73 Otros especímenes

En la mañana, Isabella abrió los ojos y notó el fuerte brazo de James sobre ella en un abrazo.

Si no fuera por lo decepcionada que estaba de él con sus juegos con la pelirroja, se habría alegrado. Era reconfortante tenerlo a su lado, sentir su respiración y el calor de su cuerpo tan cerca, pero no podía tomarlo como un halago, sino más bien como una ofensa.

¿Cómo se atrevía a acostarse en su cama medio desnudo después de lo que había hecho?, ella no era un juguete con el que podía jugar cada vez que quisiera, cada vez que tuviera ganas de ella.

Inspiró profundo y tranquilizó sus nervios, no podía negarse a sí misma que descubrirlo dormido a su lado, con nada más que su pantalón de seda de dormir no le provocaba pensamientos non sanctos. Los odiaba por eso, y se odiaba a sí misma por sentirse de ese modo.

Decidió que corría peligro de caer en algo que deseaba con cada célula de su cuerpo, pero que rechazaba con todo lo que tenía de razón. No podía dejarse vencer por el instinto animal,
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