`Volví, uno más y ahora más, maraton.
El día de la elección.Enrique despertó a las 4:00 am, caminaba de un lado a otro de la habitación, Lucia se levantó también, aprovechó de bañarse, de preparar la vestimenta que usaría durante el día tanto ella como Enrique, su esposo se mantenía como un zombi caminando de un lado al otro y muy serio.Lucia se acercó a él y lo abrazó, él cedió y se fundió con ella en un abrazo fuerte. —Te veo nervioso, pero la verdad es que pase lo que pase ya ganaste mucho capital político, dudo que pierdas, pero si lo haces, nos mudamos de municipio e intentas en otra ciudad.Lo hizo reír, él se carcajeó, la apretó por las caderas y gruño pegándola a más a su cuerpo.—Qué ocurrente mi esposita caliente —dijo, la besó en los labios, ella correspondió, se aferró a sus hombros, sintió como él masajeaba sus glúteos, sintió su erección, sonrió con la boca de su esposo pegada a la suya, jadeo apretándose más a él.Él le retiró la bata de baño debajo de la cual no tenía nada, sintió su cuerpo encenderse cu
Fueron días movidos, Enrique no veía la hora de tomar el vuelo e irse con Lucia de viaje, hacía dos días lo habían declarado Alcalde y en unas semanas más asumiría como tal, las ruedas de prensa y las entrevistas a penas les dejaron oportunidad de verse, su cabeza estaba enfocada en lo que había conseguido: la alcaldía.Solo pensaba en vacaciones, en descansar y prepararse para su nuevo reto. Todo había salido como lo había planeado. Salía de una reunión y por fin tomaría el vuelo con su esposa para pasar unos días en las islas griegas.—¿Emocionada?—Sí, no había viajado tanto desde que mi madre estaba viva —dijo, Enrique besó su mejilla y la apretó a él.—La pasaremos bien. Lucia miraba todo con emoción, Enrique no dejaba de mirarla y sonreír, recordaba ese: te amo que le soltó por la emoción del momento, no hablaron de ello. No se cuestionó por qué lo hizo, aunque comenzaba a darse cuenta de algo: se estaba enamorando de su esposa, j
Una semana después.Lucia se miró el conjunto plateado antes de salir de la habitación, sacudió su cabello y salió al encuentro con su esposo, Enrique la besó en los labios y la miró de arriba abajo.—Te ves bellísima.—Gracias, no me tomó nada elegirlo, está muy bonito.—Nos tomarán las fotos y prometo que luego serás libre, podrás ir a la fundación a hacer tus cosas.Lucia se colgó de su cuello y besó sus labios.—Quisiera que hubiésemos estado una semana más de vacaciones.—Yo también lo habría querido, cualquier fin de semana nos escapamos, lo prometo, preciosa.En el acto de juramentación los dos lucieron acaramelados y cariñosos, la familia de ambos estaba entre los presentes, lo que puso nerviosa a Lucia, pues su hermanastra Rosalía no dejaba de acosarla, por petición de Enrique no hablaba con ella.Su padre se acercó.—Padre.—Tanto que lloraste por esto y mírate —dijo sonriendo —, estás bonita, y te ves feliz.—Estoy feliz, pudo ser diferente, pero estoy feliz, padre.Se acerc
Cenaban mientras Enrique le contaba de como había sido su primer día como alcalde, ella pudo darse cuenta de lo mucho que de verdad disfrutaba su vida política.No dejaba de pensar en las palabras de su madrastra. Se había puesto a investigar a Enrique en sitios de chismes en internet: dejaba a una por otra y sin duda andaba con más de una al mismo tiempo, antes, según las fuentes que consultó, pero nada aseguraba que lo hiciera de nuevo.Un rumor en particular la tenía apagada: su hermanastra terminó su compromiso supuestamente por una infidelidad.—¿Desde cuándo conoces a Rosalía? —preguntó.Él se quedó mirándola muy serio, dejó los cubiertos y puso los codos en la mesa.—¿A qué se debe la pregunta? Más o menos desde el mismo tiempo que te conozco a ti y a mi padrino.—¿A mi?—Contigo no hablaba, con ella y Gabriel sí, ¿Por qué la pregunta?Sacudió la cabeza y se encogió de hombros pensando que no le convenía mencionar que su madrastra la fue a ver, no te quería preocupar y parecer u
