El sacrificio de Desz ha puesto fin a la guerra, pero la muerte es inevitable y Azot ha partido. ¿Podrá cumplir su promesa de volver junto a Lis?
Una suave caricia en la cabeza sacó a Lis del trance de la somnolencia. Así ella sanaba y, cuando se despertó, ya su cuerpo estaba entero. Casi entero, notó al ver quién la acompañaba. —Ya todo terminó, Lis —le dijo Riu. Él y el ejército habían llegado a Arkhamis sin encontrarse con Dumas sombrío alguno. Y aquellos que sobrevivieron a su posesión habían vuelto a ser los mismos de siempre. —¿Y Desz? ¿Él llegó también? —Él nunca vino, se fue en otra dirección. Tan rápido como al trueno seguían las centellas, Lis dejó el lecho y buscó un caballo. Galopó como tantas veces imaginó mientras veía el bosque de las sombras desde la distancia y soñaba con alcanzarlo. El fin de la guerra había sido tan prodigioso, como si contaran ellos con ayuda divina, y sólo imaginaba a un ser capaz de aquello. Se detuvo en el linde del bosque, impactada por la visión que se desplegaba ante ella, tan irreal como fantástica: Ya los árboles no tenían ojos y la tierra no respiraba. Y la niebla no se volvi
Ella miró por la ventana con la nostalgia de muchas vidas a cuesta. Masajeó su muñeca y se removió en su silla. Llevaba medio día autografiando libros y le dolía el trasero.—¿Ya terminamos? —le preguntó a su editora. La abarrotada librería se iba quedando vacía. —Casi. Una niña corría hacia ella, aferrando el libro contra el pecho. Con los ojos brillantes lo dejó sobre la mesa. —¿Cómo te llamas?—¡Mariana!—¿Te gustó el libro, Mariana? —¡Me encantó! Aunque mi mamá dice que la escritora debió fumarse algo —contó, encogiéndose de hombros. Su comentario le arrancó una sonrisa a la mujer. —Las madres siempre dicen eso, lo importante es lo que tú pienses. Terminó de escribir la dedicatoria y se lo entregó. —Me hubiera gustado que la princesa se quedara con su amado. ¿Podrías escribir otro final? ¿Uno donde sean felices? La escritora le sonrió con indulgencia. —Eso será tarea tuya. Podrías convertirte en escritora y dedicarte a escribir otros finales, unos que te hagan feliz. La
En un rincón del exuberante salón, repleto de nobles y cortesanos ataviados con sus mejores atuendos, el orgulloso rey de los Tarkuts se lamentaba por su cruel e infame destino.—¿Alguien puede decirme por qué estoy aquí?Su consejero, Gentz, tomó la palabra:—Porque debes honrar el acuerdo de paz con los humanos, así mantienes la diplomacia con sus reinos y la paz que tanto anhelamos. Asistir a estos festejos es una acto de buena voluntad y compromiso.—¡¿Y por qué estoy yo aquí?! —exigió saber el general Furr.Desz le pasó un brazo sobre los hombros.—Porque no es justo que yo sufra solo.Furr gruñó.—Lo injusto es que yo siempre pague por tus decisiones. Toda esta gentuza perfumada y engalanada me tiene mareado. No sé cuánto aguante, Desz. —Aguantarás hasta el final, por eso eres el general. Además, oí que el príncipe de Balai también está invitado. Él y Gentz rieron, mientras la furia teñía sutilmente de rojo el rostro de Furr. —No abusen de mi paciencia, ese crío me tiene sin c
"Este mundo es horrible..."Había pasado un tiempo desde que ella se despertara y se reencontrará con Desz, un deseo que le habían concedido las estrellas, una conjunción del espacio y el tiempo que le había traído de regreso a su amor perdido.Él seguía siendo el mismo de entonces; ella ya no lo era, había cambiado tanto como lo había hecho el mundo, uno que él ya no conocía."Hay tanto ruido, ¿cómo logras soportarlo? Si adormezco mis sentidos lo necesario, creo que dejaría de oírme hasta a mí mismo".Desz estaba perdido en sus pensamientos, eso percibió también Furr cuando se encontraron. Hablaron durante horas, lloraron. Nada dijo él sobre dónde había estado por tanto tiempo ni cómo había hecho para regresar. Aseguraba que no lo recordaba, aunque lo más probable era que no quisiera recordarlo.Apagó la luz de la lámpara, sin comprender del todo cómo funcionaba eso de la electricidad y se metió a la cama. Su cabeza reposaba en una almohada visco... viscoalgo, eso le había dicho Lis
