Maximilien después de todo lo sucedido en el aeropuerto, y haber dado las declaraciones correspondientes, se fue corriendo hasta el hospital, su hijo fue internado de urgencias y era importante su presencia, aunque Amelia estaba ya con Lucían, no se sentía lo suficientemente fuerte como para llevar sola la situación.Al llegar, a su hijo ya lo tenían en cuidados intensivos, aunque había sido poco el tiempo en el que duro secuestrado, el trauma por el que tuvo que pasar sumado al mal estado de su enfermedad, complicaron por completo su salud. A tal punto que tuvo que ser inducido en coma.Amelia estaba abrazada al borde de la cama, sumergida en una profunda tristeza, pues era consciente de que el momento de despedirse de uno de sus hijos estaba pronto a llegar y eso la estaba destrozando completamente, era una sensación demasiado difícil de explicar y no sabía como manejarlo.Maximilien se acercó despacio sin hacer poco ruido, sin embargo, ella se percató de su presencia y levantó la c
Lucían seguía inconsciente, no daba ninguna señal de mejoría, los días iban pasando y aunque para Amelia y Maximilien era una situación deprimente, conservaban la esperanza de ver una ultima vez los ojos de su pequeño hijo.Pero el tiempo no solamente pasaba para el pequeño, en el vientre de Amelia, una nueva vida se estaba gestando y cada día que pasaba se hacia notar más, por lo menos, eso reconfortaba su alma.—Hoy tenemos la ecografía para saber el sexo de nuestro bebe —Amelia se recogió su cabello en una coleta y se miró al espejo.Maximilien la abrazó por la espalda y acarició su vientre, le dio un dulce beso en el cuello y miró su reflejo en el espejo.—¡Si mi amor! Que felicidad saber cuál será el sexo de nuestro bebé ¿Sabes algo Amelia? —le preguntó sin dejar de ver su reflejo en el espejo—Dime mi amor—Amelia colocó sus manos sobre el dorso de las manos de Maximilien, y entre los dos masajeaban su vientre—Te ves preciosa embarazada, tus ojos están más brillantes y tus mejil
Unos cuantos meses más tarde—¡Me está doliendo demasiado! —Amelia sentía como sus caderas empezaban a romperse producto de las contracciones, el nacimiento de su pequeña hija Luciana había llegado, y cada minuto que pasaba se tornaba más difícil.—Cariño, resiste mi amor, ya casi llegamos al hospital, no comprendo esa absurda idea de esperar hasta lo último para dar a luz. —Maximilien conducía a toda velocidad por las abarrotadas calles, las manos le temblaban, y por su frente corrían unas cuantas perlas de sudor.—¡Tú simplemente conduce! ¡Por favor! —Los gritos de Amelia cada vez eran más fuertes, un par de cuadras más adelante, Maximilien aparcó su auto frente al hospital que estaba destinado para dar a luz a su pequeña hija.Amelia como pudo se bajó del puesto del copiloto, mientras que él, salió corriendo y trajo una silla de ruedas. La ayudo a sentar y la llevó hacia dentro, ya había un grupo de médicos que la estaban esperando, todo estaba listo para recibir a la nueva integra
La brisa de la tarde jugaba con el vestido de Amelia mientras caminaba por el jardín de rosas de su mansión. Las flores despedían un perfume embriagador y las risas de los niños jugando en el césped llenaban el aire. La elegante casa colonial que se alzaba detrás de ella parecía un castillo de ensueño, y lo era, en todos los sentidos. Ella era Amelia Hastings, heredera de una de las fortunas más grandes de la nación, y esta era su vida: un cuento de hadas hecho realidad. Las revistas de sociedad se habían rendido ante su belleza y elegancia, y su fortuna la había convertido en la envidia de todos. Pero Amelia deseaba algo más, deseaba el matrimonio. Deseaba encontrar un amor verdadero, que no la quisiera por su fortuna, sino por quien era ella en realidad. Y entonces, llegó la noticia que cambiaría su vida para siempre. Su padre, el poderoso magnate de las finanzas Charles Hastings, había concebido un plan audaz para asegurar el futuro de la familia y la fortuna. Un matrimonio
