Maxon Chrysler En este instante, estoy observando a Luz Marina. Cuando creí que era suficiente su castigo, ordené a mis hombres que le quitaran las esposas y la cargué en brazos hasta llegar a mi habitación.Me percaté de que ella está ardiendo en fiebre, por eso procedí a desnudarla y sumergirla en la tina con agua tibia. También ordené a los sirvientes que le preparen la cena y le suministren medicamentos para que se sienta mejor.—Ella debe estar fuerte y sana para el viaje de mañana, será nuestro último día en este país —pensé en voz alta mientras la observaba.En cada rincón del país circula mi fotografía, por ese motivo debo irme cuanto antes. Además, sé perfectamente que Madrigal no descansará hasta atraparme.Luzma apenas está consciente, por ese motivo yo debo bañarla. Antes que nada, me encargué de enjuagar su cabello con shampoo y acondicionador, debí quitarle un prendedor en forma de mariposa que adornaba su cabello.Recogí su cabello en un rodete para que no le molestara
Luz Marina Hoffmann—¿Está bien, señora? No deja de temblar —me pregunta una de las sirvientas encargadas de atenderme. Ella también se encarga de cuidar a mi bebé. Es una anciana y se ve buena persona.—Estoy perfecta. ¿No has visto un broche en forma de mariposa?— Pregunté —Claro, lo dejó en la tina. Al niño Nicolás no le gusta la mamila, no puedo lograr que la tome.— Comenta preocupada.—Su nombre es Raúl y yo me encargo de él. Usted vaya a buscar mi broche.— Le indique —Sí, señora —ella asiente y se aleja.Cargo a mi bebé entre mis brazos y dejo un beso en su mejilla. De inmediato abro mi blusa para alimentarlo. Él se prende de mi pezón y comienza a succionar.—No sé qué haré, pero tú serás libre, Raúl. Siempre recuerda que mami y papi te adoran.— Le prometí a mi bebé— Tú y tus hermanos serán libres.—No le mientas al niño —dice Romina al llegar.—Tú no me dirijas la palabra.— Rodeé los ojos.—Es la verdad. Tú te irás muy lejos y convenceré a Maxon de que se deshaga de él.— Se
Romina está aterrada, se aferra al prendedor que le entregó Luzma con la esperanza de ser liberada. Se encuentra en el sótano del barco, encerrada y rodeada de cientos de mujeres que no dejan de llorar. Nunca se imaginó estar en esta situación: separada de su familia y a punto de ser vendida como mercancía a un hombre que le produce náuseas.—Quiero a mi mamá —solloza la niña más pequeña, que tiene unos diez años.—Yo también —Romina no controla sus lágrimas.En los momentos en los cuales sientes que puedes morir, solo piensas en tus seres queridos y en que nunca más los verás. Ella recuerda con nostalgia la última vez que vio a su madre, cuando Raquel le suplicó que cambiara de vida, pero ella solamente se burló y le dijo que no quería volver a verla nunca.Las mujeres intentaron cubrirse lanzándose al suelo cuando escucharon disparos y movimientos extraños en el barco.“Soy muy joven para morir,” piensa Romina para sí misma.Al cabo de unos minutos se abrió el sótano, y ella suspiró
Cuando subieron al barco, lograron divisar que en el cielo se estaba formando una gran tormenta. Rayos y relámpagos iluminaban el horizonte mientras las gotas de agua comenzaban a empaparlos. —Deberíamos abordar en una isla, señor Chrysler —le indicó uno de sus hombres, mirando al cielo con preocupación. —No me detendré hasta llegar a aguas internacionales —respondió Maxon con determinación fría. Sabía bien lo que significaba estar en aguas internacionales: una zona fuera de la jurisdicción de cualquier estado, un lugar sin ley. Maxon podría hacer lo que quisiera y no habría consecuencias. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo cuando él me tomó por la cintura y dejó pequeños besos en mi cuello. —Tal vez le deje al niño a Damon, no quiero ser tan cruel con mi primito —murmuró con una sonrisa maliciosa. —Eres un desgraciado, Maxon —responde Luzma con rabia. —No era lo que querías, Luzma, a tu hijo lejos de mí. Sabes que tus deseos son órdenes, mi amor. —Te odio.— Espeta
