Empujo mis manos en su pelaje pero él me gruñe enterrando su húmeda nariz en mi cuello.
Contengo un gemido asustada al sentirlo lamer mi piel.
—¡No!
El lobo no tarda en cambiar a su forma humana quedando completamente desnudo encima de mí.
Sin poder evitarlo examino sus abdominales marcados pero me apresuro a subir la mirada a sus orbes las cuales me miran fulminantes.
—¿Qué demonios pretendías, Omega?
¡¡¡ALFA KIAN!!!
—Solo estaba caminando…
—¡¿Crees que soy un idiota?! ¡Puedo oler tu malditas feromonas como cualquier macho que esté cerca! ¡Estás provocándonos!
Golpea el suelo a mi lado causando que salte jadeando por la sorpresa y nuestros cuerpos se tocan enseguida.
El Alfa aprieta la mandíbula, puedo ver un músculo palpitando en esta. Pero lo que me desconcierta es la dureza que siento contra mi vientre.
Al darme cuenta de lo que es mis mejillas enrojecen irremediablemente y mis ojos se dirigen a esa zona pero él no me deja mirarlo sosteniendo mi rostro con su inmensa mano.
—Jamás saldrás de aquí a menos que yo lo autorice o me encargaré de buscarte, incluso en los confines del infierno.
Su aliento choca contra el mío
—¡No te pertenezco! ¡Ni siquiera pertenezco a este lugar! ¡Tienes que dejarme ir!
Sus ojos azules oscurecidos van hasta mis labios antes de mirarme a los ojos otra vez.
—Ahora lo haces. Eres mi posesión desde que entraste a mi manada, pequeña Omega.
Sorprendiéndome se levanta de mi cuerpo antes de cargarme en su hombro.
—¡¿Qué haces?!
Sin pensar en lo que estaba haciendo golpeo con mis manos su espalda ocasionando que sus músculos se tensen.
Enseguida escucho jadeos de sorpresa a nuestro alrededor.
—Ella está muerta.
—Tocó a nuestro Alfa.
Mi cuerpo tembló involuntariamente entendiendo que había vuelto las cosas a un peor.
El Alfa gruñó acelerando el paso, dejando a todos atrás, pero lo que me hizo temer aún más era que nos estaba alejando de todos.
—Alfa Kian…
Él no me respondía, mientras más intentaba hablarle, más era ignorada. Hasta que finalmente se detuvo bajándome al suelo.
Su mirada es fulminante, casi asesina. Esperaba que hiciera de todo, incluso que me matara por haberlo golpeado pero lo que me dice a continuación provoca que cada parte de mi cuerpo se estremezca inesperadamente.
—Solo hay una manera de que salgas con vida de esto, Omega. Y esa es que te conviertas en mi amante… hasta que yo lo decida.
Parpadeo atontada con lo que el Alfa Kian acaba de decirme.
—¿Estás burlándote de mí? ¿Crees que mi desesperación es divertida?
Sus ojos no han dejado de mirarme ni siquiera por un momento y su seriedad hace que me inquiete aún más.
—¿Parezco alguien que bromea, Omega?
—¿Quieres que sea tu amante? —repito porque creo que enloquecí.
Él da un paso hacia mí invadiendo mi espacio personal y tengo que alzar la cabeza para poder verlo a los ojos al ser tan alto pero trato de no parecer intimidada, aunque dentro de mí estoy temblando.
—¿Sabes lo que les hacen los gobernantes a los lobos invasores?
Lo sabía.
Todos los lobos que entraran a una manada sin permiso del gobernante eran encarcelados, golpeados y tratados con brutalidad. Sin embargo, el más sangriento a la hora de dar castigos era él. Tontamente había creído que podía contar con su indulgencia al ser yo misma una gobernante pero estaba claro que no conocía al Alfa Kian.
Él estira su mano y me tenso pero para mi sorpresa lo único que hace es tocar un mechón de mi pelo haciéndolo girar entre sus dedos sin dejar de mirarme.
—Así que no te lo estoy pidiendo, estoy tomando lo que me pertenece.
Mi protesta no llega a tiempo pues él es más rápido. Tira de mi pelo, el pequeño dolor es ignorado por la sorpresa de su acción.
Sus labios chocan contra los míos de manera puramente pasional, dura y salvaje. Sus manos toman mi cintura y nuestros cuerpos entran en contacto, gimo en su boca sin poder creerlo mientras que él lo aprovecha para penetrarla introduciendo su lengua en mi cavidad.
Algo se apodera de mí pues me veo respondiendo a su beso.
Primero tímida. Después desinhibida.
—Estás obligándome a hacer esto.
—Repítelo constantemente, a lo mejor así te lo creas, Omega... Una cosa más, nunca trates de tocarme otra vez, solo yo puedo tocarte. Ahora, desnúdate.
Abro la boca dispuesta a mandarlo al infierno pero me detengo.
La venganza presupone que vivo, aunque sea humillante.
