No soy yo, eres tú, dijo Takashi ese día en medio de la cocina, para luego agregar, solo seremos ambos mi conejito, seremos nuestros cachorros y nosotros.Mia lloro en sus brazo, lloro tanto, que Takashi sentía que moriría, aun así, no dijo nada, solo la abrazo, allí en la cocina y luego en la cama, la abrazo aún mas fuerte, mientras sus grandes manos acariciaban su espalda, y cuando se durmió, no dejo de acariciarla, era como si quisiera aliviar su alma, el alma de una joven, que habían torturado, que habían despedazado y aun así, Mia brillaba como un sol, no solo para Takashi, era toda la familia Zhao, no era pena, mucho menos lastima, porque ante los ojos de este clan de mafiosos, Mia era resiliencia, Mia era fuerza y voluntad, Mia era alguien digno de respetar, como un náufrago que logra llegar a destino, como un explorador perdido que al fin a encontrado el camino, como lo que era, una persona que siguió adelante, aun sintiendo que ya nada tenía, ni para dar, ni para recibir, aun
La morada de la familia Ferrante era fácil de identificar, ya que era una de las más pobres y descuidadas del asentamiento, era una pequeña choza de madera y cartón, con plástico en lugar de chapas o losa y una puerta que parecía a punto de caerse.Lizbeth Zhao, se bajó del vehículo siempre custodiada por los hombres de confianza de Shen y se acercó a la choza, donde justo una mujer de baja estatura salía.— Oh. — dijo quién era la madre de Mia.— Hola señora Sara, mi nombre es Lizbeth Zhao y estoy aquí a pedido de Mia, su hija. — la mujer dio un paso atrás, tomando su pecho y sus ojos se cubrieron de lágrimas.— Mi niña, mi Mia, no me diga… ¿la encontraron? ¿Dónde está? La señora policía dijo que el señor Mirko se la llevo, dígame que no es así, por favor, dígame que ella escapo. — la mujer temblaba de pies a cabeza, y su voz era tan elevada por el miedo, que pronto su esposo e hijos salieron de la choza.— ¿Qué ocurre? — indago Manolo, colocando detrás suyo a Sara.— Encontraron a M
Sara observo por los cristales entintados el bello paisaje de esas tierras extrañas donde la vida la había llevado, nunca había visto un verde tan verde en las copas de los árboles, el aire de lugar, incluso le parecía más aromático, puro, limpio, aunque su corazón palpitaba con ansiedad, preguntándose como estaría su niña, recordaba aquella última vez que la vio, tan pálida y ojerosa, piel sobre huesos, y todas esas heridas en su blanquecina piel, no parecía su hija, más se asemejaba a una muñeca maltrecha, y así su mente la torturo, durante todo el largo camino en automóvil, pues ella iba en uno con la señora Lizbeth, sus hijas iban en otro y su hijo y esposo en un tercero, claro que ellos no iban solo en los automóviles, un grupo de hombres armados los acompañaba, y Sara se inquietaba aún más, el nuevo esposo de su hija era un mafioso, eso había dicho la señora Lizbeth, pero ¿hacia la diferencia? Aun recordaba que ella trato de hacerse a la idea de que con el señor Mirko su hija es
Sus ojos verdes la observaban con detenimiento, como quien compra un automóvil y quiere cerciorarse que valga lo que se pagara por él; el estómago de Mia se retorcía y su vista cayó al piso lustrado, cualquier lugar era mejor que verlo a él. No queria estar allí, aunque sus hermanas estaban felices de ser las afortunadas de desfilar para ese hombre.— Si. Es ella la que quiero. — aseguro parado frente a ella, que solo podía ver sus zapatos lustrados. — Esas piernas y ese pecho, no lo olvidaría ni en mil años.Asqueroso, depravado, ¿quién le dio el derecho de verla de esa forma? o si, sus costumbres, sus ancestros, esos que vestían a las jóvenes de forma provocadora, pero claro que no decían que era para seducir, claro que no, se le llamaba cazar a un buen esposo, debería estar resignada, incluso no debería sentirse mal, sus hermanas no lo estaban, al menos antes de que él la escogiera a ella, ahora la veían con envidia; pero Mia era distinta, desde niña, siempre cuestionando todo y es
