Roy. - “¡Asistiré, pero como sea alguna de tus jugadas, Roy Williams Miller, prepárate para sufrir lo que te mereces!”- me dijo Wendy, o sea mi queridísima hermana melliza ciega, Ailan Miller, con ese tono de voz tan encantador que tenía ella, cuando estaba furiosa. Me había costado convencerla, para que asistiera a la fiesta del club que se realizaba esta noche. Tenía idea, por algunos empresarios, que habían intentado que yo asistiera, desde hacía tiempo, era la nueva perversión para las clases altas de Londres, se disfrazaba bajo la fachada de un club de diversión elitista, y con caros precios. Pero, como solía decir mi madre, por muy clase alta que hubiera, y por mucho dinero que se disfrazaran las personas, lo peor del ser humano, siempre sale a la luz. Y justamente eso es lo que yo pretendía, que la maldita verdad saliera a la luz, para quitarle la venda que llevaba mi hermana puesta desde hacía ya tres años. El orgullo está muy bien en nuestra familia, así como en la cabezon
Roy. Durante el trayecto, no quiso ni hablarme en ningún momento, sabía que aún estaba enfadada, pero decidí ignorarla, pronto se le abrirían los ojos y entendería por qué hacía todo esto. Nada más llegar a los aparcamientos privado del club, accedíamos mediante una puerta custodiada por varios escoltas, que llevaban unas máscaras negras, cubriéndole el rostro, y en especial los ojos. Antes de entrar, se nos dieron dos máscaras, atendiendo al color de la ropa que llevábamos, al llevar yo el esmoquin, la mía era negra básica, pero para Ailan se la dieron del color del vestido, roja, estaba decorada con mucho encaje, y lentejuelas con tonos de rojo diferente, además, en un lateral tenía colocada algunas pequeñas flores blancas y negras de terciopelo. - “¿Se puede saber de qué va todo esto, Arturo?”- me preguntó mi hermana, con suspicacia, antes de colocarse la máscara. - “¡Póntela y lo sabrás!”- le dije colocándome la mía. Al mirarnos en el espejo para ver si nos la habíamos coloc
Hanna. Toda persona tiene un sexto sentido, para determinadas situaciones, en momentos determinados, el problema consiste, en saber hacerles caso a tiempo, o simplemente seguir tu intuición. Pero justamente eso, debido a la situación en que me encuentro, con los problemas de mi hermana y demás, fue lo que me falló esa noche. Desde el momento que vi, Josep Abram Collins, mi cliente de esta noche, supe que algo no iba bien, no me atraía buena espina, su forma de recibirme. Al principio se molestó al comunicarle, la Madame, el cambio de dama de compañía, por razones urgentes e ineludibles de Charlot, pero al cambio en él al verme todo, sus sonrisa, y su mirada de arriba abajo, a todo mi cuerpo, al verme entrar, debieron advertirme. Todo fue demasiado rápido, para mí entender, pasando de un estado inicial de desacuerdo ante el cambio de la dama de compañía que solía tener habitualmente, para estar totalmente encantado, y solicito. Durante el trayecto en el coche, hasta la fiesta a la
Hanna. - “No, no me quejaré de que al final no trajeras a Charlot esta noche, esta preciosidad me gusta más, Josep, con ese cuerpo, y esos ojos, me lo pasaré bien”- oí que decían, entre nebulosas, uno de esos asquerosos hombres, mientras yo luchaba, sin poder evitar que mi cabeza y mi cuerpo cayera hacia atrás, siendo atraído por el cuerpo del hijo puta de Collins, el maldito me había drogado, en algún momento. - “Recordar es mía primero, luego cuando acabe, os llamaré, y nos iremos turnando, el ultimo que no olvide darle la droga restante que queda, para que lo olvide todo, y pueda llevarla de regreso a la mansión de la Madame. Aún me queda probar a Charlot, esa rubia coqueta me tiene loco, y si la empresa se entera que he roto el contrato, tendré que pagar una fortuna, y la diosa rubia se me escapará de entre las manos.”- dijo el cabrón del Collins, por un lado, me alegraba que Charlot no hubiera caído, entres las garras de esos malditos, pervertidos, cabrones, pero ahora yo, la q
