Todos los invitados empezaron a murmurar entre ellos, Maximilien sintió como si un fantasma se hubiera adueñado de su cuerpo, su rostro palideció y todo el mundo a su pies se desmoronó, la mujer que él había esperado para casarse lo había humillado delante de cientos de personas, dejándolo plantado en el altar, su orgullo estaba por el piso, el gran Maximilien Archer fue humillado por una simple mujer.
—Hijo, lo siento mucho, yo no me imagine que esto pasaría —Mary, la madre de Maximilien se fue directo a su rescate, al ver como su hijo se descompuso en ese momento.
—Mamá, tú no tienes la culpa, lo perdí todo, mi abuelo no me dejará ser el CEO de la compañía.
—¡Cálmate por favor! —La madre trató de consolarlo, pero él simplemente se zafó bruscamente de su agarre.
En ese momento Christopher, el abuelo de Maximilien se levantó de su lugar, se fue hacia los Hastings y los miró con odio.
—Teníamos un acuerdo Hastings, y tu hija ha manchado el nombre de mi familia—espetó el hombre enfurecido, su rostro estaba sonrojado por la tensión y su pecho se estaba agitando.
—No es mi culpa Christopher, simplemente mi hija no llegó, algo pasó , déjame llamarle —Charles sacó su teléfono, pero la tensión aumentó.
Christopher apretó su pecho, y empezó a sentir un fuerte dolor, su rostro palideció por completo y se giró hacia donde estaba su nieto.
—Abuelo ¡abuelo! ¿Qué te pasa? —Maximilien gritó angustiado, se fue directo hacia él y lo tomó en sus brazos, el hombre apenas podía murmurar palabra.
—¡Ayúdenme por favor! ¡un médico! llamen una ambulancia—Maximilien estaba consumido por el temor de perder a su abuelo igual que había perdido a su padre, pero la vida se estaba portando de una forma injusta con él, pues los ojos de su abuelo se estaban cerrando lentamente.
—¡Padre! —Mary salió corriendo, Maximilien abrazó a su abuelo, uno de los asistente a la boda era médico y se acercó al hombre.
—Permiso por favor, soy médico, déjenme ver—el médico tomó el pulso de Christopher, le hizo la revisión correspondiente, pero ya no había nada que hacer, el abuelo había sufrido un infarto que acabó con su vida delante de su nieto.
—¡Lo siento mucho! el señor ha muerto—el médico miró con compasión a Maximilien y su madre, todos los invitados empezaron a especular entre ellos.
—¡NO! ¡por favor! ¡haga algo!—Maximilien negó con su cabeza, su llanto rodó por sus mejillas de una forma desgarrada, su corazón se partió en mil pedazos en ese momento, su madre también estaba desconsolada.
El matrimonio terminó en el peor de los acontecimientos, lo que se esperaba que fuese la boda más mágica de la ciudad, se convirtió en un verdadero infierno.
Los enemigos más grandes de Maximilien aprovecharon el suceso para burlarse de él, haciendo más amargo su dolor.
—Madre, te juro que haré pagar a Amelia Hastings, te lo juro, la muerte de mi abuelo no quedará en vano, ¡lo juro!
—Hijo, no hables de esa manera, esa mujer no tiene la culpa, por favor, no agrandes las cosas.
—Mira madre a la humillación a la que los Hastings nos han sometido, todo por la ambición, pero te juro que me lo van a pagar, derramaran las mismas lágrimas que tú y yo estamos derramando aquí.
Cuatro meses más tarde
Maximilien estaba sentado en su gran sillón, no había logrado el puesto en la compañía más grande de su familia, pero si en la sucursal más importante, era el CEO de la variante de Archer y asociados, aunque eso para él no representaba el gran poderío que anhelaba.
—Mi amor, desde que pasó lo de la boda, te has vuelto más huraño, más esquivo conmigo —Selene, se acercó a Maximilien y le acarició su mejilla.
—Selene, no estoy de ánimo en este momento, tengo mucho trabajo.
—Pero es lo que me vienes diciendo desde hace cuatro meses, dime ¿Qué es lo que te pasa? Yo se que la muerte de tu abuelo te afectó, pero estoy aquí mi amor para apoyarte y consolarte.
—Nada, ya te lo he dicho y si no eres capaz de entender mi situación, es mejor que te vayas, —Selene abrió sus ojos con sorpresa, y estaba a punto de empezar una pelea, cuando de repente tocaron a la puerta del despacho.
