Unos cuantos días más tardeMaximilien bajó apresurado por las escaleras de la mansión, en menos de una hora su hijo tendría una cita importante con un especialista, y se estaba haciendo tarde.—Lucían, cariño ¿Ya estás listo? —Le preguntó a su pequeño, quien asintió apenas con la cabeza—Sí…—Bueno mi amor, entonces me despido de tu madre y salimos—¿Ella puede ir con nosotros? Como siempre papi —Le preguntó el niño en un hilo de voz—No mi amor, hoy tiene que ir al colegio, es la entrega de calificaciones de Eithan, es necesario que ella vaya, yo iré solo contigo ¿Está bien?—Si—volvió a responder Lucían con una voz floja.Maximilien se fue hacia la cocina rápidamente, Amelia estaba preparando el desayuno, le gustaba atenderlos.—Mi amor, esperen, coman algo antes de irse —Sugirió Amelia—No cariño, es completamente imposible, tenemos una hora para llegar al hospital, pero te agradezco, por cierto, hoy estás más hermosa que nunca —Él la tomó por la cintura y la besó apasionado, se p
Era la decima llamada que Amelia le hacía a Maximilien, no era normal que él se estuviera demorando tanto con su pequeño, ya que, por sus condiciones médicas, entre menos tiempo estuviera fuera de casa, sería mucho mejor.>Se repetía Amelia, tomó su bolso y lista para salir , por fin, él atendió su llamada.—Mi amor ¡Hasta que por fin! ¿Qué paso? ¿Por qué no me contestas? —Al otro lado de la línea, estaba Maximilien descontrolado, con los nervios de punta y sintiendo la peor de las angustias.—Cariño—le dijo con una voz suave —Tenemos un problema.—¿Qué problema? —Amelia quiso desfallecer—Lucían se desapareció, en un descuido lo deje con una enfermera, y el niño ya no está —en medio de lágrimas Maximilien tuvo que decirle las cosas, al escuchar sus palabras, un terrible dolor se posó en medio del pecho de Amelia y ni siquiera pudo musitar palabra. —Amelia, mi amor por favor, conserva la calma, ya la policía viene en camino.—Maximilien, ya voy para allá —Amel
Maximilien hizo todo lo que Selene le ordenó, creó acceso a sus cuentas y estaba listo para hacerla creer que se iría con ella, haría hasta lo imposible porque le regresara a su hijo, mientras tanto, la policía estaba armando el más grande operativo para poder capturarla, pues ella en su ingenuidad, pensó que con el hecho de tener a Lucían secuestrado, ya tenía todo en sus manos.—Maximilien, mi amor, es muy arriesgado exponerse a verse a solas con esa mala mujer, estoy muy nerviosa. —Amelia estaba sentada a su lado, viendo como él trataba de recuperar el control.—Amelia, te necesito fuerte mi amor, este es un momento decisivo, apenas Selene me llame y me diga la forma en la que me entregará a nuestro hijo, tú debes estar al pendiente con todo el personal médico, durante las horas que el niño no ha estado en casa, se ha dejado de tomar los medicamentos, así que necesita atención urgente.Amelia asintió con la cabeza, estaba pálida producto de los nervios.—Tengo mucho miedo, yo sé qu
Maximilien después de todo lo sucedido en el aeropuerto, y haber dado las declaraciones correspondientes, se fue corriendo hasta el hospital, su hijo fue internado de urgencias y era importante su presencia, aunque Amelia estaba ya con Lucían, no se sentía lo suficientemente fuerte como para llevar sola la situación.Al llegar, a su hijo ya lo tenían en cuidados intensivos, aunque había sido poco el tiempo en el que duro secuestrado, el trauma por el que tuvo que pasar sumado al mal estado de su enfermedad, complicaron por completo su salud. A tal punto que tuvo que ser inducido en coma.Amelia estaba abrazada al borde de la cama, sumergida en una profunda tristeza, pues era consciente de que el momento de despedirse de uno de sus hijos estaba pronto a llegar y eso la estaba destrozando completamente, era una sensación demasiado difícil de explicar y no sabía como manejarlo.Maximilien se acercó despacio sin hacer poco ruido, sin embargo, ella se percató de su presencia y levantó la c
