Se quedó sonriendo al explicarle aquello, me tomó por la cintura y me besó otra vez, feliz de que le hubiera confesado eso. Al separarme de su cuerpo, se quedó por un momento mirándome fijamente para luego decirme.— Si en verdad no logro recuperar mi cuerpo, haré que sientas el de Luis Manuel como si fuera el mío, te lo prometo. Todavía estaba preocupada por todo está rara situación en que estaba metida y que no sabía cómo iba a salir de ella. Mi educación era realmente muy estricta y ahora sentía que me estaba comportando de una manera todo lo contrario a lo que yo había sido educada. Luego recordé lo de las ceremonias y giré para preguntarle, pero lo vi arrodillado delante de sus santo y esperé pacientemente que terminara para hacerlo.—Sé lo que me quieres preguntar querida— dijo al verme sentada en la cama esperándolo pacientemente— logramos hacer algo, pero no todo lo necesario para librarnos de ellos completamente.—¿Qué quiere decir?—Que no los pudimos atraer como pe
¿Alguna vez ha tenido la sensación de qué están rodeados completamente por la oscuridad y por mucho que intenten salir no lo logran? Es la situación en que me encuentro en estos momentos. El día había amanecido muy oscuro y nevando copiosamente, mientras el aire batía contra la casa, como si quisiera acabar con ella sacándole silbidos agudos, que hacía que dolieran los oídos.Después de desayunar nos dirigimos al salón de baile de nuevo, porque no podíamos salir para ir a la capilla a realizar la misa. La hermana Caridad propuso que en vez de eso, cantaremos villancicos. A lo cual estuvo de acuerdo la Madre Superiora. Rápidamente me acerqué al piano y comencé a tocar melodiosamente las canciones que acostumbraba a practicar en las clases con ellos en el colegio.—Señorita ángel, con su permiso— interrumpió la niña Jacinta, adelantándose a donde yo me encontraba sentada en el piano, en compañía de Isabel, su prima que era la mayor de todos. — ¿Podemos cantar el villancico “Canta un
—Además —siguió diciendo Dolores— que la señora Casilda, su abuela, no era dada a salir mucho en este tiempo de la hacienda, permanecía en ella todo el invierno y los viajes que realizaba al pueblo, los hacía solamente en verano.—¿No iba en navidad a la Iglesia?—No, nunca salió en navidad de la casa, temía mucho hacerlo porque nevaba mucho y siempre estaba muy oscuro, ni siquiera cuando vivía el señor Fermín lo hacía.—Ya veo, entonces mejor que nosotros la imitemos, nos quedaremos dentro de la casa, en un final es bastante grande y no tenemos porqué sentirnos ahogados en ella. El único inconveniente que veo, es que no podemos ir hasta la capilla, aunque si quieren, puedo mandar a limpiar mañana todo el corredor y abrir paso hasta ella.—No hace falta, hija— respondió la Madre Superiora— haremos una lectura del libro sagrado en la biblioteca y estará bien, hasta que podamos volver a nuestras rutinas.Seguimos conversando amenamente de todo lo que había sucedido en el baile y d
Definitivamente mi llegada a este lugar había traído conmigo, al parecer, no solamente las malezas que me estaban sucediendo debido a los demonios que me perseguían por mis antepasados, sino también la furia de la naturaleza. Primero el ciclón que estuvo a punto de acabar con el poblado y todo alrededor. Ahora era esta enorme tormenta que llevaba ya cuatro días nevando sin parar. Las montañas que se hacían delante de las puertas eran increíbles, al punto de que cada día teníamos que tomar las palas si alguien quería entrar o salir, para abrir paso por entre la montaña de nieve.—¿Es que acaso no piensa parar de nevar? — preguntaba la hermana Inés que estaba desesperada por salir fuera de la casa.—Parece que no querida Inés— le respondí mirando por la ventana como caían los copos de nieve llevados por el viento girando sin parar.— Si al menos hicieran un receso en la caída de nieve, podríamos salir a hacer muñecos y a jugar un rato con los niños, pero es tan fuerte que casi no pode
