andrade lo hará—dice dándome una mirada que no logró descifrar. Asiento y a Beatriz se le borra la sonrisa.

—Bien te veo luego— dice para darle un beso en la mejilla e irse.

—Bien, cuál es mi oficina— dice, restándole importancia a mi presencia .

—Sígame— empiezo a caminar a la oficina en frente de mi escritorio.

Abro la puerta para que la mire.

》Señor Allamand esta es su oficina— digo observando cómo mira todo alrededor — espero que le guste, puede llamarme si necesita algo, con vuestro permiso me retiró—me giro para irme pero su voz me detiene.

—Me encanta señorita andrade— dice y pareciera qué sé refiriera a otra cosa, me pongo nerviosa ¿por qué coño me pongo nerviosa?... ¿El parece notarlo? En su rostro aparece una sonrisa de autosuficiencia, siento maripositas en el estómago—¿Cómo sigue?

—Mucho mejor gracias, mañana traeré su americana— asiente sin dejar de verme. También me doy la oportunidad de escanearlo, desde mi lugar puedo ver el azul oceánico brillar y eriza mi piel, su cabello rubio y largo está despeinado hacia delante como si lo hubiera tocado mucho, alto, músculo y un aire impotente que me pone cachonda.

—Puedes retirarte— asiento nerviosa y salgo.

M****a no puede ser ¿Que es esto qué siento? ¿Amor? no es, ¿Cariño? Tampoco, ¿Deseó? Quizás. No puedo negar qué está buenísimo y las chicas tienen razón cuándo dicen qué les moja las bragas.

Tiene una sonrisa sorraca que, joder tía. No sé qué me pasa, jamás había sentido tanta atracción por alguien. Quizás mucho tiempo sin sexo hace daño.

Me senté en mi escritorio y observé la puerta cerrada de su oficina. Necesitó dejar de pensar, distraerme. Me levanto de mí asiento voy a mi pequeño archivero y vuelve a revisar contratos tratando de distraerme. Y lo consigo hasta qué escuchó su puerta ser abierta y caminó a la oficina de Beatriz... toca la puerta y ella lo recibe con una gran sonrisa.

Estupida.

Disimuladamente me acerco a la puerta y los escucho hablar mientras ríen (Bueno, ella). La sangre me hierve y terminó regresando a mi puesto.

Quiero salir... correr no lo sé.

Siento que sí sigo sentada en está silla me volveré loca. Pero sí voy a la cafetería y me necesitan, no sé qué hacer. Por el jodido cielo no es mi día.

Vuelvo a ver cómo el hermoso francés esculpido por los dioses salen de la oficina de Beatriz y se va a la a suya, dejándome ver su larga espalda, bien ejercitada entra y cierra la puerta yo sigo comiéndome con la mirada el recuerdo de él en la puerta hasta que suena el jodido teléfono ¿Es enserio?

—Buenas tardes, Arquitectura Allamand en que pued....— digo pero soy interrumpida por un suspiro, escuchó un suspiró al otro lado de la línea y tenso la mandíbula.

—Señorita Andrade por favor venga a mi oficina —dice Matthew... esta jodido acaba de entrar en su oficina pudo decirmelo en persona, prefirió llamarme.

—Ok— digo para colgar y caminar a su oficina.

Toqué dos veces antes de escuchar un "Adelanté". Entró y él está sentado en la silla de su escritorio con la espalda apoyada en él espaldero de la está. Me ve con una sonrisa y se inclina para apoyar sus codos en el escritorio.

–Siéntese— pide señalando la silla. Hago lo que me pide— me han dicho qué usted es muy eficiente— un momento me quedó pérdida bajó su atenta mirada hasta que asiente— bien necesitó qué organice éstos papeles... los necesito para esta misma tarde— exige mientras me mira.

En éstos momentos estoy sin hablar un solo asiento... es tan agobiante sentirse así, sin que las palabras salgan de la boca y quedar cómo una completa estúpida, así me sucede a mí. Agarró los papeles y me giró para marcharme pero su voz me detiene.

—¿A dónde va Señorita? puede hacerlo aquí.

Abro mis ojos como dos huevos... él se limita a sonreír.

—No como Señorita Andrade—dice mientras se levanta de la silla y camina hacía mí— Al menos que usted me lo permita— susurra en mi oído haciendo que todo mi cuerpo se estremezca y haya un cosquilleo en la parte baja de mí cuerpo— siéntese —dice, mejor dicho ordena arrastrándome a la silla y no tengo más opción de sentarme.

