Roy.
- "¡Roy William Miller! ¿Cómo se te ocurre no cogerle el teléfono a tu madre?, y ni se te ocurra colgarme, porque sabes de lo que soy capaz."- la voz de mi madre me paralizó, mientras leía el informe que me acaban de entregar para firmar mientras miraba ceñudo a mi asistente Fletcher.
Había intentado ignorar las llamadas de señora Miller, la diosa y señora de todo nuestro reino, nos son mis palabras, son las palabras de mi padre, que después de veintitantos años casados, seguía enamorado de esa mujer como el primer día, pero como veis, mi madre siempre tiene recursos para salirse con la suya, así que, ante la ofensa que era para ella, que su hijo mayor la ignorara, como si eso fuera posible, llamó a mi asistente, que por desgracia, y porque podría peligrar su trabajo, si mi padre se enteraba que habían ignorado a su diosa, tuvo que cogerlo.
Todo esto del amor de mis padres, su gran historia de amor era verdaderamente mi problema, o más bien el culpable que yo tuviera que desplazar el cese central del Grupo Miller a Londres. Mis hermanos y yo habíamos crecido, conociendo la historia de mis padres, pero, mientras a mi hermano pequeño Marcus y a mí, nos daba igual esas idioteces, mis influenciables hermanas, y en especial, mi melliza, Ailan Caroline, crecieron creyendo en esas historias, es por eso, que la cabezota de Ailan se había liado la manta a la cabeza, y a pesar de los consejos de los varones de esta familia, en especial de mi adsorbente padre, se trasladó a Londres para vivir, como una chica normal y trabajadora, lejos de la vida de lujo que conocía desde pequeña. Al principio ninguno nos preocupó este hecho, pero cuando se casó a escondidas de nosotros, sobre todo de mí, su hermano mellizo y auténtico mejor amigo, fue cuando decidí, mudarme yo, y toda cede, a Londres, para desde allí, manejar al grupo Miller, y vigilar más de cerca a ese maldito de Walter. Ese idiota nunca me había caído bien. Bueno, ningún hombre que se acercara a mis hermanas gozaba de la aprobación de mi padre, mi hermano o la mía, pero esa es otra cuestión, ahora estamos hablando de ese bastardo, no sé por qué será, pero era algo relacionado con mi hermana melliza, tenía la sensación de que no era feliz, y sólo hay un culpable Walter Patel.-"No lo haría, pero estaba ocupa..."- como siempre esa mujer tenía la última palabra, ni me dejaba hablar.
- "El día que creas que puedes engañarme, Roy William Miller, ese día, tu madre habrá dejado este mundo, te tuve dentro, te conozco más que a ti mismo, así que déjate de escusas, y explícame, ¿por qué tu hermana me ha llamado para avisarme que no la dejas en paz?, ¿Qué has hecho, Roy?, y quiero la verdad."- me dijo mi madre, la m*****a Ailan había tardado en llamar a mi madre, pero eso era algo que yo tenía previsto, menos mal que en esto tenía el apoyo oculto de mi padre.
- "Simplemente he investigado al estúpido de su esposo, pero esa idiota no me quiere creer, están tan cegada por ese maldito ... que no atiende a razones."- le dije no iba a decirle a mi madre que había descubierto, o muy probablemente se presentaba en Londres, para partirle la cara a su yerno, y menos se lo diría mi padre, porque de seguro acababa en la cárcel, después de asesinarlo.Mi protección por mis hermanas lo abarcaba todo, incluso protegerlas de la respuesta de mis padres, al saber que su hija estaba siendo tratada de la forma que lo hacía la familia de su marido, e incluso el mismo.
Había intentado hacérselo ver a Ailan, pero como le dije a mi madre, esa idiota estaba ciega del todo, en especial a lo referente a quien creía ella, que era el amor de su vida.- "Me da igual lo que hayas descubierto, tu hermana lo ama, y yo confió en ella, para tu padre, tu hermano Marcus, y para ti, gran CEO, no hay nadie que pueda ser bueno para vuestras hermanas, por eso aplaudo la idea de Ailan de buscar su propio futuro, su amor. Si yo no hubiera conocido a tu padre, que sabe lo que ..."- no escuche más.
