Nos encontrábamos completamente agotados, pero teníamos que visitar a Alexis Madrigal. Mi madre y Lucía cuidarían de Raúl mientras tanto. Nuestros tres terremotos pasarían el día con sus tíos Jaqueline, Matt, y el pequeño Rodrigo.—¿Cómo está el amor de mi vida? —le pregunté a Luzma, dejándole un beso en los labios. Noté que mi hermana Lucía reía mientras sostenía al bebé en brazos.Luzma rió —Raúl está perfecto.—Me expresaré mejor: ¿cómo están mis bebés? Mi campeón consentido y la mujer que me vuelve loco.—Sigo sin entender quién es esa mujer —bromeó ella, sonriendo.—Muy graciosa, Luzma.Luego, cambié mi tono a uno más serio. —Mi amor, debo decirte algo importante. He aumentado la seguridad porque esta mañana Maxon Chrysler escapó de prisión.—No es posible, Damon —Luzma quedó pálida.—Sí, ese miserable ha escapado y encontraron el cuerpo de Mark Denovan, su abogado.— Informe —¿Hay escoltas en casa de Jaqueline cuidando a nuestros bebés, verdad? —preguntó ella, preocupada.—Sí, c
No puedo creer que mi bebé esté desaparecido, o más bien, en manos de ese maldito asesino. Solamente me consuela saber que él no sería capaz de hacerle daño. Lo quiere para tenerme a mí. Toda mi familia está devastada. En estos momentos estoy encerrada en mi habitación, en el suelo, abrazada a su ropita. Lo necesito más que a nadie en el mundo; moriré si no lo vuelvo a ver.—Luzma, mi amor. —Mi papá intenta abrazarme, pero yo me alejo.—Déjame tranquila. —Mi voz es un susurro quebrado.—Te juro que Maxon pagará todo lo que hizo, lo mataré. —Su voz está cargada de furia contenida.—Nunca más lo veré. —No logro controlar mis sollozos.—Te juro que lo volverás a ver, necesitamos irnos, Luzma. No es seguro aquí.Negué con la cabeza. —Si Maxon vuelve, quiero que me encuentre acá y que me lleve con él.—Todos te están esperando abajo, Luzma. —Su tono es suplicante, pero firme.No tuve opción y debí bajar a la sala con los demás. Damon me estrechó entre sus brazos y dejó un beso en mi mejill
Me desperté confundida y desconcertada, observando a mi alrededor y encontrándome en un jardín con pasto verde sin ninguna otra planta. El sol estaba muy fuerte y su impacto en mi rostro me cegaba. Intenté moverme, pero era imposible porque tenía las muñecas esposadas. Observé a la distancia y me percaté de que Maxon estaba sentado, y lo que más me desconcertó fue ver a Romina a su lado, sentada en su regazo dándole un beso. Por lo que hablé con papá, él creía que Maxon le había hecho daño a su hija, pero por lo que veo, ella está muy bien. —Mira quién despertó, mi amor —se burla mi hermana. Maxon la empuja para levantarse del asiento y se acerca a mí. Impacta su puño en mi rostro, logrando que mi labio sangre. —¿Dónde está mi hijo? —le pregunté entre lágrimas. —No soporto las traiciones, Luzma, tú lo sabías perfectamente —él lleva sus manos a mis mejillas, deteniendo mis lágrimas—. Me dejaste por ese imbécil y te juré que lo pagarías. —¡Deberías matarla de una vez! —l
Maxon Chrysler En este instante, estoy observando a Luz Marina. Cuando creí que era suficiente su castigo, ordené a mis hombres que le quitaran las esposas y la cargué en brazos hasta llegar a mi habitación.Me percaté de que ella está ardiendo en fiebre, por eso procedí a desnudarla y sumergirla en la tina con agua tibia. También ordené a los sirvientes que le preparen la cena y le suministren medicamentos para que se sienta mejor.—Ella debe estar fuerte y sana para el viaje de mañana, será nuestro último día en este país —pensé en voz alta mientras la observaba.En cada rincón del país circula mi fotografía, por ese motivo debo irme cuanto antes. Además, sé perfectamente que Madrigal no descansará hasta atraparme.Luzma apenas está consciente, por ese motivo yo debo bañarla. Antes que nada, me encargué de enjuagar su cabello con shampoo y acondicionador, debí quitarle un prendedor en forma de mariposa que adornaba su cabello.Recogí su cabello en un rodete para que no le molestara
