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XLV Condiciones
Al amanecer, una caravana humana avanzaba hacia el Paso del alba, con Camsuq y Magak en el centro.

—¿Nervioso, Magak? Esas bestias olfatean tu miedo, no les des en el gusto.

—Yo no tengo la sangre tan fría como tú, Camsuq. En tu tardanza, llegué a pensar que tendría que convertirme en general.

Las carcajadas de Camsuq no hicieron mucho por tranquilizarlo.

—Eso será cuando yo sea rey, Magak y aún falta todavía. Tenemos que sobrevivir primero.

El capitán inhaló profundamente, asintiendo.

—Si muero, Enra no me lo perdonará. Viuda y sin hijos, no es el destino que quiero para ella.

—La furia de una mujer es inconmensurable, amigo mío. Si yo muero, Alira sería capaz de llegar hasta el mismo averno para patear mis despojos. No hay peor enemigo que el corazón de una mujer agraviada, Magak. Deberíamos empezar a aceptar mujeres en el ejército.

Los hombres continuaron riendo hasta llegar al Paso. Sólo ellos dos siguieron hacia Nuante. Los ojos de Magak miraban con incredulidad cada paisa
NatsZ

Un reino ya ha caído ante el poder de los Dumas, ¿qué pasará con los restantes?

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