Mientras tanto Amelia se miraba frente al espejo, no había aceptado a ninguna maquilladora para que la ayudara a arreglarse, lo hizo ella sola, se puso un suave maquillaje y arregló una pequeña maleta.
<<Perdónenme papá y mamá, pero no puedo engañarme a mi misma, juré que el día de mi matrimonio me casaria con el amor de mi vida, y no me faltare a mis principios>>
—Amelia ¿ya estás lista?—su madre entró a su habitación sacándola de sus pensamientos, ella se puso nerviosa y dejó la pequeña maleta a sus pies, le dio una sonrisa a su madre y se levantó.
—Sí, ya voy directo a la limusina mamá, nos vemos en la ceremonia.
La madre de Amelia asentó con la cabeza y salió de la habitación, Amelia puso el pequeño bolso debajo de la gran falda de su vestido y salió directo hacia el parqueadero, allí su amigo Jonas ya la estaba esperando.
—Hija me voy contigo —Eva, su madre insistió en acompañarla hasta la iglesia.
—Mamá, no, quiero irme sola, disfrutar estos últimos momentos de soltería, no va a pasarme nada—Amelia sonrió traviesa, mientras que se subía en el lujoso auto. Jonás, su mejor amigo era quien estaba conduciendo a escondidas de su padre, él era el hijo de uno de los jornaleros de la mansión, y la conocía desde muy pequeña, aunque siempre habían sido cercanos, entre ellos no había más que una amistad, una que se prestaba para que él cubriera sus cometidos.
—Hija, pero por favor, no es buen momento para que te vayas sola, déjame acompañarte. —Eva insistió.
—Ya te dije que no mamá, la limusina me llevara, daré unas dos vueltas antes de llegar, no te preocupes por mí, estaré puntual en la iglesia.—Amelia le dio un beso y un abrazo a su madre, uno tan fuerte para que la recordara por mucho tiempo, ella adoraba a su familia, pero ellos ahora le estaban dando la espalda.
—Está bien —resignada, Eva le correspondió el abrazo a su hija y le echó la bendición, Amelia se subió al auto y le hizo una sonrisa cómplice a su amigo, él era la única persona informada de sus planes.
Mientras tanto, en la iglesia todo era alegría, los invitados iban llegando uno por uno, el sendero hacia el altar estaba adornado por las más preciosas flores, pues para Amelia, su fascinación por la naturaleza era un sueño.
Un BMW se parqueó frente a el lugar, de allí se bajo un imponente Maximilien Archer, vestido con un precioso traje diseñado exclusivamente para él, hecho por el mejor costurero del país, sus dientes brillaban como un resplandor al sonreír, y todos a su alrededor querían fotografiarlo.
Él apenas saludaba con su mano a todos los presentes, no parecía que fuera para su boda, sino para un desfile de modas, todas las mujeres presentes se derretía por él, y muy cerca al altar, estaban todos sus amigos y también sus enemigos, pues muchos querían estar en su lugar y en el lugar de CEO de Archer y Asociados.
Después de saludarlos a todos, se paró frente al atrio de la iglesia y miró en su hermoso reloj Cartier la hora, hacían falta quince minutos para que la mujer con la que tenía que casarse, cruzara el umbral de la iglesia.
Su corazón empezó a latir con fuerza, sus manos le estaban sudando, era como si estuviera fuera del lugar, no la conocía en persona, pero muy dentro de su corazón había creado una insana obsesión con ella con tan solo ver sus fotos, pues por culpa de Amelia, su amor con Selene estaba siendo frustrado.
De nuevo levantó su mano para revisar la hora y ya el reloj marcaba las tres en punto, el horario que habían fijado para dar comienzo a sus nupcias, todos en la iglesia comenzaron a murmurar, esperanzados, de que en cualquier momento la novia entraría por la gran puerta…
Pero los minutos fueron pasando y de aquello tan esperado, no había ni la más sombría ilusión.
En la silla más cercana al atrio, estaban sentados los padres de la novia, Christopher Archer, el abuelo de Maximilien se estaba saliendo de sus casillas y se quedó mirando a Charles.
—¿En dónde está tu hija Hastings? Mira la hora, ya debería estar aquí.
—Por favor, Christopher, es el día de su boda, las novias se hacen esperar, mi hija es muy fantasiosa con este tipo de situaciones, ella ya debe estar por llegar.
—A mi no me importa que a tu hija le cause emoción o ilusión estas cosas, simplemente la quiero aquí y ya. ¡Tenemos un contrato!
