Cuando subieron al barco, lograron divisar que en el cielo se estaba formando una gran tormenta. Rayos y relámpagos iluminaban el horizonte mientras las gotas de agua comenzaban a empaparlos. —Deberíamos abordar en una isla, señor Chrysler —le indicó uno de sus hombres, mirando al cielo con preocupación. —No me detendré hasta llegar a aguas internacionales —respondió Maxon con determinación fría. Sabía bien lo que significaba estar en aguas internacionales: una zona fuera de la jurisdicción de cualquier estado, un lugar sin ley. Maxon podría hacer lo que quisiera y no habría consecuencias. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo cuando él me tomó por la cintura y dejó pequeños besos en mi cuello. —Tal vez le deje al niño a Damon, no quiero ser tan cruel con mi primito —murmuró con una sonrisa maliciosa. —Eres un desgraciado, Maxon —responde Luzma con rabia. —No era lo que querías, Luzma, a tu hijo lejos de mí. Sabes que tus deseos son órdenes, mi amor. —Te odio.— Espeta
Luz Marina Hoffmann Aún no puedo creer que todo lo que ocurrió sea real. Que Maxon Chrysler haya sido parte de mi vida. Él convirtió mi vida y la de muchas mujeres en un infierno completo. Asesinó, secuestró y vendió seres humanos, pero también sufrió. Fue víctima y verdugo en la delincuencia armada. Su muerte dejó más dolor que alivio, especialmente para las víctimas que deseaban que pagara con cárcel por las vidas que destruyó. Pero él siempre encontraría la manera de escapar de la justicia. La única forma de terminar con él fue su muerte. Nuestras balas no lo mataron. Murió ahogado en menos de cinco minutos. Muchos dicen que no sufrió lo que merecía, pero para mí, la sensación de que el aire se escapa de tus pulmones es horrible, y no puedes hacer nada. En estos momentos me siento en paz, con mi pequeño Raúl en brazos. Acaba de tomar el pecho y está completamente dormido. Las gemelas y Diego se durmieron gracias a los cuentos de Damon. Mi bebé es un angelito que descon
Mi nombre es Luz Marina Hoffman y soy la menor de la familia Hoffman, conocidos por dirigir una de las empresas más importantes de Estados Unidos en el ámbito de la arquitectura. Desde pequeña, he crecido entre planos, maquetas y el constante murmullo de la construcción. Hace un año todo en mi vida cambió. Un fatídico accidente automovilístico se llevó la vida de mi hermano mayor, Benjamín. Conduciendo aquel día, perdí no solo el control del vehículo, sino también el control de mi propia vida. La culpa me consumía, me ahogaba en un mar de remordimientos y dolor. Intenté poner fin a mi sufrimiento más de una vez, pero mi familia, preocupada por mi bienestar, tomó la difícil decisión de internarme en una clínica. Después de meses de luchar contra la oscuridad, finalmente me dieron el alta y pude abandonar la clínica. Mi primer pensamiento fue para Maxon Chrysler, mi prometido, el hombre que ha sido mi roca en medio de la tormenta. Sin embargo, decidí ir a mi casa a prepararme primero.
