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CAPITULO 12 ALERGIAS

 “Yo ni siquiera puedo ir a la piscina…” Dalia sonrió diciéndole.

Elías asintió. “Entiendo, ahora que sabes mis miedos, por favor no me lleves a un elevador”.

 “Ok y tú no me lleves a una piscina, por favor”. Sonrieron torpemente y fueron al restaurante cerca de la playa.

Al terminar de comer, pidieron diferentes postres, eran dos piezas de pastel, una era pan de chocolate con cubierta cremosa de chocolate líquido y fresas como decoración, el otro era pan de vainilla, con cubierta de crema que llevaba trozos de piña.

“¿Cuál prefieres?”. Le preguntó Elías.

 “Soy alergia a la piña”. Ella le confesó.

Elias asintió. “Ok, toma el de chocolate con fresas”.

 “Gracias”.  Dalia comió su pastel con una gran sonrisa.

Charlaron por un rato más, la relación estaba mejor, era la etapa de noviazgo, solo se tomaban de la mano, había algunos abrazos y besos en la mejilla. Aunque Elías quería más que eso, procuraba no forzar la relación, sabía que Dalia confiaría más con el tiempo.

 Al llegar a la Farola, Dalia subió a ducharse, Elías hizo lo mismo en su habitación, cuando Dalia secaba su cabello, Elías tocó a su puerta. Dalia la abrió lentamente.

 “Me divertí hoy”. Dijo Elías.

 “Yo también”. Apreció el rostro de Elías y abrió más la puerta para dejarlo entrar.

El caminó al centro de la habitación, guiándose para verla, Elías explicó. “Mañana tendré que hacer un viaje, regreso en una semana, si necesitas algo no dudes en llamar”.

Dalia asintió con la cabeza sin preguntar más, entendía que este era parte del trabajo de Elías.

Elías se acercó a ella despacio, hasta quedar a centímetros, escuchaba su respiración, el olor de Dalia a vainilla le atraía mucho, tomó su cara con ambas manos y la besó.

Fue un largo beso lento, delicado, sensible, dulce…

 Al principio Dalia estaba pasmada, pero segundos después, siguió el ritmo debilitándose con la forma en que Elías la besaba, ocasionando un beso más profundo.

 Elías la recostó en la cama, la respiración de ambos se hacía cada vez más pesada, el ambiente se volvió taciturno y fogoso, beso sus labios, su cuello, su clavícula, tratando de desabrochar su pijama. 

Dalia se opuso y trató de alejarlo. Elías que seguía encima de ella, vio su miedo.

 “Yo… nunca…” Ella pronunció en voz baja, mientras se coloreaba su cara de rojo.

Elias contempló su rostro, estaba tan cerca, sentía su corazón latir rápidamente. Unos segundos después se bajó de encima de ella, sentándose por un momento en la orilla de la cama mientras ella realizó lo mismo al lado de él.

Tocó su cabeza acariciando su cabello y dijo: “Vayamos despacio”.

Ella asintió calmando el calor que sentía.

Elías caminó hacia la puerta y se despidió. “Buenas noches”.

 “Buenas noches”. Dijo Dalia mientras Elías cerraba la puerta de la habitación, ella se perdió en sus pensamientos de lo que había pasado era nuevo para ella, se recostó y miró fijamente hacia la ventana donde la luz de la luna entraba de entre las cortinas que se movían con el viento.

Elías ya fuera de la habitación se recargo en la puerta, con los ojos cerrados también pensativo por un largo tiempo, necesitaba calmarse. Después camino hacia el estudio.

 Con una luz tenue del estudio y sentado en el escritorio, Elías contemplaba una foto vieja y maltratada, en ella aparecía una mujer joven con una brillante sonrisa, junto a la foto una carta maltratada y varios documentos que decían *ACUERDO DE DIVORCIO*.

<<Flashback de Elías>>

 “Descansaremos aquí para después comer, deben tener cuidado no se separen, la montaña es peligrosa y por la noche hace extremo frío, acérquense tomaré lista…” Decía una maestra a un grupo de jóvenes que acompañaba.

 “¡Elías!”. Exclamó una chica de estatura mediana, ojos cafés, pelo castaño largo y tez clara, vestía ropa deportiva con una playera larga de dibujos animados, una mochila roja cargada en sus hombros.

 “Hola Valery”. Elías que era un chico alto de tez aperlada, alto y de ojos cafés llevaba un pantalón deportivo negro junto con una sudadera azul cielo y gorra negra, la miraba con una gran sonrisa.  “Qué bueno que pudiste venir”.

 “Mi padre no quería, siente que todavía me falta conocer la ciudad o los alrededores y podría perderme, pero mamá lo convenció”.

 “Si necesitas conocer algún lugar solo dime, te llevaré”. A Elías le gustaba desde el primer día que la encontró en el corredor de la escuela, se veía indefensa y perdida tratando de ubicar los lugares.

 “¡Elías!, ¡amigo!, Te he estado buscando”. Llegó Salvador muy alegre mirando de reojo a Valery.

Valery inmediatamente se sintió incómoda cerca de Salvador, sabía que ella no era de su agrado, no entendía el porqué, pero desde hace un mes que llegó a la clase Salvador siempre la atacaba con comentarios sarcásticos menospreciándola.

 “¡Hola, Salvador!”. le dijo Valery bajando la voz.

 Salvador solo asintió y se volteó para hablar con Elías, “Los muchachos quieren jugar futbol, te estamos esperando”.

 “Ve a jugar, me quedaré un rato aquí con Valery”.

 Salvador caminó dándole la espalda a Elías y haciéndole una mueca a Valery. Ella solo pudo sentirse más incómoda con la situación.

 Cerca de la montaña se encontraban un área donde había grandes árboles muy frondosos que formaban un pequeño bosque, Valery y Elías caminaban platicando a ese lugar.

 “Gracias Elías, me he sentido muy bien estos días contigo”. Comentó Valery recargándose en uno de los árboles para disfrutar de la sombra.

 Elías se acercó a la misma sombra sonriéndole.

 “Recuerdo el primer día de escuela, me mostraste donde estaba la cafetería y el gimnasio, sino fuera por ti estaría perdida por mucho tiempo, eres la primera persona que se hizo mi amigo”. Le dijo ella tímidamente enroscando un mechón de su cabello entre sus dedos.

 “Valery, yo no quiero ser solo tu amigo…”. Le declaró mientras se acercaba a ella lentamente.

 Ella se sorprendió, sonrió acercándose también.

Elías la beso debajo del árbol, charlaron un rato tomados de la mano mientras daba la hora del almuerzo.

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