Narra Aitana
La noche la sentí demasiado corta y no era para menos, en medio de la lluvia tuve que huir de la isla, porque mi esposo quería matarme. Por lo que, ni en el auto, ni en el yate que usaron para sacarme de la isla, pude dormir. Cuando llegué a la casa en la que pensé que yo iba a descansar, muchas preguntas inundaron mi mente y no pude dormir por más que lo intenté. Agotada, veo como los rayos débiles del sol, atraviesan la tela de las cortinas, mientras yo compruebo que no es un sueño lo que viví anoche.Miro a mi alrededor y veo mi vestido de novia que parece todo, menos un vestido de novia. Me levanto sabiendo que no voy a poder dormir y usando solo mis sabanas para cubrir mi desnudez, entro al baño que me negué a darme anoche. — Dios, ojalá el agua sea lo que necesito para despertar de esta pesadilla — pido en un hilo de voz, mientras el agua comienza a humedecer mi cuerpo, mientras se burla de mi ingenuo pensamiento de despertar de una realidad donde evidentemente, no podré salir.Termino de darme una larga ducha y por mis defensas débiles, comienzo a estornudar una y otra vez. Frustrada porque voy a enfermarme, me envuelvo en las sábanas extras que encuentro, mientras espero que mi ropa interior se seque, para usar algo de ropa.Estando en una habitación tan grande y desconocida, me siento en peligro, por lo que, sin seguir sin sueño, comienzo a recorrer la habitación que bien podría ser un apartamento en la ciudad y aun quedaría espacio.Buscando también algo que ponerme, encuentro ropa masculina y al ver que no es buena idea estar desnuda, termino colocándome una camisa de las que encuentro, mientras sigo sin ropa interior, por miedo a colocarme ropa interior usada de un extraño.Justo cuando termino de vestirme y salgo del armario, diviso a un hombre que bien podría medir más de dos metros. La espalda, me resulta atemorizante por lo musculoso que se ve, pero, no intento siquiera huir, porque sé que podría tomarme y de un solo movimiento matarme. — ¿Qué haces aquí? — pregunto con voz gélida y ello hace que el hombre del que solo veía su espalda, gire hacia mí mirándome con sorpresa. — Estas viva — susurra Helmut sorprendido y yo lo observo confundida.‘¿Acaso piensa que está viendo un fantasma o algo así? Quizás pensó que me había matado anoche.’ — Estoy viva. Lamento si eso te decepciona — susurro con frialdad y por sorprendente que parezca, él suspira aliviado y abre sus brazos para darme un abrazo que me confunde.¿Por qué el hombre que anoche me había tratado de la peor manera posible, me abraza como si se alegrara de verme con vida? ¿Será que se golpeó fuertemente la cabeza anoche y apenas están saliendo los efectos?’ me pregunto mentalmente mientras él se aleja un poco de mí. — Qué bueno que sigas con vida. — Susurra Helmut suspirando profundo. — Bueno, yo espero seguir con vida por al menos cincuenta años más. — Digo alejándome de él.Es cuando sigo su mirada, que recuerdo que no tengo ropa interior y que por el frio, mis aureolas se han endurecido, resaltando su forma por encima de mi camisa. De inmediato, cubro mis senos, para que él note que lo he visto siendo un pervertido.Por lo que, él aclara su garganta al salir de su ensoñación y yo lo observo como es él, un completo pervertido que no le da un poco de vergüenza por tocar a una mujer que no le ha dado autorización de hacerlo.Por muy esposo mío que sea, es un completo pervertido y eso es algo de lo que estoy segura desde ayer. El hombre con el que me he casado sin tener siquiera una ceremonia, es un completo pervertido.Por lo que, me alejo un poco más del hombre que aún no se ha ganado mi confianza y es en ese momento que estornudo tan fuerte que me asusto y al levantar mi mirada, descubro que no soy la única que se ha asustado. — Estas enferma — susurra Helmut con frialdad y yo me sorprendo por cuan rápido cambia de alegría a enojo. — Sí. Creo que me he resfriado — susurro y eso hace que su mirada se endurezca tanto que el odio en sus ojos se posiciona en solo un pequeño espacio de esa mirada que congelaría hasta el sol. — Sabía que era muy bueno para ser cierto — dice Helmut con dureza y yo lo observo confundida al ver como se enoja por algo que no está en mis manos controlar. — Solo es un resfriado. No deberías enojarte conmigo, cuando sabes todo el tiempo que estuve anoche bajo esa lluvia fría. Si no me enfermara, no sería yo — digo cuando veo como lleva sus manos a la cabeza, como si hubiese cometido un grave error. — Eres la única que se enfermó y todos estuvimos bajo la lluvia incluso más tiempo que