Roy. Cuando se inició la fiesta y justo antes de salir mi familia y yo al estrado, todos menos la escurridiza de Ailan, ya había preguntado Gordon dos veces si había algún indicio de la bruja descarada. Por un lado, deseaba verla, pero algo me inquietaba, no me gustaría verla trabajando, acompañando a otro hombre que había pagado por sus servicios, eso era algo que aun yo no toleraba, algo se encendía dentro de mi cuando pensaba en ello. - “No hay señales de la señorita Müller”- me dijo mi asistente al oído. Ni siquiera me había dado cuenta de que a mi madre no se le había pasado desapercibida mi impaciencia, si hubiera estado más atento, no hubiera sufrido el frustrante castigo que recibí más tarde. -“Oye Roy, esta noche, me voy a escapar de la fiesta, con alguna interesante invitada, a descubrir la noches de Londres. ¿Puedes cubrirme?”- me dijo mi hermano Marcus en un susurro, acercándose a mí, terminó haciéndome sonreír, este enano vivía para retar a mi madre. -“¡Claro!
Roy.Más que nunca me alegré de haber reforzado el circuito cerrado de vigilancia del hotel, añadiéndole más cámaras, aunque no lo había hecho por la propia seguridad del hotel, si no masa bien lo había hecho para cumplir el objetivo, para el que yo lo había solicitado, que no era otra cosa, sino que controlar los movimientos de los invitados, en especial de una descarada Scarlet, que, vestida de esposa de un jeque, delante de todos nosotros, y en uno de mis hoteles, desarrollaba su "trabajo".No sabía por qué estaba tan molesto, si era porque había utilizado mi hotel para "sus relaciones laborales", o porque no se valorará suficiente como para realizar otro trabajo. No entendía la ira que me que me invadía, lo que sí tenía claro, es que no me iba a despegar de los monitores hasta que esa maldita mujer saliera de la habitación.Me instalé en el despacho del gerente, mientras observaba las imágenes, abandonando la fiesta, y a mi familia de paso. Me inventé la excusa de que algunas difi
Roy. - “¡Asistiré, pero como sea alguna de tus jugadas, Roy Williams Miller, prepárate para sufrir lo que te mereces!”- me dijo Wendy, o sea mi queridísima hermana melliza ciega, Ailan Miller, con ese tono de voz tan encantador que tenía ella, cuando estaba furiosa. Me había costado convencerla, para que asistiera a la fiesta del club que se realizaba esta noche. Tenía idea, por algunos empresarios, que habían intentado que yo asistiera, desde hacía tiempo, era la nueva perversión para las clases altas de Londres, se disfrazaba bajo la fachada de un club de diversión elitista, y con caros precios. Pero, como solía decir mi madre, por muy clase alta que hubiera, y por mucho dinero que se disfrazaran las personas, lo peor del ser humano, siempre sale a la luz. Y justamente eso es lo que yo pretendía, que la maldita verdad saliera a la luz, para quitarle la venda que llevaba mi hermana puesta desde hacía ya tres años. El orgullo está muy bien en nuestra familia, así como en la cabezon
Roy. Durante el trayecto, no quiso ni hablarme en ningún momento, sabía que aún estaba enfadada, pero decidí ignorarla, pronto se le abrirían los ojos y entendería por qué hacía todo esto. Nada más llegar a los aparcamientos privado del club, accedíamos mediante una puerta custodiada por varios escoltas, que llevaban unas máscaras negras, cubriéndole el rostro, y en especial los ojos. Antes de entrar, se nos dieron dos máscaras, atendiendo al color de la ropa que llevábamos, al llevar yo el esmoquin, la mía era negra básica, pero para Ailan se la dieron del color del vestido, roja, estaba decorada con mucho encaje, y lentejuelas con tonos de rojo diferente, además, en un lateral tenía colocada algunas pequeñas flores blancas y negras de terciopelo. - “¿Se puede saber de qué va todo esto, Arturo?”- me preguntó mi hermana, con suspicacia, antes de colocarse la máscara. - “¡Póntela y lo sabrás!”- le dije colocándome la mía. Al mirarnos en el espejo para ver si nos la habíamos coloc