La familia de Takashi era peculiar, asesinos, sicarios, empresarios, mafiosos, tenías para escoger lo que más te gustara y así como sus oficios eran variados, sus integrantes no podían ser menos, casi la mitad de la familia estaba compuesta por personas que no eran familia, si, así era, su árbol genealógico era una locura, pero sin hondar mucho en ello, y si nos centramos en la familia directa de Takashi Zhao… era igual de complicado, si bien todos eran mafiosos, no tenía un núcleo normal, por decirlo de alguna manera, ya que ellos tenían dos padres, padre Renzo y papá Huang, si, sus padres eran gay y habían acudido a un vientre de alquiler, donde en teoría debían concebir solo un hijo de cada uno, pero resultaron siendo ocho, si, ocho hijos, tres de Renzo y cinco de Huang.— Hola papá. — el mayor que ya ostentaba algunas canas, pero aun con la vista más aguda que cualquier otra persona, le dedico una pequeña sonrisa cuando volteo a verlo. — ¿Cómo estás? — pregunta estúpida se dijo Ta
No les llevo mucho tiempo a los hermanos Zhao, comenzar con sus negocios y que estos rindieran frutos, con el paso de los meses y a medida que abrían sus clubs de defensa personal, Takashi sintió que debía independizarse, aunque ya una vez lo había intentado, cuando apenas tenía 18 años, claro que no funciono, pues este reconocido asesino no sabía hacer casi nada, de lo que una persona normal, debería saber, fue por ello, que apenas observo que algo raro sucedía entre la niñera y su hermano Yaozu, tomo la decisión de comprar un departamento, y coloco un anuncio, se busca empleada para tareas domésticas, sin retiro, buena paga y así la conoció.— Bien Mia Ferrante ¿verdad? — Takashi observaba la figura frente a él, y cotejaba la información en la documentación que la joven le había dado.— Así es. — respondió de forma distraída la rubia, mientras observaba el bello departamento, aunque escaso de muebles, menos trabajo para ella, pensó la rubia.— Son reales. — murmuro distraído Takashi
El teléfono de Takashi repiqueteaba sin cesar, y el castaño salió de su miseria, solo para gemir al ver el nombre de su padre en la pantalla.— Hola padre. — dijo con reverencia, porque sabía lo que le esperaba.— ¿Hola, padre? Oh, si, cierto que soy tu padre, bueno eso dicen los registros familiares, aunque tu corazón debe de decir otra cosa, solo eso explicaría que no estes aquí para mi cumpleaños. — Takashi dejo salir un gran suspiro, y se dejó caer en su cama, aun con la vista fija, en donde solo unos minutos antes, estaba parada Mia.— No puedo ir, lo siento, yo… — sabía que Renzo no le dejaría pasar algo como aquello, no sin una buena excusa, y decidió serle honesto. — No puedo dejar de verla, no soporto la idea de estar más que un par de horas lejos de ella. — confeso en medio de un suspiro, y la línea quedo en silencio por casi dos minutos.— ¿De quién estamos hablando? — podía ser que Renzo fuera el padre biológico de las tres mujeres de la familia, pero malditamente, para es
El corazón de Mia latía desbocado, mientras ingresaba en la cocina, reprochándose esa estúpida sumisión que brotaba de ella encubierta a modo de respeto, ¿Por qué demonios lo trato de usted? Puede que Takashi fuese algunos años más grande que ella, puede que sea su jefe, puede que Takashi sude autoridad, pero malditamente ella sabía que, al tratarlo de usted, solo era la evidencia del gran lavado de cerebro que sus padres le hicieron.— Si algun día haces algo que moleste al señor Mirko, baja la cabeza, y háblale de usted, que vea lo arrepentida que estas, y si su enojo persiste, arrodíllate y besa sus pies, no te levantes hasta que él te lo diga. — le aconsejo su madre, mientras acomodaban los almohadones de los sillones.— Pero eso es… denigrante. — rebatió escandalizada, sintiendo nuevamente ese espíritu que le imploraba ser libre y distinta a las demás, incluso a sus hermanas.— ¿Denigrante? ¿dónde aprendes esas palabras? — su padre la veía con furia en la mirada y Mia retrocedió