Diana se despertó con un terrible dolor de cabeza mientras era examinada por una extraña hembra mayor.—Ya estás despierta, ¿Cómo te sientes? ¿Puedes ver bien? ¿Estás mareada?Ella abrió la boca.Sus labios estaban resecos al igual que su garganta.—Me duele mucho la cabeza, pero no estoy mareada —susurró ella a modo de respuesta.La hembra asintió como si lo imaginara.— Te dejaré algunas plantas medicinales para el dolor de cabeza. Seguramente pronto estarás bien.—Yo... ¿Podría decirme dónde estoy?La hembra enseguida frunció el ceño clavando sus ojos sobre Diana analizándola antes de preguntar.—¿No sabes dónde estás? ¿Qué recuerdas?Diana pasó su lengua por su labio inferior buscando humedecerlo.Estaba nerviosa.Buscó algún recuerdo, alguna imagen, pero todo parecía haber sido borrado de su cabeza.—Yo... no recuerdo nada. No s-sé quién soy.La curandera la miró conmocionada.—La amnesia no es algo común en lobos y tampoco lo es el hecho de que estuvieras tanto tiempo inconscient
—Aris, detente —gruñó Alessandro con su voz de Alfa.Pero para su sorpresa él no paró de moverse sin apartar los ojos de ella.Queriendo rodearla con sus brazos y hacerla suya.La necesidad que tenía por enterrar su nariz sobre su cuello y aspirar su aroma era algo que jamás había experimentado.Sus instintos eran cada vez más salvajes y primitivos.Su lobo la reclamaba.Incluso aunque no supiera si era suya ciertamente.Pero solo había una forma de saberlo.Poseyéndola.—Diana...Su corazón se rompió al ver como la hembra abrazaba sus rodillas con sus brazos mirándolo sin reconocerlo. Con una angustia y temor que él jamás había visto de su parte.En un movimiento sumamente rápido Aris se liberó de Alessandro y Zakiel, sin dudar, se arrodilló a un lado de la cama.—Diana, mírame.—No —susurró ella con un hilo de voz.Sus hermosos ojos azules no lo enfocaron a él rompiendo sus defensas.—No te haré daño...—No te creo porque aunque no te recuerde, siento un dolor profundo aquí —dijo to
Aris no podía dormir.El pensamiento de que Diana estaba sobre su cama, donde siempre debería estar provocó en el una lujuria que no podía reprimir.Recordó el beso que habían compartido y lo idiota que había sido como para negar lo que sentía ahora estaba pasándole factura. No podía estar lejos de ella físicamente por el torbellino de emociones que ella le hacía sentir y que él como un idiota había ignorado por tanto tiempo.Su orgullo y el deseo irrefrenable por adquirir más poder convirtiéndose en el mejor Alfa lo había llevado a cometer el error que ahora estaba pagando.No podía soportarlo por más tiempo.—Necesito verla.Él no notó la oscuridad en su voz, ni lo posesivo que estaba. Era la primera vez que sus instintos lobunos se hacían cargo de él. Más aún porque su transformación había ocurrido recientemente. Se levantó de la cama saliendo rápidamente de la habitación que ella siempre usaba cuando estaba en casa y rápidamente entró a la suya sin ser visto por nadie, en la oscu
LA MANADA DEL OESTE—Antes de morir, ¿Cuáles son tus últimas palabras, mi querida sobrina?Veo ese brillo asesino en sus pupilas mientras levanta sus garras tratando de encajarlas en mi piel para robarme mi último suspiro, como lo hizo con mis padres. Y pronto, una sonrisa maliciosa se extiende por su cara.—¡Vas a pagar por esto, haré que te arrepientas!—¿De verdad?Está burlándose de mí, pero no le respondo. Sin que lo espere, levanto mi pierna golpeándolo fuerte con mi pie justo en la garganta logrando dejarlo sin respiración por unos segundos. Enseguida ruedo mi cuerpo por la tierra apartándome de él mientras me pongo de pie en el acto sin volver a mirar en su dirección.Esta puede ser mi última oportunidad y no voy a perderla.Estás cerca de tu destino, Dana.—¡Voy a matarte!El vello se me eriza sabiendo lo cerca que está.Soy débil en comparación a él. Un Omega que ha ido a la guerra más veces de las que soy capaz de contar mientras que yo ni siquiera tengo a mi loba aún. Sin
