Definitivamente mi llegada a este lugar había traído conmigo, al parecer, no solamente las malezas que me estaban sucediendo debido a los demonios que me perseguían por mis antepasados, sino también la furia de la naturaleza. Primero el ciclón que estuvo a punto de acabar con el poblado y todo alrededor. Ahora era esta enorme tormenta que llevaba ya cuatro días nevando sin parar. Las montañas que se hacían delante de las puertas eran increíbles, al punto de que cada día teníamos que tomar las palas si alguien quería entrar o salir, para abrir paso por entre la montaña de nieve.—¿Es que acaso no piensa parar de nevar? — preguntaba la hermana Inés que estaba desesperada por salir fuera de la casa.—Parece que no querida Inés— le respondí mirando por la ventana como caían los copos de nieve llevados por el viento girando sin parar.— Si al menos hicieran un receso en la caída de nieve, podríamos salir a hacer muñecos y a jugar un rato con los niños, pero es tan fuerte que casi no pode
Julián se quedó mirándome fijo, luego me abrazó y besó. Y como si de una niña a la que hay que enseñarle con calma cada cosa me dijo.—Soy un espíritu que puede deambular con solo pensarlo. No lo olvides, llegué a la iglesia a ver por qué habían sonado las campanas pidiendo auxilio como lo hicieron.—¿Y de qué se trata?—No pude saber exactamente de qué se trataba, pues el padre Bartolomé estaba oficiando una misa, y cómo no iba en el cuerpo del capitán, no pude hablar con él. Pero vi que todo estaba en orden y a lo mejor solamente fue que el monaguillo se entusiasmó tocando las campanas.—¿Pudiste ver a todos los demonios?—Sí, estaban todos reunidos en el cuartel general planeando cómo hacer la investigación aquí en la casa cuando pasara la tormenta. Pues habían tratado de entrar por el jardín que fue la nieve negra que vimos, pero existe una enorme protección que le impide traspasar por ahí. Por eso me fue fácil expulsarlos con aquel torbellino de nieve que cree.—Entiendo. ¿
Hacía más de cuatro horas que Julián se había ido para el pueblo con un carruaje y algunos sirvientes por si se atascaba en el camino, para buscar al doctor. Estaba de lo más preocupada, de ver qué no aparecía, y un sentimiento se fue haciendo grande en mi pecho ahogándome. ¡Tenía miedo, mucho miedo! Por lo que hice lo que acostumbraba a hacer cuando vivía en el colegio, me dirigí al piano y me puse a tocar. Cantaba muy alto, como si quisiera que mi voz viajara y fuera hasta donde estaba mi Julián atrapado. Porque era así como lo sentía, mi voz se elevaba nítidamente por encima de los silbidos que provocaba el aire contra las paredes de la casa, haciendo un macabro concierto. Nadie vino a mí encuentro, si no, que desde donde se encontraban, comenzaron a cantar junto conmigo de igual manera. De pronto en medio de la tormenta, un enorme rayo retumbó iluminándolo todo, y prendiendo fuego a una de las palmas reales de la entrada de la calle. Yo seguía cantando a toda voz, al t
Unos fuertes golpes estremecieron la puerta de entrada. Vi como Aurelio corría junto con otros más, incluyendo a mi viejo Tata Julián, que me advirtió que no dejara de cantar y tocar pasara lo que pasara. Que permaneciera sentada en el piano. En medio de aquel signo iluminado en el piso y rodeada de todas las sombras de ancianos. Lo hice hasta ver aparecer al capitán Luis Manuel acompañado del doctor, casi congelados, que al verme, sonrió de una manera extraña mientras me decía.—Al fin me aceptaste.Tata Julián vino a mí encuentro, y sin más, me besó delante de todos, haciendo que el capitán cayera de rodilla a mis pies, que no dejaba de tocar el piano acompañada por los tambores, que ahora giraban juntos con los ancianos a mi alrededor. Cambiando su canto por un rezo, que no lograba definir, porque era muy extraño. Enfocaron con una luz que salía de sus bastones el corazón del capitán. Este comenzó a gritar como si le hicieran mucho daño. Por un momento quise detenerme e ir a