Directamente le entregué el móvil a su dueño, mi asistente, para que el continuara escuchando la historia del gran amor de mi madre, el hizo una reverencia, y salió de mi despacho con el móvil, mientras aún se oía la voz de mi madre inmersa en su historia. La conocía al dedillo, y no deseaba volver a escucharla otra vez. A continuación, cogí mi móvil le invié dos mensajes, a dos números distintos, cada uno, igual de cortante.
Por suerte o por desgracia había heredado el carácter frio, decidido, huraño e intransigente de mi padre, cuando algo no me gusta, simplemente lo digo.- "Señor Miller, encárguese de su esposa, no puedo dirigir el emporio Miller, y cuidar de mi hermana, su hija mayor, si cada cosa que hago, recibo una de sus quejas, haga su trabajo, y yo haré el mío"- mi primer mensaje fue a mi padre, el otro responsable de que yo estuviera ahora en Londres, suelo usar este trato con mi padre desde niño, somos los peores rivales en los negocios, porque ninguno da su brazo a torcer.
-" Ailan Caroline Miller, me da igual las veces que llames a mamá, te voy a proteger de ese cerdo, pese a ti misma, así que por mí llámala la veces que quieras, y otra cosa, sería interesante que esta noche te pararas por el Gran Hotel Miller Continental, de seguro que te interesa, lo que veras allí"- fue a mi hermana quien recibió el segundo mensaje.
Sabía que ambas respuestas nos iban a tardar en llegar, así que mientras avisaba a mi secretaria para que tuvieran mi Lamborghini esperándome en la entrada, ya que debía ir a casa a cambiarme, para esa noche, no me sorprendió que mi móvil sonara de forma consecutiva, tras la llegada de dos mensajes.
- "Entendido, esconderé los móviles. Y recuerde CEO, su deber, por cierto, Te quiero."- decía el primer mensaje que llegó, era de mi padre, haciéndome sonreír, una orden, y después un dulce, típico Norman Miller.
Mi padre es el ser más frio, calculador, y serio que yo conocía, en los negocios y para el resto del mundo. Era un temible tiburón blanco, y no hablemos con aquellos que pretendían dañar a los suyos, nadie escapaba a sus fauces.
Por el contrario, con su familia, y en especial con su mujer, su diosa, era como un maldito cachorrito, un gran oso mimoso. Y lo entendía en parte, la sobreprotección de los míos era un gesto heredado, nací con él, no podía permitir que nadie les dañara.- "¡Idiota! Deja de meterte en mi vida. Mira que eres pesado, Roy. Nos vemos esta noche, y espero que no sea una de tus estupideces, o sabes cómo me las gasto, y por cierto me llamo Ailan Caroline Patel, no lo olvides."- se quejó mi hermana.
Mis padres nos educaron a los cuatro para defendernos en la vida, no solo en el trabajo, con nuestra herencia, en las relaciones de los demás, en no tener que depender solo de nuestro dinero y también, a defendernos físicamente, en especial las mujeres de mi familia, fue una exigencia de la señora Miller.
Desde niños practicábamos diferentes deportes, y artes marciales, cada uno se había especializado en arte marcial que más le gustaba, Marcus Philip, de dieciocho años, está estaba en el último año de instituto, el próximo año irá la universidad, aún no sabía que quiere estudiar. Es un experto en Pangkur y en King Boxing, en este último ha ganado muchos premios. Amelia Paola, de veintidós años, es estudiante de Fisioterapia, es una experta en jiu-jitsu y en cardioboxing, y es la menos femenina de mis hermanas. Da golpes, como panes. Luego esta Ailan Caroline, que trabaja de jefa del departamento de diseño y arquitectura del grupo Miller, como hermanos mellizos, solemos practicar los mismos deportes, de todo tipo, pero es en el boxeo, y el Aikido, donde ella destaca. Por mi parte, soy mejor en Full Contac, y en Krav Maga. Así que, con este panorama, y por experiencia, cuando alguna de mis hermanas te dice que te lo iba hacer pagar, significaba, en pocas palabras, que iba a doler, y mucho. Pero esta noche tenía que abrirle definitivamente los ojos a mi estúpida hermana, a como diera lugar, ese maldito no podía seguir teniéndola engañada. Tenía que abrirle esos ojos de una m*****a vez.Nota de la autora: Si no conoces la historia de sus padres te aconsejo que la leas primero, es mi mejor novela, y la que más ha gustado. Se llama "La noche que te convertiste en la madre de mis hijos", que está en esta plataforma. Un saludo a todos, y a todas.
