Hanna.
- "Y bien señor Patel, ¿Qué es lo que hace aquí?, por lo que he podido observar, no se siente verdaderamente a gusto."- le dije, sonriendo, mientras veía como sus ojos se dirigían a mis labios, con una mirada intensa, que me incomodó.
- "Mi novia tenía que asistir, y me pidió que la acompañara, pero ahora esta reunida con algunos de sus clientes, y tú, Hanna ¿qué hace una preciosa mujer como tú, entre tantos empresarios aburridos?."- me dijo sin apartar sus ojos de mi cuerpo, como recreándose en él.
Una de las cosas que me ha enseñado este trabajo es a identificar cuando un cliente, te solicita para que lo acompañes, o cuando piensa que, además, tendrá derecho a un regalo al final. Walter Patel era de los últimos, no era del tipo fiel, que digamos, ya que me comía con los ojos, mientras su novia estaba reunida.
No era feo, la verdad, podría decirse que era de los hombres más atractivos del salón, de ojos verdes, pelo oscuro, era alto, y se notaba que hacía deporte, que lo mantenía en forma, ya que el esmoquin le sentaba muy bien, este último no era de marca, pero tampoco era barato.
-"Estoy contratada, para hacer de relaciones públicas, y hacer que todos se diviertan, nos contrató el hotel para animar la fiesta"- le dije sonriendo mientras miraba a la sala buscando una forma de alejarme de él.
Cada minuto que pasaba, la manera de mirarme de ese hombre, como si fuera un regalo de Navidad que quería desenvolver con rapidez, y como fuera, me ponía nerviosa. No era estúpida, ese hombre me deseaba, y lo mejor de todo, ni había contemplado que su novia estaba allí. Me dio pena esa mujer, si por un simple saludo, Walter se comportaba así, ni quería imaginar cómo sería, si había algo más que saludarlo.
- "Y ¿quieres animarme esta noche, preciosa?, yo podría darte algunas calientes y deseables ideas."- dijo el estúpido Patel, acercándose a mí, y acariciándome el hombro, mientras yo trataba de apartarme de él.
- "¡Mierda, otro inocente corderito, que se transforma en lobo!"- pensé, mientras iba a responderle, donde se podía meter sus ideas, pero una voz profunda y magnética, me hizo tragarme mis palabras.
-"¿Y se puede saber Patel, que ideas tienes con tu amiguita de turno?"- al gírame, sentí como si me golpeara contra una pared que ni esperaba, el hombre más atractivo de la fiesta, y de todas las fiestas que había asistido desde que recuerdo.
Pero también el lobo más feroz de todos, el alfa de la manada, y el más peligroso. Por unos segundos nuestros ojos se encontraron, y el impacto de esos ojos azules, que destilaban hielo frio, me robaron el aliento, mi mente friki se activó, y me imagine, a mí misma, como si estuviera en un manga, donde yo era una m*****a virgen que era entregada sumisamente, para ser sacrificada por el dios del hielo.
Si no llega a hablar que la mujer que lo acompañaba no hubiera podido salir del trance en el que me encontraba metida. Al mirar a mi salvadora, puede ver que era casi una copia exacta del dios del hielo, pero en femenino, pero su hielo era cálido, como un atardecer en la nieve. Era una tentadora diosa de hielo, que podía congelarte el alma a un hombre, y robarle el corazón con su calor.- "¿Qué haces aquí, Walter?, ¿No se suponía que estabas de en la oficina? ¿y por qué te ofreces para animar a tu amiga?, ¿Has olvidado que estas casado?"- dijo la preciosidad de ojos azules, y cuerpo de sirena devoradora de hombres.
- "Vaya, al parecer el lobo, tiene que explicar muchas cosas, novia, esposa, y animador sexual, esta noche se le va a hacer larga a Walter Patel."- pensé.
Decidí alejarme de ellos, que se quedaran con sus problemas, pero no me sería tan fácil, por lo menos no de uno de ellos.
