En un bar de una famosa ciudad...
Un hombre tomaba un trago en la barra.
"¡Elías! al fin te veo, es bueno que nos des un poco de tu precioso tiempo". Comenta Salvador Alvarado a su amigo que llegó contentó saludando a su amigo que se sienta junto a él y pide un trago.
"La empresa va muy bien, así que tengo más trabajo estos días, perdona si no me haya comunicado contigo recientemente". Contesta Elías Valle, empresario reconocido mundialmente por VIKCompany, empresa dedicada al entretenimiento y espectáculo en el País.
Era un hombre bien parecido, alto, piel aperlada, sus ojos cafés y sonrisa traviesa que te hacían suspirar, pero al mismo tiempo su mirada era penetrante y desconfiada, la mayor parte del tiempo era un hombre serio y tajante en sus decisiones, esto lo convertía en un hombre exitoso y líder nato.
"Vamos al club habrá fabulosas chicas que estarán encantadas con un hombre como tú". Salvador le comentaba con sonrisa pícara levantando sus cejas esperando que su amigo aceptara.
Elías lo observó con ojos profundos, sabía lo que Salvador tenía en mente, siendo guapo y rico, la mayor parte de su tiempo libre lo dedicaba a tomar sin medida, a divertirse con diferentes mujeres y despertar con ellas en las mañanas.
Elias suspiro cansado, tomó su bebida de un trago. "Me voy a casa, Dalia debe estar esperando". Dejó el vaso en la barra y se levantó acomodando su saco.
"¿Desde cuándo te interesa Dalia?". Salvador sabía que él no quería acompañarlo a "disfrutar" la noche.
Sin mirarlo ni contestarle Elías caminó hacia la salida del bar, estaba cansado solo quería tener un buen sueño y seguir al otro día su trabajo pendiente.
Además Dalia lo esperaba para cenar, sabía que al llegar ella estaba pendiente en la ventana y ella se alegraba de verlo entrar a la casa con una tímida sonrisa, él observaba sus ojos verdes que le fascinaban, pero no al grado de tener algún sentimiento por ella, lo tenía muy claro.
Desde el portón de la entrada a la residencia "La farola" donde vivían juntos Dalia y Elías, se escuchaba una hermosa melodía de piano era su instrumento favorito.
Elias entró a la casa, observó hacia las escaleras de donde venía la música, dejó su saco y maletín en el recibidor y se dirigió a la habitación de Dalia, se recargó en el marco de la puerta cruzando sus brazos para escucharla hasta que ella terminara.
Ella estaba inmersa en la profundidad de la música, con las yemas de sus dedos tocaba cada tecla del piano de una forma delicada y singular, su cabeza se movía en ocasiones al ritmo lento de la música y sus ojos permanecían cerrados disfrutando la melodía.
Al finalizar abrió sus ojos lentamente y sintió la presencia de Elías, volteo bajando su cabeza para verlo apenada.
"¡Haz vuelto!, ¿qui.. quieres cenar?".
La observó detenidamente antes de contestar. "Si".
Él pensaba que era realmente una mujer muy hermosa pero no le gustaba su timidez y seriedad, rara vez tenían conversaciones largas, ella casi nunca lo veía a la cara, pocas veces estaba alegre y era tan pequeña su sonrisa sin ningún sonido cuando lo hacía, esto la tornaba una mujer aburrida para su gusto.
Sentados a la mesa los cubría el silencio, solo se escuchaba el sonido de los cubiertos, ella lo observaba de reojo mientras comía.
Elías soltó una pequeña sonrisa y le preguntó "¿Quieres decirme algo?".
Dalia se sonrojo alzó su rostro y dijo "¿Podrías... hablar con mi padre?, creo... creo que tiene problemas con algo sobre la hipoteca, pero no quiere hablarlo conmigo".
Elias observó el sonrojo de la mujer y sonrió. "Está bien, un día de estos iré a recogerte después del trabajo y aprovechare para platicar con él".
"Gracias". Ella empezó a recoger la mesa para poder lavar los platos, mientras Elías subía a su despacho a terminar algunos pendientes de la empresa. Inmerso en los papeles escucho que tocaban a la puerta.
"Adelante".