La secretaria de Maximilien anunció la visita de alguien muy esperado.
—Selene ¿podrías salir un momento de la oficina? Necesito hablar con Dorian a solas.
Ella asentó con la cabeza y salió en desacuerdo.
Dorian era un investigador privado que Maximilien había contratado para averiguar acerca de Amelia, quería saber para donde se había ido, en dónde estaba, porque nunca le había dado la cara después de que lo dejó plantado en el altar.
—¿y dime? ¿Qué noticias tienes para mí?
—Mi querido Maximilien, la búsqueda no fue tan rápida, porque como lo sospechamos, la señorita Amelia cambió su apellido, dejó de ser Hastings, y ahora se apellida Romero.
—¿Romero? ¿Qué? ¿con qué intención?
—Pues con la intención de cambiar de identidad y de huir también de sus padres, aunque se comunica constantemente con su madre, a nadie le dijo que se había ido para Villa Esperanza, un pueblo retirado de aquí.
Maximilien se sirvió una copa de alcohol, y se quedó viendo hacia la nada, desde el momento en el que Amelia había huido algo dentro de él cambió, no era el mismo hombre imponente y orgulloso de siempre por el contrario se sentía abatido, derrotado y haría hasta lo imposible porque ella pagara su desdicha.
—¿Qué está haciendo allí? —preguntó sarcástico.
—Está trabajando como cajera de un supermercado, es una chica muy querida por sus jefes.
—Compra el super—Maximilien ordenó.
—¿Qué? Señor… pero.
—Si, cómpralo, ponlo a mi nombre, no, mejor ponlo a nombre de Edward Campbell.
—¿Quién es él señor?
—A ti que te importa Dorian, simplemente haz lo que te pido.
—No creo que lo vendan señor, es un lugar pequeño, no tiene futuro, vende apenas para el pueblo.
—Dales muchos millones, y programa la entrega para dentro de una semana, yo mismo lo recibiré, no digas nada más, para eso te pago.
El hombre salió de la oficina, mientras que Maximilien bebía una copa de vino.
<<por fin te encontré Amelia Hastings ¿que harás ahora?>> se dijo a sí mismo, el gran momento había llegado.
Dorian asintió con la cabeza, sabía que cuando su jefe se proponía algo, no había poder humano que derrocará su cometido, días después, hizo una oferta la cual los dueños del supermercado no pudieron resistirse, con ese dinero se jubilaron para nunca volver a trabajar, de inmediato hicieron el anuncio a los empleados, entre ellos a Amelia, que triste por el suceso, no tuvo más opción que esperar a que le presentaran a su nuevo jefe.
Desde que Amelia huyó de su boda, su vida se había convertido en algo simple, trabajaba doce horas al día, vivía con lo justo y no perdía la esperanza de encontrar algún día el amor de su vida.
Pero jamás se imaginó que quedaría flechada el día en el que conocería su nuevo jefe.
Esa mañana estaba organizando la caja registradora, hasta que un suceso la sacó de sus pensamientos, por la puerta principal del supermercado entró un hombre, de cabello oscuro y tez blanca, sus ojos azules como el cielo y su barba perfectamente perfilada la deslumbraron por completo.
Vestía una polera blanca y un vaquero, estaba demasiado informal, Maximilien ahora había adoptado una nueva identidad, la del apasionante finquero Edward Campbell, conocido en el pueblo por ser un rico bondadoso, que ayudaba a los pobres y que ahora se haría cargo del supermercado, muy parecido a Maximilien en su forma de ser, solo que vestido de forma diferente.
—Buenas tardes, señores —la voz imponente de Edward hizo que los pocos empleados giraran hacia él, con Amelia eran tres nada más, dos hombres encargados de los oficios y ella, encargada de la caja y la administración.
—Buenas tardes, señor, ¿en qué puedo ayudarle? —Amelia respondió nerviosa, Edward se quedó viéndola y quedó ensimismado, era la primera vez que veía a Amelia en persona, era mucho más hermosa que en las fotos y su aura era impresionante, tuvo que voltear a ver a otro lado para disimular como sus mejillas se sonrojaron, ¡eso no lo tenía presupuestado!.
—Señor ¿está bien? —Amelia insistió.
Él se giró de nuevo hacia ella.
—Si, a la perfección, me presento soy Edward Campbell, el nuevo dueño del supermercado, no sé si tenían conocimiento que a partir de hoy seré yo la persona encargada del negocio.
