Hanna. Cuando entramos, en el Gran Hotel, ya se veía a mi alrededor el lujo y la categoría importante de los invitados. Para donde quiera que mirase, solo habían joyas, y personas con atuendos resplandecientes, las grandes marcas de los mejores diseñadores relucían por todas partes, tanto en hombres como en mujeres, no había un gran diseñador que no fuera representado entre los invitados. Al parecer la fiesta de los Miller en Estados Unidos era muy reconocidas, ya que la influencia de esta gran familia americana era muy notoria. La famosa multinacional que poseía la familia abarcaba desde cadenas hoteleras, centros comerciales, y otros distintos negocios que iban desde el petróleo, hasta empresas generadoras de energías renovables. No había un solo país del mundo desarrollado, que no tuviera entre sus ciudades, una representación de alguna u otra manera de alguna empresa del grupo multinacional. El grupo empresarial pasó de padres a hijos durante varias generaciones, a cada uno de
Roy. No pensaba que esto me podía funcionar, había unas elevadas posibilidades de que esto no saliera bien, que fracasara, y sería, para mi entender, mi primer fracaso en la vida, pero tenía que arriesgarme, tentar a la suerte. Me estaba hartando que la esquiva Scarlet eludiera todos mis controles. Por mucho que insistiera, e intentara sobornar a la empresa para la que ella trabajaba, un maldito antro de perdición mal llamado empresa de acompañantes, nadie me quería dar referencias de ella. También es verdad que lo que ofrecía esa empresa, no era como para estar contándolo por ahí, como si fuera un producto estrella de las próximas navidades, vamos que su oferta tenía una demanda muy selecta que, quería proteger su intimidad, sobre todo si estaban casados. Así que cuando le propuse a mis padres, en nuestra reunión familiar, que hiciéramos una recepción para presentarnos a los empresarios y al grupo empresarial de Londres, y parte de Europa, lo vendí como una oportunidad única pa
Roy. Cuando se inició la fiesta y justo antes de salir mi familia y yo al estrado, todos menos la escurridiza de Ailan, ya había preguntado Gordon dos veces si había algún indicio de la bruja descarada. Por un lado, deseaba verla, pero algo me inquietaba, no me gustaría verla trabajando, acompañando a otro hombre que había pagado por sus servicios, eso era algo que aun yo no toleraba, algo se encendía dentro de mi cuando pensaba en ello. - “No hay señales de la señorita Müller”- me dijo mi asistente al oído. Ni siquiera me había dado cuenta de que a mi madre no se le había pasado desapercibida mi impaciencia, si hubiera estado más atento, no hubiera sufrido el frustrante castigo que recibí más tarde. -“Oye Roy, esta noche, me voy a escapar de la fiesta, con alguna interesante invitada, a descubrir la noches de Londres. ¿Puedes cubrirme?”- me dijo mi hermano Marcus en un susurro, acercándose a mí, terminó haciéndome sonreír, este enano vivía para retar a mi madre. -“¡Claro!
