Me desperté en un estado de confusión total. Mis recuerdos de la noche anterior eran vagos y distorsionados, como si estuvieran cubiertos por una densa niebla. Sentí el suave roce de las sábanas contra mi piel desnuda, mientras mi intimidad ardía con un dolor punzante. Traté de reconstruir lo que había ocurrido, pero solo lograba recordar fragmentos borrosos. Recordaba la sensación de ser arrastrada por la pasión, el calor del deseo envolviéndonos mientras nos entregábamos al éxtasis del momento. Pero las imágenes eran borrosas, como si estuvieran fuera de foco, y apenas podía recordar los detalles. A medida que mi mente luchaba por encontrar claridad, un pensamiento se abrió paso con fuerza: el desconocido con el que había compartido la noche era increíblemente hábil en la cama. Mucho mejor que Maxon, mi exnovio, y además, tenía un tamaño que me dejó sin aliento. El hombre se encontraba desnudo de espaldas durmiendo a mi lado en el hotel; sin embargo, sentí mucha vergüenza y recogí
Damon Chrysler. Me dirigí en mi vehículo hacia las empresas Hoffman, con una determinación ardiente ardiendo en mi pecho. Hoy, finalmete inicia mi venganza. Mientras manejaba, cada pensamiento estaba enfocado en el momento que estaba por llegar, en la oportunidad de hacer justicia por todo lo que me habían arrebatado. Cuando llegué a la empresa, me bajé del auto y caminé con paso firme hacia la entrada, acompañado por mi abogado de confianza. Al entrar en la sala de reuniones, pude sentir la mirada de sorpresa y desconcierto de Raquel, Maxon, Rodrigo y los demás socios e inversionistas quienes no me conocen. Con la cabeza en alto y una expresión imperturbable en el rostro, tomé mi lugar en la mesa, listo para enfrentarlos y hacerles pagar por todo el daño que me habían causado. —¿Quién eres tú y qué haces aquí? Esta es una reunión de socios de las empresas Hoffman —pregunta Raquel con sorpresa, su ceño fruncido en confusión. —Es evidente que no me reconocen. Soy Damon Chrysler,
Luzma. Durante los últimos dos días, mi casa ha sido un campo de batalla emocional con Damon Chrysler en el centro de la contienda. Mi mamá lo detesta, al igual que Maxon. Sin embargo, mi abuela y tío Rodrigo lo veneran, aferrados a la imagen del niño que una vez fue. A mí, sinceramente, me tiene sin cuidado, pero debo admitir que me alivia no ser el foco de atención por un momento. Ahora mismo, estoy disfrutando de un tranquilo momento en la sala de estar, tratando de seguir una serie mientras devoro un delicioso helado. Es sorprendente cómo el chocolate, que solía detestar, ahora es mi mayor antojo. —Es increíble que estés tan tranquila con todo lo que está pasando en la empresa— comentó Romina con un tono de preocupación en su voz. —A ti te importa menos que a mí la empresa, Romina— respondo con calma mientras continuaba viendo mi serie. Romina ni siquiera estudio. Ella dejo la universidad y se dedico al modelaje y si ahora le importa es la empresa es por la presión de mam
Luz Marina Hoffman. Aún no entiendo cómo logré liberarme de los brazos de Damon, pero finalmente lo conseguí. Me resistí con todas mis fuerzas; él no iba a permitir que hiciéramos el amor en un carro. Además, ni siquiera lo conocía, y no era mi estilo. Aunque debo reconocer que nunca antes me había pasado con un hombre y que me hiciera perder la cordura de esa manera. Después de nuestra breve pero intensa interacción, Damon me prestó su saco para cubrirme. Agradecida, tomé el saco y me dirigí hacia el hotel. Subí a mi habitación, con la mente aún nublada por la experiencia vivida en el estacionamiento. Sin embargo, al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa desagradable. Sentado en la cama, con una expresión de furia contenida, estaba Maxon. Su mirada me atravesó como una daga, llenándome de incomodidad y culpabilidad. -¿Qué haces en mi habitación, Maxon? -exclame con sorpresa, mi voz temblorosa por la confusión y el desconcierto. -¿Dónde m****a estabas, Luz Marina, y de qui