Comienzo a revisar papeles y anotar todo en una libreta para luego pasarlo al computador. Las horas comienzan a pasar y mi estómago ruge cada vez más. El se levantó saliendo de la oficina y me quedó revisando papeles.

Entra minutos después y un olor a pollo inunda mis fosas nasales, evitó girarme porque no quiero parecer una lambucia ansiosa pero no aguanto el hambre y me giro viéndolo.

—Comamos— deja la bolsa de comida en la mesa rodeada de sofás y me acerco mientras él pone un plato para mí. Muerdo mi labio y agarro mi plato empezando a comer.

—Gracias— él no dice nada.

Luego de eso volví a trabajar bajo su atenta mirada otra vez.

...

Fue incómodo... totalmente incómodo, tuve qué trabajar ante su atenta mirada, fue cómo si analizará cada paso y movimiento que daba y cada vez que levantaba la mirada, estaba él ahí mirándome, dándome una sonrisa qué hacía qué quisiera abalanzarme sobre él y hacerlo mío.

"MÍO" ~río mentalmente ante mi propio pensamiento~ ésa palabra suena tan bien saliendo de mis labios que provoca hacerle una canción.

Es raro, hay tantos chicos y a mi me atrae el imposible... tantos chicos que pudiera tener con solo hablar y alguien que sólo me dio un beso una vez y fue para ayudarme, con sólo una palabra hace sentir tanta cosas en mí qué no sé cómo explicar. Al parecer me gusta Lo Imposible.

Además ese día parecía un caballero ¡Ahora no!

Decir que son mis hormonas, no lo creó. Ya pasé por esa etapa, pero es algo tan... él es tan caliente.

Con ese semblante serio, con esa sonrisa zorraca que no demuestra nada bueno. Me pone cachonda.

Me golpeó mentalmente por mis estúpidos pensamientos.

—Basta, basta— me digo a mí misma —Deja de pensar en él.

Pongo ambas manos en mi cabeza, en señal de frustración. Por el jodido cielo Eliza para.

Me enrollo de los pies hasta mi pecho, en la cobija. Estoy en mi habitación, acostada mientras cómo una nutella con galletas y veo "Corazón indomable". No soy de ver novelas pero es entretenida. Soy más de ver series y películas de ficción.

Siento mi teléfono sonar a mí lado y atiendo sin ver quien es.

—Hola chica huesos—habla Sandra al otro lado de la línea y ruedo los ojos— vale, toma—dice para poner a Cloe.

—¡¿Taiii cuando vais a venir a verme?!— grita y puedo escuchar a mí hermana regañarla.

—Vale, me vas dejar sorda —digo para después reír— iré por ti y pasaremos todo el fin de semana juntas ¿Qué te parece?

—Lo siento, siii genial... haré la lista de cosas para hacer con mi tai— dice para pasarme a mi Sandra.

—Ella está feliz—dice, asiento como si me estuviera viendo— parece qué te quiere más a ti que a mí—puedo jurar que está haciendo un puchero.

—Lo siento hermana—digo riendo— lamento ser más divertida qué tú.

—Si verdad —hace una pausa— oye ¿ si irás al Cumpleaños de mamá? ¿no sé te ha olvidado? ¿Cierto?

Eso jamás se me olvidaría.

—Si Sandra, iré.

—Liza sé que no es fácil... pero algún día tendrán qué arreglar las cosas— pausa– sé qué es difícil y duele mucho estar hay dónde fuimos tan felices como también hubieron momentos de tristeza, te aman y sabes muy bien qué ellos jamás pensaron que era tú culpa.

Una vez sí, mamá lo creyó.

Ella tiene razón, pero eso no me quita la culpabilidad, ellos jamás lo pensaron pero yo si. Por eso me fui. Suspiro y siento mi nariz moquiar.

—Lo siento— cierro fuertemente los ojos— siento haber sido tan egoísta San, pero no podía quedarme y ver sus caras. Ya no quiero hablar más de esto ¿Vale? Juro que lo haré pero ya volví, estoy aquí y es suficiente por ahora.

—Bueno liza pero piensalo, si— asiento para mi misma— Te quiero morenita.

—Y yo a ti manita.

—Hasta mañana.

—Hasta mañana—dice y cuelga.

Sandra tiene razón... admiró su madurez pero esa es una herida qué no ha cicatrizado y volver será hacerla más grande y duele mucho. Y si, algún día hablaré con ellos sobre eso pero aún no, no es él momento.

—Aún no— susurro para mí misma.

Me acomodo apagó él televisor y caí en los brazos de morfeo.

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