No entres al bosque de las sombras si quieres seguir con vida. En el bosque de las sombras los árboles tienen ojos y la tierra respira. En el bosque de las sombras la niebla se vuelve carne y el sol no ilumina. No confíes en lo que ven tus ojos u oyen tus oídos, en el bosque de las sombras todo está perdido. Canción popular. ∽•❇•∽En una fría tarde invadida por la tormenta, los intensos dolores en el abultado vientre de la joven le avisaron que había llegado el momento de recibir a su hijo. Salió a hurtadillas de la casa de su señor luego de coger lo que necesitaba. El lugar escogido para el alumbramiento fue un rincón del establo, entre fardos de heno y las miradas curiosas de las bestias. Se levantó las faldas y pensó en su madre. Si tan sólo la hubiera escuchado. Las madres eran sabias por naturaleza. Sabían sobre el mal y sobre el bosque. Sabían que cosas malas ocurrían donde comenzaba el bosque, pero para ella y su juventud, la curiosi
Reino de Arkhamis, dieciocho años despuésUna celebración sin precedentes se preparaba en el palacio del más próspero de los cinco reinos y dos eran los motivos: el cumpleaños número dieciocho de la princesa Lis, primogénita del rey y veinte años de paz, ese era el tiempo que había pasado desde que derrotaran a sus últimos enemigos, los Dumas, veinte años en que la humanidad pudo prosperar como nunca antes y la palabra guerra terminó cayendo en el olvido.En una de las torres, la joven festejada miraba desde las alturas a los numerosos siervos ir y venir cargando flores y alimentos, tan presurosos y diminutos que parecían hormigas. Ningún detalle debía ser pasado por alto en el gran salón donde se celebraría el banquete, todo debía lucir tan perfecto como la admirada apariencia de la princesa.—La magnificencia de esta fiesta la hará memorable por largo tiempo, tantas personas importantes vendrán a festejarte, trayendo presentes maravillosos. Hay carretas cargadas de ellos amontonándo
Reino de Nuante, veinte años atrás. El enorme palacio reposaba tranquilo en las alturas, desde donde las verdes tierras lucían bañadas por el sol de mediodía. Las únicas voces en el aire eran las de sus ocupantes, que habían visto el correr de los siglos a su alrededor. Nuante era tierra de Tarkuts, bestias vampíricas enfrentadas a los humanos desde tiempos inmemoriales.—El trabajo ya está hecho, mi rey. Acabamos con los últimos Dumas que quedaban —informó con solemnidad el guerrero.El rey, de fríos ojos grises, esbozó una casi imperceptible sonrisa.—Bien. Hay que informarle a Camsuq que hemos cumplido nuestra parte del trato —ordenó.—Si me lo permites, Desz, creo que sería prudente vigilar las aldeas humanas situadas en las fronteras de los territorios de los Dumas. Alguno pudo huir y esconderse entre los humanos. Es bien sabido que tienen la habilidad de modificar su aspecto —dijo un Tarkut de apariencia tan lozana como la del propio rey y cuya sabiduría le había ganado el car
Reino de ArkhamisLis dejó su trono y a los nerviosos invitados que no dejaban de murmurar sobre lo que creían que ocurría. Fue en busca de su padre. Tras ella salió su madre y, al verse sola, Daara las siguió.—¡Regresa ahora mismo al salón! No puedes dejar a tus invitados solos.—No son mis invitados, son los de mi padre. Además, la fiesta ya terminó. ¿No viste la cara de ese hombre? Algo muy malo ha pasado, madre.Las puertas de la habitación donde estaba el rey se abrieron. El mensajero salió raudo junto a Magak, general del ejército real. Luego salió el rey Barlotz. En su tétrica expresión no había rastro de la confiada sonrisa de antes. Incluso la boca le temblaba levemente. —Mi rey, dile a tu hija que regrese con los invitados, nos pone en vergüenza —exigió la reina.—Alira, ahora mismo le informarás a los invitados que pueden seguir disfrutando de nuestra hospitalidad hasta el alba, nosotros no regresaremos. —El rey cogió a Lis de la mano y se encerró con ella en la habitació