Luz Marina Hoffmann Aún no puedo creer que todo lo que ocurrió sea real. Que Maxon Chrysler haya sido parte de mi vida. Él convirtió mi vida y la de muchas mujeres en un infierno completo. Asesinó, secuestró y vendió seres humanos, pero también sufrió. Fue víctima y verdugo en la delincuencia armada. Su muerte dejó más dolor que alivio, especialmente para las víctimas que deseaban que pagara con cárcel por las vidas que destruyó. Pero él siempre encontraría la manera de escapar de la justicia. La única forma de terminar con él fue su muerte. Nuestras balas no lo mataron. Murió ahogado en menos de cinco minutos. Muchos dicen que no sufrió lo que merecía, pero para mí, la sensación de que el aire se escapa de tus pulmones es horrible, y no puedes hacer nada. En estos momentos me siento en paz, con mi pequeño Raúl en brazos. Acaba de tomar el pecho y está completamente dormido. Las gemelas y Diego se durmieron gracias a los cuentos de Damon. Mi bebé es un angelito que descon
Mi nombre es Luz Marina Hoffman y soy la menor de la familia Hoffman, conocidos por dirigir una de las empresas más importantes de Estados Unidos en el ámbito de la arquitectura. Desde pequeña, he crecido entre planos, maquetas y el constante murmullo de la construcción. Hace un año todo en mi vida cambió. Un fatídico accidente automovilístico se llevó la vida de mi hermano mayor, Benjamín. Conduciendo aquel día, perdí no solo el control del vehículo, sino también el control de mi propia vida. La culpa me consumía, me ahogaba en un mar de remordimientos y dolor. Intenté poner fin a mi sufrimiento más de una vez, pero mi familia, preocupada por mi bienestar, tomó la difícil decisión de internarme en una clínica. Después de meses de luchar contra la oscuridad, finalmente me dieron el alta y pude abandonar la clínica. Mi primer pensamiento fue para Maxon Chrysler, mi prometido, el hombre que ha sido mi roca en medio de la tormenta. Sin embargo, decidí ir a mi casa a prepararme primero.
Sentí un profundo dolor al recordar la manera en que mis padres me echaron de casa aquella vez. Salí de la clínica, deseando desesperadamente su apoyo, pero sabía que era una esperanza vana. Me enteré de la próxima boda de Maxon y Romina, y supe que habían organizado una lujosa cena de compromiso en uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad. No quería asistir. Me sentía herida, traicionada, abandonada. Pero mi tío Rodrigo insistió en que era necesario reconciliarme con mi familia, que son todo lo que tengo en este mundo. Como estoy viviendo con él en su casa, no pude negarme a su petición. Con el corazón en un puño, elegí un vestido negro y me dirigí a la cena. Al entrar en la sala, el ambiente estaba tenso. Mis padres, Romina y Maxon estaban allí, junto con su madre y padrastro. Una oleada de emociones contradictorias me invadió al ver sus rostros familiares. Había tanto dolor, tanto resentimiento, tanto por decir y tan poco que podía hacer para cambiar las cosas. —Muchas grac
Me desperté en un estado de confusión total. Mis recuerdos de la noche anterior eran vagos y distorsionados, como si estuvieran cubiertos por una densa niebla. Sentí el suave roce de las sábanas contra mi piel desnuda, mientras mi intimidad ardía con un dolor punzante. Traté de reconstruir lo que había ocurrido, pero solo lograba recordar fragmentos borrosos. Recordaba la sensación de ser arrastrada por la pasión, el calor del deseo envolviéndonos mientras nos entregábamos al éxtasis del momento. Pero las imágenes eran borrosas, como si estuvieran fuera de foco, y apenas podía recordar los detalles. A medida que mi mente luchaba por encontrar claridad, un pensamiento se abrió paso con fuerza: el desconocido con el que había compartido la noche era increíblemente hábil en la cama. Mucho mejor que Maxon, mi exnovio, y además, tenía un tamaño que me dejó sin aliento. El hombre se encontraba desnudo de espaldas durmiendo a mi lado en el hotel; sin embargo, sentí mucha vergüenza y recogí