Detenida ante la imagen de la pareja que estaba frente a mí observándome con curiosidad, giré mis ojos hacia mi Julián tratando de entender quiénes eran aquellas personas. Se sacudió primero violentamente, para quitar toda la nieve que tenía encima el capitán, para luego levantar su bastón y expulsar toda la que había entrado por la puerta cerrándola de un tirón. Seguía cada uno de sus movimientos tratando de entender quiénes eran esas personas que tenía frente a mí, y que me parecían conocidas, pues las había estado observando en la habitación de los ancestros, pero sin poder ver con claridad de quiénes se trataba. Tomó una de mis manos y me llevó de nuevo al piano indicándome que me sentara, viendo como a mi lado se sentaba la imagen de la mujer que aún no lograba definir por completo. Sus manos recorrieron las teclas, dejando escuchar una conocida melodía, al tiempo que todas las luces se prendieron en la casa. Y allí ante mis ojos sin que mi mente todavía lograra entende
Ella se quedó por un momento en silencio mirándome fijamente, para luego soltar la risa como si lo que dije fuera una broma.—Ja, ja, ja…, ¡tú prometido querida!Me quedé de una pieza al escuchar aquello, algo había cambiado mi realidad debería averiguarlo muy rápido antes que las cosas se salieran por completo de control. Apenas tomé mi desayuno y me despedí diciendo que tenía que ir a buscar algo a mi habitación. No dejando que nadie me acompañara, me introduje en la de mi abuela, para con sorpresa, verla acostada en su cama.—¡Abuela! —exclamé. Me dirigió una sonrisa y extendió los brazos hacia mí. Me acerqué muy despacio como si aún estuviera mirando una visión. Ella miró con miedo para todas partes. Tomó mi mano depositando algo en ella que escondí rápidamente por instinto. Mientras cerraba los ojos y tiraba de mí hasta que mi oído estuvo cerca de su rostro.—No te dejes engañar, sabes lo que tienes que hacer —dijo en un susurro y desapareció . Abrí mi mano despacio para
Al mirar a sus ojos azul oscuro, me volví abrazar fuertemente de su cuerpo siendo correspondida por él. Llena de una inmensa felicidad por haber logrado regresarlo.—¿Amor, dime que hacer? Estoy muy asustada, ¿qué es lo que está sucediendo?—pregunté apresuradamente, sin soltarlo por el miedo que sentía.—Creo que todo fue una trampa para encerrarnos en esta inconsciencia tuya, y que no pudiéramos hacer nada.—¿Qué quieres decir?—El capitán, embrujaron al capitán y me atrapó cuando me introduje en él.—¡Dios! ¿Y ahora?—Estás dormida amor, tienes que despertar.—¡No estoy dormida, estoy despierta! —exclamé.Julián se quedó observándome por un momento, luego bajó su mirada hacia las dos gotas de agua colgadas en el cuello. —¿Quién te dio esa agua?—Mi abuela.—No, ella está muerta. Debe haber sido la bruja. Te engañó haciéndose pasar por ella.—¿La bruja? ¿Y cómo se deshizo lo que tenía el capitán en su frente y se despertó?—No, vida mía, no se despertó. Nos estás atrapando para intr
A mi lado se encontraban las hermanas, Caridad e Inés, junto a la Madre Superiora que rezaba a mi lado el rosario.—¡Dios bendito hija, no dejas de darnos sustos! —exclamaron al ver como abría mis ojos y buscaba desesperadamente al capitán, que apareció por la puerta cargando una bandeja junto a Dolores.—¿Al fin despertó, mi Ángel? —preguntó corriendo a mi encuentro.La Madre Superiora junto a las hermanas salieron sigilosamente mientras el capitán se arrodillaba al lado de la cama y tomaba mis manos besándolas con amor al tiempo que me decía.—¡Lo lograste cariño, lo lograste! Lo miré sin dejar de llorar, pues no sé porque me sentía tan triste y agotada. Giré mi cabeza para mirarme en los hermosos ojos azules oscuros de mi Julián, que se inclinó y me abrazó fuertemente. —Todo está bien ahora vida mía, todo está bien.—¿Qué sucedió?—Todo fue una trampa muy bien planeada, no sé de qué modo sabían que tú podías liberarnos de la bruja. Creo que se dieron cuenta la vez anterior cu