Los hombres asintieron con la cabeza, mientras que Amelia hizo de todo para llamar su atención.
—Si, si señor, siga por aquí voy a guiarlo por el lugar, bienvenido, los estábamos esperando.
Edward asintió con la cabeza, trató de controlar un poco sus nervios y recordó su objetivo, lo único que tenía en la cabeza era la sed de venganza en contra de la mujer que lo había hecho quedar en ridículo meses atrás, por ninguna razón debía fijarse en algo más con ella.
—Mire señor Campbell esta es su oficina —Amelia le señaló un pequeño cuarto que, hacía las veces de bodega, era un lugar humilde, pero era perfecto para que ella pudiera ocultar su verdadera identidad. Edward (Maximilien) se quedó viéndola perplejo, cómo le gustaría que ella hubiera llegado a la boda, era impresionantemente hermosa, y ahora comprendía porque un matrimonio con ella sería la envidia de muchos. —Gracias señorita, ¿me recuerdas tu nombre por favor? —Soy Amelia señor, Amelia Romero. —Siéntate por favor, quiero conocer más acerca de la administradora del lugar —Amelia se sonrojo por el inesperado comienzo con su jefe, sin embargo, obedeció. —Gracias señor, pues que puedo decirle, soy la persona que lleva las finanzas y la administración de este pequeño negocio, que, aunque usted no lo crea, se mueve bastante bien. —Si, por esa razón lo compre—él no dejaba de mirarla. —Bueno, pero los dueños no lo estaban vendiendo, me sorprendió demasiado la decisión que tomaron de r
Solo hicieron falta un par de meses para que entre Amelia y Edward empezará una nueva relación, ella estaba tan enamorada, los momentos al lado de su jefe se convirtieron en un romance, intenso y apasionado. Amelia jamás había estado tan enamorada como lo estaba en ese momento de ese hombre.Amelia llegó a su puesto de trabajo y un hermoso ramo de flores estaba sobre su escritorio, a ella le encantaban, se acercó y las olió, su nariz absorbió todo su perfume y sintió cómo su pecho se inflo de alegría, se mordió su labio inferior y leyó la tarjeta. “Una flor, para otra flor aún más hermosa, te he pensado demasiado, Edward”. Amelia sonrió encantada y quiso salir a darle las gracias personalmente, pero él ya estaba abriendo la puerta de su despacho, estrellándose con ella. —¿Para donde vas hermosa?—Edward se quedó viéndola, mientras ella se colgó de su cuello y sin más respuesta beso sus labios —iba a agradecerte por ese bello detalle. Edward la siguió besando sin mesura y la llevó ha
Olivia Harris, intrigada por el sobre que había levantado en la iglesia, ni siquiera pudo esperar a que la boda de Maximilien terminará, afortunadamente para ella, era uno de los invitados invisibles, Olivia solo había llegado allí con el objetivo de vengarse de la familia Archer, pero lejos estaba de imaginarse lo que se avecinaba.Cuando se subió en su auto, abrió el sobre y se dio cuenta de que Amelia estaba embarazada, lo que había en este, era una prueba de embarazo positiva, suponía que era para el novio… comenzó a balancear el sobre de un lado para otro tratando de atar cabos, y recordó que ella era la hija de Charles Hastings, pero no tenía su apellido, debía buscarla, pues algo muy extraño estaba pasando allí. —Robert, arranca el auto por favor, llévame a donde el investigador —Olivia dio la orden. —Entendido señora —el chofer arrancó el auto, pero un par de cuadras después, quedaron atascados en el tráfico. —¿Qué está pasando Robert? Tengo mucho afán, debemos irnos. —Seño
Al aeropuerto de la ciudad llegó un avión privado, de este se bajó Olivia y detrás de ella, una imponente y magnífica mujer, vestida con un traje oscuro y zapatos altos. El cambio de Amelia era más que evidente, la inocencia e ingenuidad que había en su rostro se desvaneció por completo, ahora su mirada era un solo reflejo de ímpetu y seguridad. —¡Hemos llegado, mi querida Amelia! —Olivia se quedó viendo encantada a su creación. —Así es Olivia, cuanto tiempo sin venir por aquí —suspiró—. ¿cinco años y tres meses más exactamente? —Amelia espetó mientras subía una ceja. —Si, ese tiempo cariño, ¡cuidado! ¡Ahí vienen! —Olivia advirtió al escuchar unos gritos chillones. Detrás de las mujeres asomaron dos pequeños, dos gemelos idénticos, dos varones que físicamente poco se parecían a su madre, más bien eran el reflejo de su progenitor, de aquel padre ausente que nunca supo de su existencia, y Amelia había decidido que así fuera para siempre. —¡Mami! —gritaron al unísono. Amelia los
