Ser la hija de John Carter, uno de los empresarios más importantes New York, es un privilegio que pocos tienen, pero es también una razón para convertirte en un blanco fácil para un secuestro express.
Madison es una joven hermosa, de rostro y facciones perfectas, con un largo cabello oscuro y unos ojos grandes amielados. Es bastante alta para su edad, tiene diecisiete años; sus piernas destacan por ser largas, gruesas y torneadas. Desde muy pequeña siempre practicó el ballet clásico y de adolescente, el ballet contemporáneo. Lo de ella, son las fiestas y el baile; además de sus estudios, donde suele destacarse con un índice académico de 9,9. No hay capricho que sus padres no le cumplan por más inverosímiles que parezcan.
Cuando quiso que uno de los meteoritos llevara su nombre, su padre pagó en la NASA para cumplirle su deseo, o cuando arrivó a los quince años que pidió a BTS de regalo en su fiesta, allí bailó la coreografía junto a ellos y se tomó todas las selfies que quiso y pudo.
Esa tarde luego de salir de su clase de ballet contemporáneo, se despide de sus compañeras Patty y Clea.
—Nos vemos chicas, voy a esperar a Milton, ya debe estar por llegar. —se colocó los audífonos y bajó las escaleras, mientras sus dos disque amigas, la observaban e imitaban de forma burlona.
—Nos vemos chicas —caminó Patty, remedando a Madison. Clea ríe a carcajadas con la excelente imitación de su amiga.
El auto se detiene, ella abre la puerta y sube al asiento de atrás sin saludar a su chofer, solo se despide de sus amigas con intención de lucirse frente a ellas, agita la mano cual reina de belleza, solo para dejarles ver que siempre es la primera en irse de la academia.
Estaba tan concentrada en la música que cuando vio que el auto se detuvo detrás de una camioneta Vans, fue que pudo percatarse que estaba en un lugar desconocido. Era una zona bastante solitaria y amontada, ella tocó el hombro de su chofer, cuando volteó a verla y se levantó la gorra, llevaba una media pantie que le desfiguraba el rostro, entonces descubrió que no era Milton y que realmente estaba en serios problemas.
—¿Quién es usted? —preguntó asustada, quitándose de un jalón los audífonos. La sonrisa malévola del hombre le erizó la piel de pie a cabeza.
La puerta se abrió repentinamente, un sujeto le cubrió la boca con un pañuelo húmedo impregnado de formol y la jaló del brazo para subirla a la camioneta. El chofer se bajó del auto y subió a la camioneta negra, dejando el Mercedes Classe S negro, completamente abandonado en aquel lugar.
Minutos después, Madison volvió en sí, se sentoa algo mareada aún, seguía dentro de la camioneta e intentó gritar y moverse, pero no pudo, estaba maniatada y amordazada. Sus ojos parecían querer salirse de su órbita de lo nerviosa y asustada que estaba. La habían secuestrado.
El auto entró en una cochera de una casa abandonada, la bajaron y llevaron hasta adentro. Uno de los hombres cuyo rostro estaba cubierto con un pasamontañas, le quitó la mordaza. Ella comenzó a gritar:
—Ayúdenme, ayúdenme por favor. —Él hombre sacó el arma de un costado y la apuntó en la cabeza.
—Calladita o te ganas uno de estos —dijo refiriéndose a los proyectiles de la Taurus 9mm.
—¡Por favor, no me haga daño! Por favor, yo hago lo que ustedes me pidan. —suplicó a aquel desconocido, sin rostro.
—Dije que te calles —Le colocó el arma cerca de la boca. Madison comenzó a llorar.
El hombre que había simulado ser el chofer de ella se acercó, apartando el arma del rostro de la chica.
—Déjala tranquila Memo. Yo me encargo de esta muñeca. —Ella lo miró aterrada— Esto, es más sencillo de lo que crees muñeca. Vas a llamar a tu papá, al multimillonario John Carter y le vas a decir que te tienen secuestrada, él deberá pagar 5 millones de dólares y te dejamos en libertad. ¿Entendiste mi reina?
Ella asintió. Memo la desató y le entregó un celular desechable para que llamara a su padre. Las manos le temblaban, Madison era un manojo de nervios y llanto.
—Cálmate reinita. O me pondré nervioso como tú. No es bueno que me ponga nervioso teniendo un arma en la mano, ¿verdad? —dijo en tono amenazante el otro secuestrador.
Madison negó con la cabeza. No quería que le hicieran daño alguno. A veces ella, había pedido morirse en algunos momentos de crisis por su depresión, pero era solo momentos de desesperación, en realidad no deseaba morir. No ahora que estaba a días de graduarse, y próxima a cumplir su mayoría de edad.
