Hanna. - “¿Tienes dos operaciones con el doctor Kidman, y tu ronda con le doctora Stanford? Hoy saldrás tarde del hospital.”- me preguntó mi mejor amiga y compañera, Emily. Llevaba un día bastante atareado, la asignación de operaciones de los estudiantes del último año de medicina era más equitativa, pero todo se había redistribuido porque tres de mis compañeros estaban enfermos, tras estar en contacto con un virus, que adquirieron en una ronda de pacientes. Así que me a mí, me había tocado suplir a dos de mis compañeros. Por eso, tuve que avisar a Penny, la joven que había contratado para que cuidara de Mia, cuando yo estaba en la universidad, para que recogiera a mi hermana del colegio, ya que yo no llegaba a tiempo. Me alegré de que hoy no tuviera que asistir al trabajo, de hecho, hasta la próxima semana no tenía ninguna cita programada con ningún cliente. Me preparé para la operación en media hora, atendiendo a las explicaciones que nos daba el doctor Kidman, revisé varias
Hanna. -“Claro sin problemas, déjame los análisis.”- le dije sonriendo, la interpretación de los análisis era algo que superamos en el segundo año, hoy en día cualquiera alumno del último año de medicina podía, y debía, saber interpretar todas las pruebas médicas que se lo hicieran a cualquier paciente, incluido los análisis. Al coger los análisis que me había entregado Ailan, no tarde en darme cuenta de que había algo extraño, en el nivel hormonal que tenía para su edad, era excesivamente alto. -“Puedo preguntarte algo”- le dije. Ella sintió -“¿Tomas anticonceptivos?”- le pregunté. - “No, al contrario, estoy intentando quedarme embarazada, pero por mucho que lo intentamos mi marido y yo, nunca sucede. Es por eso que me estoy haciendo mi estudio de fertilidad, para ver si soy yo el problema, no le he dicho nada de esto a mi marido, aún.”- me dijo muy sonriente. - “Pues lo único que veo en esta analítica es que llevas años tomando anticonceptivos, y por los niveles hormonales, cre
Hanna. - “No creo que no sea muy buena idea, Mia, te voy a recoger en dos horas a la sala donde se celebra el cumpleaños de Mary, y no me gusta para nada que te desplaces de la fiesta, con tus amigas, para ir a ver si sale Rex Orange, que está en la ciudad para el concierto, por si sale a saludar desde el balcón de su hotel. Sé que te gusta ese cantante, pero sin supervisión de un adulto, y solo vosotras cuatro, no podéis ir al centro de Londres, y además lo sabes.”- le dije a mi hermana por teléfono, mientras pasaba la última ronda pacientes, antes de ir al vestuario para cambiarme, y salir de mi turno de prácticas de clase. - “No seas así, Hanna, porfa, mis amigas van a ir, ¿y cómo puedo yo no ir? Sabes que adoro a Rex, ¡venga, por fa! Te prometo que iremos con cuidado.”- oí que me decía con esa voz que usa, cuando quiere salirse con la suya. - “No, y dudo que las madres de tus amigas sepan lo que pretendéis hacer, así que, a menos que haya un adulto responsable con ustedes, y me
Roy. - “¿Y mamá sabes que estás aquí?”- le pregunté a mi padre cuando, tras verlo entrar por la puerta de mi despacho, ya abrazarme fuertemente, intento justificar, de muy mala manera, el que haya venido sólo hasta Londres. - “Eso es algo que discutiré con ella cuando vuelva.”- me dijo mi padre mirándome con la misma cara, que yo lo había mirado a él cuando le hice la pregunta. - “Ósea, no. Bueno mientras tengas claro lo que te va a costar esto, por mí no hay problemas, pero luego no pidas que te cubra con la Diosa Miller. Es mi madre, sabes que siempre me pondré de su lado, por mi propia supervivencia.”- le dije sin sonreír, mientras continuaba leyendo el documento que tenía delante de mí. —Bueno qué se le va a hacer, solo saldrían cosas buenas de tu madre y los míos juntos, que seas tan inteligente, algo con ya sabemos desde que eras un bebé, ya habías demostrado un carácter muy fuerte, incorruptible, eras un negociador nato. Al igual que tu hermana, Ailan, que es la mayor man
