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Manada Sombra Oscura.
Levy.
Me levanto lentamente, respirando el aroma que Violeta ha dejado en mi almohada.
Después que la marqué y la hice mía, como siempre quise.
Mis labios siguen hinchados, después de todos los besos que le di por todo su cuerpo, mientras la penetraba una y otra vez, exactamente como me lo imaginé todos estos años, desde que éramos unos niños.
No, ya no tenía ganas de esperar a mi pareja destinada.
Quien quiera que sea, no merece ser mi Luna, como Violeta.
Sé que la anciana del concejo me lo advirtió, que un alfa de mi linaje debía esperar por su pareja destinada, su alma gemela.
Pero, no me importó cuando se lo propuse a mi querida Violeta.
Ella se resistió al principio, pero luego accedió y ahora está aquí, en mi cama, luego de todo el amor que nos dimos anoche.
Así que me acerco a su cuerpo, recordando cómo temblaba entre mis brazos, al tiempo que la embestía una y otra vez, embriagado de mi amor por ella.
Y entonces la toco y tiemblo de miedo.
― ¿Violeta? ―le digo, al tiempo que acerco mi cara a la suya, para ver sus ojos de un azul profundo.
Pero sus ojos no se abren y su piel se siente fría, como si estuviera bañada de muerte.
― ¿Violeta? ―grito ahora y muevo su cuerpo de lado a lado, tratando de que sus ojos se abran, que se despierte y me diga, "¡Ja, te engañé!", o algo por el estilo.
Nada pasa.
Ahora, la envuelvo entre mis brazos.
―Tiene frío―me digo y trato de calentarla con mi cuerpo, pero sigue inerte― ¡Mi Luna, despierta, por favor! ―le ruego y ella sigue igual.
―Por favor, entra en calor―le imploro nuevamente, al tiempo que froto mis manos por sus brazos que son como unos témpanos ahora, así que le doy respiración boca a boca.
Nada, no pasa nada, y un escalofrío me recorre el cuerpo, temiéndome lo peor.
― ¡Ezra! ―le grito a mi beta y él entra enseguida― ¡trae de una vez al médico! ―le exijo, moviendo la cara de Violeta para que reaccione― ¡qué esperas! ―le espeto y él sale de su embobamiento y se va corriendo y al rato está trayendo a uno de los doctores, quien intenta arrancarme a mi Luna de los brazos, y yo tengo que recordarme que él la curará, así que accedo de mala gana.
Y me levanto de la cama, mientras camino de un lado para el otro esperando a que el doctor haga magia, su magia.
Entonces él empieza a meterle agujas de todo tipo, con líquidos de todos los colores, le coloca mascarillas, le inserta aparatos.
Todo para que mi Luna se ponga bien y vuelva a sonreír como anoche, en nuestra fiesta de unión.
O en nuestra cama, cuando nuestro amor galopaba, desbocado.
―La hemos perdido, mi alfa―proclama finalmente el doctor, retirando todo los aparatos.
Así que me acerco a él, desesperado.
― ¿A qué te refieres con eso? ―le digo, tratando de que mi cabeza logre entender sus palabras, que me parecen como un mero susurro.
―A que Luna Violeta a muerto―me revela y yo siento cómo la rabia me ciega.
―Más te vale que eso sea una vil mentira o me encargaré de que tú mueras con ella―lo sentencio y él ahora tiembla de miedo, mientras lo tomo por el cuello, ahorcándolo.
― ¿Quieres calmarte, mi alfa? ―me pide Ezra, quien también es mi mejor amigo―recuerda las palabras de la vieja anciana―me pide y entro en pánico.
Porque él tiene razón.
―Esto podía pasar, ya que ella no era digna de tu linaje―me recuerda y me paso las manos por la cabeza una y otra vez, en confusión.
Y ahora me siento en el piso, derrotado.
―He matado a Violeta―finalmente confieso con dolor en el corazón.
―Ella no merecía ser tu Luna―me dice ahora Ezra, tratando de consolarme, pero yo ahora lo agarro por la solapa de su camisa, furioso.
―Ella se lo merecía todo―le espeto molesto―y yo le quité la vida―le reclamo.
―Ella también era mi amiga, mi alfa―me recuerda―pero no estaba a tu altura―señala con voz serena―podías perderla en la noche de bodas, por tu fuerte poder de apareamiento―comenta y yo lo suelto.
Es cierto.
―Salgan todos de aquí―les ordeno y ellos se van de inmediato.
Así que ahora me aferro al cuerpo de mi amada Violeta, mi Luna, a quien no pude corresponderle con mi amor como se lo merecía.
En cambio, ha muerto por mi culpa.
El vacío por su ausencia me está matando por dentro, mientras la sigo acunando entre mis brazos.
―Mi alfa, por favor―me ruega Ezra, al tiempo que hace un último intento para que la suelte y me digo a mí mismo que debo hacerlo, pero no quiero.