—Tranquilo amigo, ella no tarda en llegar—el padre de Amelia respondió algo nervioso, se quedó mirando a su esposa, quien también estaba siendo azotada por los nervios.
—Eva ¿en dónde está Amelia? ¿Por qué carajos la dejaste venir sola? —Charles le reprochó a su mujer.
—Ella debe estar por llegar Charles, tu la conoces, el día de su boda era el día más soñado para nuestra dulce niña, debe haber tráfico, o algo le pasó a la limusina.
—Ya no es una niña Eva, tiene veinticinco años, y es una adulta que debería hacerse responsable.
Los minutos fueron pasando y Amelia no llegaba, la angustia se estaba incrementando entre los asistentes, y los murmullos no se hicieron esperar, mientras que Maximilien, sentía como la vergüenza se apoderaba de su cuerpo, todos sus amigos se quedaron viéndolo angustiados y ni hablar de sus enemigos, pues sus dos más grandes oponentes estaban detrás de su cargo como CEO.
Sin más alternativas, después de 20 minutos, Maximilien se fue hasta donde su futuro suegro.
—Charles, ¿en dónde está Amelia? ¿Por qué no ha llegado?—Preguntó enojado
—Hijo, realmente no lo sé, ya la llamamos a su teléfono, pero suena apagado, démosle un poco más de tiempo, esto no es para nada fácil, ella no te conoce, no sabemos si en realidad se quiera casar contigo.
—Se supone que ella también estaría de acuerdo, esto es un puto matrimonio por conveniencia, pero si ustedes no cumplen con el contrato, y contrario a eso, me someten a esta humillación, juro que hare que me la paguen.
Maximilien volvió al atrio, mientras que Eva miraba con angustia a Charles por las amenazas de su futuro yerno, después de tanto tiempo de espera, todo en la iglesia se convirtió en tensión y especulaciones.
Por la ciudad una limusina daba vueltas, una confundida Amelia estaba indecisa sobre llegar o no a la iglesia, su maquillaje estaba corrido producto del calor, y sus pies la estaban matando por los tacones.
—Amelia, van a ser las cuatro de la tarde, si tu padre se entera de lo que estamos haciendo, van a echar a mi familia a la calle—Jonás la trató de persuadir.
—Ellos no tienen idea de que eres tu quien va conduciendo la limusina, arranca.
—¿Vamos a la iglesia? —preguntó Jonás confundido.
—¿Estás loco? Llévame a Villa Esperanza, no me casare.
Jonás giró hacia ella y la miró sorprendido.
—¡¿Qué?! Tus padres te van a desheredar, si les haces esto a tu padre va a darle un infarto Amelia.
—A ver Jonás ¿De que lado estás? Dime, yo prometí que el día en el que me casara lo haría con el hombre que amaría y sería el amor de mi vida, el matrimonio no es una decisión que se toma simplemente por interés, además ese interés no es el mío, si mi padre quiere conseguirse un cargo en la cancillería, que lo haga por méritos, no vendiéndome como si fuera una res. Arranca por favor.
—Amelia, no me pidas eso por favor, debo llevarte a la iglesia.
Amelia miró con decepción a su amigo, tomó su bolso, y lista para bajarse de la limusina le gritó.
—¡Pensé que eras mi amigo! Pero solamente le eres leal a mi padre y su dinero —Amelia salió de la limusina dándole un fuerte golpe a la puerta.
—Espera Amelia, por favor, espera —le gritó Jonás, pero fue en vano.
Amelia tomó un taxi y así vestida de novia le pidió que la llevara fuera de la ciudad, en ese momento estaba huyendo de su boda, apenas el conductor la miraba por el retrovisor, pero ella no decía una sola palabra, solamente quería huir de ese tan inesperado suceso.
La limusina arribó a la iglesia, cuando esto pasó, todos los invitados suspiraron, había pasado una hora y quince minutos desde la hora pactada, el padre de Amelia respiró tranquilo y codeó a su esposa.
—Ves Eva, ella es una Hastings, no nos haría algo así.
—Claro Charles, ella es tu hija —Eva agachó la cabeza decepcionada, en el fondo de su corazón no quería que Amelia se casara por conveniencia, pero era una mujer sumisa a los designios que preside su esposo y contradecirlo era fatal.
Maximilien se arregló su chaqueta y miró a su alrededor, era como si el alma hubiera regresado a su cuerpo, el puesto de CEO de la compañía familiar, y el poder estaba más cerca de sus manos.