Hanna. Cuando llegamos al Gran Hotel Miller Continental, ya no esperaba nuestra Madame, en la habitación asignada para cambiarnos, maquillarnos o retocarlos, si fuera preciso, si hubiera algún accidente, que solía ocurrir con más frecuencia de lo que creéis. Siempre que asistíamos a un evento así, sobre todo si somos varios, quién nos contrataba, en este caso el hotel, nos asigna siempre una habitación para que las damas o los caballeros de acompañantes, tuviéramos un sitio donde descansar y arreglarnos. Nuestra misión principal, había cambiado, no iríamos a un cliente determinado, más bien íbamos a embellecer, como un ornamento más el evento que se iba a producir. Muchas personas piensan que una dama de acompañante es lo mismo que una prostituta, o que un caballero acompañante, es lo mismo que un boy sexual, pero nada más lejos de esta explicación. Por lo menos en la empresa que yo trabajo, servimos de acompañante, de ornamento, para ayudar a una a un cliente tremendamente tímido,
Hanna. - "Y bien señor Patel, ¿Qué es lo que hace aquí?, por lo que he podido observar, no se siente verdaderamente a gusto."- le dije, sonriendo, mientras veía como sus ojos se dirigían a mis labios, con una mirada intensa, que me incomodó. - "Mi novia tenía que asistir, y me pidió que la acompañara, pero ahora esta reunida con algunos de sus clientes, y tú, Hanna ¿qué hace una preciosa mujer como tú, entre tantos empresarios aburridos?."- me dijo sin apartar sus ojos de mi cuerpo, como recreándose en él. Una de las cosas que me ha enseñado este trabajo es a identificar cuando un cliente, te solicita para que lo acompañes, o cuando piensa que, además, tendrá derecho a un regalo al final. Walter Patel era de los últimos, no era del tipo fiel, que digamos, ya que me comía con los ojos, mientras su novia estaba reunida. No era feo, la verdad, podría decirse que era de los hombres más atractivos del salón, de ojos verdes, pelo oscuro, era alto, y se notaba que hacía deporte, que lo m
Roy. Mucho antes de que se iniciara el evento ya yo estaba supervisando la llegada de los invitados, desde el despacho de mi habitación. No suelo intervenir en los planes de promoción de los hoteles de nuestra cadena, tengo a ejecutivos que se encargan de eso, si tuviera que revisar las estrategias de marketing de cada hotel que pertenece a la cadena de grupo Miller, que se encuentran repartidos por Europa, Asia y América, pues no tendría tiempo para vivir. Pero en este caso tenía un interés personal, ya que cuando me pasaron que él estaba en la lista de invitados por parte de los espías que tenía investigando a el maldito marido de mi hermana, decidí asistir al evento, como representé máximo de la cadena de hoteles internacional del grupo Miller. En la invitación de Patel ponía que su invitación había venido por una petición especial de uno de los organizadores del evento, pero no decía de quien era. Pero ya mis espías me habían aclarado que el maldito de Patel llevaba días quedad
Roy. Bajamos por el ascensor privado hasta el gran salón donde se estaba desarrollando el evento. No hizo falta mucho, para identificar al marido de Ailan, que se encontraba junto al gran ventanal que daba a la terraza, hablando con la mujer de rojo que había llamado mi atención. - “¿Quién es ella?”- pregunté a mi asistente. - “Creo que es una de las acompañantes, que ha contratado el hotel para que se relacionen con los invitados, pertenece a una empresa de Damas de compañía.”- me dijo mi asistente mirando su teléfono, donde solía tener toda la información que yo le requería. - “¿Damas de compañía?”- le pregunté entre cerrando los ojos. No me estaba gustando cómo sonaba eso, eso quería decir, que Scarlet Ohara, se vendía por dinero. - “¡Vaya hermanito!, ¿desde cuándo la cadena de hoteles Milton se ha vuelto tan vanguardista?”- me dijo Ailan mirándome burlona- Y papá ¿sabe esto?”- continúo diciendo. Ignoré su ironía, y miré ceñudo a mi asistente. - “¿De quién fue esta estúpida
