Roy.
Bajamos por el ascensor privado hasta el gran salón donde se estaba desarrollando el evento. No hizo falta mucho, para identificar al marido de Ailan, que se encontraba junto al gran ventanal que daba a la terraza, hablando con la mujer de rojo que había llamado mi atención.
- “¿Quién es ella?”- pregunté a mi asistente.
- “Creo que es una de las acompañantes, que ha contratado el hotel para que se relacionen con los invitados, pertenece a una empresa de Damas de compañía.”- me dijo mi asistente mirando su teléfono, donde solía tener toda la información que yo le requería.
- “¿Damas de compañía?”- le pregunté entre cerrando los ojos. No me estaba gustando cómo sonaba eso, eso quería decir, que Scarlet Ohara, se vendía por dinero.
- “¡Vaya hermanito!, ¿desde cuándo la cadena de hoteles Milton se ha vuelto tan vanguardista?”- me dijo Ailan mirándome burlona- Y papá ¿sabe esto?”- continúo diciendo.
Ignoré su ironía, y miré ceñudo a mi asistente.
- “¿De quién fue esta estúpida idea?, ¡quiero saberlo, ya!”- le di la orden a mi asistente para averiguar quién había sido el estúpido, de contratar a prostitutas, para animar una fiesta que se celebraba bajo el auspicio del grupo Miller. Por descontado quedaba que estaba más que despedido o despedida.
Sin decir nada más, y con mi hermana en agarrada a mi brazo, me dirigí a la parejita que tan interesantemente estaba hablando junto al ventanal. Mientras me aproximaba no hacía más que pensar en que solo me centraría, en mi cuñado, desde luego, aunque era un desperdicio para la vista, ni siquiera iba a mirar a esa mujer.
- "Y ¿quieres animarme esta noche, preciosa?, yo podría darte algunas calientes y deseables ideas."- fue lo que oímos mi hermana y yo cuando estábamos cerca de Patel.
Las ganas de golpear a ese hombre me ahogaban, quería reventarle la cara allí mismo, aún no había podido ver bien a la “acompañante”, y sinceramente, al saber a qué se dedicaba, pues tampoco tenía mucho interés.
Aunque hay que decir que, con ese cuerpo, y la forma en que se veía su tentadora clavícula, la piel blanca de su espalda hasta el inicio del intricado cierre corsé, y la estreches de su cintura, daban ganas de sacar la billetera, y que ella eligiera la cantidad.
- "¿Y se puede saber Patel, que ideas tienes con tu amiguita de turno?"- dije mientras miraba serio a mi cuñado.
Al oir la voz Scarlet se giró hacia mí, y unos ojos del color indescriptible, se abrieron para mírame con sorpresa, fue como si me hubiera golpeado con algo, sentí el golpe mental en mi cabeza, y por mucho que quise retirar mis ojos de ella, no podía, tampoco quería.
Me vi a mí mismo intentado analizar el color exacto de ellos, en vez de mostrar interés a lo que sucedía a mi alrededor. Eran una mezcla entre azul oscuro, y un rojizo intenso, su aureola era azul oscuro, pero en su iris había reflejos cambiantes, entre todos ocres oscuros y otros más claros.
- “¿Tendrá puestas lentillas?”- pensé ya que nunca había visto ese color, ni un cuerpo tan deseable, sin lo hubiera visto antes, de seguro, ya lo hubiera probado. Sólo la voz indignada de mi hermana rompió el hechizo al que estaba sometido.
- "¿Qué haces aquí, Walter?, ¿No se suponía que estabas de en la oficina? ¿y por qué te ofreces para animar a tu amiga?, ¿Has olvidado que estas casado?"- dijo miré a mi hermana haciendo que al menos la “Acompañante “ se sintiera algo avergonzada, me di cuenta porque sus mejillas cogieron algo de color, aunque ni se acercaba al de ese, decididamente, ilegal vestido.
- "Si me disculpan, tengo que seguir con mi trabajo, señores Walter, desc..."-dijo haciendo que su voz se oyera por primera vez, aunque sonara algo afectada, y que al final casi ni tuviera aire.
La imagen de una cama, unas sábanas blancas, y horas de ejercicio pecaminosos, mientras ella me habla al oído de esa forma, se introdujeron en mi mente, haciendo que me enfadara por ser tan gestionable.
