Mi nombre es Luz Marina Hoffman y soy la menor de la familia Hoffman, conocidos por dirigir una de las empresas más importantes de Estados Unidos en el ámbito de la arquitectura. Desde pequeña, he crecido entre planos, maquetas y el constante murmullo de la construcción.
Hace un año todo en mi vida cambió. Un fatídico accidente automovilístico se llevó la vida de mi hermano mayor, Benjamín. Conduciendo aquel día, perdí no solo el control del vehículo, sino también el control de mi propia vida. La culpa me consumía, me ahogaba en un mar de remordimientos y dolor. Intenté poner fin a mi sufrimiento más de una vez, pero mi familia, preocupada por mi bienestar, tomó la difícil decisión de internarme en una clínica. Después de meses de luchar contra la oscuridad, finalmente me dieron el alta y pude abandonar la clínica. Mi primer pensamiento fue para Maxon Chrysler, mi prometido, el hombre que ha sido mi roca en medio de la tormenta. Sin embargo, decidí ir a mi casa a prepararme primero. Me sorprendí al notar que no había nadie. Subí a mi habitación y escuché gemidos en la habitación de mi hermana, su cuarto queda al lado del mío.Pero en el momento en que crucé el umbral, el tiempo pareció detenerse. Mis ojos s posaron en una escena que me heló hasta lo más profundo de mi ser: Maxon, mi amado Maxon, estaba haciendo el amor con una mujer. Y no era cualquier mujer, era mi hermana, Romina, la única familia que me quedaba. El dolor me golpeó como un puñetazo en el estómago, robándome el aliento. Las lágrimas nublaron mi vista mientras mi mente luchaba por procesar lo que veía. ¿Cómo podía ser posible? ¿Cómo podía Maxon traicionarme de esta manera, con la persona que más confiaba? — ¿Qué haces Maxon?— pregunté sintiendo que las lágrimas resbalan sobre mis mejillas. En ese momento, ambos se separaron y él se levantó de la cama, mirándome mientras acomodaba sus pantalones. —¿Nena, que haces aquí?— Pregunta él — No es lo que crees. — No es evidente, soy la mujer de Maxon.¿Acaso creías que te esperaría toda la vida, Luz Marina?— Pregunta Romina mientras cubre su desnudez con las sábanas y esboza una sonrisa. — No me toques nunca más en la vida, me vuelvas a tocar, Maxon Chrysler.— Me solté de su agarre cuando él sostuvo mi brazo y le pegué una bofetada. — Todo tiene una explicación, Luz Marina.— Pronuncia él — ¡Maxon jamás podría amar a una asesina como tú, Luz Marina!Mataste a nuestro propio hermano.— Me acusa Romina. — Cállate, Romina. ¿Crees que puedes hacerme daño tan fácilmente?—.gruñí, con la voz temblorosa y llena de ira. Romina se encogió de hombros, con sarcasmo en los ojos. —¿Hacerme daño? Mi querida hermana, tú te lo buscaste. Creíste que siempre tendrías el control, pero te equivocaste. Maxon está cansado de que finjas ser pura, ¿acaso crees que eres la Virgen María? Necesita a alguien como yo que pueda satisfacer sus necesidades, una mujer de verdad— Se burla Sacudí la cabeza, intentando negar sus palabras. No podía creer que Maxon había olvidado todo lo que habíamos vivido. Éramos novios desde que yo tenía dieciséis años, él fue el primero en todo. Sentí una oleada de vértigo, como si el mundo entero diera vueltas. Retrocedí unos pasos y me apoyé en la pared. No sabía cómo iba a afrontar esta dura realidad, no sabía cómo iba a seguir adelante con mi vida. Maxon se hizo a un lado, con los ojos llenos de vacilación y dolor. Parecía a punto de decir algo, pero fue interrumpido nuevamente por Romina. —Deja de actuar patético Luzma— Romina se burló—Mi amor, Maxon, deberías haberle dicho la verdad hace mucho tiempo. Maxon bajó la cabeza, sus hombros temblando ligeramente—Luzmq, amor, yo... —¡Basta! —grité, interrumpiéndole. Sentí una oleada de náuseas, como si fuera a vomitar. Me di vuelta y salí furiosa de la habitación, con lágrimas cayendo involuntariamente por mi rostro, mientras las burlas de Romina y los gritos de Maxon venían detrás de mí. Justo cuando caía en la desesperación, Romina y Maxon me alcanzaron. Se pararon frente a mí, Romina con una sonrisa de suficiencia en su rostro y Maxon con culpa e inquietud en sus ojos. —¿Pensaste que podrías escapar, Luz Marina?