Todos los empleados de Archer y asociados fueron convocados para el nombramiento sorpresivo de Amelia, ninguno de ellos conocía a la recién llegada y gran parte olvidaron lo sucedido el día del matrimonio de Maximilien.Amelia llegó a la oficina con una elegancia que parecía estar en perfecta armonía con su aura enigmática, estaba vestida impecable y en seguida su presencia se convirtió en el centro de atención de todos en la compañía.En especial, se estaba convirtiendo en el centro de atención del CEO predecesor, deslumbrar a Jean era casi que imposible, pero ella lo logró con tan solo un encuentro.—Bienvenida mi querida Amelia, me alegra que seas mi nueva sucesora, esta compañía necesita personas como tu para continuar con su expansión y crecimiento.—Me halagas Jean, pero más que eso, se necesita trabajo fuerte, y yo soy experta en eso, te prometo que lo que dejaste construido no será en vano.Ambos estaban hablando amenamente, cuando las puertas del elevador se abrieron llamando
Maximilien se dirigió hacia el elevador para abandonar el edificio, cuando este estaba a punto de abrir sus puertas, él miró atrás y casualmente se chocó con la mirada de Amelia, ella no pudo evitar quedarse viéndolo cuando pasó por su lado. Sin embargo, ella fingió indiferencia, y continuó con lo que estaba haciendo, además le sonrió a Jean, y le acarició el brazo, mostrando felicidad por el nuevo hombre que la pretendía. Maximilien resopló producto de la ira, ella había regresado tan diferente a lo que recordaba, que era como si estuviera presenciando otra mujer. La Amelia que él conoció jamás hubiera actuado de esa manera, coqueta y llamativa. Unos cuantos minutos más tarde, regresó a la gran mansión que compartía con su esposa, pero Selene no estaba, después de la noticia que le dio, lo único que quería era hablar con ella, marcó su teléfono varias veces, pero ella rechazó sus llamadas. Mientras tanto, en la clínica más prestigiosa de la ciudad, Selene estaba ansiosa, desp
Un par de días más tarde, Maximilien estaba en su oficina esperando por la llegada de Amelia, no dejaba de ver por su ventana, las ansias lo estaban consumiendo, era como si en su pecho algo lo incitará a reclamar por lo visto en la clínica. —¡Antonia! ¿ya llegó la señora Hastings?—Maximilien preguntó por quinta vez a su secretaria —Señor Archer, ya le dije que no ha llegado, en cuanto llegue le aviso, pero eso sí, ella tiene su agenda completamente copada, no creo que lo atienda. —¿Se te olvida con quién hablas? si quieres conservar tu puesto, no le vas a decir que yo la estoy buscando, simplemente me avisas cuando llegue, y está bien ¿entendido? —¡Entendido señor!—respondió Antonia cabizbaja, cuando de repente la puerta del elevador se abrió, y quien arribó era Amelia. —¡Señor! Acabó de llegar la señora Hastings—alcanzó a decirle antes de que le colgara. Maximilien colgó la llamada, ansioso se fue hacia su baño personal, se miró al espejo, arregló su cabello, se aseguro de
Amelia, consumida por los nervios que le causó la discusión con Maximilien, ni siquiera esperó que el día de trabajo terminara, salió corriendo directo a su nueva casa, lo único que anhelaba, era ver a sus pequeños, pues se sintió amenazada por Maximilien. Al cruzar el umbral de la puerta, lo primero que hizo fue recibir el abrazo de Eithan y Lucien, los brazos de sus hijos fueron tan reconfortantes en ese instante, que ni siquiera se dio cuenta de que Olivia la estaba observando. —¡Amelia! cariño, has regresado temprano del trabajo ¿pasó algo?—Olivia se acercó preocupada al ver lo pálido de su rostro. —Niños, vayan al cuarto de juegos, en un momento estoy con ustedes, debo hablar con la tía Olivia—Amelia ordenó a sus hijos, los niños asintieron y se fueron de allí. Las dos mujeres se sentaron en la sala de estar, mientras que Olivia servía un par de tazas de té, Amelia seguía con cara de angustia. —¿Vas a decirme que está pasando Amelia?—Olivia la miró a los ojos—Olivia, cuando