Lucían seguía inconsciente, no daba ninguna señal de mejoría, los días iban pasando y aunque para Amelia y Maximilien era una situación deprimente, conservaban la esperanza de ver una ultima vez los ojos de su pequeño hijo.Pero el tiempo no solamente pasaba para el pequeño, en el vientre de Amelia, una nueva vida se estaba gestando y cada día que pasaba se hacia notar más, por lo menos, eso reconfortaba su alma.—Hoy tenemos la ecografía para saber el sexo de nuestro bebe —Amelia se recogió su cabello en una coleta y se miró al espejo.Maximilien la abrazó por la espalda y acarició su vientre, le dio un dulce beso en el cuello y miró su reflejo en el espejo.—¡Si mi amor! Que felicidad saber cuál será el sexo de nuestro bebé ¿Sabes algo Amelia? —le preguntó sin dejar de ver su reflejo en el espejo—Dime mi amor—Amelia colocó sus manos sobre el dorso de las manos de Maximilien, y entre los dos masajeaban su vientre—Te ves preciosa embarazada, tus ojos están más brillantes y tus mejil
Unos cuantos meses más tarde—¡Me está doliendo demasiado! —Amelia sentía como sus caderas empezaban a romperse producto de las contracciones, el nacimiento de su pequeña hija Luciana había llegado, y cada minuto que pasaba se tornaba más difícil.—Cariño, resiste mi amor, ya casi llegamos al hospital, no comprendo esa absurda idea de esperar hasta lo último para dar a luz. —Maximilien conducía a toda velocidad por las abarrotadas calles, las manos le temblaban, y por su frente corrían unas cuantas perlas de sudor.—¡Tú simplemente conduce! ¡Por favor! —Los gritos de Amelia cada vez eran más fuertes, un par de cuadras más adelante, Maximilien aparcó su auto frente al hospital que estaba destinado para dar a luz a su pequeña hija.Amelia como pudo se bajó del puesto del copiloto, mientras que él, salió corriendo y trajo una silla de ruedas. La ayudo a sentar y la llevó hacia dentro, ya había un grupo de médicos que la estaban esperando, todo estaba listo para recibir a la nueva integra
La brisa de la tarde jugaba con el vestido de Amelia mientras caminaba por el jardín de rosas de su mansión. Las flores despedían un perfume embriagador y las risas de los niños jugando en el césped llenaban el aire. La elegante casa colonial que se alzaba detrás de ella parecía un castillo de ensueño, y lo era, en todos los sentidos. Ella era Amelia Hastings, heredera de una de las fortunas más grandes de la nación, y esta era su vida: un cuento de hadas hecho realidad. Las revistas de sociedad se habían rendido ante su belleza y elegancia, y su fortuna la había convertido en la envidia de todos. Pero Amelia deseaba algo más, deseaba el matrimonio. Deseaba encontrar un amor verdadero, que no la quisiera por su fortuna, sino por quien era ella en realidad. Y entonces, llegó la noticia que cambiaría su vida para siempre. Su padre, el poderoso magnate de las finanzas Charles Hastings, había concebido un plan audaz para asegurar el futuro de la familia y la fortuna. Un matrimonio
Mientras tanto Amelia se miraba frente al espejo, no había aceptado a ninguna maquilladora para que la ayudara a arreglarse, lo hizo ella sola, se puso un suave maquillaje y arregló una pequeña maleta. > —Amelia ¿ya estás lista?—su madre entró a su habitación sacándola de sus pensamientos, ella se puso nerviosa y dejó la pequeña maleta a sus pies, le dio una sonrisa a su madre y se levantó. —Sí, ya voy directo a la limusina mamá, nos vemos en la ceremonia. La madre de Amelia asentó con la cabeza y salió de la habitación, Amelia puso el pequeño bolso debajo de la gran falda de su vestido y salió directo hacia el parqueadero, allí su amigo Jonas ya la estaba esperando. —Hija me voy contigo —Eva, su madre insistió en acompañarla hasta la iglesia. —Mamá, no, quiero irme sola, disfrutar estos últimos momentos de soltería