— Romina se burló—Maxon me ha elegido, tú sólo eres una perdedora. Las fulminé con la mirada, la ira ardiendo en mí. —¡Las dos son unas mentirosas! Maxon, ¿cómo has podido hacerme esto? ¿Cómo has podido traicionarme después de todo lo que hemos pasado juntos?.¡Los dos sois basura! No merecen mi perdón. Se merecen el uno al otro. Romina, sin embargo, de repente estalló en carcajadas, su risa aguda y punzante.—¿Perdón? ¡Tú eres la que debería pedir perdón, Luz Marina! Tú mataste a nuestro hermano, ¡tú eres la verdadera asesina! -¡Repito que yo no maté a mi hermano! Romina se burló, con los ojos llenos de burla y desdén.—¿No lo mataste?.Incluso tú fuiste a un hospital psiquiátrico para alejarte de todo, ¿hasta dónde puedes llegar para escapar de la ley? Además de demente tienes amnesia. Maxon se hizo a un lado, con los ojos llenos de dolor y lucha. Parecía querer decir algo, pero de nuevo Romina lo interrumpió. Me di vuelta para irme, no quería tener nada más que ver con ellos. Pero Romina me alcanzó, me agarró del brazo y me tiró al suelo con fuerza luego me pegó una bofetada.Sentí un dolor agudo, como si se me rompieran los huesos. —¡Puta! Asesina—Gritó—¿Crees que puedes escapar de la ley? Para mi sorpresa, Maxon se abalanzó de repente. Empujó a Romina con tanta fuerza que la estampó contra la pared. —¡Ya basta!—Rugió—No se trata de Luzma, es mi decisión. Romina se quedó helada, no parecía esperar que Maxon de repente me defendiera. Miró a Maxon con ira e incredulidad en los ojos. —¿De qué ...... estás hablando?— Tartamudeó—Eres mi hombre, deberías estar de mi lado. Maxon sacudió la cabeza, con ojos firmes y decididos.—Es que no quiero un escándalo en vísperas de nuestra boda, vuelve atrás. —¿De qué discutís en el patio? —Oí a mi madre bajar las escaleras, nunca le he caído bien, incluso sospecho que no soy su verdadera hija. —Mamá, Romina....— Intente explicar. —¡Cállate, no te atrevas a difamar a tu hermana!.¿Qué haces aquí? Lárgate, Luz Marina — mamá me espetó, con los ojos llenos de ira y desprecio. — Mamá, he venido a verlos.— respondí con determinación, intentando acercarme para abrazarla, pero ella me empujó. — Mamá tiene razón, no tienes derecho a estar aquí. Tú mataste a nuestro hermano — Romina me espetó, con los ojos llenos de ira y dolor, señalándome con el dedo acusador. — Cállate, Romina. Yo nunca dañaría a Ben — respondí, tratando de contener el torrente de emociones que amenazaban con desbordarse. — Pero lo hiciste, Luz Marina. Acabaste con la vida de nuestro hermano. Lo hiciste — insistió, con voz acusante. — Romina tú no eres quién para juzgarme.— Respondí — Tú y Max.... — No permitiré que ofendas a mi hija.—Me advierte mi madre. — Ya es suficiente las dos... — intervino mi padre quién se acercó detrás de mi madre, con voz firme, tratando de poner fin a la confrontación que se desataba entre nosotras. —Por favor, hija vete, ya no le causes más dolor a tu madre.— Suplica mi padre. —¿Papá tú también crees que fue mi culpa?— Le pregunté sintiendo que las lágrimas se acumulaban en mis mejillas. —¡Vete por favor Luz Marina!— Me suplica papá. — Jamás debiste salir de la clínica, por tu culpa tu hermano está muerto. Siempre deberás cargar con su muerte.