Pero su sorpresa fue agria, cuando vio que quien se bajó de la limusina era Jonás.
—¿Qué está haciendo Jonás aquí? —Charles le preguntó confundido a Eva.
—No lo sé— ella se puso de pie —¿en donde está mi hija Jonás? —le preguntó angustiada.
Él negó con la cabeza, pasó saliva y bajó sus brazos con decepción.
—Ella no va a llegar, Amelia huyó.
Todos los invitados empezaron a murmurar entre ellos, Maximilien sintió como si un fantasma se hubiera adueñado de su cuerpo, su rostro palideció y todo el mundo a su pies se desmoronó, la mujer que él había esperado para casarse lo había humillado delante de cientos de personas, dejándolo plantado en el altar, su orgullo estaba por el piso, el gran Maximilien Archer fue humillado por una simple mujer. —Hijo, lo siento mucho, yo no me imagine que esto pasaría —Mary, la madre de Maximilien se fue directo a su rescate, al ver como su hijo se descompuso en ese momento. —Mamá, tú no tienes la culpa, lo perdí todo, mi abuelo no me dejará ser el CEO de la compañía. —¡Cálmate por favor! —La madre trató de consolarlo, pero él simplemente se zafó bruscamente de su agarre. En ese momento Christopher, el abuelo de Maximilien se levantó de su lugar, se fue hacia los Hastings y los miró con odio. —Teníamos un acuerdo Hastings, y tu hija ha manchado el nombre de mi familia—espetó el hombre enfu
—Mire señor Campbell esta es su oficina —Amelia le señaló un pequeño cuarto que, hacía las veces de bodega, era un lugar humilde, pero era perfecto para que ella pudiera ocultar su verdadera identidad. Edward (Maximilien) se quedó viéndola perplejo, cómo le gustaría que ella hubiera llegado a la boda, era impresionantemente hermosa, y ahora comprendía porque un matrimonio con ella sería la envidia de muchos. —Gracias señorita, ¿me recuerdas tu nombre por favor? —Soy Amelia señor, Amelia Romero. —Siéntate por favor, quiero conocer más acerca de la administradora del lugar —Amelia se sonrojo por el inesperado comienzo con su jefe, sin embargo, obedeció. —Gracias señor, pues que puedo decirle, soy la persona que lleva las finanzas y la administración de este pequeño negocio, que, aunque usted no lo crea, se mueve bastante bien. —Si, por esa razón lo compre—él no dejaba de mirarla. —Bueno, pero los dueños no lo estaban vendiendo, me sorprendió demasiado la decisión que tomaron de r
Solo hicieron falta un par de meses para que entre Amelia y Edward empezará una nueva relación, ella estaba tan enamorada, los momentos al lado de su jefe se convirtieron en un romance, intenso y apasionado. Amelia jamás había estado tan enamorada como lo estaba en ese momento de ese hombre.Amelia llegó a su puesto de trabajo y un hermoso ramo de flores estaba sobre su escritorio, a ella le encantaban, se acercó y las olió, su nariz absorbió todo su perfume y sintió cómo su pecho se inflo de alegría, se mordió su labio inferior y leyó la tarjeta. “Una flor, para otra flor aún más hermosa, te he pensado demasiado, Edward”. Amelia sonrió encantada y quiso salir a darle las gracias personalmente, pero él ya estaba abriendo la puerta de su despacho, estrellándose con ella. —¿Para donde vas hermosa?—Edward se quedó viéndola, mientras ella se colgó de su cuello y sin más respuesta beso sus labios —iba a agradecerte por ese bello detalle. Edward la siguió besando sin mesura y la llevó ha
Olivia Harris, intrigada por el sobre que había levantado en la iglesia, ni siquiera pudo esperar a que la boda de Maximilien terminará, afortunadamente para ella, era uno de los invitados invisibles, Olivia solo había llegado allí con el objetivo de vengarse de la familia Archer, pero lejos estaba de imaginarse lo que se avecinaba.Cuando se subió en su auto, abrió el sobre y se dio cuenta de que Amelia estaba embarazada, lo que había en este, era una prueba de embarazo positiva, suponía que era para el novio… comenzó a balancear el sobre de un lado para otro tratando de atar cabos, y recordó que ella era la hija de Charles Hastings, pero no tenía su apellido, debía buscarla, pues algo muy extraño estaba pasando allí. —Robert, arranca el auto por favor, llévame a donde el investigador —Olivia dio la orden. —Entendido señora —el chofer arrancó el auto, pero un par de cuadras después, quedaron atascados en el tráfico. —¿Qué está pasando Robert? Tengo mucho afán, debemos irnos. —Seño
