Me desperté en un estado de confusión total. Mis recuerdos de la noche anterior eran vagos y distorsionados, como si estuvieran cubiertos por una densa niebla. Sentí el suave roce de las sábanas contra mi piel desnuda, mientras mi intimidad ardía con un dolor punzante.
Traté de reconstruir lo que había ocurrido, pero solo lograba recordar fragmentos borrosos. Recordaba la sensación de ser arrastrada por la pasión, el calor del deseo envolviéndonos mientras nos entregábamos al éxtasis del momento. Pero las imágenes eran borrosas, como si estuvieran fuera de foco, y apenas podía recordar los detalles. A medida que mi mente luchaba por encontrar claridad, un pensamiento se abrió paso con fuerza: el desconocido con el que había compartido la noche era increíblemente hábil en la cama. Mucho mejor que Maxon, mi exnovio, y además, tenía un tamaño que me dejó sin aliento. El hombre se encontraba desnudo de espaldas durmiendo a mi lado en el hotel; sin embargo, sentí mucha vergüenza y recogí mi ropa lo antes posible antes de escapar del hotel. Pasó un mes en el que me encontré sumida en la monotonía de la clínica, atrapada entre paredes blancas y rutinas predecibles. Deseaba tomar medicación y dormir todos los días como solía hacerlo, pero ni eso me permitían. Oscar, mi médico, decidió retirar gradualmente la medicación. Sus palabras resonaron en mi mente, anunciando un nuevo tratamiento que, según él, prescindiría en gran medida de los fármacos que habían sido mi sostén durante tanto tiempo. —Luzma, tengo excelentes noticias: continuarás el tratamiento en tu casa. Me visitarás dos veces por semana para tus sesiones.— Anunció Oscar. —¡Eso no son buenas noticias! Prefiero la inyección letal antes que volver a mi casa, doctor. No sabe cómo es mi familia; tengo más comunicación con los pacientes aquí, ¡y algunos ni siquiera hablan!— Intente explicar. —Entiendo que estés preocupada, Luzma. Pero confía en mí, haremos todo lo posible para que te sientas cómoda y segura en casa.— Anunció — Y no puedes tomar ninguna clase de medicación. —Claro que puedo, doctor.— Sostuve. — No tomarás nada hasta que estén listos tus nuevos análisis — Sentenció Óscar. —¿Acaso tengo una enfermedad terminal?— Pregunté entre risas — No creo que Dios o Lucifer sean tan generosos conmigo. Cuando salí del consultorio de Óscar, mi papá me recibió con un abrazo reconfortante. Sus ojos reflejaban preocupación mientras me ayudaba a cargar mis maletas. — Pensé que no deseabas volver a verme, papá.— Pronuncié. — Lamento lo que pasó en la veremos, Luzma.— Se disculpa— He logrado convencer a tu madre para que te acepte nuevamente en nuestra casa. Ella aseguro que intentará perdonarte. — ¿Papá es por qué me quiere o por qué desea mantener las apariencias?— Pregunté con pesar y él no respondió nada. Antes de dirigirnos a casa, papá me llevó a la empresa, ya que necesitaba recoger unos documentos importantes. La sede de Hoffman era como mi segundo hogar, un lugar donde había crecido y aprendido desde que tenía uso de razón. La familia Hoffman tenía una larga tradición en el mundo de la arquitectura; desde los tiempos de mi abuelo, habíamos construido grandes edificios que se alzaban como testigos de nuestro legado. Mi tío Raúl continuó con esa tradición, y después, mi hermano Ben tomó las riendas con habilidad y pasión. Sin embargo, ahora nos enfrentábamos a un dilema, ya que la empresa se encontraba nuevamente sin un heredero varón que pudiera continuar con la tradición familiar. A la ausencia de un Hoffman era Maxon quién se estaba encargando de ser el CEO. —Es una hermosa sorpresa verte, Nena.— Expresó Maxon mientras se acerca a mí y esbozó una sonrisa. — ¿Qué quieres, Maxon? Mi padre no tarda en llegar y lo último que quiero es verte.— Respondo cortante. — Pues no tendrás opción, Nena. Porque somos familia y viviremos en la misma casa. Necesito explicarte cómo ocurrieron las cosas.— Pide. — ¿Cómo te acostaste con mi hermana? No, gracias.— Respondí irónicamente.— Me visitabas en la clínica y me hacías promesas de amor. Eres un miserable. — Te amo, Luzma y todo tiene una explicación.— Confiesa él mientras toma mis manos. —Has sido un maldito cobarde. No me mereces en lo más mínimo, Maxon.—Respondi fríamente.— Soy demasiado para ti. — Al fin estamos de acuerdo en algo, Luzma. Esta rata no merece a una mujer como tú. Y quita tu mano de ella si no quieres que te rompa la cara, primito.