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CAPITULO 6 COQUETEAR CONMIGO

Elías olvidó por unos segundos ver el cielo, concentrándose en cómo se reflejaban las luces en la cara sonriente de Dalia, -Es Hermosa- Pensó.

Compartieron juntos algunos bocadillos mientras charlaban, pero en realidad no había muchas cosas que tuvieran en común, al final decidieron regresar a la Farola a descansar.

 Ya era tarde por la noche cuando llegaron a su casa, antes de abrir la puerta Dalia lo estiró del saco, al ver la acción Elías se quedó quieto y la observó detenidamente.

 "Gracias Elías, Fue... fue una linda noche". Ella susurró muy bajo apenada.

 Él tomó la mano que lo sujetaba acariciándola, se acercó y besó su mejilla por instinto, sabiendo que con Dalia tenía que ir despacio no quería asustarla. 

Dalia se sobresaltó, pero después de un rato sintió calidez en su corazón, sabía que Elías lo estaba intentando. -Daré lo mejor de mí-. Pensó ella.

……………………………………..

<<Flashback>>

 En una hermosa y gran casa a las afueras de una ciudad en USA…

Sonaban los pasos de una pequeña niña de 6 años, se acercaba lentamente a la puerta en donde escuchaba las discusiones entre su madre y abuelo. “Hija deberías descansar algunos días, no es bueno para ti que solo te dediques a la empresa, Dania te necesita en casa”.

 “Papá la empresa tendrá nuevos materiales para la producción de este año, los diseños están en proceso, necesito ir a África y verificar que todo esté bien en la mina”. Comentó Amelia mientras hojeaba documentos que estaban en el gran escritorio del estudio.

 “Amelia qué has pensado de lo que hablamos, Lázaro…”

 “¡Papá!, ¡Lázaro murió para nosotras, Dania y yo nunca lo necesitamos antes y hoy en día estamos bien sin él”. Molesta Amelia hablaba con su padre.

 “De acuerdo hija, lo entiendo, pero debes hacer un tiempo para Dania, ella se siente muy sola”. Su padre, el sr. Carlos la miraba con tristeza sabía que su hija sufría, pero todo se lo guardaba para ella.

 “Cuando regrese del viaje haré algunos cambios a mi agenda y trataré de estar más en casa”. Amelia se masajeaba sus ojos tratando de liberar un poco de tensión.

 Dania nunca preguntaba por su padre, entendió que su mamá se ponía triste al recordarlo, pero ese día al escuchar en secreto se enteró cómo se llamaba, estaba emocionada por conocer su nombre, pero cuando escuchó a su madre decir. -Lázaro murió para nosotras-. Ella nunca volvió a preguntar por su padre.

Un viernes por la mañana Amelia se despidió de su padre y su hija. “Papa, cuida mucho de Dalia regresaré pronto”. 

Abrazo a su padre después se agachó y dijo. “Dalia cuida del abuelo, traeré muchos regalos para ti”. Abrazo y beso su carita. 

La miro a los ojos diciendo “Recuerda hija, te amo”.

“Lo entiendo mama, te quiero”. Abrazo fuertemente su muñeca mientras veía a su madre subir al automóvil y desaparecer en el horizonte.

Llegando al aeropuerto en África, Amelia recogía sus maletas, chocó con un hombre, a quien al golpearlo su cámara cayó al suelo y se rompió. “Disculpe, no quise….” Al mismo tiempo los dos trataron de recoger la cámara y chocaron cabezas “hay”,  “Auch” dijeron en unísono. 

El hombre la observó, quedando hipnotizado de sus ojos hermosos color azul como el mar. 

Se veía bella en su traje de negocios a la medida, ella era delgada y de piel clara, cabello castaño y un maquillaje ligero la hacía lucir joven e inteligente.

“No me importaría perder mil cámaras, ante gran belleza”. Él dijo mientras sonreía como tonto. 

Alzando una ceja, ella le contestó. “Podría creer que este tipo de cosas las realiza a menudo para conquistar mujeres…”

El también alzó la ceja diciéndole. “Yo podría creer que usted se hace la ofendida no queriendo hacerse responsable de reponer mi cámara”.

Amelia lo miraba molesta, cruzó sus brazos. “Tengo el suficiente dinero para pagarle su cámara y las mil cámaras que menciono”.

“No necesita pagar mil cámaras solo disculparse y enmendar su error”. Él sonrió pícaramente.

 “Ya me disculpé hace un momento, pero estaba tan absorto en coquetear conmigo que lo olvidó por completó”.

 “¿Quién coqueteaba con usted?, solo dije que era una belleza, pero ahora creo que su carácter no le ayuda en nada”. El jugando y haciéndola enojar a propósito le dijo.

 “Mire no voy a discutir más con usted dígame cuanto es y le pagaré”.

 Amelia sacó su chequera esperando que el diera una cantidad, lo observó durante un tiempo hasta que le dijo: “¿Me va a decir o no?”

 “Sabe, esta cámara es…  bueno era una edición especial y personalizada, no hay otra igual en el mundo, mi abuelo que ya murió la trajo desde Francia”.

 Ella empezó a sentirse mal y estaba apenada. “¿De verdad?, lamento chocar contigo, cómo podría compensarte”.

Joel sonrió de manera encantadora “Me compensarías si cenas conmigo esta noche”.

Ella entrecerró los ojos. “Porque creo que lo que me contaste de tu abuelo no es cierto y es otra treta tuya”. Contestó poniendo sus manos en la cintura molesta.

 “¡Es en serio, mi abuelo si la trajo desde Francia!”. Claro que él no contó que la mandó a fabricar y su abuelo que estaba de paso en Francia le hizo el favor de recogerla.

Amelia mirando la hora, recogió sus maletas. “Tengo que irme, ya voy tarde a mi reunión, esta es mi tarjeta, llamé cuando tenga el costo de la reparación y se lo enviaré”. Ella salió del aeropuerto a toda prisa.

 Mientras él veía su espalda, susurraba el nombre de la tarjeta. “Amelia Montenegro…”

 Días después Amelia tenía una visita guiada por varios representantes de la fábrica de recolección en la mina, verificarían el material nuevo que encontraron.

También visitó la colonia de casas donde se alojaban los trabajadores de la mina y sus familias, tenía escuela y los servicios necesarios para vivir tranquilamente. No obstante, seguían con sus costumbres nativas.

Se realizó una gran celebración por la llegada de Amelia, en el centro de la colonia la gente se divertía y bailaba, le mostraban diferentes tipos de mantas tejidas, verduras y frutas que la gente recolectaba de sus sembradíos y muchos accesorios que la gente realizaba entre muchas otras cosas.

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