- "Si me disculpan, tengo que seguir con mi trabajo, señores Walter, desc.…"- dije al principio muy segura, pero al mirar al dios de hielo, se me trabó la lengua, así que emprendí mi retirada sin acabar la frase.
Mi huida estrategia se había iniciado medianamente bien, o eso creía yo hasta que, cuando ya estaba a unos metros de distancia del inesperado encuentro entre ese matrimonio, esa m*****a profunda y magnética voz, se volvió a oir a mi espalda, muy cerca de mí, demasiado.
- "Creo que no nos hemos presentado debidamente, señorita ..."- me dijo esperando que yo acabara la frase.
- "Piensa rápido Hanna, invéntate un nombre, y sal de esto, pero ya."- pensé, sin girarme para mirarlo.
No entendía mi nerviosismo, y por qué intentaba desesperadamente no mirar a ese hombre a la cara, quizás fuera porque mi m*****a imaginación friki, había hecho que, ese ejemplo de lo mejor que puede hacer la genética por un ser humano se transformara, en mi mente, en un perfecto ejemplar para una de mis más alucinantes frikifantasías.
Pero que queréis, tengo sangre en las venas, además de hormonas femeninas muy sanas. Y todo hay que decirlo, ese hombre esta para echar mucha nata y sirope de chocolate caliente sobre esa perfección genética de cuerpo que posee, y luego devorarlo poco a poco, y con deleite.- "Ha....Hann... Hanna"- dije y nada más oírme hablar, como si hubiera corrido una maratón, decidí que me autocastigaría en cuanto llegara a casa, de la forma más cruel.
- "Un mes sin manga, dulces, ni anime, y menos aún esas novelas mangas románticas tan sexualizadas y pervertidas, Hanna Müller, y ni un día menos."- me dije golpeándome mentalmente, por a ver dicho mi nombre verdadero, mi cerebro había dejado de funcionar, seguro.
Gracias a dios todo mi atontamiento por ese hombre se borró, cuando él volvió a abrir la boca, había oído hablar del dicho que los hombres bellos, sólo eran eso, bellos, hasta ahora no lo había creído, tengo amigos y compañeros, muy guapos, pero que tienen un alto nivel de inteligencia de varios tipos. Al parecer este no era el caso.
- "Bien Hanna, ¿Cuánto me costaría que te alejaras de él? Tienes aquí más clientes donde elegir, incluso yo podría ofrecerte un buen precio. ¿Qué te parece mil libras por una noche?"- me dijo haciendo que pudiera mirarlo a la cara, para ver si había escuchado bien.
No era la primera vez que confundían que yo fuera acompañante, con que ejerciera otro tipo de servicios, siempre los despachaba de forma elegante, pero rotunda. Pero algo me pasó al mirar a ese idiota. La sonrisa irónica, y el brillo de esos ojos azules sólo hacían que la ira se me acrecentara. Fue como cuando una fantasía se te vuelve pesadilla, lo bonito se vuelve feo, como recibir el veneno y el antídoto, con pocos minutos de diferencia.
Me acerqué a él con una sonrisa seductora en los labios, acariciándole la chaqueta del esmoquin, donde mis manos hacían seductores círculos imaginarios. Mientras, él mantenía esa mirada, y esa sonrisa de suficiencia, esas del que siempre consigue lo que quiere. Había visto muchas veces esa mirada, en estos casi dos años, pero en él, me resultaba inaceptable.- "Te costaría, algo muy simple, guapo... muérete y rencárnate en un precioso, y dulce perrito, sólo así podrías dormir en mi cama, como mi animal de compañía, de resto, gilipollas, trágate tu dinero."- le dije apartándome de él, mientras él me miraba con ira y decisión, mientras me veía alejarme de él.
Ese fue lo que provocó que mi vida cambiara, que me surgiera, por primera vez, un enemigo, y el más peligroso de todos, pero eso era algo que yo no sabía, aunque pronto lo iba a descubrir, y los enfrentamientos serían encarnizados.