Hanna. - “No entiendo, Hanna, siempre habías dicho que tus citas de trabajo debían limitarse a cuatro a la semana, y ahora ¿quieres trabajar todos los días, incluido tu día libre?, ¿Qué es lo que está pasando?, ¿tienes problemas en casa?”- me preguntó la Madame. - “Es por Mia, ha tenido un accidente y la recuperación será muy costosa, el seguro sólo me cubre cuatro meses, así que tengo estos meses para conseguir el dinero de los cuatro meses siguientes, y así, por eso te pido que me des más trabajo, me da igual el que sea, el que se consiga más cantidad de dinero, porque ninguna quiere hacerlo, me da igual.”- le dije a la Madame. - “Está bien, comprendo tu situación, mantén tu buscador y el teléfono encendido, para que te llamemos, daré la orden de que te envíen el vestuario de forma diaria, pero no te voy a quitar tu día libre, ese día es para que lo pases con tu hermana, te va a necesitar.?”- me dijo la comprensiva Madame. Yo asentí, sabía que era lo mejor mantenerme así, además
Hanna. Cuando entramos, en el Gran Hotel, ya se veía a mi alrededor el lujo y la categoría importante de los invitados. Para donde quiera que mirase, solo habían joyas, y personas con atuendos resplandecientes, las grandes marcas de los mejores diseñadores relucían por todas partes, tanto en hombres como en mujeres, no había un gran diseñador que no fuera representado entre los invitados. Al parecer la fiesta de los Miller en Estados Unidos era muy reconocidas, ya que la influencia de esta gran familia americana era muy notoria. La famosa multinacional que poseía la familia abarcaba desde cadenas hoteleras, centros comerciales, y otros distintos negocios que iban desde el petróleo, hasta empresas generadoras de energías renovables. No había un solo país del mundo desarrollado, que no tuviera entre sus ciudades, una representación de alguna u otra manera de alguna empresa del grupo multinacional. El grupo empresarial pasó de padres a hijos durante varias generaciones, a cada uno de
Roy. No pensaba que esto me podía funcionar, había unas elevadas posibilidades de que esto no saliera bien, que fracasara, y sería, para mi entender, mi primer fracaso en la vida, pero tenía que arriesgarme, tentar a la suerte. Me estaba hartando que la esquiva Scarlet eludiera todos mis controles. Por mucho que insistiera, e intentara sobornar a la empresa para la que ella trabajaba, un maldito antro de perdición mal llamado empresa de acompañantes, nadie me quería dar referencias de ella. También es verdad que lo que ofrecía esa empresa, no era como para estar contándolo por ahí, como si fuera un producto estrella de las próximas navidades, vamos que su oferta tenía una demanda muy selecta que, quería proteger su intimidad, sobre todo si estaban casados. Así que cuando le propuse a mis padres, en nuestra reunión familiar, que hiciéramos una recepción para presentarnos a los empresarios y al grupo empresarial de Londres, y parte de Europa, lo vendí como una oportunidad única pa
Roy. Cuando se inició la fiesta y justo antes de salir mi familia y yo al estrado, todos menos la escurridiza de Ailan, ya había preguntado Gordon dos veces si había algún indicio de la bruja descarada. Por un lado, deseaba verla, pero algo me inquietaba, no me gustaría verla trabajando, acompañando a otro hombre que había pagado por sus servicios, eso era algo que aun yo no toleraba, algo se encendía dentro de mi cuando pensaba en ello. - “No hay señales de la señorita Müller”- me dijo mi asistente al oído. Ni siquiera me había dado cuenta de que a mi madre no se le había pasado desapercibida mi impaciencia, si hubiera estado más atento, no hubiera sufrido el frustrante castigo que recibí más tarde. -“Oye Roy, esta noche, me voy a escapar de la fiesta, con alguna interesante invitada, a descubrir la noches de Londres. ¿Puedes cubrirme?”- me dijo mi hermano Marcus en un susurro, acercándose a mí, terminó haciéndome sonreír, este enano vivía para retar a mi madre. -“¡Claro!