Madison es una joven de diecisiete años, hija única de John Carter el CEO más exitoso de todo New York y propietario de la Agencia Aérea de Vuelos Ejecutivos, AVE. Janet Smith, su esposa es promotora de eventos internacionales, por lo que pocas veces, está en el país. La adolescente cuyo carácter es muy parecido al de su padre, hace lo imposible por llamar la atención de ambos, convirtiéndose en una chica rebelde y dándole algunos dolores de cabeza a sus padres. Luego de que intentaran secuestrar a Madison, su padre contrata a Matt, un ex agente policial para ser su guardaespaldas. La joven se siente vigilada, hará lo posible por escabullirse de él. Matt descubre que Madison es en el interior, una chica increible que solo necesita afecto. Sin darse cuenta, él se siente atraido por ella, por lo que deberá luchar contra sus propios sentimientos y cumplir solo con su deber. Ella, en tanto comenzará a enamorarse de su guardaespaldas, aunque su padre se opondrá por la diferencia de clase social, ella hará lo posible por estar con Matt.
Leer más—Bueno, Matt es hora de irte, así que en lo que entregue mi guardia, dejaré lista la ficha de egreso.—Gracias doctor. —Teresa sonríe y se acerca a Matt. Esa noche de tanto insistirle a Madie que descansara en casa, lograron convencerla.—Que bueno que estés bien, Matt —le coloca la mano en el hombro— Siempre supe que eras un buen hombre y que Madie podía enamorarse de ti, no me sorprendió en lo absoluto saber que se amaban, pero actúe impulsada por mi propia experiencia. Siempre estuve enamorada de John, desde que llegue a la mansión Carter, incluso entre él y yo hubo una noche de pasión que nunca olvidé, pero él pertenecía a una clase social diferente. Él era el CEO millonario y yo, su criada. Aunque nunca creí que volvería a estar con él, soñaba con sus besos, con su amor. Y hoy, finalmente John está a mi lado. Te pido disculpas por no dejarte soñar con Madie.—No te preocupes Tere, yo tampoco pensé que una chica como ella pudiera enamorarse de un hombre como yo, sin dinero, sin pr
—El paciente presentó un paro respiratorio, la baña perforó uno de sus pulmones. —¿Matt está muerto? —Afortunadamente logramos reanimarlo, pero aún está muy delicado de salud. Está vivo de milagro. —¿Puedo verlo? —Por ahora no es aconsejable, esperemos un par de horas. Luego que salga de recuperación puede verlo pero evite que se altere, no sabemos que secuelas neurológicas pudo dejar el paro respiratorio. Madie se abraza a Clea, aunque no entendía a qué se refería el médico con “secuelas neurológicas” saber que estaba vivo, era suficiente. Ya comenzaba a amanecer, a pesar de los consejos de su padre de regresar a la casa y descansar, ella prefirió quedarse en la clínica. —No lo dejaré solo. Quiero que cuando abra los ojos, vea que estuve a su lado. Matt salvó mi vida y la de mi bebé. —¿Cómo dices? —Vamos John, en el camino te cuento. Sí, serás abuelo. —John se cubre el rostro lleno de emoción. Mientras tanto, la policía continúa con las investigaciones, interrogan al guardaes
Media hora después, llegan a la casa del primo de Nahuel. —Es aquí Matt, déjame bajar yo y llamarlo. No quiero preocupar a mi tía. —Está bien, pero por favor, no tardes. El hombre baja, entra a la modesta casa, Matt aguarda angustiado su regreso. Viendo que se tarda, decide bajar del auto e ir hasta la puerta, mira a ambos lados de la calle antes de cruzar. Justo Nahuel regresa acompañado de su primo, Sergio. —Hola ¿Qué es lo que quieres brother? —Solo necesito que me digas donde vive Sam, solo eso. —No quiero broncas con los azulejos. —No te preocupes, la policía no tiene nada que ver, solo quiero preguntarle algunas cosas a Sam. —Él vive con su madre a tres casas de aquí. Pero ojo brother, cuidado con meterme en problemas porque no quiero que el primate se quede sin empleo. —Tranquilo Sergio, Matt es de los nuestros, ¿no es así, Matt? —Sí, por supuesto. Matt regresa al auto, Nahuel camina detrás de él. —Lo mejor es que te quedes aquí, no quiero meterte en problemas. —No
La quiebra de la empresa es inminente, John debe contarle la verdad a su hija. —Madie, te tengo malas noticias. Tu tarjeta fue bloqueada por los gastos que hiciste el mes pasado. —No hice ningún gasto papá, debió ser Bob, yo estaba tan mal, que no me importó lo que él hacía con mi dinero. —Es un mal nacido. —se pone la mano en la cabeza, no encarnará como confesarle aquello a su hija— Estamos en la quiebra hija. —¿Qué dices papá? Eso no puede ser. —Es la verdad, traté de pagar tu deuda y no tengo dinero en el banco. Me desfalcaron. —Madie se abraza a su padre. —¿Ahora que haremos papá? —No lo sé hija, de verdad no sé qué puedo hacer. —Algo se puede hacer papá. Podemos vender esta casa, es muy grande y costosa y uno de los autos. Yo puedo comenzar a trabajar. La nobleza de su hija, le demuestra a John que no todo está perdido, que valió la pena todo lo que hizo para que ella fuese una buena chica. Ver que Madie hubiese madurado tan pronto, aunque lo enorgullece también le causa
Madie se queda muda, ante la mirada de aspaviento de Clea. —Habla por Dios, dime. ¿Positivo o negativo? —Es Positivo —responde parcamente. —Y los otros dos, revisa por Dios. Madie los toma y se los entrega, efectivamente Madie estaba embarazada. Aquello era algo que no esperaba. —¿Se lo dirás al imbécil de Bob? —No, aún no. No quiero saber de él. No quiero que nada me una a Robert Wayne. —Te entiendo, Madie. Pero no podrás ocultar por mucho tiemño el embarazo. Ahora debes alimentarte bien. —Sí, lo sé. —el desánimo de Madie es notable, Clea trata de entusiasmarla pero nada parece servir de mucho. —Madie, no puedes estar así. ¿Que tal si vamos de compras un rato? —Está bien, por lo menos eso me ayudará a no pensar mucho. Media hora después, entran al centro comercial, Madie observa las vidrieras de la ropa de bebé y uma extraña ternura la invade. —Clea mira que hermoso ese vestido de nena. —Sí, está hermoso. —Y mira aquel cocoliso rosado, es bellísimo. —Creo que será nena.