Cuando me di cuenta Scarlet se estaba alejando, y sin pesarlo fui detrás de ella. Me dije a mí mismo que era para aclararle, que debía centrarse en otro tipo de clientes, que en mi hotel no se permitía el adulterio, ni siquiera con profesionales, y menos si era mi cuñado.
- "Creo que no nos hemos presentado debidamente, señorita ..."- cuando la tuve cerca, en un lugar algo alejado de donde estaban mi hermana y su marido hablando. Esperaba que ella me dijera su nombre, pero ni siquiera se dignaba mirarme.
Vi fascinado como los músculos de la espalda que estaba al descubierto se tensaban, mientras ella permanencia de espaldas a mí, sin girarse. Estuvo un segundo en silencio,. Hasta pensé en repetir la pregunta por si no me había oído, aunque lo dudaba, además no me gusta repetirme.
- "Ha....Hann... Hanna"- dijo al fin en un gemido que me llegaron a los oídos como cantos de sirena.
El interés por esta mujer creció, como creció el deseo sexual en mi cuerpo. Notaba por sus gestos que algo le había molestado, pero no podía saber que porque, aún no me había mirado a la cara, solo podía observarla desde atrás.
- "Bien Hanna, ¿Cuánto me costaría que te alejaras de él? Tienes aquí más clientes donde elegir, incluso yo podría ofrecerte un buen precio. ¿Qué te parece mil libras por una noche?"- le dije esperado que así reaccionara, como he comentado, soy muy directo en lo que quiero, no me gusta dar rodeos, y ella me interesaba, además debía dejar claro que Patel está lejos de su alcance.
La reacción fue inmediata, se giró hacia mí y durante unos segundos, me miró con incredulidad, para que tras mirarme un segundo y ver mi expresión tranquila, y decidida, de mis ojos, los suyos se oscureciera más profundamente, y unos brillos rojizos totalmente fascinantes, brillaron en el fondo de su iris, era un espectáculo mirarla, debe ser por eso que su respuesta me cogió desprevenido, cuando ella se acercó, con la sonrisa más seductora que no había visto nunca, el deseo de besarla, me anuló el juicio, sentí sus manos sobre mi chaqueta, sobre la tela, como plumas de fuego, y el deseo en mi cuerpo creció más aún. No pude evitar sonreír, al saber que iba a conseguir lo que deseaba, seguro de que esta noche, no dormiría sólo, el precio que ella pidiera valdría la pena pagarlo.
- "Te costaría, algo muy simple, guapo... muérete y rencárnate en un precioso, y dulce perrito, sólo así podrías dormir en mi cama, como mi animal de compañía, de resto, gilipollas, trágate tu dinero."- me dijo y empujándome se apartó de mí, dejándome paralizado en el sitio
Por primera vez en mi vida se me había negado algo que deseaba, y lejos de enfadarme, de repente me sentí más estimulado que nunca, adoraba los retos.
Cogí mi teléfono, mientras miraba desaparecer a la descarda Scarlet, entre los cientos de invitados que había en la fiesta.
- “Interesante, muy interesante”- pensé con el teléfono en la mano, para hablar con mi asistente.
- “Para mañana quiero toda la información que tengas de Hanna, o creo que se llama así, es una de las acompañantes que fueron contratadas para el evento, es la del vestido rojo.”- dije y sin esperar respuesta colgué el móvil.
Me gire hacia donde se suponía que estaba mi hermana y el idiota de Patel, pero ya no estaban allí, así que la fiesta dejó de interesarme. Volví a coger mi móvil, y llamé de nuevo a mi asistente.
- “Que me preparen el coche, me voy, ¡ah! y asegúrate que esa señorita de antes se vaya ahora mismo de la fiesta, y sola. Que le paguen su trabajo doble si hace falta.”- volví a colgar el teléfono, mi asistente sabía lo que tenía que hacer, se le pagaba muy bien por ello, y nunca me fallaba.
Durante mi trayecto a mi piso de lujo, en el centro de Londres, lo único en lo que pensaba era en una descarada y directa Scarlet Ohara, con fuego en la mirada, y un cuerpo para esclavizar y volver adicto a cualquier hombre.