Un año y medio después...Lucia bajó del avión y la esperaba un auto que la llevaría al hotel donde daría la conferencia y se encontraría con las mujeres afectadas por violencia doméstica. Sacudió su cabello y ajustó su traje de lino.—Bienvenida, señora Aristegui.—Gracias, Claudia, ¿está listo todo?—Sí, podrá reunirse después con las víctimas.—Perfecto —respondió contenta, miró por la ventana de camino al hotel, amaba su vida, su labor, a su esposo, lo que hacían como pareja: él como alcalde y ella como activista, estaba orgullosa de haber podido llevar un paso más allá el trabajo que hacía en la fundación.Sonó su teléfono, era Enrique.—Mi amor, estoy llegando a Mirador. Ya de camino al hotel.—Lucia —dijo nervioso.—¿Qué? ¿Qué pasa?Suspiró hondo.—No revises las redes sociales ahora, regrésate ahora mismo, usarás el avión privado de mi familia, ya van por ti.—¿Qué pasó? ¿Pasó algo con mi padre?—No, no, él está bien, por favor, no mires las redes sociales.Lucia pasó saliva, m
Su casa estaba fuertemente cuidada, la prensa no se acercaría a kilómetros, y fue él quien la recogió del aeropuerto personalmente, fue la primera persona que vio al llegar a la ciudad de vuelta.Él tomó sus manos entre las suyas, sus ojos reflejaban angustia.—Lucia, mi amor, ¿qué pasa? No me gusta verte apagada, hemos pasado ya por cosas similares.—Te acusaron de corrupción, creí en tí, te apoyé, tenías razón y todo quedó al descubierto rápido, pero esto es diferente, si tuviste algo con Rosalía.—Cuando tú y yo no éramos lo que somos ahora.—Te pedí que con ella no.—Ya había pasado, te lo juro, Lucia ¿Por qué querría arruinar lo que teníamos? Siempre me hiciste caso, siempre nos fue bien.Era cierto, pero no dejaba de pensar en su madrastra y en su hermanastra buscándola para contarle algo que ella no dejó que le contaran, que Enrique se encargó de que no contarán, se alejó de ellas para evitarlas porque eran tóxicas y malas con ella.—Cuando ellas me estaban buscando con tanta in
Enrique tenía controlado el escándalo con su equipo, había emitido un comunicado en el que informaba que esas fotos eran anteriores a su relación con su esposa Lucia, quien conocía, además, la relación que él tuvo con su hermanastra.—Listo, señor —dijo una mujer de su equipo —, el comunicado ya fue circulado, y la prensa se está haciendo eco de él.—Me parece bien, es todo lo que necesito.—No se preocupe, ha pasado por peores crisis, esta será superada sin problemas.—Gracias, Marcela.Su hermano Jaime se acercó y se sentó junto a él en el sofá.—¿Qué pasó, Enrique? Te veo demasiado preocupado, no es nada.—¿No es nada? Lucia está mal, la conozco.Su hermano sonrió.—Me da ternura ver como te enamoraste de ella, solo tenías que interpretar un papel, me da gusto que no y que si te enamoraras, ella es una muchacha muy inteligente, y creció con esa bruja de Rosalía, ella sabe como es.—Es lo que me preocupa.—Pero ¿Por qué?—Verás, le mentí a Lucia, después de que acordamos que yo vería
Tres días después.Lucia despertó muy temprano y saltó de la cama, corrió hacia la cocina, allí estaba Gabriel preparando café, con su computadora abierta trabajando. Le sonrió al verla.—Buenos días, Gabriel, creo que es hora de irme, no sé a dónde, pero debo irme.—No seas boba, ¿Qué dices? ¿Qué soñaste?—Llevo tres días aquí, la visita comienza a estorbar después de un tiempo y no es justo que te meta en medio.—Sí, es molesto que Enrique me llame día sí y día también, a toda hora, pero tú no me molestas, estoy feliz de tenerte conmigo, como en los viejos tiempos.Sonrió y lo abrazó.—Eres el mejor.—No, tú eres la mejor, la verdad has cambiado mucho, eres una leona, una mujer muy valiosa, entiendo por qué tu esposo está tan desesperado buscando aclarar las cosas contigo.Lucia bajó la mirada, Enrique rompió su corazón.—Quizás deba volver a esa casa, pero no pienso dormir con él en la misma cama, me siento tan estúpida.Gabriel acarició sus cabellos, le tomó la barbilla con sus ded