― ¡No van a profanar su cuerpo esos miserables doctores! ―rujo, con la garganta seca por el dolor―no quiero que ninguno de ellos la toquen, ¡la han dejado morir! ―los acuso ahora, aunque yo sé cuál es la verdad.
Yo lo sabía y, sin embargo, me empeñé porque se quedara conmigo.
Y al fin me rindo y permito que Ezra la tome, desplomándome, con el dolor todavía a flor de piel.
En cuanto él se va, tomo todas las cosas de Violeta, su ropa, sus joyas, incluso, aquellas cosas que pertenecían a su familia.
Y su vestido de novia.
Todas aquellas pertenencias que eran parte de ella, que de algún modo guardan su esencia, su sonrisa, la manera en que movía su cabello o ese gesto indiscreto y pícaro, cuando quería hacerme una confidencia.
Lo guardaré con mil llaves si es posible, porque nadie deshonrará su recuerdo.
~~~Tres años más tarde.Ciudad Humana.Ana.― ¿Crees que algún día podamos regresar, abuela? ―le digo frustrada, con mi amargura consumiéndome, mientras se hace un silencio incómodo en la mesa.Hoy hace tres años, mis padres murieron en manos de los guerreros lobos del Alfa Casius mientras intentaban protegerme por lo que estamos muy tristes.Sé que el doctor me lo advirtió, que no debía hablarle de temas incómodos, ya que su corazón está débil, después de la pérdida que ambas tuvimos.Ella perdió a su hija, y yo, a mi madre.Pero la urgencia por volver a Luna Escarlata me desespera muchas veces.―Pues, claro que sí―me responde con rabia―volveremos y vengaremos la muerte de mi amada hija, por manos de esos canallas―asegura, dejando caer con fuerza la cuchara en el plato de comida―pero, mientras tanto, es necesario que sigamos pasando desapercibidos aquí―me dice ahora y me mira con una ceja levantada― ¿está claro? ―me mira con desaprobación.―Pero, con todo el dinero que tenemos podemo
~~~Un mes después.Ciudad Humana.Levy."Pues, claro que sí, Ezra" le digo a mi beta al teléfono, usando los medios convencionales para no levantar sospechas en medio del mundo humano, en donde sería muy raro utilizar mi telepatía, la que tiene todo alfa para comunicarse con su gente.Incluso aquí, en la Suite de este hotel cinco estrellas, en donde estoy terminando de arreglarme en el baño, para salir y hacer exactamente lo que vine a hacer."Pero, mi alfa, debe haber alguna otra manera para que consigamos lo que quiere, sin llegar a extremos", me indica y yo estoy a punto de morirme de la risa."¿Lo que yo quiero, Ezra?", me burlo de él, "es lo que quiere el concejo, no yo", le recuerdo, porque es así, "me han puesto entre la espada y la pared", le aseguro, aunque la verdad es que no le tengo miedo a ninguno de ellos."Todo el mundo está preocupado por el futuro de la manada", me dice un poco frustrado, igual que yo."Y es por eso que mi idea es la solución y que todos dejen por fin
~~~Ana.― ¡No me lastime, por favor! ―le ruego al hombre millonario, que me está agarrando del brazo tan fuerte que duele, y ahora tengo miedo de que me vaya a matar porque estoy en su habitación por equivocación.Su mirada destila rabia y de cuerpo emana calor, y yo estoy temblando de dolor, pero me obligo a mí misma a soportarlo, aunque, con lo furioso que está, creo que mi vida está en peligro.―Ahora dime, ¿qué escuchaste? ―me espeta muy fuerte en mi oído― ¿o es que acaso me espiabas para robarme? ―me suelta y yo lo miro sorprendida―te aseguro que, si pretendes chantajearme, antes te mato primero―me asegura, con su aliento rozando mi cara y su fuerte agarre, que pareciera que quisiera romperme el brazo.―Le aseguro que no he escuchado nada y si no me suelta ahora mismo, mi supervisor notará que no estoy limpiando las habitaciones―trato de decir con voz firme, aunque estoy muerta de miedo, tanto, que apenas si me puede escuchar.―No le tengo miedo a nadie, porque ninguno de ellos p
~~~Ana.Mis manos siguen temblando de miedo, mientras estoy en el baño, tal y como el millonario me pidió.¿Debería hacerle caso, luego de que casi me mata, rompiendo toda mi ropa, mientras me agarraba por el cuello posesivamente?¿Debería irme?¿Por qué me lo estoy preguntando, después de la manera en la que me ha tratado?Mis dedos recorren cada parte de mi cuerpo, por los lugares que han pasado sus dedos.¿Soy masoquista?¿Por qué quiero que él vuelva a hacer todo lo que estaba haciéndome, besándome como un desesperado, colocando sus dedos en aquellos lugares de mi cuerpo que solamente yo conozco?¿Por qué mi corazón está tan desbocado, al pensar en su boca, su cuerpo musculoso, su pelvis que estaba a punto de montarse encima de la mía?¿Esto es lo que pasa cuando un hombre está con una mujer?¿Me atreveré a que un hombre desconocido haga conmigo lo que quiera, solamente por venganza?¿O el motivo no es la venganza, sino yo misma, que quiero todo eso, que me siga besando, tocándom
