—Alfa Kian ¿Dejarás que me vaya? —susurro acostada a un lado de él.
Miro hacia el cielo estrellado y siento que él me observa de una manera tan inquietante pero aún así no me giro a verlo.
—Nunca.
Su respuesta gélida es algo que ya me esperaba, aún así la odio tanto como a él.
O eso es lo que me digo para mantener mi orgullo intacto, sin embargo, es ridículo pensar que me queda algo de orgullo cuando me he convertido en la amante de mi captor.
—Vístete, tenemos que irnos.
Él ya se había levantado mientras divagaba así que no me quedó otra que obedecer.
Ni siquiera sabía cómo actuar a partir de ese momento pero el Alfa me enseñó mi lugar nada más llegar a la manada.
—Lidia, dale a mi doncella lo que te pedí.
Su doncella.
Al menos es un título más honroso que el de amante.
Pensé con amargura.
La mujer asintió con efusividad pero cuando él se desapareció por el pasillo su expresión cambió. Ya no era la mujer dócil de hace segundos.
Las otras mujeres que quedaban en la cocina me miraban y cuchicheaban.
—Lleva esto al baño del Alfa.
Asentí tomando las toallas y los utensilios nuevos de baño que me había dado la mujer, caminé pero antes de que pudiera alejarme lo suficiente escuché.
—Ahora es la zorra del Alfa.
—Es una desvergonzada.
—¿Qué se puede esperar de una débil Omega? Solo sirven para tener sexo.
Las mujeres estallaron en carcajadas mientras yo me sonrojaba de rabia.
Salí de ahí lo más rápido que pude dirigiéndome a la habitación del Alfa.
Quería dejar todo en el baño y largarme a mi propia habitación pues aún me sentía adolorida por lo que pasó entre nosotros en el bosque pero me detuve en seco cuando vi que el Alfa Kian sí estaba en el baño. Y no solo eso. Estaba gloriosamente desnudo.
—Tardaste, prepara mi baño.
Hice un esfuerzo por apartar mis ojos de su poderoso cuerpo e hice lo que me pidió en silencio aunque podía sentir su presencia intimidándome.
—Todo está listo, Alfa.
Pasé por su lado tratando de huir, cosa que fue imposible. Kian tomó mi muñeca deteniéndome en el acto y mi corazón saltó enseguida.
—¿A dónde crees que vas? Desnúdate.
—¿Q-qué?
Su expresión es serena, casi aburrida antes de responderme.
—No balbucees. No me gusta repetir lo que digo pero esta vez lo haré porque me siento magnánimo. Des-nu-da-te.
Su orden es clara.
Aprieto los dientes diciéndome que esta emoción es solo ansiedad y ganas de vengarme de este maldito Alfa.
Quiero verlo arrodillado ante mí y es una promesa que me hago. No sé cómo lo lograré pero lo haré.
Alzo mi vestido sobre mi cabeza y al quitármelo lo dejo caer al suelo sin apartar mi mirada de él.
—¿Algo más, Alfa?
—Ven aquí, ahora.
Hay hambre en su expresión entonces sé que yo seré su platillo principal.
*
—Ve a tu habitación, no te necesito aquí ahora —habló el macho con indiferencia sin mirarla.
Me limpié las lágrimas de las comisuras de los ojos y recogí la camiseta del suelo para tapar los vergonzosos moratones de varias partes de mi cuerpo.
No recuerdo cuántas veces me pidió el Alfa, lo único que sé es que las cicatrices rojo sangre de la espalda de él son obra mía.
Miré fijamente la espalda del macho con los ojos enrojecidos, algún día haría que se arrepintiera de haberme subestimado.
Cuando la mujer se marchó, Alpha Kian frunció ligeramente el ceño por el dolor de espalda, pero una media sonrisa se dibujó en la comisura de sus labios.
La hembra era rebelde, atrevida y un verdadero reto.
Si ella fuera otra persona él la habría matado sin vacilar por su insolencia, pero había algo en esa Omega tan extrañamente familiar que le impedía hacerlo.
Y lo peor era que no podía evitar tocarla.
Llevaba años alejándose de las mujeres más que para encuentros sexuales que se limitaban a saciar una necesidad, pero él jamás tocaba a ninguna mujer, sin embargo, con ella quería hacerlo de todas las maneras.
Kian se cuestionaba si aquello se debía a la belleza sobrenatural de la hembra, de todas formas no podía evitar odiarla por causarle aquello que no entendía y que debía controlar pues él jamás tendría una debilidad.