Julián se quedó mirándome fijo, luego me abrazó y besó. Y como si de una niña a la que hay que enseñarle con calma cada cosa me dijo.—Soy un espíritu que puede deambular con solo pensarlo. No lo olvides, llegué a la iglesia a ver por qué habían sonado las campanas pidiendo auxilio como lo hicieron.—¿Y de qué se trata?—No pude saber exactamente de qué se trataba, pues el padre Bartolomé estaba oficiando una misa, y cómo no iba en el cuerpo del capitán, no pude hablar con él. Pero vi que todo estaba en orden y a lo mejor solamente fue que el monaguillo se entusiasmó tocando las campanas.—¿Pudiste ver a todos los demonios?—Sí, estaban todos reunidos en el cuartel general planeando cómo hacer la investigación aquí en la casa cuando pasara la tormenta. Pues habían tratado de entrar por el jardín que fue la nieve negra que vimos, pero existe una enorme protección que le impide traspasar por ahí. Por eso me fue fácil expulsarlos con aquel torbellino de nieve que cree.—Entiendo. ¿
Hacía más de cuatro horas que Julián se había ido para el pueblo con un carruaje y algunos sirvientes por si se atascaba en el camino, para buscar al doctor. Estaba de lo más preocupada, de ver qué no aparecía, y un sentimiento se fue haciendo grande en mi pecho ahogándome. ¡Tenía miedo, mucho miedo! Por lo que hice lo que acostumbraba a hacer cuando vivía en el colegio, me dirigí al piano y me puse a tocar. Cantaba muy alto, como si quisiera que mi voz viajara y fuera hasta donde estaba mi Julián atrapado. Porque era así como lo sentía, mi voz se elevaba nítidamente por encima de los silbidos que provocaba el aire contra las paredes de la casa, haciendo un macabro concierto. Nadie vino a mí encuentro, si no, que desde donde se encontraban, comenzaron a cantar junto conmigo de igual manera. De pronto en medio de la tormenta, un enorme rayo retumbó iluminándolo todo, y prendiendo fuego a una de las palmas reales de la entrada de la calle. Yo seguía cantando a toda voz, al t
Unos fuertes golpes estremecieron la puerta de entrada. Vi como Aurelio corría junto con otros más, incluyendo a mi viejo Tata Julián, que me advirtió que no dejara de cantar y tocar pasara lo que pasara. Que permaneciera sentada en el piano. En medio de aquel signo iluminado en el piso y rodeada de todas las sombras de ancianos. Lo hice hasta ver aparecer al capitán Luis Manuel acompañado del doctor, casi congelados, que al verme, sonrió de una manera extraña mientras me decía.—Al fin me aceptaste.Tata Julián vino a mí encuentro, y sin más, me besó delante de todos, haciendo que el capitán cayera de rodilla a mis pies, que no dejaba de tocar el piano acompañada por los tambores, que ahora giraban juntos con los ancianos a mi alrededor. Cambiando su canto por un rezo, que no lograba definir, porque era muy extraño. Enfocaron con una luz que salía de sus bastones el corazón del capitán. Este comenzó a gritar como si le hicieran mucho daño. Por un momento quise detenerme e ir a
Detenida ante la imagen de la pareja que estaba frente a mí observándome con curiosidad, giré mis ojos hacia mi Julián tratando de entender quiénes eran aquellas personas. Se sacudió primero violentamente, para quitar toda la nieve que tenía encima el capitán, para luego levantar su bastón y expulsar toda la que había entrado por la puerta cerrándola de un tirón. Seguía cada uno de sus movimientos tratando de entender quiénes eran esas personas que tenía frente a mí, y que me parecían conocidas, pues las había estado observando en la habitación de los ancestros, pero sin poder ver con claridad de quiénes se trataba. Tomó una de mis manos y me llevó de nuevo al piano indicándome que me sentara, viendo como a mi lado se sentaba la imagen de la mujer que aún no lograba definir por completo. Sus manos recorrieron las teclas, dejando escuchar una conocida melodía, al tiempo que todas las luces se prendieron en la casa. Y allí ante mis ojos sin que mi mente todavía lograra entende