Hanna Müler. Salí corriendo del hospital, donde estaba haciendo las prácticas de ultimo años de carrera antes de la especialidad. Suelo ser una persona muy previsora, me gusta gestionarme mis tiempos para dedicarlo, sobre todo, a mi hermana Mía de ocho años, pero esta vez Madame Flynn Lee no me dio casi tiempo para prepararme. Por lo visto esta noche teníamos un servicio urgente, varios millonarios habían llegado a la ciudad para una convención de hoteleros y necesitaban compañía para asistir a diferentes eventos. Se suponía que descansaba este fin de semana, pero por lo visto no era así. Miré el reloj en mi muñeca, tenía todavía dos horas para llegar a casa, dar de comer a Mia, avisar a la señora Hollman, para qué anoche se quedará con mi hermana, y prepararme para estar lo suficientemente atractiva, para asistir a la convención que se iba a celebrar en el Gran Hotel Miller Continental, daba gracia que Beatriz me recogiera, o sino no sabía de donde iba a sacar el tiempo. Habíamos
Roy. - "¡Roy William Miller! ¿Cómo se te ocurre no cogerle el teléfono a tu madre?, y ni se te ocurra colgarme, porque sabes de lo que soy capaz."- la voz de mi madre me paralizó, mientras leía el informe que me acaban de entregar para firmar mientras miraba ceñudo a mi asistente Fletcher. Había intentado ignorar las llamadas de señora Miller, la diosa y señora de todo nuestro reino, nos son mis palabras, son las palabras de mi padre, que después de veintitantos años casados, seguía enamorado de esa mujer como el primer día, pero como veis, mi madre siempre tiene recursos para salirse con la suya, así que, ante la ofensa que era para ella, que su hijo mayor la ignorara, como si eso fuera posible, llamó a mi asistente, que por desgracia, y porque podría peligrar su trabajo, si mi padre se enteraba que habían ignorado a su diosa, tuvo que cogerlo. Todo esto del amor de mis padres, su gran historia de amor era verdaderamente mi problema, o más bien el culpable que yo tuviera que despl
Hanna. Cuando llegamos al Gran Hotel Miller Continental, ya no esperaba nuestra Madame, en la habitación asignada para cambiarnos, maquillarnos o retocarlos, si fuera preciso, si hubiera algún accidente, que solía ocurrir con más frecuencia de lo que creéis. Siempre que asistíamos a un evento así, sobre todo si somos varios, quién nos contrataba, en este caso el hotel, nos asigna siempre una habitación para que las damas o los caballeros de acompañantes, tuviéramos un sitio donde descansar y arreglarnos. Nuestra misión principal, había cambiado, no iríamos a un cliente determinado, más bien íbamos a embellecer, como un ornamento más el evento que se iba a producir. Muchas personas piensan que una dama de acompañante es lo mismo que una prostituta, o que un caballero acompañante, es lo mismo que un boy sexual, pero nada más lejos de esta explicación. Por lo menos en la empresa que yo trabajo, servimos de acompañante, de ornamento, para ayudar a una a un cliente tremendamente tímido,
Hanna. - "Y bien señor Patel, ¿Qué es lo que hace aquí?, por lo que he podido observar, no se siente verdaderamente a gusto."- le dije, sonriendo, mientras veía como sus ojos se dirigían a mis labios, con una mirada intensa, que me incomodó. - "Mi novia tenía que asistir, y me pidió que la acompañara, pero ahora esta reunida con algunos de sus clientes, y tú, Hanna ¿qué hace una preciosa mujer como tú, entre tantos empresarios aburridos?."- me dijo sin apartar sus ojos de mi cuerpo, como recreándose en él. Una de las cosas que me ha enseñado este trabajo es a identificar cuando un cliente, te solicita para que lo acompañes, o cuando piensa que, además, tendrá derecho a un regalo al final. Walter Patel era de los últimos, no era del tipo fiel, que digamos, ya que me comía con los ojos, mientras su novia estaba reunida. No era feo, la verdad, podría decirse que era de los hombres más atractivos del salón, de ojos verdes, pelo oscuro, era alto, y se notaba que hacía deporte, que lo m