Mucho menos por una Omega.
—El juego acaba de empezar…
—¿A dónde vamos?Desde que salimos de la casa del Alfa Kian, Lidia no ha dicho ninguna palabra.Ella es la jefa de las doncellas y la subordinada de mayor confianza de Alfa Kian, eso solo me pone más nerviosa.—Lo descubrirás cuando lleguemos, apresura el paso muchacha.Ella había hecho que usara una caperuza que cubría parte de mi rostro y cabello lo que solo era más sospechoso para mí.Por la hora es obvio que no quiere que nadie nos vea.—Hemos caminado demasiado… ¿Cuánto más lo haremos?Ella me da una mirada de reojo y creo ver diversión en su expresión antes de bufar.—Los Omegas son delicados.Aprieto la mandíbula para no gruñir por mi propia estupidez.Lo cierto es que estoy demasiado sensible por todo lo que ese maldito Alfa hizo conmigo en el bosque... y en su baño.—Siéntate en el borde de la bañera y abre las piernas para mí —había demandado con los ojos oscurecidos.Mi cuerpo entero había temblado mientras en mi vientre se arremolinaba un sentimiento completamente ajeno. A
Fingí estar durmiendo y salí corriendo por la puerta mientras las dos preparaban la medicación que esa bestia quería darme.—¡¿A dónde vas…?! —Lidia me vio y gritó enfadada.Ignoré sus gritos y corrí con todas mis fuerzas hacia el bosque, sintiendo que el corazón me latía cada vez más deprisa.Estaba llena de determinación e ira pues jamás permitiría que ese bastardo me arruinara de tal manera, primero debía matarme.Mi respiración cada vez era más acelerada a medida que me adentro en el bosque, escucho aullidos cerca.De repente, recibí un golpe en mis costillas por un lobo.Derrapo a punto de caer a un acantilado pero soy rápida y me aferro al tronco del árbol más cercano reprimiendo un gemido.—Maldita sea…Un nuevo lobo se lanza sobre mí clavándome las garras en el abdomen y por el ardor sé que tiene plata en estas.Pateo su boca y este cae sin remedio por el acantilado, escucho su gemido pero es ignorado rápidamente pues el primer lobo que me había atacado se lanza una vez más so
—Quiero que la entrenes.Seguido de las palabras del Alfa, el Beta parpadeó aturdido.¿Qué había pasado para que decidiera tal cosa?—Haré lo que me pide, Alfa.Kian levantó la mano y su Beta se detuvo abruptamente.—Una cosa más, Van. Advierte a los guardias que nadie la tocará. No permitiré que el suceso de la última vez se repita. Y no le digas a ella que fui yo quien te envió a entrenarla, no seas condescendiente o serás tú quien pagará.—Como ordene, Alfa.El segundo al mando salió de la habitación bajando su rostro en señal de respeto mientras que el Alfa daba un sorbo a su bebida.—Sorprendente... para ser una Omega.A través del cristal podía ver a la hembra quien no dejaba de caminar por la habitación luciendo histérica.Él mismo había presenciado como se había enfrentado a dos machos resultando victoriosa.—Actúas bajo presión. Bien, veamos de qué estás hecha. Dana.El Alfa quería el control total sobre aquella mujer.*Ese hombre la había encerrado en un calabozo distinto a
—¿Esta es tu fuerza?Él me empuja contra la pared de inmediato reacciono empujando con mis antebrazos los suyos que no me habían liberado los hombros.Tomo su muñeca antes de girar el cuerpo y golpear con mi codo su cuello, el cual empujo hacia abajo, alzo mi pierna y mi rodilla impacta con su estómago dejándolo sin aliento.—Eso ha sido bueno…Una sonrisa se extiende por mi rostro llena de orgullo.—Básico. ¿Eso es todo lo que puedes hacer?La voz del Alfa Kian suena aburrida detrás de mí.Aparto la mirada de Van para girarme a donde está él y no puedo evitar sentirme incómoda bajo su mirada imperturbable.Al parecer no se había sorprendido por mi entrenamiento y tampoco parecía molesto por eso, cosa que me desconcertó. Desde hace más de dos semanas he estado aquí encerrada a base de pan y agua por este bastardo, sin embargo, ahora lo agradezco a pesar de que el entrenamiento ha sido más duro de lo que imaginaba.El cambio que ha habido en mí es sorprendente aunque Kian no parezca con