tú, Baitana. Eso solo explica que no eres lo que estaba buscando — dice Helmut atormentado. — Bueno, si estabas buscando una mujer que no se enfermara, debiste buscar a una chica que tuviese un buen sistema de defensa y no a alguien que tuvo leucemia siendo una niña. — Le digo a Helmut y él abre sus ojos sorprendido. — ¿Qué has dicho? — pregunta Helmut con evidente molestia. — No entiendo porque te sorprendes, ¿acaso no has investigado a tu esposa? — pregunto curiosa mientras él se sienta en la cama como si le hubiese lanzado agua fría. — ¿Cómo fue que no supe de eso? — pregunta Helmut y yo lo observo confundida. — Eso sí que es raro, porque estuve al borde de la muerte por ello y fue tu padre el que dio el dinero para mi tratamiento y agilizó el proceso de trasplante de medula. Es gracias a su ayuda, que estoy viva — digo recordando que el tío no fue siempre un mal hombre. — Entonces es por eso, ¿no es así? — pregunta Helmut sonriendo, mientras yo confirmo como sus cambios de humor son las señales de su locura. — ¿De qué hablas? — pregunto confundida. — Mi padre no fue un buen hombre que quiso hacer una buena obra al salvarte. En realidad, fue un monstruo que te compro como si fueras un pedazo de carne que su preciado hijo debe comer para saciar un poco su apetito.>> Eso eres. Un tonto sacrificio que no me curará, pero, me dará un alivio momentáneo, mientras llega la siguiente víctima. De eso se trata nuestro matrimonio. Te salvó, para que yo pudiera matarte a mi antojo. — Dice Helmut caminando hacia mí con una mirada que me hace retroceder del miedo. — ¿De qué hablas? — pregunto con temor. — Y yo fui el tonto que siguió sus planes sin darme cuenta. Los dos fuimos llevados a una trampa con los ojos vendados, esposa. — Dice Helmut tomando un poco de mi cabello para jugar con él y después mirarme con enojo — La única diferencia es que yo si voy a sobrevivir a la trampa — dice con voz gélida para después marcharse.Mis piernas pierden fuerzas y yo caigo al suelo aturdida. — ¿Qué acaba de decir?Estaba abrumada. Podía contar las frases que había dicho Helmut y confirmaba que no había hablado mucho, pero, lo poco que había dicho, me había dejado tan aturdida, que la noche había llegado y yo seguía en el suelo sin saber que hacer o decir.Estaba claro que había dicho que yo iba a morir, lo que no entendía es ¿Por qué iba a morir? ¿Acaso todas las noches se iba a transformar en una bestia que quiere matarme? Dios, ojalá no sea eso, porque dudo que pueda sobrevivir a algo así. — Lo mejor es que cierre la puerta con seguro, antes que venga a matarme — murmuro colocándole el seguro y sentándome en la cama sin saber que más hacer.Estaba en graves problemas y no sabía qué hacer para salir de esta trampa que va a acabar con mi vida. Porque si mi extraño esposo no lo hacía, la preocupación me mataría. No saber que hacer, iba a acabar conmigo.La puerta se abre y yo me levanto asustada y confundida porque pudieran abrirla sin problemas. La chica aparece con una sonrisa en señal de dis
Sabía que estaba cometiendo una locura y es que, ¿Cómo podía ser tan osada y atrevida con alguien que evidentemente no me agrada? Pero, aquí estaba la Aitana competitiva que no quería perder y si esta vez iba a hacerlo, debía ser en grande. Por lo que, decidida, lo besé con todas las ganas de reproducirme con su ayuda, aunque realmente no me agradará mucho la idea. Necesitaba doblegarlo y si debía usar las armas que la lujuria proporcionaba a las mujeres, lo haría. Helmut intenta apartarme y yo me pego a su cuerpo, como si fuera un oso polar aferrado a su árbol. Debía seducirlo y no me importaba que fuera básicamente la persona que más me desagradaba de la tierra.Fue solo cuando estaba quedándome sin aire, que me alejé del hombre con una mirada perdida. Por lo que, lentamente me alejé de él, esperando que dijera algo que me lastimara o alimentara mi deseo de que fuera el hombre que me habían hecho imaginar al momento de anunciar nuestro compromiso. — Estas loca — susurra con sus l
Es solo cuando recupero mi ritmo cardiaco normal, que recuerdo algo que él ha dicho y mi miedo hace que prácticamente hiperventile. Ha dicho helicóptero, ¿Por qué debemos irnos en helicóptero? ¿Acaso lo escogió porque sabe que me da miedo las alturas?Trago duro y camino por donde él desapareció, pero, antes de llegar al primer piso, escucho un helicóptero acercarse, causando que tema por mi vida. Sin embargo, avanzó deseando que él note mi miedo y quiera irse solo o en el mejor de los casos, me deje aquí.Estoy segura de que estaré mejor aquí, lejos de él que en ese castillo. Por lo que, me acerco al hombre del que debo aceptar, se ve más atractivo que en las fotos e ignorando el aura de peligro a su alrededor, llego a su lado. — ¿Qué pasa? — pregunta con frialdad, tomando la máscara que siempre usa para ser frio y grosero.‘Esto no es una buena señal’ murmuro mentalmente. — Yo… ¿puedo quedarme aquí?! — No — dice Helmut firme mirándome, para después mirar hacia el lugar donde ater
