Hanna.
- “No puede volver a suceder lo que pasó en el último trabajo, Hanna, aún no me has explicado porque desde la gerencia del hotel, me indicaron que te retirara del trabajo, aunque nos abonaron tu parte, incluso con retribución doble. Soy una empresaria, y debo ser justa para la gente que trabaja para mí, no está bien que tus compañeros y compañeras, hayan trabajado más horas, y hayan recibido menos de que tú, que trabajaste sólo dos horas. Además, el abono doble se ofreció como propina, así que no lo puedo dividir entre tus compañeros, ya que es tuya exclusiva.”- me dijo la Mandan cuando me llamó a su despacho, ese día.
Hace casi tres días que, durante el evento, en que había perdido mis formas, algo que nunca me pasaba, la coordinadora y ayudante de la Madame, me había acercado para indicarme que podía irme, que el contratante, el hotel, les había pedido sin justificación, que yo me fuera en ese momento.
Yo pensé que el estúpido de ojos maravillosos, el alfa de la manada había dado quejas de mí, al verse humillado. Lo que había reafirmado, que mucho lobo, mucho lobo, pero su ego era muy pequeño, si unas palabras dichas por una cualquiera, como él pensaba que era yo, lo ofendían tanto.
Al día siguiente, cuando fui a entregarlo de la tintorería, el vestido de caperucita sexy, porque esperaba una reprimenda, y no solo recibí mis honorarios, sino el sobre de propinas, que eran la misma cantidad, que mis honorarios. Al principio, pensé que se habían equivocado, de hecho, no sólo esperaba menos, algo así como un corte de parte de mi salario, durante una temporada, por faltar a una de las reglas de la compañía, no ser grosera con los clientes.
Pero resulto que no fue así, según me comentó la consultora, había sido la gerencia del hotel la que me había indicado que podía retírame, y me había compensado mi trabajo doble. Así que lógicamente fue normal que la Madame me llamara para que fuera a su despacho, y hasta la reprimenda me parecía correcta.
- “Exactamente Madame, no sé lo que pasó, de hecho, cometí un error en mi trabajo.”- le dije sincera, y le relaté lo que había pasado con el rey de los lobos en la fiesta. - “Así que por esto he venido hoy a la empresa, para entregar mis propina y parte de mis honorarios, para que sean mis compañeros, y compañeras, los que reciban este dinero, ya que son los que cumplieron con su trabajo.”- le dije poniendo un sobre abultado sobre la mesa.
La Madame me miraba muy seria, pero de pronto sonrió, algo que me dejó descolocada.
- “Coge ese sobre Hanna, aunque creas que no hasta cumplido con tu trabajo, no es así, al contrario, mi intuición en años en esto me dice que le hasta hecho un favor a la empresa, haciéndole ganar otro cliente, lo mismo muy pronto, más proto de los que crees, tendrás otro nuevo cliente fijo.”- me dijo manteniendo una sonrisa que, a pesar de su edad, la hacía verdaderamente bella.
La Madame Flynn Lee, que era como quería que la llamáramos, nunca nos había dicho su nombre real, de hecho, era el secreto mayor guardado de la empresa W.S Company. Aunque si había trascendido algunos rumores sobre ella, que no se sabían si eran ciertos. La Madame, era una mujer que se cuidaba mucho, y se aseguraba de mantenerse joven, una vez una de las damas de compañía dijo que esa mujer tenía más de cincuenta años, pero ni por asomo los aparentaba, su cara no tenía ni una arruga, y yo puedo asegurar, que, porque estudio medicina, sé que nunca se ha hecho una operación de cirugía estética.
Además, su cuerpo está firme, de manera que hace que más de una joven le tenga envidia, Las curvas de esa tentadora mujer hace que aún los hombres de todas las edades se giren para mirarla. Viste como una dama de sociedad en ocasiones, o como una empresaria de éxito normalmente. Algunos rumores dicen que La Madame, de alta sociedad de Londres, hija de un duque o lord, cayó en desgracia, y durante un tiempo se dedicó a hacer prostituta de lujo, hasta que montó su propia empresa, pero como he dicho, son rumores.