Alfa Kian tenía razón cuando dijo que yo era demasiado débil para gobernar una manada hoy en día porque ni siquiera podía defenderme de un hombre.
Así que...
Lucho contra el sonrojo de mis mejillas y me desnudo bajo su mirada intensa mientras que él me imita, solo que a Kian no parece importarle nuestro entorno.
—No cambiaré mis pensamientos por sexo —dice cuando ambos estamos completamente desnudos.
Contempla mi cuerpo sin mostrar ninguna emoción y yo trato de imitar su pose impasible a pesar de que esté completamente ansiosa por lo que está a punto de suceder.
—Que te quede claro algo, nadie me domina, serás mi amante. Mía y de nadie más. Nadie te tocará más que yo. ¿Me hago entender, Omega?
—¿Acaso tengo otra opción?
Él aprieta su mandíbula y se mete entre mis piernas. Uno de sus dedos juega con mi punto de éxtasis por lo que tengo que contener un gemido mientras muerdo mi labio inferior.
—Eres mía —declara antes de adentrarse en mi interior.
Sus palabras tocan una fibra sensible en mí porque de repente creo que tiene razón.
Soy suya.
Estamos en modo automático, como si antes supiéramos que esto estaba destinado a pasar, lo que es absurdo.
No comprendo cómo puede llegar a encenderme y al mismo tiempo a hacerme odiarlo.
Simplemente lo hace.
—Alfa Kian ¿Dejarás que me vaya? —susurro acostada a un lado de él.Miro hacia el cielo estrellado y siento que él me observa de una manera tan inquietante pero aún así no me giro a verlo.—Nunca.Su respuesta gélida es algo que ya me esperaba, aún así la odio tanto como a él.O eso es lo que me digo para mantener mi orgullo intacto, sin embargo, es ridículo pensar que me queda algo de orgullo cuando me he convertido en la amante de mi captor.—Vístete, tenemos que irnos.Él ya se había levantado mientras divagaba así que no me quedó otra que obedecer.Ni siquiera sabía cómo actuar a partir de ese momento pero el Alfa me enseñó mi lugar nada más llegar a la manada.—Lidia, dale a mi doncella lo que te pedí.Su doncella.Al menos es un título más honroso que el de amante.Pensé con amargura.La mujer asintió con efusividad pero cuando él se desapareció por el pasillo su expresión cambió. Ya no era la mujer dócil de hace segundos.Las otras mujeres que quedaban en la cocina me miraban y
—¿A dónde vamos?Desde que salimos de la casa del Alfa Kian, Lidia no ha dicho ninguna palabra.Ella es la jefa de las doncellas y la subordinada de mayor confianza de Alfa Kian, eso solo me pone más nerviosa.—Lo descubrirás cuando lleguemos, apresura el paso muchacha.Ella había hecho que usara una caperuza que cubría parte de mi rostro y cabello lo que solo era más sospechoso para mí.Por la hora es obvio que no quiere que nadie nos vea.—Hemos caminado demasiado… ¿Cuánto más lo haremos?Ella me da una mirada de reojo y creo ver diversión en su expresión antes de bufar.—Los Omegas son delicados.Aprieto la mandíbula para no gruñir por mi propia estupidez.Lo cierto es que estoy demasiado sensible por todo lo que ese maldito Alfa hizo conmigo en el bosque... y en su baño.—Siéntate en el borde de la bañera y abre las piernas para mí —había demandado con los ojos oscurecidos.Mi cuerpo entero había temblado mientras en mi vientre se arremolinaba un sentimiento completamente ajeno. A
Fingí estar durmiendo y salí corriendo por la puerta mientras las dos preparaban la medicación que esa bestia quería darme.—¡¿A dónde vas…?! —Lidia me vio y gritó enfadada.Ignoré sus gritos y corrí con todas mis fuerzas hacia el bosque, sintiendo que el corazón me latía cada vez más deprisa.Estaba llena de determinación e ira pues jamás permitiría que ese bastardo me arruinara de tal manera, primero debía matarme.Mi respiración cada vez era más acelerada a medida que me adentro en el bosque, escucho aullidos cerca.De repente, recibí un golpe en mis costillas por un lobo.Derrapo a punto de caer a un acantilado pero soy rápida y me aferro al tronco del árbol más cercano reprimiendo un gemido.—Maldita sea…Un nuevo lobo se lanza sobre mí clavándome las garras en el abdomen y por el ardor sé que tiene plata en estas.Pateo su boca y este cae sin remedio por el acantilado, escucho su gemido pero es ignorado rápidamente pues el primer lobo que me había atacado se lanza una vez más so
