88. Una salida incierta

El abrazo de Ignacio no es lo que esperaba. Su mundo hecho pedazos otra vez la envuelven en una manta de horror, presa en lo que tanto quiso evitar.

—Altagracia —su nombre en labios de Ignacio es una daga en el corazón. Ignacio ahora toma su rostro bañado en lágrimas secas—. Todo éste tiempo creí que habías muerto…

Altagracia pide auxilio a gritos dentro de ella. Esto no puede estar pasando.

«No, no» se repite.

—Necesitamos hablar. Necesitas decirme qué fue lo que ocurrió y porqué decidiste hacer esto —Ignacio la toma de los brazos. Una expresión de total sorpresa inundándolo—. ¿Por qué lo hiciste?

—No puedo dar explicaciones ahora. No puedo —Altagracia de quita las manos de Ignacio, adentrándose a la mansión con todas las miradas en ella. Pero Ignacio no se queda atrás. La persigue, y al llegar a la sala, él la vuelve a llamar—. No es el momento.

—Todo el mundo acaba de ver que estás viva, Altagracia. Esto es —Ignacio la gira por el hombro. Es notable un pequeño destello de d
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