No muy lejos de allí había un hombre alto de tez clara, ojos cafés claros y pelo castaño tomaba fotos de la celebración.
Joel Jenkins era un famoso fotógrafo que viajaba a diferentes lugares para llevarle al mundo maravillosas fotos de personajes, paisajes, animales y lugares que recorría, realizaba exposiciones en las que la mitad de las ganancias se donaba a los lugares de donde pertenecía las fotografías.
Seguía tomando fotos, al acercarse más al centro del festejo, observaba los alrededores por el visor de su cámara, se dio cuenta de la mujer, ella vestía un traje tradicional blanco con bordados azules, llevaba una corona de flores de la región y adornos como collares largos que caían en su cuello.
La observaba detenidamente mientras se acercaba a escondidas a ella.
El hombre se sentó a su lado y sonriéndole astutamente le dijo. “Vaya, nos volvemos a encontrar”.
Rodando los ojos ella le contestó. “Creo que está en la celebración equivoca señor…”
“¡Joel! Joel Jenkins”. tomó la mano de ella sin permiso para estrecharla.
Mientras los aldeanos veían la interacción entre ellos, decidieron agregar collares en Joel. “Creo que he sido invitado ahora”. Comentó feliz mirando a Amelia.
Él tomó la mano de una niña pequeña para bailar, Amelia lo veía de reojo en ocasiones mientras ella hablaba con los lugareños, él devolvía la mirada guiñandole un ojo y sonriendo mientras estaba en la pista de baile.
Ella negaba con la cabeza a tal comportamiento de Joel, parecía un hombre demasiado infantil e inmaduro, pero muy por dentro ella se estaba divirtiendo con las ocurrencias del hombre.
Cuando Amelia estaba entretenida hablando, Joel la tomó de la mano y la arrastró al centro de la fiesta.
“Baila conmigo, ¡Vamos señora gruñona!”. Le dijo al oído, Amelia negaba con la cabeza y trataba de soltarse de su mano, pero era imposible, él no la soltaba. “Hagamos un trato si bailas conmigo perdonaré lo de la cámara”.
Ella no tuvo más remedio que seguirle el paso poco a poco, bailaron durante mucho tiempo, hasta cansarse, se sentaron juntos en una mesa y cenaron los platos típicos del lugar.
“Gracias. Hacía mucho que no me divertía, me la paso en la empresa trabajando, ser presidenta no es fácil, mucho menos para una mujer, todos los compromisos y decisiones difíciles que se manejan me vuelven un robot, luego regreso a casa con mi hija y mi padre para cuidarlos, sé que ellos me necesitan mucho”. Dijo Amelia con la mirada perdida.
“Sabes. Yo era como tú, mi padre tiene una empresa de bienes raíces, por ser el mayor de mis hermanos tuve que estudiar una carrera que nunca me gusto para administrar el negocio, Solo duré 6 meses en la empresa…”
Amelia asombrada lo observó. “¿Qué? Cómo es posible… ¿Qué hiciste?”.
Mi hermana estaba interesada en administrar, así que nos confabulamos para que ella se quedara dirigiendo la empresa, yo solo iba y me presentaba a firmar papelería y contratos, las cosas iban tan bien que mi padre se presentó sin previo aviso en la empresa para felicitarme, se enteró que la dirigía mi hermana y yo ni siquiera estaba presente, muy molesto hablo con nosotros, pero al final decidido dejar a mi hermana al frente”.
“Vaya, todo te resultó bien… Pero yo no tengo hermanos, además yo misma hago la mayoría de los diseños de las joyas y me encargo de todos los asuntos de la empresa”. Dijo ella soltando un largo suspiro.
“¿Cuánto tiempo te quedarás?”. Preguntó Joel cambiando el tema.
“Dos semanas, ¿Por qué?”.
“Yo estaré aquí por un mes, creo que nos encontraremos a menudo”. El contestó pensativo.
Al día siguiente por la mañana, Amelia no tenía trabajo ya que era Domingo, decidió buscar un guía de turismo para conocer la pequeña ciudad y sus lugares. Bajo a la recepción para pedir información, cuando alguien le tocó el hombro.
Al voltear se encontró con Joel vestido de manera sencilla con su cámara colgada al cuello.
“Señorita, ¿Puedo ser su guía de turistas?”. Pidiéndole su mano.