Hanna. - “No puede volver a suceder lo que pasó en el último trabajo, Hanna, aún no me has explicado porque desde la gerencia del hotel, me indicaron que te retirara del trabajo, aunque nos abonaron tu parte, incluso con retribución doble. Soy una empresaria, y debo ser justa para la gente que trabaja para mí, no está bien que tus compañeros y compañeras, hayan trabajado más horas, y hayan recibido menos de que tú, que trabajaste sólo dos horas. Además, el abono doble se ofreció como propina, así que no lo puedo dividir entre tus compañeros, ya que es tuya exclusiva.”- me dijo la Mandan cuando me llamó a su despacho, ese día. Hace casi tres días que, durante el evento, en que había perdido mis formas, algo que nunca me pasaba, la coordinadora y ayudante de la Madame, me había acercado para indicarme que podía irme, que el contratante, el hotel, les había pedido sin justificación, que yo me fuera en ese momento. Yo pensé que el estúpido de ojos maravillosos, el alfa de la manada ha
Hanna. Yo tenía claro porque le había dicho eso a Jhon, la familia de este traidor me adoraba, sobre todo porque la madre de John es la persona más elitista que hay sobre la tierra, tener una nuera médica, la elevaba aún más a las pretensiones sociales de Barbara Raddiffe, llevándola a la cúspide. En cambio, la que iba a ser mi suegra antes, odiaba a mi mejor amiga, de hecho, en múltiples ocasiones había intentado que dejara esa amistad, ya que Candece no había acabado los estudios, debido a que su familia se había arruinado hacía años, bajo un gran escándalo donde había habido de todo, y ahora trabajaba de secretaria para John, gracias a que yo le pedí que le diera trabajo. Encima de todo, soy estúpida. No había avanzado unos metros fuera de la joyería, cuando fui interceptada, por John y unos segundos después por Candece, que me miraba llorosa, detrás de mi traidor exnovio. - “Espera Hanna, no es lo que piensas”- se atrevió a decirme el estúpido. - “De verdad, John tiene razón
Roy. - “Como puede ver señor Miller, el centro comercial está bien situado, y las mejores tiendas, con las mejores está representadas aquí, lógicamente necesita una ampliación, si decide comprarlo, para los proyectos que deseaba hacer en él su empresa, el Grupo Miller.”- me decía el gerente del centro comercial mientras caminábamos por sus pasillos. La verdad era que, la posible compra de este centro comercial era más un proyecto de mi padre, que mío. El viejo zorro, hacia un año que se había jubilado, pero eso no quería decir que Norman Miller hubiera olvidado sus manías, tras años de trabajo y control de todo su mundo, para el antiguo CEO, eso no es tan fácil de dejar atrás, por mucho que lo haya exigido su dueña y señora, la diosa del reino, Yvaine Miller. Así que mi padre me llamé, para que me encargue de un proyecto que él había iniciado retirado del trabajo, al descubrirlo mi madre, que había faltado a su promesa de retirarse totalmente, solo que aceptarlo, o mi madre le har
Hanna. - “¿Tienes dos operaciones con el doctor Kidman, y tu ronda con le doctora Stanford? Hoy saldrás tarde del hospital.”- me preguntó mi mejor amiga y compañera, Emily. Llevaba un día bastante atareado, la asignación de operaciones de los estudiantes del último año de medicina era más equitativa, pero todo se había redistribuido porque tres de mis compañeros estaban enfermos, tras estar en contacto con un virus, que adquirieron en una ronda de pacientes. Así que me a mí, me había tocado suplir a dos de mis compañeros. Por eso, tuve que avisar a Penny, la joven que había contratado para que cuidara de Mia, cuando yo estaba en la universidad, para que recogiera a mi hermana del colegio, ya que yo no llegaba a tiempo. Me alegré de que hoy no tuviera que asistir al trabajo, de hecho, hasta la próxima semana no tenía ninguna cita programada con ningún cliente. Me preparé para la operación en media hora, atendiendo a las explicaciones que nos daba el doctor Kidman, revisé varias