XLII Lo que es necesario hacer
Reino de Arkhamis

Los pesados ojos del general se abrieron y su corazón se sosegó al hallarse en casa, en compañía de su amada. Llevaba ella dos días y dos noches velando su intranquilo sueño, procurando que su fiebre bajara. Había llorado, notó él. Le aferró la mano y le estampó un beso suave sobre los nudillos.

—Casi no regresas esta vez, Camsuq. Mi corazón no soportará una vida así, no lo fuerces, no lo oprimas.

Más besos sobre los dedos, la palma y la muñeca. Acomodó la mano en su mejilla y allí la sostuvo.

—He visto algo con lo que la mayoría sólo sueña, sueños de pesadilla. Muchas estaciones las pasé buscando comprensión sobre el mundo y sus misterios, sus maravillas, pero nada me había sido revelado con tanta claridad y crudeza.

Ella le acarició la mejilla. La sangre derramada por sus heridas lo había dejado al borde de la muerte y en aquel lóbrego sendero la visión se nublaba. Había estado hablando en sueños, palabras sin sentido.

—El rey no lo creyó, ¿quién lo creería? Só
NatsZ

Los humanos se han unido y buscarán la ayuda de los Tarkuts. El colapso de ambos mundos está cada vez más cerca.

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