Elías olvidó por unos segundos ver el cielo, concentrándose en cómo se reflejaban las luces en la cara sonriente de Dalia, -Es Hermosa- Pensó.
Compartieron juntos algunos bocadillos mientras charlaban, pero en realidad no había muchas cosas que tuvieran en común, al final decidieron regresar a la Farola a descansar.
Ya era tarde por la noche cuando llegaron a su casa, antes de abrir la puerta Dalia lo estiró del saco, al ver la acción Elías se quedó quieto y la observó detenidamente.
"Gracias Elías, Fue... fue una linda noche". Ella susurró muy bajo apenada.
Él tomó la mano que lo sujetaba acariciándola, se acercó y besó su mejilla por instinto, sabiendo que con Dalia tenía que ir despacio no quería asustarla.
Dalia se sobresaltó, pero después de un rato sintió calidez en su corazón, sabía que Elías lo estaba intentando. -Daré lo mejor de mí-. Pensó ella.
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<<Flashback>>
En una hermosa y gran casa a las afueras de una ciudad en USA…
Sonaban los pasos de una pequeña niña de 6 años, se acercaba lentamente a la puerta en donde escuchaba las discusiones entre su madre y abuelo. “Hija deberías descansar algunos días, no es bueno para ti que solo te dediques a la empresa, Dania te necesita en casa”.
“Papá la empresa tendrá nuevos materiales para la producción de este año, los diseños están en proceso, necesito ir a África y verificar que todo esté bien en la mina”. Comentó Amelia mientras hojeaba documentos que estaban en el gran escritorio del estudio.
“Amelia qué has pensado de lo que hablamos, Lázaro…”
“¡Papá!, ¡Lázaro murió para nosotras, Dania y yo nunca lo necesitamos antes y hoy en día estamos bien sin él”. Molesta Amelia hablaba con su padre.
“De acuerdo hija, lo entiendo, pero debes hacer un tiempo para Dania, ella se siente muy sola”. Su padre, el sr. Carlos la miraba con tristeza sabía que su hija sufría, pero todo se lo guardaba para ella.
“Cuando regrese del viaje haré algunos cambios a mi agenda y trataré de estar más en casa”. Amelia se masajeaba sus ojos tratando de liberar un poco de tensión.
Dania nunca preguntaba por su padre, entendió que su mamá se ponía triste al recordarlo, pero ese día al escuchar en secreto se enteró cómo se llamaba, estaba emocionada por conocer su nombre, pero cuando escuchó a su madre decir. -Lázaro murió para nosotras-. Ella nunca volvió a preguntar por su padre.
Un viernes por la mañana Amelia se despidió de su padre y su hija. “Papa, cuida mucho de Dalia regresaré pronto”.
Abrazo a su padre después se agachó y dijo. “Dalia cuida del abuelo, traeré muchos regalos para ti”. Abrazo y beso su carita.
La miro a los ojos diciendo “Recuerda hija, te amo”.
“Lo entiendo mama, te quiero”. Abrazo fuertemente su muñeca mientras veía a su madre subir al automóvil y desaparecer en el horizonte.
Llegando al aeropuerto en África, Amelia recogía sus maletas, chocó con un hombre, a quien al golpearlo su cámara cayó al suelo y se rompió. “Disculpe, no quise….” Al mismo tiempo los dos trataron de recoger la cámara y chocaron cabezas “hay”, “Auch” dijeron en unísono.
El hombre la observó, quedando hipnotizado de sus ojos hermosos color azul como el mar.
Se veía bella en su traje de negocios a la medida, ella era delgada y de piel clara, cabello castaño y un maquillaje ligero la hacía lucir joven e inteligente.
“No me importaría perder mil cámaras, ante gran belleza”. Él dijo mientras sonreía como tonto.
Alzando una ceja, ella le contestó. “Podría creer que este tipo de cosas las realiza a menudo para conquistar mujeres…”
El también alzó la ceja diciéndole. “Yo podría creer que usted se hace la ofendida no queriendo hacerse responsable de reponer mi cámara”.
Amelia lo miraba molesta, cruzó sus brazos. “Tengo el suficiente dinero para pagarle su cámara y las mil cámaras que menciono”.
“No necesita pagar mil cámaras solo disculparse y enmendar su error”. Él sonrió pícaramente.
