Cap. 147: Epílogo.

El hospital estaba en calma, pero dentro de la habitación la tensión y la emoción se sentían en el aire.

Renata jadeaba, con el rostro perlado en sudor, apretando con fuerza la mano de Ángelo.

—Lo estás haciendo increíble, amor, —susurró él, inclinándose para besar su frente, sin soltar su mano en ningún momento.

Renata exhaló profundamente, cerrando los ojos un segundo.

—Esto es… más difícil de lo que recordaba, —murmuró con una risa entrecortada.

Ángelo sonrió con ternura, acariciando su cabello.

—Pero eres la mujer más fuerte que conozco. Y en unos minutos, tendremos a nuestra hija en brazos.

Renata asintió, respirando hondo para prepararse para la siguiente contracción.

—Vamos, Renata, —dijo el doctor con voz firme—. Una última vez.

Ángelo sintió cómo el cuerpo de Renata se tensaba, cómo ponía cada gramo de fuerza en ese momento. Él estaba a su lado, dándole todo su apoyo, su amor, su fortaleza.

—Vamos, mi amor, —susurró contra su oído—. Tú puedes.

Y entonces…

Un llanto llenó la h
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