Capítulo 3: Buscarla

Narrador omnipresente

Helmut sonríe al ver como la loba se marcha hacia el bosque y es en ese momento que aleja a las mujeres y ordena subir más a la música, para que Aitana escuche que celebran haberla humillado, aunque realmente le molesta la música fuerte.

 — Señor, ya entregué el mensaje. — Informa el lobo a su jefe, cuando recién llega.

 — Menos mal, porque me preocupaba que hubiera otra loca vestida de novia en ese castillo. — Dice Helmut en tono burlón, mientras toma una botella de vino.

 — ¿La ha visto? — pregunta el lobo con evidente preocupación y es allí cuando Helmut apaga la música, mientras ve como las mujeres que ha besado, comienzan a palidecer.

 — Se escapó al bosque — responde Helmut restándole importancia a algo que cualquier esposo lo haría enojar.

 — ¿Y la dejó irse? — pregunta el lobo beta claramente preocupado y sorprendido por ver como había terminado todo.

 — Ella es una beta, debe saber cómo defenderse. Oh, verdad, fue criada para ser un adorno de esposa. — Dice Helmut en tono burlón y su subordinado no sabe qué hacer ante su actitud arrogante.

 — Pero, señor, ella es su esposa. Debe protegerla, si no sabe defenderse por su cuenta — 

 — Ese es su problema. Si deja que un oso la mata, no es mi culpa. Ella no es una bebé. Es más, me libra de matarla con mis propias manos — dice Helmut sonriendo con malicia, mientras sus compañeros de batalla, niegan con tristeza por ver su actitud.

 — ¿Puedo ir a buscarla? — Pregunta el chico preocupado por el final de la última esposa de su jefe.

 — No, nadie puede hacerlo. Que se entienda como pueda. Morir en el bosque es mejor que morir por culpa de mi maldición — dice Helmut con seriedad y sus compañeros se observan entre sí, preocupados.

Nadie se atreve a hablar para convencerlo. Porque sabía cómo era su jefe y la luna de esta noche. Aunque no creían correcto que no fuera a buscar a su esposa. Nadie se atrevió por miedo a ser asesinado cruelmente después de ser transformado en la bestia incontrolable que solo sabe matar.

Por otra parte, Aitana corrió con todas sus fuerzas, mientras pensaba en todas las historias que ahora le parecían demasiado increíbles para ser verdad. Su corazón dolía con fuerzas y sus lágrimas acumuladas, le impedían mirar hacia donde iba, por eso, cuando intentó cerrar sus ojos por un breve segundo, choco con un cuerpo bastante duro y peludo.

Los dos, cayeron varios metros lejos, girando en el suelo de tal forma que ambos se convirtieron en humanos al sentir como se habían golpeado fuertemente con la caída. Los quejidos no se hicieron esperar, mientras Aitana se levantaba del suelo.

 — Dios, ¿Qué fue eso? — dice Aitana tocando su cabeza al haberse golpeado la misma con fuerza.

 — ¡Búsquenlo y no dejen que sobreviva! — dice uno de los lobos mentalmente, alertando a Eugene.

 — Maldición. — dice el chico intentando levantarse, pero, Aitana se mueve rápidamente y se coloca encima del chico, colocando su mano sobre el pecho del hombre que la observa confundida.

 — ¿A que viniste? ¿Acaso la bestia de mi ahora esposo te envió para matarme? — pregunta molesta y alerta por cualquier ataque de Helmut.

 — ¿Qué? ¿De qué me hablas, loca? — dice Eugene confundido, mientras intenta alejarse de Aitana

 — No voy a dejar que me hagan daño. No voy a ser pisoteada mientras eso le causa satisfacción a él. Así que, si vienes a matarme, yo lo haré primero, desgraciado. No voy a dejarle las cosas fáciles — asegura Aitana golpeando con fuerzas el pecho del hombre.

Eugene, preocupado por ser capturado al escuchar los pasos cerca, tomó una medida desesperada y por ello, la tomó del cuello y colocando dos de sus dedos en su boca, fingió besarla, mientras ella continuaba golpeándolo en el pecho.