Roy. Mucho antes de que se iniciara el evento ya yo estaba supervisando la llegada de los invitados, desde el despacho de mi habitación. No suelo intervenir en los planes de promoción de los hoteles de nuestra cadena, tengo a ejecutivos que se encargan de eso, si tuviera que revisar las estrategias de marketing de cada hotel que pertenece a la cadena de grupo Miller, que se encuentran repartidos por Europa, Asia y América, pues no tendría tiempo para vivir. Pero en este caso tenía un interés personal, ya que cuando me pasaron que él estaba en la lista de invitados por parte de los espías que tenía investigando a el maldito marido de mi hermana, decidí asistir al evento, como representé máximo de la cadena de hoteles internacional del grupo Miller. En la invitación de Patel ponía que su invitación había venido por una petición especial de uno de los organizadores del evento, pero no decía de quien era. Pero ya mis espías me habían aclarado que el maldito de Patel llevaba días quedad
Roy. Bajamos por el ascensor privado hasta el gran salón donde se estaba desarrollando el evento. No hizo falta mucho, para identificar al marido de Ailan, que se encontraba junto al gran ventanal que daba a la terraza, hablando con la mujer de rojo que había llamado mi atención. - “¿Quién es ella?”- pregunté a mi asistente. - “Creo que es una de las acompañantes, que ha contratado el hotel para que se relacionen con los invitados, pertenece a una empresa de Damas de compañía.”- me dijo mi asistente mirando su teléfono, donde solía tener toda la información que yo le requería. - “¿Damas de compañía?”- le pregunté entre cerrando los ojos. No me estaba gustando cómo sonaba eso, eso quería decir, que Scarlet Ohara, se vendía por dinero. - “¡Vaya hermanito!, ¿desde cuándo la cadena de hoteles Milton se ha vuelto tan vanguardista?”- me dijo Ailan mirándome burlona- Y papá ¿sabe esto?”- continúo diciendo. Ignoré su ironía, y miré ceñudo a mi asistente. - “¿De quién fue esta estúpida
Hanna. - “No puede volver a suceder lo que pasó en el último trabajo, Hanna, aún no me has explicado porque desde la gerencia del hotel, me indicaron que te retirara del trabajo, aunque nos abonaron tu parte, incluso con retribución doble. Soy una empresaria, y debo ser justa para la gente que trabaja para mí, no está bien que tus compañeros y compañeras, hayan trabajado más horas, y hayan recibido menos de que tú, que trabajaste sólo dos horas. Además, el abono doble se ofreció como propina, así que no lo puedo dividir entre tus compañeros, ya que es tuya exclusiva.”- me dijo la Mandan cuando me llamó a su despacho, ese día. Hace casi tres días que, durante el evento, en que había perdido mis formas, algo que nunca me pasaba, la coordinadora y ayudante de la Madame, me había acercado para indicarme que podía irme, que el contratante, el hotel, les había pedido sin justificación, que yo me fuera en ese momento. Yo pensé que el estúpido de ojos maravillosos, el alfa de la manada ha
Hanna. Yo tenía claro porque le había dicho eso a Jhon, la familia de este traidor me adoraba, sobre todo porque la madre de John es la persona más elitista que hay sobre la tierra, tener una nuera médica, la elevaba aún más a las pretensiones sociales de Barbara Raddiffe, llevándola a la cúspide. En cambio, la que iba a ser mi suegra antes, odiaba a mi mejor amiga, de hecho, en múltiples ocasiones había intentado que dejara esa amistad, ya que Candece no había acabado los estudios, debido a que su familia se había arruinado hacía años, bajo un gran escándalo donde había habido de todo, y ahora trabajaba de secretaria para John, gracias a que yo le pedí que le diera trabajo. Encima de todo, soy estúpida. No había avanzado unos metros fuera de la joyería, cuando fui interceptada, por John y unos segundos después por Candece, que me miraba llorosa, detrás de mi traidor exnovio. - “Espera Hanna, no es lo que piensas”- se atrevió a decirme el estúpido. - “De verdad, John tiene razón
