Damon Chrysler.
Me dirigí en mi vehículo hacia las empresas Hoffman, con una determinación ardiente ardiendo en mi pecho. Hoy, finalmete inicia mi venganza. Mientras manejaba, cada pensamiento estaba enfocado en el momento que estaba por llegar, en la oportunidad de hacer justicia por todo lo que me habían arrebatado. Cuando llegué a la empresa, me bajé del auto y caminé con paso firme hacia la entrada, acompañado por mi abogado de confianza. Al entrar en la sala de reuniones, pude sentir la mirada de sorpresa y desconcierto de Raquel, Maxon, Rodrigo y los demás socios e inversionistas quienes no me conocen. Con la cabeza en alto y una expresión imperturbable en el rostro, tomé mi lugar en la mesa, listo para enfrentarlos y hacerles pagar por todo el daño que me habían causado. —¿Quién eres tú y qué haces aquí? Esta es una reunión de socios de las empresas Hoffman —pregunta Raquel con sorpresa, su ceño fruncido en confusión. —Es evidente que no me reconocen. Soy Damon Chrysler, y he venido a reclamar mi parte de la empresa —respondo con calma, manteniendo mi compostura frente a la incredulidad en sus rostros. —Tú no tienes derecho a absolutamente nada—responde Raquel con firmeza, su tono lleno de desdén. —Aunque no te guste, querida tía Raquel, mi padre me heredó el 25 % de la empresa— afirmo con firmeza, sin dejar lugar a dudas sobre mis intenciones. —Lárgate inmediatamente, tú no tienes derecho a nada, Damon—exclama Maxon, su voz llena de indignación mientras me mira con hostilidad. —Quién no tiene derecho a nada eres tú, Maxon. Querido primo, ni siquiera eres socio y no comprendo qué haces aquí— respondo con calma, manteniendo la compostura ante su arrebato. —Calma todos, Damon. No es necesario un abogado. Sabemos perfectamente que era el deseo de mi hermano que tú heredes su parte. Siéntate —interviene tío Rodrigo, con un tono conciliador que calma los ánimos en la sala. —Aprecio tu intervención, tío Rodrigo— respondo con gratitud, tomando asiento mientras la tensión en la sala comienza a disiparse, dejando espacio para la discusión civilizada que está por venir. Cuando nací, fui arrebatado de los brazos de mi madre adolescente y entregado en adopción a la familia Hoffmann. Raúl, mi padre adoptivo, me cuidó y me amó durante los primeros cinco años de mi vida. Nunca me reveló que no era mi padre biológico, y yo lo amé con todo mi corazón. Siempre lo recordaré como el maravilloso hombre que era, llenando mi infancia de amor y cuidado. Pero en la familia Hoffmann no todo era color de rosa porque mi tía Raquel me maltrato física y psicológicamente desde que tengo uso de razón. Aún recuerdo cuando me golpeaba y luego amenazaba para que no le dijera nada a Raúl. Sin embargo, todo cambió cuando aparecieron mis padres biológicos. Se reveló la verdad: yo era hijo de Alicia Montero y Harry Chrysler. Ella es la madre más amorosa que pudiera desear, nos separaron cuando ella tenía diecisiete años y él es un hombre despreciable y egocéntrico. Pero Raúl debió entregarme con ellos. Todo lo que sé de la muerte de Raúl es que él fue asesinado porque sabía más de lo que debía. Lo mató mi padre o Nicolás Chrysler para encubrirse. Antes era un niño; sin embargo, ahora estoy dispuesto a descubrir quién fue y acabarlo. El entorno a través de la muerte de mi papá es muy extraño y principalmente porque incluso su propia familia ha ocultado información. —¿Cuánto quieres por tu parte de la empresa?— pregunta Raquel, su tono de voz frío y calculador mientras me mira con desconfianza cuando quedamos a solas. —Esperaba un abrazo de tu parte, tía Raquel—respondo con un dejo de ironia en mi voz.