Roy. Mucho antes de que se iniciara el evento ya yo estaba supervisando la llegada de los invitados, desde el despacho de mi habitación. No suelo intervenir en los planes de promoción de los hoteles de nuestra cadena, tengo a ejecutivos que se encargan de eso, si tuviera que revisar las estrategias de marketing de cada hotel que pertenece a la cadena de grupo Miller, que se encuentran repartidos por Europa, Asia y América, pues no tendría tiempo para vivir. Pero en este caso tenía un interés personal, ya que cuando me pasaron que él estaba en la lista de invitados por parte de los espías que tenía investigando a el maldito marido de mi hermana, decidí asistir al evento, como representé máximo de la cadena de hoteles internacional del grupo Miller. En la invitación de Patel ponía que su invitación había venido por una petición especial de uno de los organizadores del evento, pero no decía de quien era. Pero ya mis espías me habían aclarado que el maldito de Patel llevaba días quedad
Roy. Bajamos por el ascensor privado hasta el gran salón donde se estaba desarrollando el evento. No hizo falta mucho, para identificar al marido de Ailan, que se encontraba junto al gran ventanal que daba a la terraza, hablando con la mujer de rojo que había llamado mi atención. - “¿Quién es ella?”- pregunté a mi asistente. - “Creo que es una de las acompañantes, que ha contratado el hotel para que se relacionen con los invitados, pertenece a una empresa de Damas de compañía.”- me dijo mi asistente mirando su teléfono, donde solía tener toda la información que yo le requería. - “¿Damas de compañía?”- le pregunté entre cerrando los ojos. No me estaba gustando cómo sonaba eso, eso quería decir, que Scarlet Ohara, se vendía por dinero. - “¡Vaya hermanito!, ¿desde cuándo la cadena de hoteles Milton se ha vuelto tan vanguardista?”- me dijo Ailan mirándome burlona- Y papá ¿sabe esto?”- continúo diciendo. Ignoré su ironía, y miré ceñudo a mi asistente. - “¿De quién fue esta estúpida
Hanna. - “No puede volver a suceder lo que pasó en el último trabajo, Hanna, aún no me has explicado porque desde la gerencia del hotel, me indicaron que te retirara del trabajo, aunque nos abonaron tu parte, incluso con retribución doble. Soy una empresaria, y debo ser justa para la gente que trabaja para mí, no está bien que tus compañeros y compañeras, hayan trabajado más horas, y hayan recibido menos de que tú, que trabajaste sólo dos horas. Además, el abono doble se ofreció como propina, así que no lo puedo dividir entre tus compañeros, ya que es tuya exclusiva.”- me dijo la Mandan cuando me llamó a su despacho, ese día. Hace casi tres días que, durante el evento, en que había perdido mis formas, algo que nunca me pasaba, la coordinadora y ayudante de la Madame, me había acercado para indicarme que podía irme, que el contratante, el hotel, les había pedido sin justificación, que yo me fuera en ese momento. Yo pensé que el estúpido de ojos maravillosos, el alfa de la manada ha
Hanna. Yo tenía claro porque le había dicho eso a Jhon, la familia de este traidor me adoraba, sobre todo porque la madre de John es la persona más elitista que hay sobre la tierra, tener una nuera médica, la elevaba aún más a las pretensiones sociales de Barbara Raddiffe, llevándola a la cúspide. En cambio, la que iba a ser mi suegra antes, odiaba a mi mejor amiga, de hecho, en múltiples ocasiones había intentado que dejara esa amistad, ya que Candece no había acabado los estudios, debido a que su familia se había arruinado hacía años, bajo un gran escándalo donde había habido de todo, y ahora trabajaba de secretaria para John, gracias a que yo le pedí que le diera trabajo. Encima de todo, soy estúpida. No había avanzado unos metros fuera de la joyería, cuando fui interceptada, por John y unos segundos después por Candece, que me miraba llorosa, detrás de mi traidor exnovio. - “Espera Hanna, no es lo que piensas”- se atrevió a decirme el estúpido. - “De verdad, John tiene razón