Al aeropuerto de la ciudad llegó un avión privado, de este se bajó Olivia y detrás de ella, una imponente y magnífica mujer, vestida con un traje oscuro y zapatos altos. El cambio de Amelia era más que evidente, la inocencia e ingenuidad que había en su rostro se desvaneció por completo, ahora su mirada era un solo reflejo de ímpetu y seguridad. —¡Hemos llegado, mi querida Amelia! —Olivia se quedó viendo encantada a su creación. —Así es Olivia, cuanto tiempo sin venir por aquí —suspiró—. ¿cinco años y tres meses más exactamente? —Amelia espetó mientras subía una ceja. —Si, ese tiempo cariño, ¡cuidado! ¡Ahí vienen! —Olivia advirtió al escuchar unos gritos chillones. Detrás de las mujeres asomaron dos pequeños, dos gemelos idénticos, dos varones que físicamente poco se parecían a su madre, más bien eran el reflejo de su progenitor, de aquel padre ausente que nunca supo de su existencia, y Amelia había decidido que así fuera para siempre. —¡Mami! —gritaron al unísono. Amelia los
Todos los empleados de Archer y asociados fueron convocados para el nombramiento sorpresivo de Amelia, ninguno de ellos conocía a la recién llegada y gran parte olvidaron lo sucedido el día del matrimonio de Maximilien.Amelia llegó a la oficina con una elegancia que parecía estar en perfecta armonía con su aura enigmática, estaba vestida impecable y en seguida su presencia se convirtió en el centro de atención de todos en la compañía.En especial, se estaba convirtiendo en el centro de atención del CEO predecesor, deslumbrar a Jean era casi que imposible, pero ella lo logró con tan solo un encuentro.—Bienvenida mi querida Amelia, me alegra que seas mi nueva sucesora, esta compañía necesita personas como tu para continuar con su expansión y crecimiento.—Me halagas Jean, pero más que eso, se necesita trabajo fuerte, y yo soy experta en eso, te prometo que lo que dejaste construido no será en vano.Ambos estaban hablando amenamente, cuando las puertas del elevador se abrieron llamando
Maximilien se dirigió hacia el elevador para abandonar el edificio, cuando este estaba a punto de abrir sus puertas, él miró atrás y casualmente se chocó con la mirada de Amelia, ella no pudo evitar quedarse viéndolo cuando pasó por su lado. Sin embargo, ella fingió indiferencia, y continuó con lo que estaba haciendo, además le sonrió a Jean, y le acarició el brazo, mostrando felicidad por el nuevo hombre que la pretendía. Maximilien resopló producto de la ira, ella había regresado tan diferente a lo que recordaba, que era como si estuviera presenciando otra mujer. La Amelia que él conoció jamás hubiera actuado de esa manera, coqueta y llamativa. Unos cuantos minutos más tarde, regresó a la gran mansión que compartía con su esposa, pero Selene no estaba, después de la noticia que le dio, lo único que quería era hablar con ella, marcó su teléfono varias veces, pero ella rechazó sus llamadas. Mientras tanto, en la clínica más prestigiosa de la ciudad, Selene estaba ansiosa, desp
Un par de días más tarde, Maximilien estaba en su oficina esperando por la llegada de Amelia, no dejaba de ver por su ventana, las ansias lo estaban consumiendo, era como si en su pecho algo lo incitará a reclamar por lo visto en la clínica. —¡Antonia! ¿ya llegó la señora Hastings?—Maximilien preguntó por quinta vez a su secretaria —Señor Archer, ya le dije que no ha llegado, en cuanto llegue le aviso, pero eso sí, ella tiene su agenda completamente copada, no creo que lo atienda. —¿Se te olvida con quién hablas? si quieres conservar tu puesto, no le vas a decir que yo la estoy buscando, simplemente me avisas cuando llegue, y está bien ¿entendido? —¡Entendido señor!—respondió Antonia cabizbaja, cuando de repente la puerta del elevador se abrió, y quien arribó era Amelia. —¡Señor! Acabó de llegar la señora Hastings—alcanzó a decirle antes de que le colgara. Maximilien colgó la llamada, ansioso se fue hacia su baño personal, se miró al espejo, arregló su cabello, se aseguro de