—Aún recuerdo la última vez que nos vimos, cuando ni siquiera me permitiste despedirme de mi papá y me corriste de su sepelio, así como me corriste de su casa. Tenía solo cinco años en ese entonces, pero ahora las cosas han cambiado. No tienes una idea como han sido mis últimos años. —¡Jamás me ha importado que ha sido de ti, Damon! ¡Si el miserable de tu padre biológico te ha maltratado o no!— Escupe con rabia—El peor error que pudo cometer mi hermano fue adoptarte. —Sabes, siempre me ha parecido extraña la forma en la que acogiste a Maxon en tu familia, e incluso se casó con tu hija mayor, siendo el hijo del tipo que está en la cárcel por matar a tu hermano —comento con mi mirada penetrante fijada en Raquel. —Él no tiene la culpa— responde Raquel, defendiendose con vehemencia. —Tú eres todo menos una hermanita de la caridad, tía Raquel. Sé que algo ocultas, y yo lo descubriré— Insisto— Sabes, ya conocí a Luz Marina. Es preciosa. —Jamás te acerques a ninguna de mis hijas, Damon—advierte Raquel, con firmeza en su voz. —Yo sería incapaz de dañarlas. Las amo tanto como te amo a ti, tía—respondo entre risas observando como ella se marcha. Mientras caminaba por los pasillos de la empresa, mis pasos resonaban en el silencio. De repente, mis ojos se posaron en ella, en medio de una conversación con Maxon. Mi corazón dio un vuelco al ver que él sostenía su mano. Una rabia instantánea ardió dentro de mí, como un fuego abrasador que amenazaba con consumirme por completo. Me acerqué a ellos con determinación, y al notar mi presencia, su semblante empalideció al instante. Sabía que me había reconocido. Era imposible olvidar aquella noche apasionada que compartimos. De todas las mujeres en el mundo tuve que meter a Luz Marina Hoffman en mi cama. La hija de la mujer que más odio en la vida. — Al fin estamos de acuerdo en algo, Luzma. Esta rata no merece a una mujer como tú. Y quita tu mano de ella si no quieres que te rompa la cara, primito.— Espeté con rabia y Maxon me lanzó una mirada repleta de rabia. — Tú cállate, imbécil. No te metas en mis asuntos con mi mujer.— Gruñó Maxon. "Su mujer" Definitivamente ese imbécil tiene la realidad distorsionada. Él no fue quién la hizo gritar en la cama hace un mes ese fui yo. — Tu mujer, ¿eh? Vaya, tenía entendido que te habías casado con Romina Hoffman, no con su hermanita menor. Creo que me han informado mal.— Respondí con una sonrisa sarcástica. —No te han informado mal. Maxon se caso con mi hermana y no necesito a ningún héroe o intento de héroe que intente defenderme. Así que no te metas en estos asuntos.— Aclara Luzma rodeando los ojos.— No sé quién te crees. — Pero qué descortés de mi parte, no me he presentado ante ti. Soy Damon Chrysler, el primo de Maxon y el nuevo socio de esta empresa.— Tomé su mano y dejé un beso allí provocando la rabia de mi primo— Es un placer, Luz Marina Hoffman. Recordaba a Luzma desde que era apenas un bebé, aunque no tuve el placer de convivir con ella en la infancia. Sin embargo, no conocía su rostro. Fue una gran casualidad encontrármela en ese ascensor, pero no me arrepentía en lo más mínimo de todo lo que le hice en mi cama. Estaba decidido a repetirlo muy pronto. Cuando desperté ella ya no estaba, pero yo deseaba repetir. Deseaba follarla hasta que ella suplique que pare.Luzma. Durante los últimos dos días, mi casa ha sido un campo de batalla emocional con Damon Chrysler en el centro de la contienda. Mi mamá lo detesta, al igual que Maxon. Sin embargo, mi abuela y tío Rodrigo lo veneran, aferrados a la imagen del niño que una vez fue. A mí, sinceramente, me tiene sin cuidado, pero debo admitir que me alivia no ser el foco de atención por un momento. Ahora mismo, estoy disfrutando de un tranquilo momento en la sala de estar, tratando de seguir una serie mientras devoro un delicioso helado. Es sorprendente cómo el chocolate, que solía detestar, ahora es mi mayor antojo. —Es increíble que estés tan tranquila con todo lo que está pasando en la empresa— comentó Romina con un tono de preocupación en su voz. —A ti te importa menos que a mí la empresa, Romina— respondo con calma mientras continuaba viendo mi serie. Romina ni siquiera estudio. Ella dejo la universidad y se dedico al modelaje y si ahora le importa es la empresa es por la presión de mam