Lo que, si delata algo la edad de la Madame es esa mirada de inteligencia de una persona con años de experiencia, en el conocimiento del ser humano y sus deseos, así que cuando me miró dándome esa explicación sabía que eso era lo que iba a pasar. Y sinceramente esperaba que no fuera así, si tenía que volver a tropezarme con el Alfa de ojos azules, probablemente íbamos a terminar mal, tanta testosterona acumulada en un solo ser, sólo podía provocar, que yo, con mi forma de ser, estallara una guerra abierta, eso sólo generaba grandes problemas, que podrían acabar en que perdiera mi trabajo por agredir a uno de nuestros clientes, aunque él se lo mereciera.
Pero esto es algo que no le dije a la Madame, más bien recogí mi sobre y tras despedirme, salí del su despacho. Luego mientras me dirigía a la salida para coger en el parking mi coche, ya que tenía clase en la universidad esta tarde, ya antes debía ir a recoger algunas libros y comida al centro comercial, iba pensando que esperaba que los augurios de la Madame nunca se produjeran.
Ya en el centro comercial, pasé por la sección de alimentación, ya que cuando fui la librería, aún estaba cerrada. Decidí dejar las bolsas de comida en el coche, para luego ir a la librería, y comprarle otro regalo a Mia, pronto e iba a ser su cumpleaños, y como compensación de que mis padres no estuviera este segundo año, siempre le compraba los regalos suficientes para que ellas se sintiesen querida, y le decía que esos eran los regalos que papá y mamá le hubieran dado, si no hubieran sufrido el accidente.
Ya tenía cuatro regalos, en casa, pero Mia comenzaba a crecer, y a tener algunas inquietudes de preadolescente, ya me había pedido algo de maquillaje ligero, y ahora quería un collar que estaba muy de moda entre las niñas de su clase.
Cuando mis padres murieron, me prometí a mí misma que evitaría que Mia, tuvieras más cambios de los que ya había sufrido, así que a duras penas conseguí que siguiera asistiendo a su colegio, al que yo también asistí de pequeña. Es un colegio privado de elite para hijos de empresarios, y millonarios, que está en Londres, que ahora gracia a mi trabajo de acompañante, no me costaba pagar.
Justamente ese collar era el que iba a comprar, cuando al entrar en la joyería, quedé impactada, delante de mí, haciéndose arrumacos, frente a una de las dependientas, que los miraba con una sonrisa, estaban mi mejor amiga del instituto, Candece Sallow, y mi novio John J. Herman Raddiffe, cogidos de la mano haciéndose caricias, mientras de daban besos ligeros en los labios, Canden se miraba el dedo anular, con un enorme anillo de diamantes en él.
Por un segundo pensé que estaba viendo visiones, pero los beso, las caricias, y las enormes sonrisas, eran difíciles de eludir de la realidad. Se que fue una tontería, pero ofendida, y con un dolor indescriptible en el corazón, mi primer pensamiento coherente, mientras miraba ese anillo que ella llevaba en la mano, era que el estúpido de John, desde que mis padres murieron, no me había regalado algo tan caro. En mi último aniversario con él, después de tres años de novios, sólo me había regalado un ramo de rosas y una tarta, mientras que yo le había comprado un Rolex de titanio, que ahora llevaba en la muñeca.
- “¿Os sentí cómodos?”- dije en alto, mientras intentaba controlaba mis sentimientos, y ese dolor profundo que sentía, al sentirme traicionada, pero ni muerta lo demostraría. Mi voz hizo que ellos se sobresaltaran y miraran a la puerta, al menos tuvieron la decencia de sentirse culpables y bajar la mirada avergonzados, al verse descubiertos.
- “¡Hanna!”- oí que decía John en un susurro.
- “Ahórrate las explicaciones, sólo quiero que recuerdes esto, no vuelvas a aparecerte delante de mí nunca más, y dile a tu madre la razón de por qué rompemos, o lo haré yo, seguro estará encantada, sobre todo cuando sepa que me hasta cambiado por Candece.”- dije fría, y sin más salí de allí.