Sentí un profundo dolor al recordar la manera en que mis padres me echaron de casa aquella vez. Salí de la clínica, deseando desesperadamente su apoyo, pero sabía que era una esperanza vana. Me enteré de la próxima boda de Maxon y Romina, y supe que habían organizado una lujosa cena de compromiso en uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad. No quería asistir. Me sentía herida, traicionada, abandonada. Pero mi tío Rodrigo insistió en que era necesario reconciliarme con mi familia, que son todo lo que tengo en este mundo. Como estoy viviendo con él en su casa, no pude negarme a su petición. Con el corazón en un puño, elegí un vestido negro y me dirigí a la cena. Al entrar en la sala, el ambiente estaba tenso. Mis padres, Romina y Maxon estaban allí, junto con su madre y padrastro. Una oleada de emociones contradictorias me invadió al ver sus rostros familiares. Había tanto dolor, tanto resentimiento, tanto por decir y tan poco que podía hacer para cambiar las cosas. —Muchas grac
Me desperté en un estado de confusión total. Mis recuerdos de la noche anterior eran vagos y distorsionados, como si estuvieran cubiertos por una densa niebla. Sentí el suave roce de las sábanas contra mi piel desnuda, mientras mi intimidad ardía con un dolor punzante. Traté de reconstruir lo que había ocurrido, pero solo lograba recordar fragmentos borrosos. Recordaba la sensación de ser arrastrada por la pasión, el calor del deseo envolviéndonos mientras nos entregábamos al éxtasis del momento. Pero las imágenes eran borrosas, como si estuvieran fuera de foco, y apenas podía recordar los detalles. A medida que mi mente luchaba por encontrar claridad, un pensamiento se abrió paso con fuerza: el desconocido con el que había compartido la noche era increíblemente hábil en la cama. Mucho mejor que Maxon, mi exnovio, y además, tenía un tamaño que me dejó sin aliento. El hombre se encontraba desnudo de espaldas durmiendo a mi lado en el hotel; sin embargo, sentí mucha vergüenza y recogí
Damon Chrysler. Me dirigí en mi vehículo hacia las empresas Hoffman, con una determinación ardiente ardiendo en mi pecho. Hoy, finalmete inicia mi venganza. Mientras manejaba, cada pensamiento estaba enfocado en el momento que estaba por llegar, en la oportunidad de hacer justicia por todo lo que me habían arrebatado. Cuando llegué a la empresa, me bajé del auto y caminé con paso firme hacia la entrada, acompañado por mi abogado de confianza. Al entrar en la sala de reuniones, pude sentir la mirada de sorpresa y desconcierto de Raquel, Maxon, Rodrigo y los demás socios e inversionistas quienes no me conocen. Con la cabeza en alto y una expresión imperturbable en el rostro, tomé mi lugar en la mesa, listo para enfrentarlos y hacerles pagar por todo el daño que me habían causado. —¿Quién eres tú y qué haces aquí? Esta es una reunión de socios de las empresas Hoffman —pregunta Raquel con sorpresa, su ceño fruncido en confusión. —Es evidente que no me reconocen. Soy Damon Chrysler,
Luzma. Durante los últimos dos días, mi casa ha sido un campo de batalla emocional con Damon Chrysler en el centro de la contienda. Mi mamá lo detesta, al igual que Maxon. Sin embargo, mi abuela y tío Rodrigo lo veneran, aferrados a la imagen del niño que una vez fue. A mí, sinceramente, me tiene sin cuidado, pero debo admitir que me alivia no ser el foco de atención por un momento. Ahora mismo, estoy disfrutando de un tranquilo momento en la sala de estar, tratando de seguir una serie mientras devoro un delicioso helado. Es sorprendente cómo el chocolate, que solía detestar, ahora es mi mayor antojo. —Es increíble que estés tan tranquila con todo lo que está pasando en la empresa— comentó Romina con un tono de preocupación en su voz. —A ti te importa menos que a mí la empresa, Romina— respondo con calma mientras continuaba viendo mi serie. Romina ni siquiera estudio. Ella dejo la universidad y se dedico al modelaje y si ahora le importa es la empresa es por la presión de mam
Luz Marina Hoffman. Aún no entiendo cómo logré liberarme de los brazos de Damon, pero finalmente lo conseguí. Me resistí con todas mis fuerzas; él no iba a permitir que hiciéramos el amor en un carro. Además, ni siquiera lo conocía, y no era mi estilo. Aunque debo reconocer que nunca antes me había pasado con un hombre y que me hiciera perder la cordura de esa manera. Después de nuestra breve pero intensa interacción, Damon me prestó su saco para cubrirme. Agradecida, tomé el saco y me dirigí hacia el hotel. Subí a mi habitación, con la mente aún nublada por la experiencia vivida en el estacionamiento. Sin embargo, al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa desagradable. Sentado en la cama, con una expresión de furia contenida, estaba Maxon. Su mirada me atravesó como una daga, llenándome de incomodidad y culpabilidad. -¿Qué haces en mi habitación, Maxon? -exclame con sorpresa, mi voz temblorosa por la confusión y el desconcierto. -¿Dónde m****a estabas, Luz Marina, y de qui