- “Desde luego que esa mujer es muy interesante.”- dije en lo deseando saber de ella más mañana.
Hanna. - “No puede volver a suceder lo que pasó en el último trabajo, Hanna, aún no me has explicado porque desde la gerencia del hotel, me indicaron que te retirara del trabajo, aunque nos abonaron tu parte, incluso con retribución doble. Soy una empresaria, y debo ser justa para la gente que trabaja para mí, no está bien que tus compañeros y compañeras, hayan trabajado más horas, y hayan recibido menos de que tú, que trabajaste sólo dos horas. Además, el abono doble se ofreció como propina, así que no lo puedo dividir entre tus compañeros, ya que es tuya exclusiva.”- me dijo la Mandan cuando me llamó a su despacho, ese día. Hace casi tres días que, durante el evento, en que había perdido mis formas, algo que nunca me pasaba, la coordinadora y ayudante de la Madame, me había acercado para indicarme que podía irme, que el contratante, el hotel, les había pedido sin justificación, que yo me fuera en ese momento. Yo pensé que el estúpido de ojos maravillosos, el alfa de la manada ha
Hanna. Yo tenía claro porque le había dicho eso a Jhon, la familia de este traidor me adoraba, sobre todo porque la madre de John es la persona más elitista que hay sobre la tierra, tener una nuera médica, la elevaba aún más a las pretensiones sociales de Barbara Raddiffe, llevándola a la cúspide. En cambio, la que iba a ser mi suegra antes, odiaba a mi mejor amiga, de hecho, en múltiples ocasiones había intentado que dejara esa amistad, ya que Candece no había acabado los estudios, debido a que su familia se había arruinado hacía años, bajo un gran escándalo donde había habido de todo, y ahora trabajaba de secretaria para John, gracias a que yo le pedí que le diera trabajo. Encima de todo, soy estúpida. No había avanzado unos metros fuera de la joyería, cuando fui interceptada, por John y unos segundos después por Candece, que me miraba llorosa, detrás de mi traidor exnovio. - “Espera Hanna, no es lo que piensas”- se atrevió a decirme el estúpido. - “De verdad, John tiene razón
Roy. - “Como puede ver señor Miller, el centro comercial está bien situado, y las mejores tiendas, con las mejores está representadas aquí, lógicamente necesita una ampliación, si decide comprarlo, para los proyectos que deseaba hacer en él su empresa, el Grupo Miller.”- me decía el gerente del centro comercial mientras caminábamos por sus pasillos. La verdad era que, la posible compra de este centro comercial era más un proyecto de mi padre, que mío. El viejo zorro, hacia un año que se había jubilado, pero eso no quería decir que Norman Miller hubiera olvidado sus manías, tras años de trabajo y control de todo su mundo, para el antiguo CEO, eso no es tan fácil de dejar atrás, por mucho que lo haya exigido su dueña y señora, la diosa del reino, Yvaine Miller. Así que mi padre me llamé, para que me encargue de un proyecto que él había iniciado retirado del trabajo, al descubrirlo mi madre, que había faltado a su promesa de retirarse totalmente, solo que aceptarlo, o mi madre le har
Hanna. - “¿Tienes dos operaciones con el doctor Kidman, y tu ronda con le doctora Stanford? Hoy saldrás tarde del hospital.”- me preguntó mi mejor amiga y compañera, Emily. Llevaba un día bastante atareado, la asignación de operaciones de los estudiantes del último año de medicina era más equitativa, pero todo se había redistribuido porque tres de mis compañeros estaban enfermos, tras estar en contacto con un virus, que adquirieron en una ronda de pacientes. Así que me a mí, me había tocado suplir a dos de mis compañeros. Por eso, tuve que avisar a Penny, la joven que había contratado para que cuidara de Mia, cuando yo estaba en la universidad, para que recogiera a mi hermana del colegio, ya que yo no llegaba a tiempo. Me alegré de que hoy no tuviera que asistir al trabajo, de hecho, hasta la próxima semana no tenía ninguna cita programada con ningún cliente. Me preparé para la operación en media hora, atendiendo a las explicaciones que nos daba el doctor Kidman, revisé varias
