85. La maldad cocinándose en silencio

La petulante voz de Ana es extraña para ella, ya que es la primera vez que la oye hablar así. Puede entenderlo de cierta manera ya que se dirige desprestigiosa a Ximena, no a ella directamente.

Pero aún así, las palabras sobre “Altagracia” tienen doble sentido, no lo duda.

Altagracia intenta sonreír disimuladamente. Y la mueca es impredecible. Está incómoda por esta conversación, y más por la presencia de Sebastián en Villalmar.

—Sí, claro —responde Altagracia, bebiendo un poco de agua.

No se le quita a Ana la sonrisa del rostro.

—El doctor Sebastián hizo un gran trabajo, y ese mérito de querer salvar a Altagracia jamás se lo hemos recompensado. Hizo lo que estaba al alcance de sus manos, y es entendible que no quiere hablar de eso. Tan sólo decía que Altagracia siempre estará presente en nuestros corazones —Ana se limpia las comisuras de los labios con una servilleta.

—Le arrebataron la vida a mi hermana de una forma cruel. Estoy segura que pudo haberse salvado si hubiese lle
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