Dalia entra en silencio, lleva consigo una taza de leche para Elías. Tenía la costumbre de hacerlo a diario. "Tomalá está tibia, para que tengas un buen descanso".
"Gracias. Dalia mañana no llegaré a cenar, no me esperes".
"Está bien, mañana iré a visitar a mi tía Magdalena, ha estado delicada de salud. ¡Buenas Noches!".
"Descansa".
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Al día siguiente el chofer llevaba a Dalia a casa de su tía, era hermana de su madre, pero eran tan distintas, siendo amable, comprensiva y amorosa.
Antes vivía con ellos en la mansión y cuido de Dalia cuando era pequeña, recuerda más afecto de parte de su tía que de su propia madre.
Cuando ella cumplió 10 años su madre obligó a su tía a mudarse, comprando una casa a las afueras de la ciudad cerca de una loma alta desde donde se podía observar toda la ciudad. Era un lugar hermoso pero solitario.
El ama de llaves abrió la puerta, "¡Lupita!, ¿Cómo estás?, ¿Dónde está mi tía?".
"Señorita Dalia, pase, ella está en el jardín" Magdalena tenía un hermoso huerto, lleno de frutas y flores de colores, su especialidad era plantar diferentes tipos de rosas.
Ella era una enfermera retirada, tuvo un accidente automovilístico cuando era más joven y su cadera no quedó bien, fue cuando decidió retirarse y cuidar de Dalia siendo tan solo una bebe.
"Tía deberías estar descansando, sabes que ya es otoño, te dolerán tus huesos".
"No te preocupes por esta vieja, disfruto de la brisa fresca, además mis rosas necesitan de mi cuidado".
"Vamos a almorzar traje la comida que tanto te gusta". Juntas disfrutaron la tarde platicando y riendo como si fueran madre e hija.
"Dalia ¿Cómo van las cosas con Elías?"
Desviando su mirada hacia la ciudad ella contestó. "Bien tía, quiero que funcione".
"Mi niña se que tu mama tuvo que ver con que te casaras sin amor, pero si no estas feliz deberías hablarlo con Elias, deben intentar enamorarse, pero si no funciona sepárense en buenos términos, lo único que quiero es que seas feliz".
"Lo sé, tía"
Al otro lado del país. En un restaurante famoso de la localidad una pareja cenaba tranquilamente. La mujer vestida elegante utilizando la última tendencia de moda, sus uñas estaban decoradas, su piel era clara, cabello castaño rojizo, maquillaje ligero que hacía notable sus ojos azules. El hombre por su parte era alto de buen porte cabello y ojos negros, tenía una mirada pícara y amable.Disfrutaban de su comida conversando de anegdotas. "Dania nos conocemos desde niños, hemos estado juntos todos estos años..." Dania escuchó a su mejor amigo de la infancia, había algo en la voz de este hombre que la ponía nerviosa... Soltando un suspiro Jonny siguió explicando. "La empresa de mi familia tiene problemas financieros, sabes
Braulio y Dania salieron de la habitación, en ese momento ella tomó del brazo a Braulio y lo arrastró hacia las escaleras. El no tuvo tiempo de reaccionar ni de negarse, conocía bien a Dania desde pequeña. Era una mujer muy trabajadora, decidida, testaruda e inteligente con carácter muy fuerte. "Ahora Braulio explícame lo que acabo de escuchar". El, un poco asombrado tartamudeo al hablar. "De... que habla señorita". Dania psuo sus braosen jarras a su cintura escuadriñando su mirada."No te hagas el tonto, escuché toda la conversación, hablan de buscar a mi supuesta hermana y una enfermera, me lo explicas ya mismo o le iré a preguntar al abuelo". "Señorita su abuelo está delicado de salud". Braulio se asustó ante la amenaz
Oficina principal de VIKCompany… Se escuchó que tocaron la puerta. Elías contesta. "Pase". "¡Presidente!, el señor Salvador está aquí". Comunica el asistente "¡Elías!, amigo siempre trabajando". Salvador entró a la oficina abrazado de dos hermosas modelos. "Ya son más las 5:00 pm es hora de salir del trabajo y relajarse, que tal si pasamos por el bar y disfrutamos de la noche con estas bellezas". Elías observó a Salvador detenidamente luego su mirada se dirigió a las chicas. "Señoritas pueden esperar afuera". Les pidió mientras empezó a masajear su cien, esperando a que las jóvenes salgan. "Salvador, no t