“Ya me disculpé hace un momento, pero estaba tan absorto en coquetear conmigo que lo olvidó por completó”.
“¿Quién coqueteaba con usted?, solo dije que era una belleza, pero ahora creo que su carácter no le ayuda en nada”. El jugando y haciéndola enojar a propósito le dijo.
“Mire no voy a discutir más con usted dígame cuanto es y le pagaré”.
Amelia sacó su chequera esperando que el diera una cantidad, lo observó durante un tiempo hasta que le dijo: “¿Me va a decir o no?”
“Sabe, esta cámara es… bueno era una edición especial y personalizada, no hay otra igual en el mundo, mi abuelo que ya murió la trajo desde Francia”.
Ella empezó a sentirse mal y estaba apenada. “¿De verdad?, lamento chocar contigo, cómo podría compensarte”.
Joel sonrió de manera encantadora “Me compensarías si cenas conmigo esta noche”.
Ella entrecerró los ojos. “Porque creo que lo que me contaste de tu abuelo no es cierto y es otra treta tuya”. Contestó poniendo sus manos en la cintura molesta.
“¡Es en serio, mi abuelo si la trajo desde Francia!”. Claro que él no contó que la mandó a fabricar y su abuelo que estaba de paso en Francia le hizo el favor de recogerla.
Amelia mirando la hora, recogió sus maletas. “Tengo que irme, ya voy tarde a mi reunión, esta es mi tarjeta, llamé cuando tenga el costo de la reparación y se lo enviaré”. Ella salió del aeropuerto a toda prisa.
Mientras él veía su espalda, susurraba el nombre de la tarjeta. “Amelia Montenegro…”
Días después Amelia tenía una visita guiada por varios representantes de la fábrica de recolección en la mina, verificarían el material nuevo que encontraron.
También visitó la colonia de casas donde se alojaban los trabajadores de la mina y sus familias, tenía escuela y los servicios necesarios para vivir tranquilamente. No obstante, seguían con sus costumbres nativas.
Se realizó una gran celebración por la llegada de Amelia, en el centro de la colonia la gente se divertía y bailaba, le mostraban diferentes tipos de mantas tejidas, verduras y frutas que la gente recolectaba de sus sembradíos y muchos accesorios que la gente realizaba entre muchas otras cosas.
No muy lejos de allí había un hombre alto de tez clara, ojos cafés claros y pelo castaño tomaba fotos de la celebración. Joel Jenkins era un famoso fotógrafo que viajaba a diferentes lugares para llevarle al mundo maravillosas fotos de personajes, paisajes, animales y lugares que recorría, realizaba exposiciones en las que la mitad de las ganancias se donaba a los lugares de donde pertenecía las fotografías. Seguía tomando fotos, al acercarse más al centro del festejo, observaba los alrededores por el visor de su cámara, se dio cuenta de la mujer, ella vestía un traje tradicional blanco con bordados azules, llevaba una corona de flores de la región y adornos como collares largos que caían en su cuello. La observaba detenidamente mientras se acercaba a escondidas a ella.<
En los siguientes días cuando Amelia terminaba su trabajo y compromisos, Joel siempre la esperaba puntual para llevarla a conocer más del lugar, poco a poco ella se sentía más cómoda con él, empezó a gustarle la forma en que le hablaba, como la cuidaba y protegía durante los viajes, en ocasiones hasta la mimaba con la comida. Nunca dejaba de tomarle fotos. Hubo unas en especial donde aparecían los dos muy juntos, con una mano la abrazaba por la cintura y con la otra acomodaba la cámara para tomar la fotografía, detrás de ellos estaba a lo lejos los rayos del sol escondiéndose entre las pequeñas montañas y árboles. En un instante Joel se aventuró y le dio un beso en la mejilla, ella sintio los labios cálidos y giró para verlo, fue cuando él aprovechó… bajó la cámara y la beso en los labios. “Sabía que