Luz Marina Hoffman. Aún no entiendo cómo logré liberarme de los brazos de Damon, pero finalmente lo conseguí. Me resistí con todas mis fuerzas; él no iba a permitir que hiciéramos el amor en un carro. Además, ni siquiera lo conocía, y no era mi estilo. Aunque debo reconocer que nunca antes me había pasado con un hombre y que me hiciera perder la cordura de esa manera. Después de nuestra breve pero intensa interacción, Damon me prestó su saco para cubrirme. Agradecida, tomé el saco y me dirigí hacia el hotel. Subí a mi habitación, con la mente aún nublada por la experiencia vivida en el estacionamiento. Sin embargo, al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa desagradable. Sentado en la cama, con una expresión de furia contenida, estaba Maxon. Su mirada me atravesó como una daga, llenándome de incomodidad y culpabilidad. -¿Qué haces en mi habitación, Maxon? -exclame con sorpresa, mi voz temblorosa por la confusión y el desconcierto. -¿Dónde m****a estabas, Luz Marina, y de qui
Luz Marina Hoffmann. -Es increíble la forma en la que traicionas a tu propia familia -proclamó mamá, su voz llena de indignación cuando llegamos a la casa. Mamá y Romina no dejan de gritarme y mi padre no entiende nada; sin embargo, no interviene. En cuanto a Maxon él se quedó en la empresa arreglando unos asuntos. -Ya basta, mamá. Yo sé por qué tomé esa decisión -respondo, con firmeza en mi voz, enfrentando la mirada de mi madre. -Lo que tú estás es resentida porque Maxon te dejó y se casó conmigo. Eres una m*****a resentida, Luzma -concluyó Romina, con desprecio en su tono. -Damon tiene razón, no podemos pensar únicamente en la familia, sino en el bien de la empresa -intervine, cambiando el rumbo de la conversación-. Damon tiene buenas ideas y una carrera brillante. Además Ben jamás hubiese dejado la empresa en manos de Maxon. Él siempre decía que quería que yo sea su sucesora, no él. -Tú, Luzma. Tú jamás serás nada en la vida -continuó mamá, con desdén en su voz-. No eres más
Luz Marina Hoffman. Cuando finalmente abrí los ojos, me encontré en una cama de hospital, rodeada por el ambiente estéril y tranquilo de la habitación. Mi mirada se posó en el doctor Óscar, quien estaba de pie junto a la cama, revisando algunos papeles con seriedad. A mi lado, vi a Damon, con una expresión preocupada en su rostro, observándome atentamente. Intenté moverme, tratando de levantarme de la cama para averiguar qué había sucedido, pero el médico Óscar rápidamente me detuvo, colocando una mano sobre mi hombro con gentileza pero firmeza. Su mirada seria me indicaba que no debía hacer ningún esfuerzo. — Tranquila— me dijo Óscar con calma. — Necesitas descansar. Estás en el hospital por una razón. —No me acuerdo de nada —murmuré, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por recuperar mis recuerdos perdidos. —Te desmayaste y Damon te trajo a la clínica. Estuviste inconsciente durante varias horas —explicó alguien a mi lado, cuya voz reconocí como la de Damon. —No te