Mientras tanto Amelia se miraba frente al espejo, no había aceptado a ninguna maquilladora para que la ayudara a arreglarse, lo hizo ella sola, se puso un suave maquillaje y arregló una pequeña maleta. > —Amelia ¿ya estás lista?—su madre entró a su habitación sacándola de sus pensamientos, ella se puso nerviosa y dejó la pequeña maleta a sus pies, le dio una sonrisa a su madre y se levantó. —Sí, ya voy directo a la limusina mamá, nos vemos en la ceremonia. La madre de Amelia asentó con la cabeza y salió de la habitación, Amelia puso el pequeño bolso debajo de la gran falda de su vestido y salió directo hacia el parqueadero, allí su amigo Jonas ya la estaba esperando. —Hija me voy contigo —Eva, su madre insistió en acompañarla hasta la iglesia. —Mamá, no, quiero irme sola, disfrutar estos últimos momentos de soltería
Todos los invitados empezaron a murmurar entre ellos, Maximilien sintió como si un fantasma se hubiera adueñado de su cuerpo, su rostro palideció y todo el mundo a su pies se desmoronó, la mujer que él había esperado para casarse lo había humillado delante de cientos de personas, dejándolo plantado en el altar, su orgullo estaba por el piso, el gran Maximilien Archer fue humillado por una simple mujer. —Hijo, lo siento mucho, yo no me imagine que esto pasaría —Mary, la madre de Maximilien se fue directo a su rescate, al ver como su hijo se descompuso en ese momento. —Mamá, tú no tienes la culpa, lo perdí todo, mi abuelo no me dejará ser el CEO de la compañía. —¡Cálmate por favor! —La madre trató de consolarlo, pero él simplemente se zafó bruscamente de su agarre. En ese momento Christopher, el abuelo de Maximilien se levantó de su lugar, se fue hacia los Hastings y los miró con odio. —Teníamos un acuerdo Hastings, y tu hija ha manchado el nombre de mi familia—espetó el hombre enfu
—Mire señor Campbell esta es su oficina —Amelia le señaló un pequeño cuarto que, hacía las veces de bodega, era un lugar humilde, pero era perfecto para que ella pudiera ocultar su verdadera identidad. Edward (Maximilien) se quedó viéndola perplejo, cómo le gustaría que ella hubiera llegado a la boda, era impresionantemente hermosa, y ahora comprendía porque un matrimonio con ella sería la envidia de muchos. —Gracias señorita, ¿me recuerdas tu nombre por favor? —Soy Amelia señor, Amelia Romero. —Siéntate por favor, quiero conocer más acerca de la administradora del lugar —Amelia se sonrojo por el inesperado comienzo con su jefe, sin embargo, obedeció. —Gracias señor, pues que puedo decirle, soy la persona que lleva las finanzas y la administración de este pequeño negocio, que, aunque usted no lo crea, se mueve bastante bien. —Si, por esa razón lo compre—él no dejaba de mirarla. —Bueno, pero los dueños no lo estaban vendiendo, me sorprendió demasiado la decisión que tomaron de r
Solo hicieron falta un par de meses para que entre Amelia y Edward empezará una nueva relación, ella estaba tan enamorada, los momentos al lado de su jefe se convirtieron en un romance, intenso y apasionado. Amelia jamás había estado tan enamorada como lo estaba en ese momento de ese hombre.Amelia llegó a su puesto de trabajo y un hermoso ramo de flores estaba sobre su escritorio, a ella le encantaban, se acercó y las olió, su nariz absorbió todo su perfume y sintió cómo su pecho se inflo de alegría, se mordió su labio inferior y leyó la tarjeta. “Una flor, para otra flor aún más hermosa, te he pensado demasiado, Edward”. Amelia sonrió encantada y quiso salir a darle las gracias personalmente, pero él ya estaba abriendo la puerta de su despacho, estrellándose con ella. —¿Para donde vas hermosa?—Edward se quedó viéndola, mientras ella se colgó de su cuello y sin más respuesta beso sus labios —iba a agradecerte por ese bello detalle. Edward la siguió besando sin mesura y la llevó ha