La relación entre Madie y Robert cada vez es más insoportable; él no solo la trata de manera repulsiva y ofendiéndola todas las veces que puede. Esa tarde Clea le confiesa haber visto a Robert acompañado de una mujer muy hermosa en el club, inclusive le cuenta que Patty le aseguró que la noche de su cumpleaños, estuvo divirtiéndote con él. —No te imaginas como lo odio, Clea. No quiero ni siquiera dormir a su lado. Cada vez que recuerdo lo que fue capaz de hacerme me invade la rabia y a la vez la impotencia. ¡Cuanto necesito a Matt! —Vamos Madie, olvida a Matt. Lo de ustedes ya nunca podrá ser. Menos si tú lo viste ya con alguien. —Sí, lo sé. Pero el día de mi boda, estuvo aquí. —¿De verdad vino? —Sí, y aunque Tere dice que solo vino a desearme muchas felicidades, yo no le creo, mi corazón me dice que vino a buscarme. Matt me ama tanto como yo a él. —No quiero que te molestes conmigo pero si Matt te amara tanto, ¿no crees que lucharía por ti? —Quizás, pero tú no lo conoces como
John le pide a Anette que se encargue de los preparativos de la boda. Aunque el prestigioso CEO no se imagina las verdaderas razones de Stephen de querer casar a sus dos hijos, pronto descubrirá la trampa en que cayó aunque ya es un poco tarde. Esa mañana de la boda, Madie se siente más abatida que en días anteriores, la sensibilidad a flor de piel, recordar los momentos de felicidad al lado de Matt, revivir esos instantes llenos de pasión, de alegría la aturden. Mas, las imágenes de su amado besando a la mujer en el bar, son el motivo suficiente para continuar con su decisión. Matt en tanto, se encuentra maniatado sin saber que hacer, la noticia de la boda está en todas las redes, y aunque quisiera ir e impedir aquella boda, no tiene nada que ofrecerle a Madie, nada excepto su amor. John se coloca su mejor traje de marca, esperaba ansioso aquel momento, Anette lo ayuda con el nudo de la corbata. —Te ves muy guapo. —le da un beso escueto en la boca. —Gracias, tú también estás incr
—Regresemos a la mesa, estoy exhausta —Madie, trata de alejarse corporalmente de Robert. A pesar de que él era un hombre apuesto, inteligente y con dinero, Madie no sentía nada por él. A veces piensa en sus padres, estaban juntos desde hace mucho tiempo aunque no se amaban; ante la sociedad eran el matrimonio perfecto. Matt baja hasta la primera planta del local, debe revisar que todo esté bien en la entrada del bar, el lugar estaba abarrotado de personas y eso generalmente provocaba algunos empujones y altercados. —Ya regreso princesa, voy a pedir una botella. —se levanta y va hasta la barra. Ella mira su reloj, está un poco aturdida por la bebida. Robert regresa con la botella de wiskhy, sirve los dos tragos. Intenta besarla, aunque al principio opone resistencia, se deja llevar, necesita olvidarse de Matt, sacarlo de su piel y su corazón. El hombre comienza a excederse con las caricias, Madie se incomoda, se separa de él con la excusa de ir al tocador. —Voy al tocador, ya vuelv
John le pidió a Anette, que se comunicara con Matt, necesitaba hablar con él y dejar en claro que no permitiría ningún tipo de situación que pudiese afectar a su hija. Matt llegó minutos después a la oficina de su jefe. Lily, lo hizo pasar luego de anunciarlo. El guardaespaldas entró a la oficina de John. —Buenas tardes señor. ¿Me mandó a llamar? —Sí, Matt. —Dígame qué se le ofrece. —¿Dónde estuviste ayer? Matt no sabe que hacer, decirle la verdad implicaría tener que enfrentar lo que siente por Madie; no hacerlo resultaría cobardía de su parte. Respira profundamente y responde a riesgo de perder todo: —Estuve con su hija, en Catskill Mountain. —¿Qué carajos te has creido? —se levanta iracundo y golpea el escritorio.— Estás despedido. —Déjeme explicarle por favor. —¿Qué me vas a explicar? Que te metiste con lo único más sagrado que tengo en la vida. —Señor, amo a su hija. —¿Qué estupideces, dices? Te vas a alejar de mi hija o te voy a destruir Cavalini. —Si tengo que enfre