Tenía miedo. Apenas me había acercado al helicóptero completamente apagado y sentía que, en cualquier momento, caería desplomada en el suelo, porque mi corazón se detuviera por el temor. Pero, más miedo a eso, me daba ver enojado a quien es mi esposo.Anoche ya había visto de lo que era capaz y no quería darle motivos para que hiciera lo que ayer no se atrevió a hacer. Por lo que, me quedo en silencio, intentando controlar mi miedo, aunque mis manos temblorosas, me delatan. — Pareces una gelatina. Deja de temblar tanto. No te estas enfrentando a la muerte — se queja Helmut y yo trago duro para humedecer mi garganta seca. — Para mí es algo como la muerte. Siento que, con solo verlo, podría morir y por eso, dudo que pueda subir a ese aparato que jamás debió ser inventado. Así que, si tienes prisa, puedes irte en eso, que yo me iré en el yate. Que tenga un buen viaje — digo intentando huir de mi situación.Pero, Helmut se niega a ser un buen esposo o al menos hacer una buena obra en el
No sabía que era lo que había hecho ceder a mi esposo, pero, claramente estaba contenta al ver que no tenía que subir a un aparato que seguramente iba a matarme y más calmada me sentía al estar acompañada de la versión más tranquila que he visto de mi esposo.Llegamos al yate y cuando estoy por subir, uno de sus hombres me extiende la mano, para subir al yate y no caerme por perder el equilibrio. Pero. cuando estoy por tomarla, un gruñido hace que los dos nos detengamos.— No te he dado permiso para que toques a mi esposa — dice Helmut y el chico de inmediato, aleja su mano con miedo.— Lo siento, señor — dice el chico, alejándose de mí.— Iba a ayudarme a subir.— ¿Tienes un problema en las piernas? Porque yo te veo muy bien, para que tengas que recibir ayuda para subir a un simple yate. — Dice Helmut s
Como si caminara siendo dominada por alguien más, me bajo del yate y subo a uno de los autos que es conducido por una mujer. Las amenazas de Helmut y lo que me ha dicho, retumban en mi mente con una señal de alerta, mientras las banderas rojas ondean violentamente.Mi mente hace corto circuito al procesar lo de morir acompañada y solo cuando llegamos a mi castillo, es que reacciono después de ver a más de treinta mujeres, de pie una frente a la otra, haciendo un camino para mí.— Bienvenida al castillo frio, señora Baumann — saludan todas al unísono y el desagrado por escuchar mi apellido al estar casada con Helmut, no se hace esperar.— Llámenme Aitana, por favor — suplico y todas se miran entre sí incomodas.— Señora, tenemos prohibida llamarla así. el señor Baumann dijo que solo podíamos llamarla por su apellido &mda
Quería correr, su mirada asesina me decía que lo hiciera o podría morir ahora, pero, cuando intenté dar un paso, mis piernas perdieron la batalla y caigo al suelo de una manera poco elegante.‘¿Por qué deben pasarme cosas vergonzosas justamente cuando él está cerca?’ Me pregunto mentalmente.— Levántate, ¿o es que te gusta estar en el suelo? — Pregunta Helmut con molestia y yo intento levantarme, pero, mis piernas no responden.— ¿Tienes algo más que decir? Porque si ya has terminado, puedes marcharte. — Digo con frialdad.— No puedes levantarte, ¿verdad?— Puedo levantarme.— Seguramente no has caminado desde que entraste aquí y estuviste todo el tiempo en la misma posición sentada. Eso y que no te alimentadas bien, debió haberte dejado sin fuerzas — dic
Todos se quedan en silencio y él se limita a acercar un plato a mí. Era evidente cuál era su petición, pero, yo me niego a complacerlo y me cruzo de brazos.— Come — ordena Helmut con frialdad.— No tengo hambre — digo y él suspira profundo — Debe ser terrible casarte con una niña, ¿no es así?— Si crees que voy a darte la comida en la boca, suplicando que comas, te equivocas. — Dice Helmut con frialdad — Un paso adelante, Cleotilde — ordena Helmut y la chica que me ha acompañado en la biblioteca, da un paso adelante.— Sí, señor. — Dice Cleo— Dile a tu jefa porque te voy a castigar — dice Helmut transformándose en hombre lobo.— El jefe me va a castigar porque no le recordé que debía comer, no la convencí de ir a