Hanna. -“Claro sin problemas, déjame los análisis.”- le dije sonriendo, la interpretación de los análisis era algo que superamos en el segundo año, hoy en día cualquiera alumno del último año de medicina podía, y debía, saber interpretar todas las pruebas médicas que se lo hicieran a cualquier paciente, incluido los análisis. Al coger los análisis que me había entregado Ailan, no tarde en darme cuenta de que había algo extraño, en el nivel hormonal que tenía para su edad, era excesivamente alto. -“Puedo preguntarte algo”- le dije. Ella sintió -“¿Tomas anticonceptivos?”- le pregunté. - “No, al contrario, estoy intentando quedarme embarazada, pero por mucho que lo intentamos mi marido y yo, nunca sucede. Es por eso que me estoy haciendo mi estudio de fertilidad, para ver si soy yo el problema, no le he dicho nada de esto a mi marido, aún.”- me dijo muy sonriente. - “Pues lo único que veo en esta analítica es que llevas años tomando anticonceptivos, y por los niveles hormonales, cre
Hanna. - “No creo que no sea muy buena idea, Mia, te voy a recoger en dos horas a la sala donde se celebra el cumpleaños de Mary, y no me gusta para nada que te desplaces de la fiesta, con tus amigas, para ir a ver si sale Rex Orange, que está en la ciudad para el concierto, por si sale a saludar desde el balcón de su hotel. Sé que te gusta ese cantante, pero sin supervisión de un adulto, y solo vosotras cuatro, no podéis ir al centro de Londres, y además lo sabes.”- le dije a mi hermana por teléfono, mientras pasaba la última ronda pacientes, antes de ir al vestuario para cambiarme, y salir de mi turno de prácticas de clase. - “No seas así, Hanna, porfa, mis amigas van a ir, ¿y cómo puedo yo no ir? Sabes que adoro a Rex, ¡venga, por fa! Te prometo que iremos con cuidado.”- oí que me decía con esa voz que usa, cuando quiere salirse con la suya. - “No, y dudo que las madres de tus amigas sepan lo que pretendéis hacer, así que, a menos que haya un adulto responsable con ustedes, y me
Roy. - “¿Y mamá sabes que estás aquí?”- le pregunté a mi padre cuando, tras verlo entrar por la puerta de mi despacho, ya abrazarme fuertemente, intento justificar, de muy mala manera, el que haya venido sólo hasta Londres. - “Eso es algo que discutiré con ella cuando vuelva.”- me dijo mi padre mirándome con la misma cara, que yo lo había mirado a él cuando le hice la pregunta. - “Ósea, no. Bueno mientras tengas claro lo que te va a costar esto, por mí no hay problemas, pero luego no pidas que te cubra con la Diosa Miller. Es mi madre, sabes que siempre me pondré de su lado, por mi propia supervivencia.”- le dije sin sonreír, mientras continuaba leyendo el documento que tenía delante de mí. —Bueno qué se le va a hacer, solo saldrían cosas buenas de tu madre y los míos juntos, que seas tan inteligente, algo con ya sabemos desde que eras un bebé, ya habías demostrado un carácter muy fuerte, incorruptible, eras un negociador nato. Al igual que tu hermana, Ailan, que es la mayor man
Hanna. - “No entiendo, Hanna, siempre habías dicho que tus citas de trabajo debían limitarse a cuatro a la semana, y ahora ¿quieres trabajar todos los días, incluido tu día libre?, ¿Qué es lo que está pasando?, ¿tienes problemas en casa?”- me preguntó la Madame. - “Es por Mia, ha tenido un accidente y la recuperación será muy costosa, el seguro sólo me cubre cuatro meses, así que tengo estos meses para conseguir el dinero de los cuatro meses siguientes, y así, por eso te pido que me des más trabajo, me da igual el que sea, el que se consiga más cantidad de dinero, porque ninguna quiere hacerlo, me da igual.”- le dije a la Madame. - “Está bien, comprendo tu situación, mantén tu buscador y el teléfono encendido, para que te llamemos, daré la orden de que te envíen el vestuario de forma diaria, pero no te voy a quitar tu día libre, ese día es para que lo pases con tu hermana, te va a necesitar.?”- me dijo la comprensiva Madame. Yo asentí, sabía que era lo mejor mantenerme así, además