Tomó el celular, marcó el número de su padre, colocó el altavoz por órdenes de su captor, el teléfono repicó varias veces, pero él no atendió.
—Vuelve a llamar. —le ordenó.
Esta vez repicó una sola vez. El hombre le arrebató el teléfono y comenzó a marcarle, dejó entonces un mensaje de voz:
“Lo volveré a llamar, su hija está secuestrada. Deberá pagar un rescate de 5 millones de dólares, en efectivo dentro de dos horas”.
—Debe estar en alguna reunión. Déjeme llamar a Lily, su secretaria. —dijo la chica buscando alguna manera de contactarse con su padre.
Memo miró a su compañero, quien asintió. Le regresó el celular y ella marcó uno a uno los digitos tratando de recordar el número telefónico de la empleada de confianza de su padre. El teléfono comenzó a sonar.
—¡Aló! Si, diga. —contestó la asistente.
—Lily soy yo, Madie, por favor dile a papá qué me tienen —su voz se quebró— secuestrada y piden 5 millones de rescate.
La llamada se cortó, ella se quedó sorprendida, aquel tipo de celular estaba configurado para hacer llamadas cortas que fuesen imperceptibles a las antenas y radares satelitales.
—Tranquila reinita, ella ya recibió el mensaje. —dijo, tomó el bolso de la chica y sacó su celular. Trató de revisarlo pero estaba bloqueado— Dame la clave. —ordenó el hombre.
—No sé. —respondió ella parcamente.
—¿Quieres que te haga recordarla? —volvió a colocarle la pistola esta vez en el entrecejo.
—Es, no sé, por favor. —respondió llorando. Memo le dio un codazo a su compañero Zak, en el costado y sonrió.
—¿Te crees muy lista? —gritó afincando con fuerza la pistola.— ¿Crees que te vas a burlar de mí?
Mientras tanto, Zak colocó la clave que la chica acababa de darles y logró desbloquearlo.
—Déjala carajos, dice la verdad. —le ordenó a su compañero.
Justo en ese momento entró una llamada, Zak le mostró el celular y ella contestó:
—Es mi padre. —le entregó el teléfono y ella habló.— Papá me tienen secuestrada, papá.
—¿Qué broma es esta Madie? —respondió molesto.
—No es broma, papá. Me van a matar si... —no terminó la frase, cuando el hombre le arrebató el teléfono de la mano.
—Si en dos horas no paga 5 millones de los verde, su hija estará muerta. —cortó la llamada.
En tanto, John se rasca la cabeza, no podía creer que aquello fuese verdad. Madinson siempre se había ocupado en darle dolores de cabeza. ¿Cómo podía estar seguro de que era verdad lo del secuestro express?
—¡Lily! —llamó a su asistente en voz alta, casi gritando.
—Dígame señor. —corrió la mujer hasta la oficina del CEO.
—Llama al gerente del banco y dile que me haga un retiro de 5 millones de dólares para dentro de media hora. —La mujer se quedó paralizada mirándolo.— ¡Muévete carajos!
La asistente salió apresurada y fue hasta su oficina para llamar al gerente.
Minutos después, John llegó al banco y fue hasta la oficina del gerente, éste le entregó un maletín con la cantidad de dinero que requería.
—No puedo creer que me esté pasando esta m****a Derek.
—Esto es parte de lo que significa tener dinero, ve y cumple. Nada es más importante que tu hija. Ya luego recuperamos eso. —le dio un guiño y estrecho su mano.
—Gracias hermano, te debo una. —Se levantó y salió rumbo a su oficina a esperar la llamada de los secuestradores.
Los minutos pasaban lentamente, mientras Memo observaba de forma lasciva a Madison.
—Tranquilo carnal, esa chica no está a tu alcance. Además ya sabes cuales fueron las órdenes del jefe, “dando y dando, pajaritos volando”
—Está demasiado rica como para no probarla. —se saborea los labios.
—Cálmate, ya te dije que no. ¡Y no es no! —le advirtió a su compañero. Este terminó obedeciendo y se levantó de la silla.
Salió afuera y encendió un cigarrillo, mientras esperaba para llamar al padre de Madison. Cinco minutos antes de marcar la hora, llamó desde otro celular a John Carter.
—Sí, dígame. Ya tengo el dinero.
—Muy bien, que buen padre es usted. Nos vemos en veinte minutos en la autopista, tramo 56.
—Allí estaré.
John no había preguntado como ocurrió aquello, ni siquiera se recordaba de su chofer. Cuando llegó al tramo de la carretera, vio dos autos, uno era su Mercedes Benz negro y el otro una Vans negra. Bajó del auto con las manos en alto y el maletín, solo esperaba encontrar a su hija sana y salva. Uno de los hombres le hizo señas y él se acercó a la camioneta, el hombre abrió la compuerta. Madinson estaba maniatada y amordazada.