—Quiero que la entrenes.Seguido de las palabras del Alfa, el Beta parpadeó aturdido.¿Qué había pasado para que decidiera tal cosa?—Haré lo que me pide, Alfa.Kian levantó la mano y su Beta se detuvo abruptamente.—Una cosa más, Van. Advierte a los guardias que nadie la tocará. No permitiré que el suceso de la última vez se repita. Y no le digas a ella que fui yo quien te envió a entrenarla, no seas condescendiente o serás tú quien pagará.—Como ordene, Alfa.El segundo al mando salió de la habitación bajando su rostro en señal de respeto mientras que el Alfa daba un sorbo a su bebida.—Sorprendente... para ser una Omega.A través del cristal podía ver a la hembra quien no dejaba de caminar por la habitación luciendo histérica.Él mismo había presenciado como se había enfrentado a dos machos resultando victoriosa.—Actúas bajo presión. Bien, veamos de qué estás hecha. Dana.El Alfa quería el control total sobre aquella mujer.*Ese hombre la había encerrado en un calabozo distinto a
—¿Esta es tu fuerza?Él me empuja contra la pared de inmediato reacciono empujando con mis antebrazos los suyos que no me habían liberado los hombros.Tomo su muñeca antes de girar el cuerpo y golpear con mi codo su cuello, el cual empujo hacia abajo, alzo mi pierna y mi rodilla impacta con su estómago dejándolo sin aliento.—Eso ha sido bueno…Una sonrisa se extiende por mi rostro llena de orgullo.—Básico. ¿Eso es todo lo que puedes hacer?La voz del Alfa Kian suena aburrida detrás de mí.Aparto la mirada de Van para girarme a donde está él y no puedo evitar sentirme incómoda bajo su mirada imperturbable.Al parecer no se había sorprendido por mi entrenamiento y tampoco parecía molesto por eso, cosa que me desconcertó. Desde hace más de dos semanas he estado aquí encerrada a base de pan y agua por este bastardo, sin embargo, ahora lo agradezco a pesar de que el entrenamiento ha sido más duro de lo que imaginaba.El cambio que ha habido en mí es sorprendente aunque Kian no parezca con
Había fracasado, y ante el poder absoluto, todos los trucos eran inútiles. De un momento a otro el Alfa estaba sentando a la hembra sobre una mesa mientras se colaba entre sus piernas.Ella era receptiva a cada toque suyo.Jamás se había permitido acariciar a una mujer de esta manera pues hace mucho tiempo el toque de una mujer fue su perdición. Estuvo a punto de perder su manada por la tentación femenina. Lo emboscaron cuando era apenas un adolescente y yacía en los brazos de una hembra. Desde ese momento las aborrece pues todas siempre han querido una cosa de él.Poder.Kian no está dispuesto a perderlo todo por lujuria. Las hembras son demasiado traicioneras, una y otra vez lo había descubierto. Solo podía confiar en una de ellas pues cuando era un cachorro lo había salvado, pero esa hembras jamás había aparecido otra vez, a pesar de que la buscó hasta el cansancio. Y sin embargo, aquí estaba él.Tocando a su enemiga como si le perteneciera.Aunque cada parte de él creía que era as
—Dana…Quiero descansar, he sido torturada por todas partes por el Alfa y sin embargo, estoy bloqueada a mitad de camino por Lidia y unas doncellas.Frunzo el ceño al escuchar su llamada y doy un paso atrás.Aquel incidente en el bosque me había provocado tal aversión física hacia aquella mujer que casi vomité.—No te acerques a mí —declaro con voz firme.Lidia estaba visiblemente enfadada, pero no lo demostró.—Lo mejor es que vengas conmigo.Tira una mirada de orden y las criadas me agarraron del brazo.—¡Suéltame! ¡No lo quiero, no lo quiero!—No duele mucho, Dana. Todo es por la manada.Estaba a punto de ser arrastrado por ellas cuando de repente sonó una voz fría.—¿Qué está pasando aquí?El gruñido del Alfa hace que ambas nos sobresaltamos. Ninguna de las dos lo habíamos escuchado venir y ni siquiera habíamos captado su olor.—Mátame. Alfa Kian ¡En vez de hacerme esto deberías matarme!—¡¿Qué estás diciendo?! Lidia, ¿Dónde la llevas sin mi permiso?Veo como Lidia palidece y me g
Al despertar mi corazón dio un vuelco al verme justo al lado del Alfa. Anoche me hizo suya más veces de las que puedo contar y al parecer ambos nos quedamos dormidos.—Si él me ve aquí me matará.Doy una mirada rápida por su cuerpo notando que comienza a endurecerse incluso aunque aún sigue dormido. Su cuerpo es como una roca. Completamente duro y firme, demasiado grande para un lobo normal. Kian es hermosamente aterrador gracias a esa cicatriz que cruza su pómulo pareciendo tan peligroso como realmente es.Antes había escuchado cuchicheando a las otras doncellas que en cualquier momento se desharía de mí pues sus amantes nunca le duraban demasiado y eso no era bueno para mi plan. Pero también había oído que él nunca dejaba que lo tocaran ni él tocaba a ninguna mujer.Tengo curiosidad del porqué pero sé que jamás lo sabré. Sin embargo, el Alfa Kian sí se permite tocarme. Me pregunto si esto lo ha hecho con otras amantes o si yo tendré una ventaja que ellas nunca han tenido.Debería ha