Capítulo 29

Alimceceg intentó detener la caída de Tuva Eke, pero no lo logró y el señor Yul tampoco. Tuva Eke siguió su camino hasta el suelo y Alimceceg solo pudo llegar a su lado poco después de que él se golpeara la cabeza con la piedra del suelo.

—¡Tuva Eke! —gritó mientras los sacudía levemente para ver si reaccionaba. Pero el hombre no lo hizo—. ¡Tuva Eke, despierta!

El señor Yul se agachó junto a ella y suavemente alejó a Tuva Eke de los brazos de ella.

—¿Qué ocurre? —preguntó exaltada—, ¿qué le pasó, señor Yul?

—Señora, hay muchas cosas que usted no sabe de mi amo.

—Ahora me he convertido en su esposa, debo saber qué es lo que le pasa.

—Señora, su esposo está enfermo de gravedad. Él no es una persona normal, ni podr

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