~~~Levy.En cuanto Ezra se larga de la habitación, voy a toda prisa al baño y tiro la puerta de una sola patada.Y ahí está ella, temblando muerta de miedo en un rincón.―Por favor, señor, no me lastime―me ruega, pero Sanjay no está razonando ahora, solo se va directo a ella y la coloca contra la pared―no me mate, señor, ya le dije que puedo ayudarlo en su problema―me dice y ahora quedo desconcertado.― ¿Mi problema? ―me burlo de ella―sé cómo arreglar mi problema justo ahora―le aseguro riéndome.―Sí, señor, el problema del que estuvo hablando con su secretario―me responde y yo sigo nulo, así que traga en seco, aun temblando como una hoja cuando es tocada por una ráfaga de viento―me refiero a que está buscando a una mujer para que tenga a su hijo―me señala, al tiempo que beso su cuello, mientras mi mano se cuela en medio de ella.Sé lo que estoy palpando ahora.Ella también siente lo mismo que yo.―Sí, lo quiero―le susurro en su cuello―y ahora mismo haremos a ese hijo―le confieso, al t
~~~Levy.El resplandor en la piel de mi amante se va tan rápido como llegó, haciéndome dudar si realmente lo he visto o no.Una luminiscencia muy parecida a la que tenemos los hombres lobo, cuando nos encontramos con nuestro espíritu lobo.Y ahora se desmaya, como si todo esto para ella hubiera sido demasiado.Quizás sea eso, y cómo no pensar que lo sea, después de todo, ella ha recibido mi rigor de macho y esto pudo haber despertado a su espíritu lobo."Pero ¿qué esperas para recostarla?", me dice Sanjay y tiene razón, haciéndome sentir como un gran tonto insensible.Se ve tan frágil, con su piel casi traslúcida, que me da miedo quebrarla, si la abrazo muy fuerte.Toco su frente y está algo fría, y no puedo evitar besarla con delicadeza, preguntándome si es que la perderé."Abrígala con la sábana", me pide Sanjay y de inmediato la tomo entre mis brazos y la deposito con cuidado en la cama, para luego ponerme junto a ella y nos cubrimos con el edredón para que entre en calor y pronto,
~~~Levy.La mujer a mi lado está algo afiebrada y me pregunto si es por mi culpa, por haberla tomado, impregnándola con mi maldición."No seas tonto, Levy, esto debe ser solo un resfriado", me dice Sanjay, pero no le creo, "ya te lo dije, ella es la correcta, la que es capaz de unirse a nosotros", me asegura, sin embargo, prefiero ignorarlo.―Necesito que traigas algo para la fiebre―le digo a Ezra al teléfono.― ¿Cómo, mi alfa? ¿Cómo se ha podido enfermar? ―me cuestiona y yo gruño molesto, porque es cierto, nosotros no nos enfermamos tan fácilmente.―Solo trae lo que te pedí, ¿quieres? ―le indico simplemente y él me contesta con un "sí, mi alfa", y un rato más tarde, está en mi puerta con lo que he pedido.Entonces, la escucho.En medio de su inconciencia, ella ha estornudado, algo que de algún modo me alivia, porque está resfriada, y me pregunto cómo ha podido contagiarse de algo tan simple como una enfermedad que no existe en nuestro mundo.Luego recuerdo lo que ha estado haciendo.
~~~Levy."Pero ¿qué se supone que le has dicho?", me reclama Sanjay, molesto, "¿es que acaso te volviste loco o qué?", me espeta, algo que me hace reír."Ya me oíste, ¿o no fui claro?", me burlo de él, algo que parece que lo enoja más."Y yo te dije que la convirtieras en nuestra Luna, pero te has negado, así que dime, ¿cómo se supone que la presentarás en la manada?", me acusa y yo hago un bufido."Ella será mi amante y la madre de mi heredero, desde luego", le respondo, enojado, porque tal parece que no entiende, así que le aclaro, "estará bien bajo mi protección, siendo mi concubina, mucho mejor que aquí, en donde un simple resfriado la puede enfermar gravemente", le recalco, y él se molesta aún más."Eso no es digno para nuestra pareja destinada", me espeta cabreado, "¿cómo pretendes tratarla como a una simple concubina, cuando debería ser mucho más que eso?", me hace notar y yo me burlo de él."Tú dices que es nuestra pareja destinada, pero yo solo veo a una loba débil, cómo para