— Me acuso mi madre no antes de pegarme una bofetada. No logré dejar de llorar.Sentí un profundo dolor al recordar la manera en que mis padres me echaron de casa aquella vez. Salí de la clínica, deseando desesperadamente su apoyo, pero sabía que era una esperanza vana. Me enteré de la próxima boda de Maxon y Romina, y supe que habían organizado una lujosa cena de compromiso en uno de los hoteles más exclusivos de la ciudad. No quería asistir. Me sentía herida, traicionada, abandonada. Pero mi tío Rodrigo insistió en que era necesario reconciliarme con mi familia, que son todo lo que tengo en este mundo. Como estoy viviendo con él en su casa, no pude negarme a su petición. Con el corazón en un puño, elegí un vestido negro y me dirigí a la cena. Al entrar en la sala, el ambiente estaba tenso. Mis padres, Romina y Maxon estaban allí, junto con su madre y padrastro. Una oleada de emociones contradictorias me invadió al ver sus rostros familiares. Había tanto dolor, tanto resentimiento, tanto por decir y tan poco que podía hacer para cambiar las cosas. —Muchas grac
Me desperté en un estado de confusión total. Mis recuerdos de la noche anterior eran vagos y distorsionados, como si estuvieran cubiertos por una densa niebla. Sentí el suave roce de las sábanas contra mi piel desnuda, mientras mi intimidad ardía con un dolor punzante. Traté de reconstruir lo que había ocurrido, pero solo lograba recordar fragmentos borrosos. Recordaba la sensación de ser arrastrada por la pasión, el calor del deseo envolviéndonos mientras nos entregábamos al éxtasis del momento. Pero las imágenes eran borrosas, como si estuvieran fuera de foco, y apenas podía recordar los detalles. A medida que mi mente luchaba por encontrar claridad, un pensamiento se abrió paso con fuerza: el desconocido con el que había compartido la noche era increíblemente hábil en la cama. Mucho mejor que Maxon, mi exnovio, y además, tenía un tamaño que me dejó sin aliento. El hombre se encontraba desnudo de espaldas durmiendo a mi lado en el hotel; sin embargo, sentí mucha vergüenza y recogí
Damon Chrysler. Me dirigí en mi vehículo hacia las empresas Hoffman, con una determinación ardiente ardiendo en mi pecho. Hoy, finalmete inicia mi venganza. Mientras manejaba, cada pensamiento estaba enfocado en el momento que estaba por llegar, en la oportunidad de hacer justicia por todo lo que me habían arrebatado. Cuando llegué a la empresa, me bajé del auto y caminé con paso firme hacia la entrada, acompañado por mi abogado de confianza. Al entrar en la sala de reuniones, pude sentir la mirada de sorpresa y desconcierto de Raquel, Maxon, Rodrigo y los demás socios e inversionistas quienes no me conocen. Con la cabeza en alto y una expresión imperturbable en el rostro, tomé mi lugar en la mesa, listo para enfrentarlos y hacerles pagar por todo el daño que me habían causado. —¿Quién eres tú y qué haces aquí? Esta es una reunión de socios de las empresas Hoffman —pregunta Raquel con sorpresa, su ceño fruncido en confusión. —Es evidente que no me reconocen. Soy Damon Chrysler,
Luzma. Durante los últimos dos días, mi casa ha sido un campo de batalla emocional con Damon Chrysler en el centro de la contienda. Mi mamá lo detesta, al igual que Maxon. Sin embargo, mi abuela y tío Rodrigo lo veneran, aferrados a la imagen del niño que una vez fue. A mí, sinceramente, me tiene sin cuidado, pero debo admitir que me alivia no ser el foco de atención por un momento. Ahora mismo, estoy disfrutando de un tranquilo momento en la sala de estar, tratando de seguir una serie mientras devoro un delicioso helado. Es sorprendente cómo el chocolate, que solía detestar, ahora es mi mayor antojo. —Es increíble que estés tan tranquila con todo lo que está pasando en la empresa— comentó Romina con un tono de preocupación en su voz. —A ti te importa menos que a mí la empresa, Romina— respondo con calma mientras continuaba viendo mi serie. Romina ni siquiera estudio. Ella dejo la universidad y se dedico al modelaje y si ahora le importa es la empresa es por la presión de mam
