240. VILLANCICOS

¿Alguna vez ha tenido la sensación de qué están rodeados completamente por la oscuridad y por mucho que intenten salir no lo logran? Es la situación en que me encuentro en estos momentos. El día había amanecido muy oscuro y nevando copiosamente, mientras el aire batía contra la casa, como si quisiera acabar con ella sacándole silbidos agudos, que hacía que dolieran los oídos.

Después de desayunar nos dirigimos al salón de baile de nuevo, porque no podíamos salir para ir a la capilla a realizar la misa. La hermana Caridad propuso que en vez de eso, cantaremos villancicos. A lo cual estuvo de acuerdo la Madre Superiora. Rápidamente me acerqué al piano y comencé a tocar melodiosamente las canciones que acostumbraba a practicar en las clases con ellos en el colegio.

—Señorita ángel, con su permiso— interrumpió la niña Jacinta, adelantándose a donde yo me encontraba sentada en el piano, en compañía de Isabel, su prima que era la mayor de todos. — ¿Podemos cantar el villancico “Canta un
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