Había fracasado, y ante el poder absoluto, todos los trucos eran inútiles. De un momento a otro el Alfa estaba sentando a la hembra sobre una mesa mientras se colaba entre sus piernas.Ella era receptiva a cada toque suyo.Jamás se había permitido acariciar a una mujer de esta manera pues hace mucho tiempo el toque de una mujer fue su perdición. Estuvo a punto de perder su manada por la tentación femenina. Lo emboscaron cuando era apenas un adolescente y yacía en los brazos de una hembra. Desde ese momento las aborrece pues todas siempre han querido una cosa de él.Poder.Kian no está dispuesto a perderlo todo por lujuria. Las hembras son demasiado traicioneras, una y otra vez lo había descubierto. Solo podía confiar en una de ellas pues cuando era un cachorro lo había salvado, pero esa hembras jamás había aparecido otra vez, a pesar de que la buscó hasta el cansancio. Y sin embargo, aquí estaba él.Tocando a su enemiga como si le perteneciera.Aunque cada parte de él creía que era as
—Dana…Quiero descansar, he sido torturada por todas partes por el Alfa y sin embargo, estoy bloqueada a mitad de camino por Lidia y unas doncellas.Frunzo el ceño al escuchar su llamada y doy un paso atrás.Aquel incidente en el bosque me había provocado tal aversión física hacia aquella mujer que casi vomité.—No te acerques a mí —declaro con voz firme.Lidia estaba visiblemente enfadada, pero no lo demostró.—Lo mejor es que vengas conmigo.Tira una mirada de orden y las criadas me agarraron del brazo.—¡Suéltame! ¡No lo quiero, no lo quiero!—No duele mucho, Dana. Todo es por la manada.Estaba a punto de ser arrastrado por ellas cuando de repente sonó una voz fría.—¿Qué está pasando aquí?El gruñido del Alfa hace que ambas nos sobresaltamos. Ninguna de las dos lo habíamos escuchado venir y ni siquiera habíamos captado su olor.—Mátame. Alfa Kian ¡En vez de hacerme esto deberías matarme!—¡¿Qué estás diciendo?! Lidia, ¿Dónde la llevas sin mi permiso?Veo como Lidia palidece y me g
Al despertar mi corazón dio un vuelco al verme justo al lado del Alfa. Anoche me hizo suya más veces de las que puedo contar y al parecer ambos nos quedamos dormidos.—Si él me ve aquí me matará.Doy una mirada rápida por su cuerpo notando que comienza a endurecerse incluso aunque aún sigue dormido. Su cuerpo es como una roca. Completamente duro y firme, demasiado grande para un lobo normal. Kian es hermosamente aterrador gracias a esa cicatriz que cruza su pómulo pareciendo tan peligroso como realmente es.Antes había escuchado cuchicheando a las otras doncellas que en cualquier momento se desharía de mí pues sus amantes nunca le duraban demasiado y eso no era bueno para mi plan. Pero también había oído que él nunca dejaba que lo tocaran ni él tocaba a ninguna mujer.Tengo curiosidad del porqué pero sé que jamás lo sabré. Sin embargo, el Alfa Kian sí se permite tocarme. Me pregunto si esto lo ha hecho con otras amantes o si yo tendré una ventaja que ellas nunca han tenido.Debería ha
Alfa Kian—Eso no va a pasar.El estruendo de la taza metálica arrojada al suelo hizo estremecerse a todos.Aprieto la mandíbula sintiendo la ira embargarme.No es la primera vez que los gobernantes del Oeste quieren que el Norte se una, aunque jamás de esta manera.—Alfa Kian, después de la muerte desafortunada de nuestros gobernantes y de la princesa Dana, estamos tratando de fortificar el Oeste. Es por eso que nuestro señor, Owen, ha hecho esta oferta de paz. Traje conmigo a la princesa Asling, así puede recibirla como su futura esposa.Con cada segundo que pasa me siento mucho más irritado con aquel palabreo incesante aunque la ironía se refleja en mi expresión.—¿Futura esposa? ¿Acaso he pedido su mano?El Beta palidece notablemente.—Alfa, quizás cuando vea la belleza de la princesa Asling…—No.Es mi última palabra.Después de terminar la reunión general con los demás Betas estableciendo una nueva ley contra los lobos desterrados que se acercan a nuestros límites, el Beta del O