Hanna. Yo tenía claro porque le había dicho eso a Jhon, la familia de este traidor me adoraba, sobre todo porque la madre de John es la persona más elitista que hay sobre la tierra, tener una nuera médica, la elevaba aún más a las pretensiones sociales de Barbara Raddiffe, llevándola a la cúspide. En cambio, la que iba a ser mi suegra antes, odiaba a mi mejor amiga, de hecho, en múltiples ocasiones había intentado que dejara esa amistad, ya que Candece no había acabado los estudios, debido a que su familia se había arruinado hacía años, bajo un gran escándalo donde había habido de todo, y ahora trabajaba de secretaria para John, gracias a que yo le pedí que le diera trabajo. Encima de todo, soy estúpida. No había avanzado unos metros fuera de la joyería, cuando fui interceptada, por John y unos segundos después por Candece, que me miraba llorosa, detrás de mi traidor exnovio. - “Espera Hanna, no es lo que piensas”- se atrevió a decirme el estúpido. - “De verdad, John tiene razón
Roy. - “Como puede ver señor Miller, el centro comercial está bien situado, y las mejores tiendas, con las mejores está representadas aquí, lógicamente necesita una ampliación, si decide comprarlo, para los proyectos que deseaba hacer en él su empresa, el Grupo Miller.”- me decía el gerente del centro comercial mientras caminábamos por sus pasillos. La verdad era que, la posible compra de este centro comercial era más un proyecto de mi padre, que mío. El viejo zorro, hacia un año que se había jubilado, pero eso no quería decir que Norman Miller hubiera olvidado sus manías, tras años de trabajo y control de todo su mundo, para el antiguo CEO, eso no es tan fácil de dejar atrás, por mucho que lo haya exigido su dueña y señora, la diosa del reino, Yvaine Miller. Así que mi padre me llamé, para que me encargue de un proyecto que él había iniciado retirado del trabajo, al descubrirlo mi madre, que había faltado a su promesa de retirarse totalmente, solo que aceptarlo, o mi madre le har
Hanna. - “¿Tienes dos operaciones con el doctor Kidman, y tu ronda con le doctora Stanford? Hoy saldrás tarde del hospital.”- me preguntó mi mejor amiga y compañera, Emily. Llevaba un día bastante atareado, la asignación de operaciones de los estudiantes del último año de medicina era más equitativa, pero todo se había redistribuido porque tres de mis compañeros estaban enfermos, tras estar en contacto con un virus, que adquirieron en una ronda de pacientes. Así que me a mí, me había tocado suplir a dos de mis compañeros. Por eso, tuve que avisar a Penny, la joven que había contratado para que cuidara de Mia, cuando yo estaba en la universidad, para que recogiera a mi hermana del colegio, ya que yo no llegaba a tiempo. Me alegré de que hoy no tuviera que asistir al trabajo, de hecho, hasta la próxima semana no tenía ninguna cita programada con ningún cliente. Me preparé para la operación en media hora, atendiendo a las explicaciones que nos daba el doctor Kidman, revisé varias
Hanna. -“Claro sin problemas, déjame los análisis.”- le dije sonriendo, la interpretación de los análisis era algo que superamos en el segundo año, hoy en día cualquiera alumno del último año de medicina podía, y debía, saber interpretar todas las pruebas médicas que se lo hicieran a cualquier paciente, incluido los análisis. Al coger los análisis que me había entregado Ailan, no tarde en darme cuenta de que había algo extraño, en el nivel hormonal que tenía para su edad, era excesivamente alto. -“Puedo preguntarte algo”- le dije. Ella sintió -“¿Tomas anticonceptivos?”- le pregunté. - “No, al contrario, estoy intentando quedarme embarazada, pero por mucho que lo intentamos mi marido y yo, nunca sucede. Es por eso que me estoy haciendo mi estudio de fertilidad, para ver si soy yo el problema, no le he dicho nada de esto a mi marido, aún.”- me dijo muy sonriente. - “Pues lo único que veo en esta analítica es que llevas años tomando anticonceptivos, y por los niveles hormonales, cre