Los lobos que perseguían a Eugene, corrieron hacia la mujer que era abrazada por su pareja, que, desde su lugar, parecía que realmente la besaba. Por lo que, avergonzados, corrieron intentando conseguir el rastro de Eugene.

Los lobos se marchan y la pulsera de Eugene, se vuelve más grueso al igual que el campo magnético que impide que el aroma de él o su aspecto, se vea como es normalmente. Cuando ellos se marchan, Eugene deja de fingir besar a Aitana quien observa al hombre estupefacta.

El maquillaje corrido, el vestido sucio y de novia, le decían a Eugene lo que había sucedido, por lo que, suspiró profundo, sabiendo que había complicado la ya complicada noche de Aitana

 — ¿Qué acabas de hacerme, pervertido? — pregunta Aitana molesta.

 — Se dice besar y por lo que vi, no eres experta con ello, quizás por eso, tu esposo te dejó apenas se casaron — dice Eugene levantándose del suelo, en el momento exacto que Aitana comienza a llorar.

 — Eres un desgraciado. Los hombres son unos desgraciados y yo tengo la mala suerte de encontrarme con los más desgraciados de todos — dice Aitana llorando desconsoladamente.

 — Lo siento, fue un chiste un mal chiste que evidentemente, no entendiste. Pero, no te preocupes, puse mis dedos en medio de nuestros labios, así que, no se tocaron directamente. No nos besamos. Si no has besado a alguien, aun tienes tu primer beso intacto. — Dice Eugene deseando que ella no haga un drama de lo que sucedió.

 — Aléjate de mí, abusador. — Dice Aitana aterrada

 — Oye, no te besé, solo fingí hacerlo. No seas así de sensible. — Dice Eugene intentando acercarse a ella, pero, de inmediato, Aitana retrocede.

 — Eso es un abuso si yo no te di mi permiso, aunque fuera solo fingido. — dice Aitana llorando.

 — Está bien, en eso tienes razón. Lo siento. Pero, por favor, cálmate. No quiero que esas malas personas nos regresen y nos hagan daño — dice Eugene. 

 — No me digas cosas que no sientes. Estoy cansada de ser engañada. Además, no hay hombres malos alrededor. Así que, deja de mentir tan descaradamente

 — Chica, tengo un asunto importante ahora, por lo que, no puedo mostrar mi disculpa formalmente, pero, prometo volver a verte para mostrarte que estoy avergonzado, solo, no le digas a nadie que me has visto, ¿está bien? — pregunta Eugene y cuando esta por acercarse a ella, escucha como alguien se acerca a gran velocidad.

 — Tú…

 — Nos vemos después — dice Eugene corriendo lejos del lugar, antes de que Aitana diga algo.

En ese momento, Helmut aparece mostrando un pelaje completamente negro y ojos rojos. Al ver a la mujer vestida de novia, bufa molesto y se transforma en humano. Mostrando que no ha venido porque lo deseara.

 — Te dije que no debías salir de tu castillo — dice Helmut mirando con enojo a la mujer con las mejillas húmedas.

Aitana mira al hombre del que se había enamorado por fotos y con el que había soñado un mundo perfecto a su lado. El tono amenazante, hace que ella sonría carente de gracia mientras su ahora esposo, mira con odio a la mujer frente a él.

 — ¿Por qué has venido por mí? Según lo que vi, no te importa lo que sienta o me pase — dice Aitana con frialdad.

 — Claramente no me importa, pero, hice una promesa a mi padre que te daría la seguridad que tu misma no puedes proporcionarte. — Dice Helmut resaltando que no lo hace porque le importe el destino de su esposa.

 — El tío ha muerto y con él, todas las promesas que pudiste tener con él — dice Aitana levantándose del barro. — Así que, no te molestes en hacer cosas innecesarias como estas. 

En ese momento, la lluvia que apenas se había detenido en la mañana, comienza a caer con más fuerzas, mientras Aitana sonríe con amargura. 

 — Este día no podía ser peor — susurra Aitana y en ese momento, Helmut se mueve rápido al percibir un leve aroma de hombre. Por lo que, la toma del brazo, mirándola con sus ojos inyectados de enojo.

 — ¿Con quién estabas? — pregunta Helmut molesto.

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