Hace algunos días que he salido de la clínica, pero no quise ir a mi casa. No quiero soportar ni a mi mamá, ni a Romina, ni a Maxon. Me estoy quedando con mi tío Rodrigo. Él es el único que me apoya en medio de todo este caos emocional. Su presencia me brinda un poco de consuelo en medio de la tormenta. Aún no sé qué hacer con el bebé. Ni siquiera me he atrevido a ir con el doctor. La idea de enfrentar la realidad de mi embarazo me aterra. Por eso, le pedí a Oscar que no le diga nada a nadie y que respete mi decisión. No estoy lista para lidiar con las opiniones y los juicios de los demás. Necesito tiempo para procesar todo lo que está sucediendo y tomar una decisión que sea la mejor para mí y para el bebé, aunque todavía no tengo ni idea de cuál será esa decisión. Me encuentro frente al espejo, observando mi reflejo con una mezcla de asombro y ansiedad. Mis manos recorren lentamente mi figura, notando los cambios que están ocurriendo en mi cuerpo. Antes, mi estómago era plano, firme
Damon insistió en que me fuera con él, y aunque en mi estado mareado traté de resistirme, finalmente cedí a su persuasión. Le pedí a Jaqueline que se fuera a casa con el chofer, asegurándome de que estuviera en buenas manos antes de partir. Caminamos juntos por los pasillos del hospital, con Damon a mi lado brindándome su apoyo incondicional. Cada paso era un esfuerzo, pero él me guiaba con gentileza y firmeza hacia la cafetería del hospital. - ¿Se puede saber por qué m****a me has estado evitando? ¿Es por Maxon?- Inquiere Damon molesto. - No, no tiene nada que ver con él. - Entonces, ¿qué pasa?- Él toma acaricia mi mejilla y acomoda mi mechón detrás de mi oreja. - Solamente he estado ocupada, Damon. Hay muchas cosas en mi mente últimamente y no he tenido mucho tiempo para socializar. - No soy cualquier hombre, Luz Marina, y te lo voy a demostrar. Sentí cómo el tiempo parecía detenerse cuando sus labios se encontraron con los míos, en un beso cargado de intensidad y pasión. Sus
Con Damon mirándome, sus ojos llenos de ira y confusión por lo que acababa de presenciar, me levanté del suelo con determinación. Las lágrimas recorrían mis mejillas, una mezcla de dolor físico y emocional ante la violenta reacción de mi madre al enterarse de mi embarazo. En ese momento, sentí una oleada de tristeza y desamparo, pero también una fortaleza interior que se aferraba a la esperanza de un futuro mejor para mí y mi bebé. Mi madre me había golpeado al darse cuenta que estaba embarazada. y ahora Damon le había dicho que él era el papá de ese bebé; sin embargo, yo no estaba segura de si era de él o de Maxon. — ¡Raquel, ¿qué hiciste?! —gritó Damon, su rostro enrojecido por la ira mientras observaba horrorizado cómo me había golpeado. Mi hermana Romina, Maxon y mi padre miraban con sorpresa, pero ninguno de ellos me había defendido . — ¡Damon, no te metas! ¡Luz Marina te exijo que me digas que es mentira! ¡Mi hija no puede estar embarazada de este tipo!—respondió mi
Durante toda la noche, me sumergí en un sueño profundo, evitando deliberadamente enfrentarme a la realidad. Había regresado al departamento de mi tío Rodrigo, pero no me había atrevido a confesar la verdad. Suponía que mi padre ya le había informado sobre mi embarazo y mi posterior huida de la casa. Al despertar al día siguiente, decidí enfrentar la mañana como si todo estuviera bien. Me senté a desayunar con Jacqueline, tratando de mantener la compostura y no dejar que la ansiedad me consumiera. Sin embargo, mi tío Rodrigo se levantó temprano y me pidió que fuera a su despacho para hablar con él. Sabía perfectamente lo que me esperaba. — Buenos días, tío Rodrigo. ¿Qué deseaba hablar conmigo? —pregunté, tratando de ocultar mi nerviosismo detrás de una sonrisa forzada. — Buenos días, Luz Marina. Por favor, siéntate. Necesitamos tener una conversación seria. —respondió mi tío con seriedad mientras me indicaba una silla frente a su escritorio. — Claro, tío. ¿De qué se trata?