Roy.Más que nunca me alegré de haber reforzado el circuito cerrado de vigilancia del hotel, añadiéndole más cámaras, aunque no lo había hecho por la propia seguridad del hotel, si no masa bien lo había hecho para cumplir el objetivo, para el que yo lo había solicitado, que no era otra cosa, sino que controlar los movimientos de los invitados, en especial de una descarada Scarlet, que, vestida de esposa de un jeque, delante de todos nosotros, y en uno de mis hoteles, desarrollaba su "trabajo".No sabía por qué estaba tan molesto, si era porque había utilizado mi hotel para "sus relaciones laborales", o porque no se valorará suficiente como para realizar otro trabajo. No entendía la ira que me que me invadía, lo que sí tenía claro, es que no me iba a despegar de los monitores hasta que esa maldita mujer saliera de la habitación.Me instalé en el despacho del gerente, mientras observaba las imágenes, abandonando la fiesta, y a mi familia de paso. Me inventé la excusa de que algunas difi
Roy. - “¡Asistiré, pero como sea alguna de tus jugadas, Roy Williams Miller, prepárate para sufrir lo que te mereces!”- me dijo Wendy, o sea mi queridísima hermana melliza ciega, Ailan Miller, con ese tono de voz tan encantador que tenía ella, cuando estaba furiosa. Me había costado convencerla, para que asistiera a la fiesta del club que se realizaba esta noche. Tenía idea, por algunos empresarios, que habían intentado que yo asistiera, desde hacía tiempo, era la nueva perversión para las clases altas de Londres, se disfrazaba bajo la fachada de un club de diversión elitista, y con caros precios. Pero, como solía decir mi madre, por muy clase alta que hubiera, y por mucho dinero que se disfrazaran las personas, lo peor del ser humano, siempre sale a la luz. Y justamente eso es lo que yo pretendía, que la maldita verdad saliera a la luz, para quitarle la venda que llevaba mi hermana puesta desde hacía ya tres años. El orgullo está muy bien en nuestra familia, así como en la cabezon
Roy. Durante el trayecto, no quiso ni hablarme en ningún momento, sabía que aún estaba enfadada, pero decidí ignorarla, pronto se le abrirían los ojos y entendería por qué hacía todo esto. Nada más llegar a los aparcamientos privado del club, accedíamos mediante una puerta custodiada por varios escoltas, que llevaban unas máscaras negras, cubriéndole el rostro, y en especial los ojos. Antes de entrar, se nos dieron dos máscaras, atendiendo al color de la ropa que llevábamos, al llevar yo el esmoquin, la mía era negra básica, pero para Ailan se la dieron del color del vestido, roja, estaba decorada con mucho encaje, y lentejuelas con tonos de rojo diferente, además, en un lateral tenía colocada algunas pequeñas flores blancas y negras de terciopelo. - “¿Se puede saber de qué va todo esto, Arturo?”- me preguntó mi hermana, con suspicacia, antes de colocarse la máscara. - “¡Póntela y lo sabrás!”- le dije colocándome la mía. Al mirarnos en el espejo para ver si nos la habíamos coloc
Hanna. Toda persona tiene un sexto sentido, para determinadas situaciones, en momentos determinados, el problema consiste, en saber hacerles caso a tiempo, o simplemente seguir tu intuición. Pero justamente eso, debido a la situación en que me encuentro, con los problemas de mi hermana y demás, fue lo que me falló esa noche. Desde el momento que vi, Josep Abram Collins, mi cliente de esta noche, supe que algo no iba bien, no me atraía buena espina, su forma de recibirme. Al principio se molestó al comunicarle, la Madame, el cambio de dama de compañía, por razones urgentes e ineludibles de Charlot, pero al cambio en él al verme todo, sus sonrisa, y su mirada de arriba abajo, a todo mi cuerpo, al verme entrar, debieron advertirme. Todo fue demasiado rápido, para mí entender, pasando de un estado inicial de desacuerdo ante el cambio de la dama de compañía que solía tener habitualmente, para estar totalmente encantado, y solicito. Durante el trayecto en el coche, hasta la fiesta a la
Hanna. - “No, no me quejaré de que al final no trajeras a Charlot esta noche, esta preciosidad me gusta más, Josep, con ese cuerpo, y esos ojos, me lo pasaré bien”- oí que decían, entre nebulosas, uno de esos asquerosos hombres, mientras yo luchaba, sin poder evitar que mi cabeza y mi cuerpo cayera hacia atrás, siendo atraído por el cuerpo del hijo puta de Collins, el maldito me había drogado, en algún momento. - “Recordar es mía primero, luego cuando acabe, os llamaré, y nos iremos turnando, el ultimo que no olvide darle la droga restante que queda, para que lo olvide todo, y pueda llevarla de regreso a la mansión de la Madame. Aún me queda probar a Charlot, esa rubia coqueta me tiene loco, y si la empresa se entera que he roto el contrato, tendré que pagar una fortuna, y la diosa rubia se me escapará de entre las manos.”- dijo el cabrón del Collins, por un lado, me alegraba que Charlot no hubiera caído, entres las garras de esos malditos, pervertidos, cabrones, pero ahora yo, la q