Luz Marina Hoffman. Aún no entiendo cómo logré liberarme de los brazos de Damon, pero finalmente lo conseguí. Me resistí con todas mis fuerzas; él no iba a permitir que hiciéramos el amor en un carro. Además, ni siquiera lo conocía, y no era mi estilo. Aunque debo reconocer que nunca antes me había pasado con un hombre y que me hiciera perder la cordura de esa manera. Después de nuestra breve pero intensa interacción, Damon me prestó su saco para cubrirme. Agradecida, tomé el saco y me dirigí hacia el hotel. Subí a mi habitación, con la mente aún nublada por la experiencia vivida en el estacionamiento. Sin embargo, al abrir la puerta, me encontré con una sorpresa desagradable. Sentado en la cama, con una expresión de furia contenida, estaba Maxon. Su mirada me atravesó como una daga, llenándome de incomodidad y culpabilidad. -¿Qué haces en mi habitación, Maxon? -exclame con sorpresa, mi voz temblorosa por la confusión y el desconcierto. -¿Dónde m****a estabas, Luz Marina, y de qui
Luz Marina Hoffmann. -Es increíble la forma en la que traicionas a tu propia familia -proclamó mamá, su voz llena de indignación cuando llegamos a la casa. Mamá y Romina no dejan de gritarme y mi padre no entiende nada; sin embargo, no interviene. En cuanto a Maxon él se quedó en la empresa arreglando unos asuntos. -Ya basta, mamá. Yo sé por qué tomé esa decisión -respondo, con firmeza en mi voz, enfrentando la mirada de mi madre. -Lo que tú estás es resentida porque Maxon te dejó y se casó conmigo. Eres una m*****a resentida, Luzma -concluyó Romina, con desprecio en su tono. -Damon tiene razón, no podemos pensar únicamente en la familia, sino en el bien de la empresa -intervine, cambiando el rumbo de la conversación-. Damon tiene buenas ideas y una carrera brillante. Además Ben jamás hubiese dejado la empresa en manos de Maxon. Él siempre decía que quería que yo sea su sucesora, no él. -Tú, Luzma. Tú jamás serás nada en la vida -continuó mamá, con desdén en su voz-. No eres más
Luz Marina Hoffman. Cuando finalmente abrí los ojos, me encontré en una cama de hospital, rodeada por el ambiente estéril y tranquilo de la habitación. Mi mirada se posó en el doctor Óscar, quien estaba de pie junto a la cama, revisando algunos papeles con seriedad. A mi lado, vi a Damon, con una expresión preocupada en su rostro, observándome atentamente. Intenté moverme, tratando de levantarme de la cama para averiguar qué había sucedido, pero el médico Óscar rápidamente me detuvo, colocando una mano sobre mi hombro con gentileza pero firmeza. Su mirada seria me indicaba que no debía hacer ningún esfuerzo. — Tranquila— me dijo Óscar con calma. — Necesitas descansar. Estás en el hospital por una razón. —No me acuerdo de nada —murmuré, sintiendo un nudo en la garganta mientras luchaba por recuperar mis recuerdos perdidos. —Te desmayaste y Damon te trajo a la clínica. Estuviste inconsciente durante varias horas —explicó alguien a mi lado, cuya voz reconocí como la de Damon. —No te
Hace algunos días que he salido de la clínica, pero no quise ir a mi casa. No quiero soportar ni a mi mamá, ni a Romina, ni a Maxon. Me estoy quedando con mi tío Rodrigo. Él es el único que me apoya en medio de todo este caos emocional. Su presencia me brinda un poco de consuelo en medio de la tormenta. Aún no sé qué hacer con el bebé. Ni siquiera me he atrevido a ir con el doctor. La idea de enfrentar la realidad de mi embarazo me aterra. Por eso, le pedí a Oscar que no le diga nada a nadie y que respete mi decisión. No estoy lista para lidiar con las opiniones y los juicios de los demás. Necesito tiempo para procesar todo lo que está sucediendo y tomar una decisión que sea la mejor para mí y para el bebé, aunque todavía no tengo ni idea de cuál será esa decisión. Me encuentro frente al espejo, observando mi reflejo con una mezcla de asombro y ansiedad. Mis manos recorren lentamente mi figura, notando los cambios que están ocurriendo en mi cuerpo. Antes, mi estómago era plano, firme