Luz Marina Hoffmann. -Es increíble la forma en la que traicionas a tu propia familia -proclamó mamá, su voz llena de indignación cuando llegamos a la casa. Mamá y Romina no dejan de gritarme y mi padre no entiende nada; sin embargo, no interviene. En cuanto a Maxon él se quedó en la empresa arreglando unos asuntos. -Ya basta, mamá. Yo sé por qué tomé esa decisión -respondo, con firmeza en mi voz, enfrentando la mirada de mi madre. -Lo que tú estás es resentida porque Maxon te dejó y se casó conmigo. Eres una m*****a resentida, Luzma -concluyó Romina, con desprecio en su tono. -Damon tiene razón, no podemos pensar únicamente en la familia, sino en el bien de la empresa -intervine, cambiando el rumbo de la conversación-. Damon tiene buenas ideas y una carrera brillante. Además Ben jamás hubiese dejado la empresa en manos de Maxon. Él siempre decía que quería que yo sea su sucesora, no él. -Tú, Luzma. Tú jamás serás nada en la vida -continuó mamá, con desdén en su voz-. No eres más
Luz Marina Hoffman. Cuando finalmente abrí los ojos, me encontré en una cama de hospital, rodeada por el ambiente estéril y tranquilo de la habitación. Mi mirada se posó en el doctor Óscar, quien estaba de pie junto a la cama, revisando algunos papeles con seriedad. A mi lado, vi a Damon, con una expresión preocupada en su rostro, observándome atentamente. Intenté moverme, tratando de levantarme de la cama para averiguar qué había sucedido, pero el médico Óscar rápidamente me detuvo, colocando una mano sobre mi hombro con gentileza pero firmeza. Su mirada seria me indicaba que no debía hacer ningún esfuerzo. — Tranquila— me dijo Óscar con calma. — Necesitas descansar. Estás en el hospital por una razón. —No me acuerdo de nada —murmuré, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por recuperar mis recuerdos perdidos. —Te desmayaste y Damon te trajo a la clínica. Estuviste inconsciente durante varias horas —explicó alguien a mi lado, cuya voz reconocí como la de Damon. —No te
Hace algunos días que he salido de la clínica, pero no quise ir a mi casa. No quiero soportar ni a mi mamá, ni a Romina, ni a Maxon. Me estoy quedando con mi tío Rodrigo. Él es el único que me apoya en medio de todo este caos emocional. Su presencia me brinda un poco de consuelo en medio de la tormenta. Aún no sé qué hacer con el bebé. Ni siquiera me he atrevido a ir con el doctor. La idea de enfrentar la realidad de mi embarazo me aterra. Por eso, le pedí a Oscar que no le diga nada a nadie y que respete mi decisión. No estoy lista para lidiar con las opiniones y los juicios de los demás. Necesito tiempo para procesar todo lo que está sucediendo y tomar una decisión que sea la mejor para mí y para el bebé, aunque todavía no tengo ni idea de cuál será esa decisión. Me encuentro frente al espejo, observando mi reflejo con una mezcla de asombro y ansiedad. Mis manos recorren lentamente mi figura, notando los cambios que están ocurriendo en mi cuerpo. Antes, mi estómago era plano, firme
Damon insistió en que me fuera con él, y aunque en mi estado mareado traté de resistirme, finalmente cedí a su persuasión. Le pedí a Jaqueline que se fuera a casa con el chofer, asegurándome de que estuviera en buenas manos antes de partir. Caminamos juntos por los pasillos del hospital, con Damon a mi lado brindándome su apoyo incondicional. Cada paso era un esfuerzo, pero él me guiaba con gentileza y firmeza hacia la cafetería del hospital. - ¿Se puede saber por qué m****a me has estado evitando? ¿Es por Maxon?- Inquiere Damon molesto. - No, no tiene nada que ver con él. - Entonces, ¿qué pasa?- Él toma acaricia mi mejilla y acomoda mi mechón detrás de mi oreja. - Solamente he estado ocupada, Damon. Hay muchas cosas en mi mente últimamente y no he tenido mucho tiempo para socializar. - No soy cualquier hombre, Luz Marina, y te lo voy a demostrar. Sentí cómo el tiempo parecía detenerse cuando sus labios se encontraron con los míos, en un beso cargado de intensidad y pasión. Sus