— Espetó un hombre mientras se acercaba. Cuando levanté la vista, una sensación de incredulidad me invadió al percatarme de que se trataba del mismo hombre con el que pasé la noche hace un mes. No podía creerlo. Sus ojos azules y su cabello oscuro me miraban intensamente, como si hubiera estado esperando este encuentro. En ese momento, Maxon le lanzó una mirada fría, indicando claramente que no se llevaban bien. — Tú cállate, imbécil. No te metas en mis asuntos con mi mujer.— Espetó Maxon. — Tu mujer, ¿eh? Vaya, tenía entendido que te habías casado con Romina Hoffmann, no con su hermanita menor. Creo que me han informado mal.— Responde con una sonrisa sarcástica. —No te han informado mal. Maxon se caso con mi hermana y no necesito a ningún héroe o intento de héroe que intente defenderme. Así que no te metas en estos asuntos.— Rodeé los ojos.— No sé quién te crees. — Pero qué descortés de mi parte, no me he presentado ante ti. Soy Damon Chrysler, el primo de Maxon y el nuevo socio de esta empresa.— Él toma mi mano y deposita un beso en ella— Es un placer, Luz Marina Hoffman. No podía creer que se trataba de él. Del famoso Damon y presentía que con esa m*****a sonrisa iniciaba mi peor pesadilla.Damon Chrysler. Me dirigí en mi vehículo hacia las empresas Hoffman, con una determinación ardiente ardiendo en mi pecho. Hoy, finalmete inicia mi venganza. Mientras manejaba, cada pensamiento estaba enfocado en el momento que estaba por llegar, en la oportunidad de hacer justicia por todo lo que me habían arrebatado. Cuando llegué a la empresa, me bajé del auto y caminé con paso firme hacia la entrada, acompañado por mi abogado de confianza. Al entrar en la sala de reuniones, pude sentir la mirada de sorpresa y desconcierto de Raquel, Maxon, Rodrigo y los demás socios e inversionistas quienes no me conocen. Con la cabeza en alto y una expresión imperturbable en el rostro, tomé mi lugar en la mesa, listo para enfrentarlos y hacerles pagar por todo el daño que me habían causado. —¿Quién eres tú y qué haces aquí? Esta es una reunión de socios de las empresas Hoffman —pregunta Raquel con sorpresa, su ceño fruncido en confusión. —Es evidente que no me reconocen. Soy Damon Chrysler,
Luzma. Durante los últimos dos días, mi casa ha sido un campo de batalla emocional con Damon Chrysler en el centro de la contienda. Mi mamá lo detesta, al igual que Maxon. Sin embargo, mi abuela y tío Rodrigo lo veneran, aferrados a la imagen del niño que una vez fue. A mí, sinceramente, me tiene sin cuidado, pero debo admitir que me alivia no ser el foco de atención por un momento. Ahora mismo, estoy disfrutando de un tranquilo momento en la sala de estar, tratando de seguir una serie mientras devoro un delicioso helado. Es sorprendente cómo el chocolate, que solía detestar, ahora es mi mayor antojo. —Es increíble que estés tan tranquila con todo lo que está pasando en la empresa— comentó Romina con un tono de preocupación en su voz. —A ti te importa menos que a mí la empresa, Romina— respondo con calma mientras continuaba viendo mi serie. Romina ni siquiera estudio. Ella dejo la universidad y se dedico al modelaje y si ahora le importa es la empresa es por la presión de mam
Luz Marina Hoffman. Aún no entiendo cómo logré liberarme de los brazos de Damon, pero finalmente lo conseguí. Me resistí con todas mis fuerzas; él no iba a permitir que hiciéramos el amor en un carro. Además, ni siquiera lo conocía, y no era mi estilo. Aunque debo reconocer que nunca antes me había pasado con un hombre y que me hiciera perder la cordura de esa manera. Después de nuestra breve pero intensa interacción, Damon me prestó su saco para cubrirme. Agradecida, tomé el saco y me dirigí hacia el hotel. Subí a mi habitación, con la mente aún nublada por la experiencia vivida en el estacionamiento. Sin embargo, al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa desagradable. Sentado en la cama, con una expresión de furia contenida, estaba Maxon. Su mirada me atravesó como una daga, llenándome de incomodidad y culpabilidad. -¿Qué haces en mi habitación, Maxon? -exclame con sorpresa, mi voz temblorosa por la confusión y el desconcierto. -¿Dónde m****a estabas, Luz Marina, y de qui