Al día siguiente por la noche Amelia llegó junto con su asistente al recinto, llevaba un vestido corto azul rey con tacones altos rojos, sus accesorios eran un juego de una pulsera, aretes y collar con pedrería roja, se veía muy elegante. Caminó sin notar los carteles de la entrada, estaba en una llamada telefónica importante, cuando al final colgó, ya estaba adentro de la sala de exposiciones, observó las fotografías que estaban en la exposición, las fotos en las paredes de ambos lados ilustraban los animales, las personas y paisajes de África, todo alrededor eran parte de lo que ella vivió con Joel en aquel viaje, no podía creerlo, camino lentamente observando una a una las fotos, al final la pared del fondo estaba cubierta de fotos de ella, algunas de ella y Joel abrazados, en el centro había una más grande que las demás, era donde le daba un beso en la mejilla y en el fondo los rayos del sol esc
“Sí tía, estoy muy feliz, Elías y yo hemos estado saliendo juntos, me ha llevado a muchos lugares hermosos”. Dalia se veía radiante, le gustaba mucho la forma en que mejoraba su relación con Elías. El hacía lo posible por estar con ella, la llamaba mientras trabajaba para pedirle que estuviera lista para salir juntos. A veces se quedaban viendo películas en casa disfrutando de la noche. Sonó el teléfono de Dalia. El identificador de llamadas decía -ELÍAS-. “¡Hola!” “Dalia, hoy llegaré tarde, no me esperes despierta, me reuniré con Salvador”. Ella contestó sonriendo. “Está bien, gracias por avisarme, nos vemos”. “¿Era él?”. preguntó su tía Magdalena, m
“Si. Estaba embarazada, era su hijo, pero aborte hace unas semanas, para no perderlo arregle con una conocida que me daría una de sus bebés, ella tendrá gemelas, ella no puede mantenerlas a ambas, pero hace unos días me llamó y dijo que ya no me daría a la bebe, ahora no sé cómo decírselo a Lázaro, si solo pudiera convencer a mi conocida de que me de a la bebe, se que ella no podrá mantenerlas a ambas sola. Le di una suma muy grande de dinero por el bebe y aun así no quiere entregármelo”. “Sabes que después de abortar a mi hijo, el doctor dijo que yo no podría tener más niños. Esa bebe es mi única esperanza de ser madre y retener a Lázaro”. Le decía Teresa sollozando en todo incontrolablemente. Magdalena tomó sus manos tranquilizandola. “Teresa esto… Esto es difícil, deberías ir a verla para convencerla de que cumpla el trato, si ella ya ace
“Yo ni siquiera puedo ir a la piscina…” Dalia sonrió diciéndole. Elías asintió. “Entiendo, ahora que sabes mis miedos, por favor no me lleves a un elevador”. “Ok y tú no me lleves a una piscina, por favor”. Sonrieron torpemente y fueron al restaurante cerca de la playa. Al terminar de comer, pidieron diferentes postres, eran dos piezas de pastel, una era pan de chocolate con cubierta cremosa de chocolate líquido y fresas como decoración, el otro era pan de vainilla, con cubierta de crema que llevaba trozos de piña. “¿Cuál prefieres?”. Le preguntó Elías. “Soy alergia a la piña”. Ella le confesó. Elias asintió. “Ok, toma el de chocolate con fresas”.
Cuando regresaron Salvador estaba comiendo junto con sus compañeros, vieron que Elías llegó con Valery y todos empezaron hacerles buya. “Iré con las chicas, nos vemos más tarde”. Le dijo Valery. El asintió y se sentó cerca de Salvador. “Entonces… ¿Valery?”. Preguntó Salvador. “Si, es mi novia”. Le confesó Elías. “¿Estás… seguro?”. “No entiendo por qué te cae mal, pero es mi decisión, ella me gusta”. Elias le advirtió. “No es que no me caiga bien, mamá comentó que hubo un problema grande con ella y su familia, al parecer tuvo una relación con un maestro que era casado y la expulsaron de la escuela en donde vivía antes, al p
Salvador lo llevó a un hotel, lo recostó en la cama mientras él durmió en el sillón. Pasaron varias semanas… Elías hojeaba información detallada de Valery, todo lo que hizo desde que llegó el maestro a la ciudad, llegó información de cuándo y en cuánto vendió los muebles de la casa y se enteró que el maestro recibió una herencia. Elías estaba sumamente molesto y desilusionado mientras observaba la foto de Valery pensó -¿Me dejaste por dinero?-. Entre la información que tenía encontró el número nuevo que usaba Valery. “Hola”. “…..”. “¿Hola?” “…..”. “¿Elías?”.