Roy. - “Como puede ver señor Miller, el centro comercial está bien situado, y las mejores tiendas, con las mejores está representadas aquí, lógicamente necesita una ampliación, si decide comprarlo, para los proyectos que deseaba hacer en él su empresa, el Grupo Miller.”- me decía el gerente del centro comercial mientras caminábamos por sus pasillos. La verdad era que, la posible compra de este centro comercial era más un proyecto de mi padre, que mío. El viejo zorro, hacia un año que se había jubilado, pero eso no quería decir que Norman Miller hubiera olvidado sus manías, tras años de trabajo y control de todo su mundo, para el antiguo CEO, eso no es tan fácil de dejar atrás, por mucho que lo haya exigido su dueña y señora, la diosa del reino, Yvaine Miller. Así que mi padre me llamé, para que me encargue de un proyecto que él había iniciado retirado del trabajo, al descubrirlo mi madre, que había faltado a su promesa de retirarse totalmente, solo que aceptarlo, o mi madre le har
Hanna. - “¿Tienes dos operaciones con el doctor Kidman, y tu ronda con le doctora Stanford? Hoy saldrás tarde del hospital.”- me preguntó mi mejor amiga y compañera, Emily. Llevaba un día bastante atareado, la asignación de operaciones de los estudiantes del último año de medicina era más equitativa, pero todo se había redistribuido porque tres de mis compañeros estaban enfermos, tras estar en contacto con un virus, que adquirieron en una ronda de pacientes. Así que me a mí, me había tocado suplir a dos de mis compañeros. Por eso, tuve que avisar a Penny, la joven que había contratado para que cuidara de Mia, cuando yo estaba en la universidad, para que recogiera a mi hermana del colegio, ya que yo no llegaba a tiempo. Me alegré de que hoy no tuviera que asistir al trabajo, de hecho, hasta la próxima semana no tenía ninguna cita programada con ningún cliente. Me preparé para la operación en media hora, atendiendo a las explicaciones que nos daba el doctor Kidman, revisé varias
Hanna. -“Claro sin problemas, déjame los análisis.”- le dije sonriendo, la interpretación de los análisis era algo que superamos en el segundo año, hoy en día cualquiera alumno del último año de medicina podía, y debía, saber interpretar todas las pruebas médicas que se lo hicieran a cualquier paciente, incluido los análisis. Al coger los análisis que me había entregado Ailan, no tarde en darme cuenta de que había algo extraño, en el nivel hormonal que tenía para su edad, era excesivamente alto. -“Puedo preguntarte algo”- le dije. Ella sintió -“¿Tomas anticonceptivos?”- le pregunté. - “No, al contrario, estoy intentando quedarme embarazada, pero por mucho que lo intentamos mi marido y yo, nunca sucede. Es por eso que me estoy haciendo mi estudio de fertilidad, para ver si soy yo el problema, no le he dicho nada de esto a mi marido, aún.”- me dijo muy sonriente. - “Pues lo único que veo en esta analítica es que llevas años tomando anticonceptivos, y por los niveles hormonales, cre
Hanna. - “No creo que no sea muy buena idea, Mia, te voy a recoger en dos horas a la sala donde se celebra el cumpleaños de Mary, y no me gusta para nada que te desplaces de la fiesta, con tus amigas, para ir a ver si sale Rex Orange, que está en la ciudad para el concierto, por si sale a saludar desde el balcón de su hotel. Sé que te gusta ese cantante, pero sin supervisión de un adulto, y solo vosotras cuatro, no podéis ir al centro de Londres, y además lo sabes.”- le dije a mi hermana por teléfono, mientras pasaba la última ronda pacientes, antes de ir al vestuario para cambiarme, y salir de mi turno de prácticas de clase. - “No seas así, Hanna, porfa, mis amigas van a ir, ¿y cómo puedo yo no ir? Sabes que adoro a Rex, ¡venga, por fa! Te prometo que iremos con cuidado.”- oí que me decía con esa voz que usa, cuando quiere salirse con la suya. - “No, y dudo que las madres de tus amigas sepan lo que pretendéis hacer, así que, a menos que haya un adulto responsable con ustedes, y me