“¿De verdad es un guía de turistas?, No creo que usted haya nacido aquí”. Le contestó ella sarcástica.
“No soy originario de África, pero he estado aquí varias veces a lo largo del tiempo, soy apto para este trabajo”. Sonrió traviesamente y aun con la mano alzada le preguntó. “¿Confías en mí?”.
Amelia con una mirada temeraria le contestó. “Si”.
Joel tomó su mano fuerte y la subió a un jeep que ya los estaba esperando en la entrada del hotel, la llevó a un famoso parque para hacer un safari, vieron leones, elefantes, leopardos y hasta algunos búfalos.
El día transcurrió conociendo los hermosos paisajes del lugar, por la noche al regresar disfrutaron de una cena a la luz de la luna.
“Espero que haya sido de tu agrado el día”. Le comentó alzando su copa.
“Fue excelente, Gracias”. Chocaron sus copas. Después de un rato de un silencio cómodo entre los dos, se escuchó el timbre de su teléfono. Ella sonrió observando el número en la pantalla y contestó.
“¡Mamá!”. Se escuchó la voz de una pequeña niña.
“Dania, cariño, ¿Cómo están tú y el abuelo?”.
“Bien mamá, estamos viendo películas y comiendo pizza”.
“¡Qué bien Dania!, no comas mucho porque te dolerá el estómago”.
“Está bien mamá, ¿Cuándo volverás? El abuelo dijo que jugarás más tiempo conmigo cuando vuelvas”.
“Todavía tengo algo de trabajo, cuando regrese iremos a donde quieras ¿De acuerdo?”.
“Si mamá, debo irme, el abuelo me está esperando”.
“Cuídate y cuida del abuelo”. Ella sonrió.
Joel observaba todo lo que Amelia hacía. “¿Puedo saber cómo se llama tu hija?”.
Amelia feliz le explicó. “Dania, tiene 6 años”.
“Eres… ¿Casada?”. Joel preguntó mirándola con expectación.
“No, No lo estoy y no quiero hablar de ello”. Fijando su mirada triste al paisaje.
Amelia sufría al recordar el pasado con Lázaro y más le dolía no saber nada de su hija todos estos años.
A pesar de haber gastado tanto dinero en investigadores no hubo pistas en todos estos años. -Mi niña… ¿Será feliz?-. Pensó ella.
“Te acompañare a tu habitación”. Joel pudo sentir que ella no estaba de humor con el tema.
En los siguientes días cuando Amelia terminaba su trabajo y compromisos, Joel siempre la esperaba puntual para llevarla a conocer más del lugar, poco a poco ella se sentía más cómoda con él, empezó a gustarle la forma en que le hablaba, como la cuidaba y protegía durante los viajes, en ocasiones hasta la mimaba con la comida. Nunca dejaba de tomarle fotos. Hubo unas en especial donde aparecían los dos muy juntos, con una mano la abrazaba por la cintura y con la otra acomodaba la cámara para tomar la fotografía, detrás de ellos estaba a lo lejos los rayos del sol escondiéndose entre las pequeñas montañas y árboles. En un instante Joel se aventuró y le dio un beso en la mejilla, ella sintio los labios cálidos y giró para verlo, fue cuando él aprovechó… bajó la cámara y la beso en los labios. “Sabía que
Al día siguiente por la noche Amelia llegó junto con su asistente al recinto, llevaba un vestido corto azul rey con tacones altos rojos, sus accesorios eran un juego de una pulsera, aretes y collar con pedrería roja, se veía muy elegante. Caminó sin notar los carteles de la entrada, estaba en una llamada telefónica importante, cuando al final colgó, ya estaba adentro de la sala de exposiciones, observó las fotografías que estaban en la exposición, las fotos en las paredes de ambos lados ilustraban los animales, las personas y paisajes de África, todo alrededor eran parte de lo que ella vivió con Joel en aquel viaje, no podía creerlo, camino lentamente observando una a una las fotos, al final la pared del fondo estaba cubierta de fotos de ella, algunas de ella y Joel abrazados, en el centro había una más grande que las demás, era donde le daba un beso en la mejilla y en el fondo los rayos del sol esc