—¡Hija! —gritó desesperado. Ella movió la cabeza para confirmarle que era ella.
Entregó el maletín, mientras Memo verificaba que hubiera dinero dentro, Zak desata a Madison y se la entrega a su padre. Apuntando con la Ak-47 les pide que regresen al auto. John abraza a su hija y regresan a la camioneta Land Rover color plomo. Memo va hasta el Mercedes, abre el maletero y saca al chofer quien habia estado amordazado y maniatado allí dentro.
Ambos hombres regresan a la vans y desaparecen ante la mirada atónita de John y su hija. Luego bajan del auto, para desatar al empleado. Milton está agitado y un poco débil por el tiempo que estuvo encerrado dentro del baúl del automóvil.
Luego de tres kilómetros, la Vans se detiene, los hombres suben con el maletín al Jeep que los espera, y dejan a un lado del desfiladero, la camioneta.
Después de aquel terrible susto, John decide que debe contratar a un guardaespaldas para su hija. Aunque Madison no está del todo de acuerdo, no puede olvidar aquel momento tan escalofriante; por unos instantes recuerda que pudo haber sido asesinada o quizás ultrajada por aquel delincuente que cuando la miraba quería devorarla. Pero por otro lado, piensa en que teniendo a un guarura cuidando de ella, no podrá divertirse como suele hacerlo con sus amistades.—Tú escoges Madie, o el guardaespaldas o te saco del país para que vayas a Londres donde está tu madre.—No, papá. Yo no quiero irme de aquí. Aquí están mis amigos y estás tú. Bien sabes que con mamá no se puede vivir. “cruza lis brazos haciendo pucheros.—No digas eso de tu madre, aunque Janeth suele ser poco demostrativa, tu madre te quiere.—Por favor, llevó más de seis meses sin verla y dos semanas sin recibir un mensaje o una llamada suya.—Entonces, no se hable más, te pondré un guardaespaldas. —le sonríe. Y la toma de ambas
Esa misma tarde, llegaron los candidatos para escoltas, uno a uno fue entrando a la oficina, con la ayuda de Anette, John entrevista a los oficiales de seguridad.El primero de ellos, es bastante joven, tiene veinte años y cumplió servicio militar, sin embargo, John no cree conveniente que por su edad sea la mejor opción.—Lo tendré muy en cuenta, se nota que es muy responsable por las referencias que trae.—Gracias señor.—Lo estaremos llamando para informarle sobre su estatus en el proceso selectivo —interviene Anette.El joven sonríe y sale de la oficina. Luego pasa el segundo de los candidatos para el cargo de escolta. El hombre de casi dos metros de altura, complexión fuerte y rostro serio, es aparentemente un buen prospecto para el puesto de guardaespaldas. A diferencia del joven anterior Math permanece de pie, con los brazos abajo y sus nanos entrecruzadas.—Buenas tardes, siéntese por favor.—Gracias, Sr. Carter —respondió con amabilidad y se sentó.—Su nombre es Mattew Cavali
Después de medirse el uniforme, Matt regresa a la oficina de su nuevo jefe.—Ten, estás son las llaves del auto en el que usted deberá llevar a mi hija. —le entrega las llaves, abre una de las gavetas con cerrojo y saca un arma— y esta es el arma con la cual usted protegerá a mi hija —Math se sorprende al ver el tipo de arma Wiebbelling32 que le entrega John.También le entrega un radio transmisor de última generación satelital y un celular con GPS que le entregó su CSO (Chief Segurity Officer) con el cual puede rastrear el lugar donde se encuentra Madison.—Ya lo demás queda por cuenta suya. Haga su trabajo y recibirá su sueldo de forma puntual, cualquier gasto extra, como el mantenimiento de la caminoneta, es solo hablar con Anette y ella gestionará los pagos. ¿Alguna duda Cavalini?—Ninguna señor.—Entonces vaya al centro comercial donde está mi hija, yo le avisaré que ud irá por ella.—Como ordene jefe.Matt sale de la oficina, va hasta el estacionamiento subterráneo de la empresa
La mañana siguiente cuando Madie despertó para tomar su café de costumbre, se sorprendió de ver que ya Matt estaba en la cocina. Fingió no importarle su presencia y fue a los brazos de su nana.—Tere, buen día —la besa con efusividad en ambas mejillas, incluso parecían madre e hija.—Buenos días mi princesa, ¿saludaste a Matt? —ella voltea a verlo con displicente actitud.—Buenos días guarura. —El rostro de Matt, cambia rápidamente de facciones, de serio a enfadado, arquea su ceja mucho más.—Buenos días Srta Madie, no soy guarura, soy su guardaespaldas.—¡Uyy que genio traes! —sonríe. Toma su taza de café para terminar de alistarse.Matt se levanta y sale hasta el auto, para preparar la salida. John baja en ese momento y se topa con Madie, ella se queda esperando el sermón que le correspondía por jugar con su guardaespaldas, pero por el contrario, su padre al verla la recibe con mucha alegría.—¡Princesa! ¿Cómo amaneciste?—Bien, papi. Y tú por lo visto de muy bueb humor.—Por supues
