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CAPITULO 11 MIEDOS

 “Si. Estaba embarazada, era su hijo, pero aborte hace unas semanas, para no perderlo arregle con una conocida que me daría una de sus bebés, ella tendrá gemelas, ella no puede mantenerlas a ambas, pero hace unos días me llamó y dijo que ya no me daría a la bebe, ahora no sé cómo decírselo a Lázaro, si solo pudiera convencer a mi conocida de que me de a la bebe, se que ella no podrá mantenerlas a ambas sola. Le di una suma muy grande de dinero por el bebe y aun así no quiere entregármelo”.

 “Sabes que después de abortar a mi hijo, el doctor dijo que yo no podría tener más niños. Esa bebe es mi única esperanza de ser madre y retener a Lázaro”. Le decía Teresa sollozando en todo incontrolablemente.

Magdalena tomó sus manos tranquilizandola.  “Teresa esto… Esto es difícil, deberías ir a verla para convencerla de que cumpla el trato, si ella ya aceptó el dinero”.

 “Sabes… estoy tan desesperada, que quisiera ir y quitarle a la bebe en el hospital, pero… ¿Cómo podría entrar sin que se den cuenta?”.

ella seguía fingiendo. “Estoy tan triste hermana, no se que haré de ahora en adelante, estoy tan sola, si Lázaro me deja no sé qué haré”.

 Magdalena lo pensó por un momento mientras apretaba sus manos. “Entonces el trato se hizo, ¿Le diste el dinero?”. Magdalena la miró pensativa.

Teresa afirmó.  “Si, ella ya tiene el dinero, pero aun así cuando hablamos no me dijo que me lo regresaría, solo me dijo que ya no estaba de acuerdo en entregar a la niña”.

 Mirando triste a Teresa, Magdalena aceptó. “Yo te ayudaré”.

 “¿De verdad?”. Preguntó Teresa esperanzada.

 “Si, eres mi hermana mayor, tú siempre me has cuidado y protegido, es tiempo de que te ayude”.

 “Oh!! ¡Hermana, gracias!”. Teresa la abrazó.

 Hablaron de todos los detalles de donde Amelia así sus chequeos, y el hospital donde sería el parto.

 Magdalena creía que esto ayudaría a Teresa a ser feliz con Lázaro. Creía ciegamente en su hermana.

 Meses después Magdalena apareció con la bebe en brazos, se la entregó a Teresa diciéndole. “Es muy hermosa, cuidate mucho, espero que Lázaro y tú sean muy felices ahora. Quiero pedirte algo…”

 “Claro hermana lo que quieras”. Le dijo Teresa encantada con la bebe.

 “Llámala Dalia, ¿De acuerdo?”.

 “No hay problema”. Asintiendo Teresa sobre el nombre, a ella no le interesaba como se llamará la bebe, lo único que quería es atar a Lázaro.

 Con el paso del tiempo Magdalena se dio cuenta que la relación de Lázaro y su hermana no era buena, Teresa no cuidaba de la niña, lo único que le interesaba era estar con Lázaro y el trabajo. 

Por este motivo Magdalena decidió vivir con ellos, para cuidar de Dalia, muy en el fondo se sentía culpable de lo que había hecho.

 “Teresa ¿Porque no cuidas de Dalia?, ella te necesita es muy pequeña”.

 “Magdalena eres tan fastidiosa, tengo que trabajar, mi matrimonio con Lázaro no está bien, ¿Todavía quieres que cuide de esa niña?”.

 “Pero… hicimos esto por tu felicidad, ¿No lo recuerdas?”.

 “En realidad … lo hiciste tu sola hermana. Yo nunca te forcé a robar a la bebe”.

 Magdalena abrió mucho los ojos, se dio cuenta que Teresa no era una buena persona, la había manipulado para robar a la niña, si alguien se enteraba de esto ella iría a la cárcel, no tuvo más remedio que callar y dedicarse a cuidar de Dalia.

<<Fin del Flashback>>

  “¿Te sientes bien tía?” Le dijo Dalia a Magdalena, mientras tocaba su hombro.

 Magdalena salió de sus pensamientos. “Si, no te preocupes ya soy vieja, me siento un poco cansada, creo que es hora de volver”.

 “Claro tía, Vamos te llevaré a tu casa”.

……………………………….

Algunos días después, Elías llevó a Dalia a la playa, ella estaba un poco indecisa, tenía miedo a las olas, pero no quería decepcionar a Elías que había planeado muy bien cómo pasar el día, así que decidió ir con él.

 Dalia llevaba un vestido blanco, largo, circular y sombrero de playa, en la cinta de la copa flores de colores, él llevaba una camisa de algodón de manga larga arremangada, estilo informal de playa en color azul oscuro, pantalón de lino blanco holgado.

Tomados de la mano, caminaban por la orilla de la playa llegando a un buen lugar para sentarse en la arena, mirando hacia el mar.

 “¿Te gusta este lugar Dalia?”. El preguntó.

Dalia sonrió observando alrededor. “Si, es muy hermoso”.

 Elías se levantó y le pidió su mano. “Vayamos a la orilla”.

 “¡No!, estamos bien aquí”. Le contestó Dalia un poco asustada estirando su mano para detenerlo.

 Elías frunció un poco el ceño. “¿Qué pasa?, ¿Tienes miedo?”.

 “Yo…  Cuando era niña fuimos a la playa, mis padres discutían en el malecón, yo quería alejarme de ellos, no quería escuchar su pelea, me acerque demasiado a la orilla, era muy pequeña, las olas me arrastraron hacia el mar, recuerdo con miedo el momento en que las olas me golpeaban y yo me ahogaba…” Dalia le contó a Elías mientras sus ojos se perdían en el horizonte.

 Elías regresó al suelo, abrazándola y acariciando su hombro. “Esta bien, no lo sabía”.

“Lo siento”. Expresó triste Dalia agachando su mirada.

Elias levantó su barbilla diciendo. “No te preocupes, parte de lo que hacemos es para conocernos, ¿De acuerdo?”.  

Dalia asintió tímidamente.

 “Quedémonos un rato aquí, después vamos a comer mariscos”.  Elías dijo regalándole una sonrisa muy simpática.

 “Tu… ¿Tienes miedo a algo?". Le preguntó Dalia.

 “No me gustan los lugares pequeños y cerrados, soy claustrofóbico”.

Contestó él tocándose el puente de la nariz.

 “¡Oh!, ¿Es por eso que mandaste construir un elevador de cristal en la compañía?”.

 “Si, pero realmente le dio una mejor vista a la compañía ¿No crees?, también se utiliza para que las visitas importantes tengan un mejor panorama alrededor del lugar”. Comentó Elías justificándose.

“Cuando empecé en la compañía, tenía que usar el ascensor convencional mientras construían el de cristal, fue una temporada tortuosa, subía solo, no quería que supieran de mi fobia, al cerrar las puertas siempre me tensaba y respiraba profundamente para calmarme hasta llegar al piso”.

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