75 Suspicacia femenina

Mikel y su hijo llegaron pronto a casa. El niño entró tarareando una canción y pasó, por un lado, de Astrid sin siquiera verla.

— ¡Matthew! — la mujer casi chilló cuando lo vio pasar por su lado e ignorarla — ¿No se te olvida algo?

El niño se dio la vuelta para saludar.

— Buenas noches, Astrid.

— Pensé que te había comido la lengua el gato, ¡Esos no son los modales que te hemos enseñado!

— Disculpa, no te vi… — el niño trató de disculparse, pero la mujer seguía manteniendo una expresión severa.

— Eso lo dudo, ¡Ve a tu habitación y date una ducha, debes estar presentable para la cena! — Le ordenó.

Las cosas en casa eran así, casi siempre. Una larga lista de normas que seguir, y ninguna manifestación de cariño, al menos no para Mat.

Ya era normal para él, por eso había llegado caminando en las nubes con el trato de Isabella ese día, era algo que le hacía recordar su primera infancia, no de manera consciente, por supuesto, pero ahí estaba, en alguna parte de sus recuerdos
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