Hanna. - “No creo que no sea muy buena idea, Mia, te voy a recoger en dos horas a la sala donde se celebra el cumpleaños de Mary, y no me gusta para nada que te desplaces de la fiesta, con tus amigas, para ir a ver si sale Rex Orange, que está en la ciudad para el concierto, por si sale a saludar desde el balcón de su hotel. Sé que te gusta ese cantante, pero sin supervisión de un adulto, y solo vosotras cuatro, no podéis ir al centro de Londres, y además lo sabes.”- le dije a mi hermana por teléfono, mientras pasaba la última ronda pacientes, antes de ir al vestuario para cambiarme, y salir de mi turno de prácticas de clase. - “No seas así, Hanna, porfa, mis amigas van a ir, ¿y cómo puedo yo no ir? Sabes que adoro a Rex, ¡venga, por fa! Te prometo que iremos con cuidado.”- oí que me decía con esa voz que usa, cuando quiere salirse con la suya. - “No, y dudo que las madres de tus amigas sepan lo que pretendéis hacer, así que, a menos que haya un adulto responsable con ustedes, y me
Roy. - “¿Y mamá sabes que estás aquí?”- le pregunté a mi padre cuando, tras verlo entrar por la puerta de mi despacho, ya abrazarme fuertemente, intento justificar, de muy mala manera, el que haya venido sólo hasta Londres. - “Eso es algo que discutiré con ella cuando vuelva.”- me dijo mi padre mirándome con la misma cara, que yo lo había mirado a él cuando le hice la pregunta. - “Ósea, no. Bueno mientras tengas claro lo que te va a costar esto, por mí no hay problemas, pero luego no pidas que te cubra con la Diosa Miller. Es mi madre, sabes que siempre me pondré de su lado, por mi propia supervivencia.”- le dije sin sonreír, mientras continuaba leyendo el documento que tenía delante de mí. —Bueno qué se le va a hacer, solo saldrían cosas buenas de tu madre y los míos juntos, que seas tan inteligente, algo con ya sabemos desde que eras un bebé, ya habías demostrado un carácter muy fuerte, incorruptible, eras un negociador nato. Al igual que tu hermana, Ailan, que es la mayor man
Hanna. - “No entiendo, Hanna, siempre habías dicho que tus citas de trabajo debían limitarse a cuatro a la semana, y ahora ¿quieres trabajar todos los días, incluido tu día libre?, ¿Qué es lo que está pasando?, ¿tienes problemas en casa?”- me preguntó la Madame. - “Es por Mia, ha tenido un accidente y la recuperación será muy costosa, el seguro sólo me cubre cuatro meses, así que tengo estos meses para conseguir el dinero de los cuatro meses siguientes, y así, por eso te pido que me des más trabajo, me da igual el que sea, el que se consiga más cantidad de dinero, porque ninguna quiere hacerlo, me da igual.”- le dije a la Madame. - “Está bien, comprendo tu situación, mantén tu buscador y el teléfono encendido, para que te llamemos, daré la orden de que te envíen el vestuario de forma diaria, pero no te voy a quitar tu día libre, ese día es para que lo pases con tu hermana, te va a necesitar.?”- me dijo la comprensiva Madame. Yo asentí, sabía que era lo mejor mantenerme así, además
Hanna. Cuando entramos, en el Gran Hotel, ya se veía a mi alrededor el lujo y la categoría importante de los invitados. Para donde quiera que mirase, solo habían joyas, y personas con atuendos resplandecientes, las grandes marcas de los mejores diseñadores relucían por todas partes, tanto en hombres como en mujeres, no había un gran diseñador que no fuera representado entre los invitados. Al parecer la fiesta de los Miller en Estados Unidos era muy reconocidas, ya que la influencia de esta gran familia americana era muy notoria. La famosa multinacional que poseía la familia abarcaba desde cadenas hoteleras, centros comerciales, y otros distintos negocios que iban desde el petróleo, hasta empresas generadoras de energías renovables. No había un solo país del mundo desarrollado, que no tuviera entre sus ciudades, una representación de alguna u otra manera de alguna empresa del grupo multinacional. El grupo empresarial pasó de padres a hijos durante varias generaciones, a cada uno de