Luz Marina Hoffmann. -Es increíble la forma en la que traicionas a tu propia familia -proclamó mamá, su voz llena de indignación cuando llegamos a la casa. Mamá y Romina no dejan de gritarme y mi padre no entiende nada; sin embargo, no interviene. En cuanto a Maxon él se quedó en la empresa arreglando unos asuntos. -Ya basta, mamá. Yo sé por qué tomé esa decisión -respondo, con firmeza en mi voz, enfrentando la mirada de mi madre. -Lo que tú estás es resentida porque Maxon te dejó y se casó conmigo. Eres una m*****a resentida, Luzma -concluyó Romina, con desprecio en su tono. -Damon tiene razón, no podemos pensar únicamente en la familia, sino en el bien de la empresa -intervine, cambiando el rumbo de la conversación-. Damon tiene buenas ideas y una carrera brillante. Además Ben jamás hubiese dejado la empresa en manos de Maxon. Él siempre decía que quería que yo sea su sucesora, no él. -Tú, Luzma. Tú jamás serás nada en la vida -continuó mamá, con desdén en su voz-. No eres más
Luz Marina Hoffman. Cuando finalmente abrí los ojos, me encontré en una cama de hospital, rodeada por el ambiente estéril y tranquilo de la habitación. Mi mirada se posó en el doctor Óscar, quien estaba de pie junto a la cama, revisando algunos papeles con seriedad. A mi lado, vi a Damon, con una expresión preocupada en su rostro, observándome atentamente. Intenté moverme, tratando de levantarme de la cama para averiguar qué había sucedido, pero el médico Óscar rápidamente me detuvo, colocando una mano sobre mi hombro con gentileza pero firmeza. Su mirada seria me indicaba que no debía hacer ningún esfuerzo. — Tranquila— me dijo Óscar con calma. — Necesitas descansar. Estás en el hospital por una razón. —No me acuerdo de nada —murmuré, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por recuperar mis recuerdos perdidos. —Te desmayaste y Damon te trajo a la clínica. Estuviste inconsciente durante varias horas —explicó alguien a mi lado, cuya voz reconocí como la de Damon. —No te
Hace algunos días que he salido de la clínica, pero no quise ir a mi casa. No quiero soportar ni a mi mamá, ni a Romina, ni a Maxon. Me estoy quedando con mi tío Rodrigo. Él es el único que me apoya en medio de todo este caos emocional. Su presencia me brinda un poco de consuelo en medio de la tormenta. Aún no sé qué hacer con el bebé. Ni siquiera me he atrevido a ir con el doctor. La idea de enfrentar la realidad de mi embarazo me aterra. Por eso, le pedí a Oscar que no le diga nada a nadie y que respete mi decisión. No estoy lista para lidiar con las opiniones y los juicios de los demás. Necesito tiempo para procesar todo lo que está sucediendo y tomar una decisión que sea la mejor para mí y para el bebé, aunque todavía no tengo ni idea de cuál será esa decisión. Me encuentro frente al espejo, observando mi reflejo con una mezcla de asombro y ansiedad. Mis manos recorren lentamente mi figura, notando los cambios que están ocurriendo en mi cuerpo. Antes, mi estómago era plano, firme
Damon insistió en que me fuera con él, y aunque en mi estado mareado traté de resistirme, finalmente cedí a su persuasión. Le pedí a Jaqueline que se fuera a casa con el chofer, asegurándome de que estuviera en buenas manos antes de partir. Caminamos juntos por los pasillos del hospital, con Damon a mi lado brindándome su apoyo incondicional. Cada paso era un esfuerzo, pero él me guiaba con gentileza y firmeza hacia la cafetería del hospital. - ¿Se puede saber por qué m****a me has estado evitando? ¿Es por Maxon?- Inquiere Damon molesto. - No, no tiene nada que ver con él. - Entonces, ¿qué pasa?- Él toma acaricia mi mejilla y acomoda mi mechón detrás de mi oreja. - Solamente he estado ocupada, Damon. Hay muchas cosas en mi mente últimamente y no he tenido mucho tiempo para socializar. - No soy cualquier hombre, Luz Marina, y te lo voy a demostrar. Sentí cómo el tiempo parecía detenerse cuando sus labios se encontraron con los míos, en un beso cargado de intensidad y pasión. Sus
Con Damon mirándome, sus ojos llenos de ira y confusión por lo que acababa de presenciar, me levanté del suelo con determinación. Las lágrimas recorrían mis mejillas, una mezcla de dolor físico y emocional ante la violenta reacción de mi madre al enterarse de mi embarazo. En ese momento, sentí una oleada de tristeza y desamparo, pero también una fortaleza interior que se aferraba a la esperanza de un futuro mejor para mí y mi bebé. Mi madre me había golpeado al darse cuenta que estaba embarazada. y ahora Damon le había dicho que él era el papá de ese bebé; sin embargo, yo no estaba segura de si era de él o de Maxon. — ¡Raquel, ¿qué hiciste?! —gritó Damon, su rostro enrojecido por la ira mientras observaba horrorizado cómo me había golpeado. Mi hermana Romina, Maxon y mi padre miraban con sorpresa, pero ninguno de ellos me había defendido . — ¡Damon, no te metas! ¡Luz Marina te exijo que me digas que es mentira! ¡Mi hija no puede estar embarazada de este tipo!—respondió mi