Luz Marina Hoffmann—¿Está bien, señora? No deja de temblar —me pregunta una de las sirvientas encargadas de atenderme. Ella también se encarga de cuidar a mi bebé. Es una anciana y se ve buena persona.—Estoy perfecta. ¿No has visto un broche en forma de mariposa?— Pregunté —Claro, lo dejó en la tina. Al niño Nicolás no le gusta la mamila, no puedo lograr que la tome.— Comenta preocupada.—Su nombre es Raúl y yo me encargo de él. Usted vaya a buscar mi broche.— Le indique —Sí, señora —ella asiente y se aleja.Cargo a mi bebé entre mis brazos y dejo un beso en su mejilla. De inmediato abro mi blusa para alimentarlo. Él se prende de mi pezón y comienza a succionar.—No sé qué haré, pero tú serás libre, Raúl. Siempre recuerda que mami y papi te adoran.— Le prometí a mi bebé— Tú y tus hermanos serán libres.—No le mientas al niño —dice Romina al llegar.—Tú no me dirijas la palabra.— Rodeé los ojos.—Es la verdad. Tú te irás muy lejos y convenceré a Maxon de que se deshaga de él.— Se
Romina está aterrada, se aferra al prendedor que le entregó Luzma con la esperanza de ser liberada. Se encuentra en el sótano del barco, encerrada y rodeada de cientos de mujeres que no dejan de llorar. Nunca se imaginó estar en esta situación: separada de su familia y a punto de ser vendida como mercancía a un hombre que le produce náuseas.—Quiero a mi mamá —solloza la niña más pequeña, que tiene unos diez años.—Yo también —Romina no controla sus lágrimas.En los momentos en los cuales sientes que puedes morir, solo piensas en tus seres queridos y en que nunca más los verás. Ella recuerda con nostalgia la última vez que vio a su madre, cuando Raquel le suplicó que cambiara de vida, pero ella solamente se burló y le dijo que no quería volver a verla nunca.Las mujeres intentaron cubrirse lanzándose al suelo cuando escucharon disparos y movimientos extraños en el barco.“Soy muy joven para morir,” piensa Romina para sí misma.Al cabo de unos minutos se abrió el sótano, y ella suspiró
Cuando subieron al barco, lograron divisar que en el cielo se estaba formando una gran tormenta. Rayos y relámpagos iluminaban el horizonte mientras las gotas de agua comenzaban a empaparlos. —Deberíamos abordar en una isla, señor Chrysler —le indicó uno de sus hombres, mirando al cielo con preocupación. —No me detendré hasta llegar a aguas internacionales —respondió Maxon con determinación fría. Sabía bien lo que significaba estar en aguas internacionales: una zona fuera de la jurisdicción de cualquier estado, un lugar sin ley. Maxon podría hacer lo que quisiera y no habría consecuencias. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo cuando él me tomó por la cintura y dejó pequeños besos en mi cuello. —Tal vez le deje al niño a Damon, no quiero ser tan cruel con mi primito —murmuró con una sonrisa maliciosa. —Eres un desgraciado, Maxon —responde Luzma con rabia. —No era lo que querías, Luzma, a tu hijo lejos de mí. Sabes que tus deseos son órdenes, mi amor. —Te odio.— Espeta
Luz Marina Hoffmann Aún no puedo creer que todo lo que ocurrió sea real. Que Maxon Chrysler haya sido parte de mi vida. Él convirtió mi vida y la de muchas mujeres en un infierno completo. Asesinó, secuestró y vendió seres humanos, pero también sufrió. Fue víctima y verdugo en la delincuencia armada. Su muerte dejó más dolor que alivio, especialmente para las víctimas que deseaban que pagara con cárcel por las vidas que destruyó. Pero él siempre encontraría la manera de escapar de la justicia. La única forma de terminar con él fue su muerte. Nuestras balas no lo mataron. Murió ahogado en menos de cinco minutos. Muchos dicen que no sufrió lo que merecía, pero para mí, la sensación de que el aire se escapa de tus pulmones es horrible, y no puedes hacer nada. En estos momentos me siento en paz, con mi pequeño Raúl en brazos. Acaba de tomar el pecho y está completamente dormido. Las gemelas y Diego se durmieron gracias a los cuentos de Damon. Mi bebé es un angelito que descon