“Sí tía, estoy muy feliz, Elías y yo hemos estado saliendo juntos, me ha llevado a muchos lugares hermosos”. Dalia se veía radiante, le gustaba mucho la forma en que mejoraba su relación con Elías. El hacía lo posible por estar con ella, la llamaba mientras trabajaba para pedirle que estuviera lista para salir juntos. A veces se quedaban viendo películas en casa disfrutando de la noche. Sonó el teléfono de Dalia. El identificador de llamadas decía -ELÍAS-. “¡Hola!” “Dalia, hoy llegaré tarde, no me esperes despierta, me reuniré con Salvador”. Ella contestó sonriendo. “Está bien, gracias por avisarme, nos vemos”. “¿Era él?”. preguntó su tía Magdalena, m
“Si. Estaba embarazada, era su hijo, pero aborte hace unas semanas, para no perderlo arregle con una conocida que me daría una de sus bebés, ella tendrá gemelas, ella no puede mantenerlas a ambas, pero hace unos días me llamó y dijo que ya no me daría a la bebe, ahora no sé cómo decírselo a Lázaro, si solo pudiera convencer a mi conocida de que me de a la bebe, se que ella no podrá mantenerlas a ambas sola. Le di una suma muy grande de dinero por el bebe y aun así no quiere entregármelo”. “Sabes que después de abortar a mi hijo, el doctor dijo que yo no podría tener más niños. Esa bebe es mi única esperanza de ser madre y retener a Lázaro”. Le decía Teresa sollozando en todo incontrolablemente. Magdalena tomó sus manos tranquilizandola. “Teresa esto… Esto es difícil, deberías ir a verla para convencerla de que cumpla el trato, si ella ya ace
“Yo ni siquiera puedo ir a la piscina…” Dalia sonrió diciéndole. Elías asintió. “Entiendo, ahora que sabes mis miedos, por favor no me lleves a un elevador”. “Ok y tú no me lleves a una piscina, por favor”. Sonrieron torpemente y fueron al restaurante cerca de la playa. Al terminar de comer, pidieron diferentes postres, eran dos piezas de pastel, una era pan de chocolate con cubierta cremosa de chocolate líquido y fresas como decoración, el otro era pan de vainilla, con cubierta de crema que llevaba trozos de piña. “¿Cuál prefieres?”. Le preguntó Elías. “Soy alergia a la piña”. Ella le confesó. Elias asintió. “Ok, toma el de chocolate con fresas”.
Cuando regresaron Salvador estaba comiendo junto con sus compañeros, vieron que Elías llegó con Valery y todos empezaron hacerles buya. “Iré con las chicas, nos vemos más tarde”. Le dijo Valery. El asintió y se sentó cerca de Salvador. “Entonces… ¿Valery?”. Preguntó Salvador. “Si, es mi novia”. Le confesó Elías. “¿Estás… seguro?”. “No entiendo por qué te cae mal, pero es mi decisión, ella me gusta”. Elias le advirtió. “No es que no me caiga bien, mamá comentó que hubo un problema grande con ella y su familia, al parecer tuvo una relación con un maestro que era casado y la expulsaron de la escuela en donde vivía antes, al p
Salvador lo llevó a un hotel, lo recostó en la cama mientras él durmió en el sillón. Pasaron varias semanas… Elías hojeaba información detallada de Valery, todo lo que hizo desde que llegó el maestro a la ciudad, llegó información de cuándo y en cuánto vendió los muebles de la casa y se enteró que el maestro recibió una herencia. Elías estaba sumamente molesto y desilusionado mientras observaba la foto de Valery pensó -¿Me dejaste por dinero?-. Entre la información que tenía encontró el número nuevo que usaba Valery. “Hola”. “…..”. “¿Hola?” “…..”. “¿Elías?”.
“Me gustaría conocer a tu madre, podríamos tomar una taza de café, son bienvenidos a nuestra casa”. La señora queria seguir conociendo a la chica. “Se lo diré a mi madre, Sra. Alma”. Después de terminar el evento, en el transcurso del viaje la señora Alma hablaba con su esposo de lo linda que era Dalia y que al parecer llamó la atención de su hijo. Ya estaba maquinando el plan para que se conocieran mejor y se casaran. Le gustaba para nuera. Al llegar a la Casa de los Valle, Elías, también llegó por su cuenta, cuando empezó a subir las escaleras su madre lo llamó. “Elías ¿Qué te pareció la señorita Dalia?”. Elías se detuvo girándose para mirar a su madre por un momento y contestó. “Es linda”. Último capítulo