Hanna. Toda persona tiene un sexto sentido, para determinadas situaciones, en momentos determinados, el problema consiste, en saber hacerles caso a tiempo, o simplemente seguir tu intuición. Pero justamente eso, debido a la situación en que me encuentro, con los problemas de mi hermana y demás, fue lo que me falló esa noche. Desde el momento que vi, Josep Abram Collins, mi cliente de esta noche, supe que algo no iba bien, no me atraía buena espina, su forma de recibirme. Al principio se molestó al comunicarle, la Madame, el cambio de dama de compañía, por razones urgentes e ineludibles de Charlot, pero al cambio en él al verme todo, sus sonrisa, y su mirada de arriba abajo, a todo mi cuerpo, al verme entrar, debieron advertirme. Todo fue demasiado rápido, para mí entender, pasando de un estado inicial de desacuerdo ante el cambio de la dama de compañía que solía tener habitualmente, para estar totalmente encantado, y solicito. Durante el trayecto en el coche, hasta la fiesta a la
Hanna. - “No, no me quejaré de que al final no trajeras a Charlot esta noche, esta preciosidad me gusta más, Josep, con ese cuerpo, y esos ojos, me lo pasaré bien”- oí que decían, entre nebulosas, uno de esos asquerosos hombres, mientras yo luchaba, sin poder evitar que mi cabeza y mi cuerpo cayera hacia atrás, siendo atraído por el cuerpo del hijo puta de Collins, el maldito me había drogado, en algún momento. - “Recordar es mía primero, luego cuando acabe, os llamaré, y nos iremos turnando, el ultimo que no olvide darle la droga restante que queda, para que lo olvide todo, y pueda llevarla de regreso a la mansión de la Madame. Aún me queda probar a Charlot, esa rubia coqueta me tiene loco, y si la empresa se entera que he roto el contrato, tendré que pagar una fortuna, y la diosa rubia se me escapará de entre las manos.”- dijo el cabrón del Collins, por un lado, me alegraba que Charlot no hubiera caído, entres las garras de esos malditos, pervertidos, cabrones, pero ahora yo, la q
Hanna. - “Es urgente, Hanna, tiene que venir hoy mismo a la empresa, ¡Estamos en problemas!.”- de este calibre eran los mensajes que la Madame había dejado en mi teléfono. Simplemente le respondí que estaba en el hospital, en cuanto me dieran el alta, iría a la mansión a reunirme con ella. - “¿Estas bien? No ha sido grave, ¿verdad?”- me preguntó la Madame, dejándome claro que se había enterado lo que había pasado, con el último cliente, el cerdo de Collins. - “Ya hablaremos.”- sólo le puse. Luego llamé a Mia, siempre la visitaba todas las mañanas en el hospital donde estaba internada. Lo hacía para ver cómo le iban las sesiones de rehabilitación del día, antes de irme a la facultad de medicina, y hoy no iba a llegar. Además, por la tarde tenía mi último examen de Farmacología Clínica, gracias a que había estudiado para este examen pude reconocer que los síntomas que me provocaron las drogas que el maldito Collins me había hecho ingerir. - “¡Ya estas despiertan!”- me dijo una
Hanna. -“ Lo lamento Hanna, comprendo que tenías que defenderte, yo hubiera hecho lo mismo en tu lugar, pero tras la intervención de la policía, y que, al romper el contrato de Collins, él ha tirado de sus influencias para intentar dejar mal a la empresa, cosa que no ha conseguido gracias a mucho de nuestros clientes, y a ti, haciendo que una foto tuya circule entre algunos círculos de elite, desacreditándote, muchos de tus clientes habituales, han llamado para prescindir de tus servicios, ya no eres anónima, es por eso que debo atenerme a las normas y despedirte, desde luego con una buena indemnización, y no te pondré una multa, ni nada de eso, bastante sufriste ayer. Pero hoy, lamentablemente, es tu último día en la agencia. En cuanto al vestido, no te preocupes, ya se lo hemos cobrado con intereses a Collins, más tu indemnización, además hemos promovido sus mentiras, a otras agencias.”- me dijo la Madame, cuando me reuní con ella en su despacho. Mucho antes de llegar al despacho,