Hanna. - “Es urgente, Hanna, tiene que venir hoy mismo a la empresa, ¡Estamos en problemas!.”- de este calibre eran los mensajes que la Madame había dejado en mi teléfono. Simplemente le respondí que estaba en el hospital, en cuanto me dieran el alta, iría a la mansión a reunirme con ella. - “¿Estas bien? No ha sido grave, ¿verdad?”- me preguntó la Madame, dejándome claro que se había enterado lo que había pasado, con el último cliente, el cerdo de Collins. - “Ya hablaremos.”- sólo le puse. Luego llamé a Mia, siempre la visitaba todas las mañanas en el hospital donde estaba internada. Lo hacía para ver cómo le iban las sesiones de rehabilitación del día, antes de irme a la facultad de medicina, y hoy no iba a llegar. Además, por la tarde tenía mi último examen de Farmacología Clínica, gracias a que había estudiado para este examen pude reconocer que los síntomas que me provocaron las drogas que el maldito Collins me había hecho ingerir. - “¡Ya estas despiertan!”- me dijo una
Hanna. -“ Lo lamento Hanna, comprendo que tenías que defenderte, yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar, pero tras la intervención de la policía, y que, al romper el contrato de Collins, él ha tirado de sus influencias para intentar dejar mal a la empresa, cosa que no ha conseguido gracias a mucho de nuestros clientes, y a ti, haciendo que una foto tuya circule entre algunos círculos de elite, desacreditándote, muchos de tus clientes habituales, han llamado para prescindir de tus servicios, ya no eres anónima, es por eso que debo atenerme a las normas y despedirte, desde luego con una buena indemnización, y no te pondré una multa, ni nada de eso, bastante sufriste ayer. Pero hoy, lamentablemente, es tu último día en la agencia. En cuanto al vestido, no te preocupes, ya se lo hemos cobrado con intereses a Collins, más tu indemnización, además hemos promovido sus mentiras, a otras agencias.”- me dijo la Madame, cuando me reuní con ella en su despacho. Mucho antes de llegar al despacho,
Roy Williams. - “Señor hemos descubierto algo de la señorita Müller.”- me dijo Gordon entregándome su tablet. Hacía ya cinco días, desde nuestro desafortunado encuentro en ese antro, que, gracias a mis influencias, había conseguido cerrar para siempre. Di ordenes, al día siguiente, tras recupérame de la mayor borrachera que me había cogido en mi vida, de mantenerme informado de los movimientos que la maldita escurridiza Scarlet, nunca había conocido a una mujer que huyera más de mí, que esa desagradecida mujer, así que cuando me enteré que por culpa de ese hijo de puta de Josep Collins, y de las drogas que le habían administrado a Scarlet, había estado a punto de morir, por culpa de una reacción alérgica, si mi hermana no la llega a llevar al hospital, monté en colera, por primera vez en mi vida, mi rígido control, desapareció, y si no llega a entrar mi hermana por la puerta de mi despacho, llamada por mi asistente, ahora mismo tendrían que redecorarlo, de nuevo. A Wendy no le cos
Hanna. - “No creo que, en estos momentos, estes en una situación en la que puedas negarte, dudo que nadie te ofrezca algo mejor.”- me dijo el director de personal de la empresa Wolfang Society. Mientras trataba de poner su mano en mi muslo. Ya me estaba hartando de estas situaciones, llevaba semanas asistiendo a entrevistas, donde los únicos que me tocaban era babosos salidos, que se habían creído la difamación que había hecho sobre mí, el cerdo de Collins. Y esta era la gota que colmaba el vaso, había sido citada por George Green, el director de personal de la empresa médica Wolfang Society, que llevaba varias clínicas, y residencias de ancianos, solían contratar estudiantes de medicina y enfermería en el último año, no solía ser un sueldo elevado, pero con esto y el otro trabajo que había conseguido de repartidora nocturna, me ayudaría a cubrir los cuatro meses que me faltaban para la rehabilitación de Mia. Luego, junto con la venta de nuestra casa, para mudarnos a una más pequeña