Capítulo 6: Por Encima De La Razón

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Ana.

Mis manos siguen temblando de miedo, mientras estoy en el baño, tal y como el millonario me pidió.

¿Debería hacerle caso, luego de que casi me mata, rompiendo toda mi ropa, mientras me agarraba por el cuello posesivamente?

¿Debería irme?

¿Por qué me lo estoy preguntando, después de la manera en la que me ha tratado?

Mis dedos recorren cada parte de mi cuerpo, por los lugares que han pasado sus dedos.

¿Soy masoquista?

¿Por qué quiero que él vuelva a hacer todo lo que estaba haciéndome, besándome como un desesperado, colocando sus dedos en aquellos lugares de mi cuerpo que solamente yo conozco?

¿Por qué mi corazón está tan desbocado, al pensar en su boca, su cuerpo musculoso, su pelvis que estaba a punto de montarse encima de la mía?

¿Esto es lo que pasa cuando un hombre está con una mujer?

¿Me atreveré a que un hombre desconocido haga conmigo lo que quiera, solamente por venganza?

¿O el motivo no es la venganza, sino yo misma, que quiero todo eso, que me siga besando, tocándome tan posesivo en mi intimidad, con su urgencia por mí tan desquiciada?

Entonces, me río de mí misma.

Porque no importa ahora lo que yo quiera, sino lo que necesito para vengarme.

Y él tiene los medios para proporcionármelo.

¿Estoy dispuesta a someterme a su voluntad por venganza?

No, no es tiempo de cuestionarme.

La tumba de mi abuela clama venganza.

El sacrificio de mis padres merece resarcirse y solo yo, la única sobreviviente de la masacre de mi familia, debo encargarme de brindar justicia.

Y ese hombre es solo un medio para un fin, sin importar lo que yo sienta por él.

―No sabía que ahora tenía niñero, Ezra―escucho ahora decir al millonario, así que decido prestar atención, no sea que él se arrepienta por alguna cosa que le diga este hombre.

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Levy.

―Y para que estemos claros, no necesito un niñero―le espeto cabreado a mi beta, quien ahora se nota preocupado y solo espero que se vaya pronto.

Me urge montar a la mucama encerrada en el baño.

―Por favor, no se enoje conmigo, se lo ruego―me dice y yo resoplo con fuerza―pero me cerró el teléfono, y necesitaba decirle―señala ansioso.

“Acabemos con él y volvamos con la chica”, dice ahora Sanjay, tan cabreado como yo.

―Quizás hay una manera de que no continúe con toda esta locura―asegura y mi lobo se siente inquieto en mi cuerpo.

"La queremos poseer", me dice Sanjay desesperado, mientras recorro con la mirada el camino que va hasta la puerta del baño.

Ahí está la mujer que me tiene tan desesperado, a la que estuve a punto de tomar a la fuerza.

Y ahora siento culpabilidad.

―Es lo que todo el mundo quiere y es lo que voy a hacer―le recuerdo y él mueve su cabeza de lado a lado.

―A lo mejor sea así, pero ¿qué diría Violeta, Levy? ―me cuestiona, hablándome como mi amigo ahora, y no como mi beta― ¿crees que estaría de acuerdo con que vuelva a ocurrir? ―me dice y ahora estoy dudando.

¿Quiero que la chica muera?

¿Tener intimidad con ella y que luego la pierda por mi potencia de macho?

Entonces, me doy cuenta de que no es solo el deseo lo que me mueve por esta mujer desconocida, a la cual solo he visto desde hace cinco minutos.

Mi corazón se siente desbocado, pensando en ella y su cuerpo, las sensaciones que me provoca.

Pero lo más raro es que tengo sentimientos por ella, algo que no puedo definir en este momento, pero es algo tan fuerte, que no lo puedo controlar.

―Déjame en paz, Ezra―le digo cabreado, con la confusión revolviendo mi cabeza y mi corazón emocionado por la chica en el baño―ya tengo demasiado con el concejo y con mi familia presionándome por esto, no necesito que mi mejor amigo venga con su consciencia a terminar de volverme loco―le recuerdo.

―Pero, podemos desenmascarar a tu tío, Levy, piénsalo―me dice y yo me río.

―Sí, desenmascaramos a él y a Lissander, y luego, ¿qué, Ezra? ―me burlo de él―porque eso no soluciona el problema real, que necesito asegurar un heredero al concejo―le recuerdo y antes de que intente convencerme, le digo―ahora, vete y déjame hacer lo que quiero―declaro y lo tomo por el brazo y lo saco de mi habitación.

Y ahora miro a la puerta del baño, en donde se encuentra la mujer que me está volviendo loco.

A la mujer que deseo por encima de mí y la razón.

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