Elías olvidó por unos segundos ver el cielo, concentrándose en cómo se reflejaban las luces en la cara sonriente de Dalia, -Es Hermosa- Pensó. Compartieron juntos algunos bocadillos mientras charlaban, pero en realidad no había muchas cosas que tuvieran en común, al final decidieron regresar a la Farola a descansar. Ya era tarde por la noche cuando llegaron a su casa, antes de abrir la puerta Dalia lo estiró del saco, al ver la acción Elías se quedó quieto y la observó detenidamente. "Gracias Elías, Fue... fue una linda noche". Ella susurró muy bajo apenada. Él tomó la mano que lo sujetaba acariciándola, se acercó y besó su mejilla por instinto, sabiendo que con Dalia tenía que ir despacio no quería asustarla. No muy lejos de allí había un hombre alto de tez clara, ojos cafés claros y pelo castaño tomaba fotos de la celebración. Joel Jenkins era un famoso fotógrafo que viajaba a diferentes lugares para llevarle al mundo maravillosas fotos de personajes, paisajes, animales y lugares que recorría, realizaba exposiciones en las que la mitad de las ganancias se donaba a los lugares de donde pertenecía las fotografías. Seguía tomando fotos, al acercarse más al centro del festejo, observaba los alrededores por el visor de su cámara, se dio cuenta de la mujer, ella vestía un traje tradicional blanco con bordados azules, llevaba una corona de flores de la región y adornos como collares largos que caían en su cuello. La observaba detenidamente mientras se acercaba a escondidas a ella.<CAPITULO 7 GUIA DE TURISTAS
En los siguientes días cuando Amelia terminaba su trabajo y compromisos, Joel siempre la esperaba puntual para llevarla a conocer más del lugar, poco a poco ella se sentía más cómoda con él, empezó a gustarle la forma en que le hablaba, como la cuidaba y protegía durante los viajes, en ocasiones hasta la mimaba con la comida. Nunca dejaba de tomarle fotos. Hubo unas en especial donde aparecían los dos muy juntos, con una mano la abrazaba por la cintura y con la otra acomodaba la cámara para tomar la fotografía, detrás de ellos estaba a lo lejos los rayos del sol escondiéndose entre las pequeñas montañas y árboles. En un instante Joel se aventuró y le dio un beso en la mejilla, ella sintio los labios cálidos y giró para verlo, fue cuando él aprovechó… bajó la cámara y la beso en los labios. “Sabía que
Al día siguiente por la noche Amelia llegó junto con su asistente al recinto, llevaba un vestido corto azul rey con tacones altos rojos, sus accesorios eran un juego de una pulsera, aretes y collar con pedrería roja, se veía muy elegante. Caminó sin notar los carteles de la entrada, estaba en una llamada telefónica importante, cuando al final colgó, ya estaba adentro de la sala de exposiciones, observó las fotografías que estaban en la exposición, las fotos en las paredes de ambos lados ilustraban los animales, las personas y paisajes de África, todo alrededor eran parte de lo que ella vivió con Joel en aquel viaje, no podía creerlo, camino lentamente observando una a una las fotos, al final la pared del fondo estaba cubierta de fotos de ella, algunas de ella y Joel abrazados, en el centro había una más grande que las demás, era donde le daba un beso en la mejilla y en el fondo los rayos del sol esc
“Sí tía, estoy muy feliz, Elías y yo hemos estado saliendo juntos, me ha llevado a muchos lugares hermosos”. Dalia se veía radiante, le gustaba mucho la forma en que mejoraba su relación con Elías. El hacía lo posible por estar con ella, la llamaba mientras trabajaba para pedirle que estuviera lista para salir juntos. A veces se quedaban viendo películas en casa disfrutando de la noche. Sonó el teléfono de Dalia. El identificador de llamadas decía -ELÍAS-. “¡Hola!” “Dalia, hoy llegaré tarde, no me esperes despierta, me reuniré con Salvador”. Ella contestó sonriendo. “Está bien, gracias por avisarme, nos vemos”. “¿Era él?”. preguntó su tía Magdalena, m