Matt escuchó la voz de Natalie, y aquello revolvió dentro de él, muchas sensaciones que lo llevaron levemente a un estado depresivo, instantáneo, sintió ganas de llorar y golpeó el volante con fuerza.—Maldita sea —se limpió con el antebrazo las lágrimas que descendían por su rostro.Aquel recuerdo le dolía tanto que no pudo evitar llorar.Flash Back***Un año atrás—¿Qué hubo hermano? ¿Cómo vas hoy? —preguntó entusiasmado Leron, quien siempre estaba de buen humor.—Todo bien, trabajando un poco en el caso del secuestró de la hija del doctor que fue encontrada asesinada. —respondió Matt, mientras coloca la foto en la cartelera para crear la línea de tiempo de aquel secuestró que terminó en la muerte de la adolescente.—Sí, debe ser terrible que te maten a un hijo, debe ser algo difícil de soportar y muy doloroso.—Imagínate ser médico y salvar vidas y que no haya logrado salvar la de su hijo.—Hermano, cuando la muerte llega “ni que te quitan, ni que te pongan” esa es la lamentable ve
Al día siguiente, Madie se encontró con Brack en la entrada del colegio, al verlo quiso esquivarlo pero él se lo impidió.—¿Pensaste lo que te dije, muñeca? —le preguntó sonriendo con malicia.—No tengo nada que pensar, Brack.—¿Estás segura? Mira que tendré la casa para mí solito, ya que mi madre saldrá de viaje este fin de semana.—Sí, estoy segura, no pienso hacer algo que no quiera.—Bueno, pendeja. Tú te lo pierdes, mientras todas tus amiguitas se mueren por coger conmigo, la única que no se adapta a la realidad eres tú. De verdad lo siento por ti, muñeca porque si me gustabas.Ariadna deja el bolso en su locker room su bolso, Clea la ve algo nerviosa y se acerca a ella.—Holis ¿Cómo va todo? Cuéntame como te fue con el bomboncito de Brack, te vi hablando con él —bromea su amiga.—No quiero hablar de Brack ahora, vamos a clases y luego te cuento.Cuando entró al salón de clases, todo voltearon a verla, la noticia de su cita con el chico popular, ya era noticia en la página web, t
Los días transcurrieron, Matt evitaba hablar con Madie, al menos que fuese algo estrictamente necesario. Por fin tendría su primer día libre. Así descansaría de aquella insoportable chica. Por lo que despertó muy temprano, se duchó y salió. Quería despejar su mente, ver a Natalie. El día que conversaron por teléfono, acordaron tomar un café juntos.Luego de la muerte de Leron, no habían vuelto a verse, eran decisión muy dolorosa que ambos tomaron, para esperar que el tiempo sanara sus heridas. Él supo que meses después ya Natalie estaba saliendo con alguien más, por lo que respetó su espacio y se mantuvo alejado. Un día antes de cumplirse un año de la muerte de Leron, ella le escribió para saber de él, justo el día de la entrevista.—¿Cómo estás Matt? Disculpa que te escriba, pero no dejo de pensar en ti. Hice lo que estaba en mis manos para poder estar lejos de ti, pero no pude. Hace cinco meses terminé con Victor, no puedo evitarlo creo que sigo enamorada de ti.Matt no quiso respon
Madie estuvo toda la tarde del domingo disfrutando de la piscina en el Club con su padre, sin embargo, Matt aparecía en sus pensamientos cuando menos lo esperaba, era la primera vez que no lo veía durante todo el día y lo peor aún, lo comenzaba a extrañar.Regresaron al anochecer, ella fue hasta la cocina para tomar un poco de agua y ver si se topaba con él, no lo vio, no estaba allí. ¿Dónde podía estar si se suponía que él estaba quedándose en su casa.¿Acaso tenía novia o mujer? Se preguntó y la respuesta fue inminente, como no va a tener, si es un hombre apuesto, sensual y muy inteligente. Aquello la hizo rabiar, pero ¿por qué sentirse enojada? Matt era apenas su guardaespaldas, no tenía porqué actuar de esa manera.Regresó a su habitación, cada vez que oía un auto detenerse, se asomaba desde la ventana, para ver si era él quien llegaba. Mas, las tres veces que lo hizo, terminó más ansiosa que al comienzo.—¿Y si le ocurrió algo? —Se dijo a sí misma, se levantó apresuradamente, tom