El Alfa completamente tenso por aquel atrevido toque y todos se congelaron mirando las manos que agarraban con fuerza la bota del Alfa.Todos sintieron pena por el atrevido intruso.Pues nadie podía tocar a su peligroso líder, ni siquiera una bota, y mucho menos una mujer.El Beta fue el primero en reaccionar, agachándose para retirar las manos de la mujer y comprobar sus constantes vitales, pero pronto negó con la cabeza.—Alfa, se está muriendo.Alfa Kian bajó los ojos mientras escrutaba fríamente a la intrusa, una mujer moribunda que había cruzado sus límites.Levantó la mano dispuesto a que el Beta se deshiciera de ella, pero con la mano congelada en el aire se quedó inmóvil al notar que aún inconsciente ella se movió y su cabello se apartó de su rostro mostrando sus rasgos femeninos.Los machos que lo acompañaban quedaron paralizados ante la belleza majestuosa de la hembra, pero el Alfa frunció ligeramente el ceño sin apartar aquellos ojos de la intrusa.No era la primera vez que
—Ni siquiera pudiste defenderte de un lobo de clase baja y aún así planeas gobernar —bufa las palabras deslizándose detrás de mí.Después de que me trajera a esta habitación es lo único que ha dicho, estoy frustrada pues sé que tiene algo de razón.La tensión entre nosotros es palpable pero aumenta de nivel al sentirlo rozar la piel de mi espalda. Intento girarme para mirarlo. El siguiente movimiento de su parte me eriza la piel provocando que me detenga en el acto. Rompe mi vestido dejando mi espalda desnuda ante sus ojos.—No te muevas —ordenó con voz de Alfa.Está acostumbrado a mandar y por más que yo sea una Omega no estoy acostumbrada a obedecer pues crecí en la realeza Omega, alejada de los Alfas. Sin embargo, estoy paralizada tal y como si él hubiera puesto un hechizo sobre mí.Siento su poder y es inquietante.La yema de sus dedos roza mi carne vulnerable por el ataque de Owen y luego siento que vierte algo en mis heridas.—¿Alfa? ¿Estás curándome?La sangre de Alfa era curat
Empujo mis manos en su pelaje pero él me gruñe enterrando su húmeda nariz en mi cuello. Contengo un gemido asustada al sentirlo lamer mi piel.—¡No!El lobo no tarda en cambiar a su forma humana quedando completamente desnudo encima de mí.Sin poder evitarlo examino sus abdominales marcados pero me apresuro a subir la mirada a sus orbes las cuales me miran fulminantes.—¿Qué demonios pretendías, Omega?¡¡¡ALFA KIAN!!!—Solo estaba caminando…—¡¿Crees que soy un idiota?! ¡Puedo oler tu malditas feromonas como cualquier macho que esté cerca! ¡Estás provocándonos!Golpea el suelo a mi lado causando que salte jadeando por la sorpresa y nuestros cuerpos se tocan enseguida.El Alfa aprieta la mandíbula, puedo ver un músculo palpitando en esta. Pero lo que me desconcierta es la dureza que siento contra mi vientre. Al darme cuenta de lo que es mis mejillas enrojecen irremediablemente y mis ojos se dirigen a esa zona pero él no me deja mirarlo sosteniendo mi rostro con su inmensa mano.—Jamá
—Alfa Kian ¿Dejarás que me vaya? —susurro acostada a un lado de él.Miro hacia el cielo estrellado y siento que él me observa de una manera tan inquietante pero aún así no me giro a verlo.—Nunca.Su respuesta gélida es algo que ya me esperaba, aún así la odio tanto como a él.O eso es lo que me digo para mantener mi orgullo intacto, sin embargo, es ridículo pensar que me queda algo de orgullo cuando me he convertido en la amante de mi captor.—Vístete, tenemos que irnos.Él ya se había levantado mientras divagaba así que no me quedó otra que obedecer.Ni siquiera sabía cómo actuar a partir de ese momento pero el Alfa me enseñó mi lugar nada más llegar a la manada.—Lidia, dale a mi doncella lo que te pedí.Su doncella.Al menos es un título más honroso que el de amante.Pensé con amargura.La mujer asintió con efusividad pero cuando él se desapareció por el pasillo su expresión cambió. Ya no era la mujer dócil de hace segundos.Las otras mujeres que quedaban en la cocina me miraban y